jueves, 29 de noviembre de 2018

Only in Spain: "Pasé de ser otro más de la tele que escribe libros a experto internacional en Leonardo"

El supuesto retrato auténtico de Leonardo, con el supuesto experto. 

Por una parte, está la generación mejor formada, y por otra el preocupante auge de las pseudociencias, las creencias milagrosas, las pseudoterapias, la ludopatía que simplemente esconde un analfabetismo funcional en Matemáticas, y los antivacunas. Si se representase todo en un diagrama de Venn habría entre ambos colectivos un gran espacio de interconexión, amplísimo.

Es tanta, tanta la estupidez, y tantos y tantos los que se dejan engañar por los mismos métodos que existían cuando España era de norte a sur un país de catetos, que nadie se debe extrañar de la historia de este post, donde se toca una rama que no suele aparecer habitualmente en los medios de propaganda, igualmente afectada por el dualismo entre mejor formada y, por decirlo en breve, la estupidez: el arte. La cultura. La divulgación. El saber.

Christian Gálvez es un conocido rostro de la televisión, especialmente porque lleva nueve años seguidos presentando Pasapalabra, un programa que mezcla famosos con una parte final de quizshow, ideal en el concepto de televisión familiar que tiene Planeta, la propietaria de Antena 3 y también del periodico ultra La Razón, porque ambas cosas son compatibles.

Gálvez, natural de Móstoles (Madrid), ha desarrollado en los últimos años una obsesión patológica por la figura de Leonardo Da Vinci, publicando libros -entre ellos, una serie infantil que ya va por once volúmenes- a un ritmo imposible, y todo a raíz de un primer libro en el que "mezcla la vida y obra del genio florentino con el concepto de coach", según se lee en la Wikipedia.

Casado con la gimnasta Almudena Cid, a la que conoció en el programa que presenta allá por 2010, es muy improbable que en este matrimonio haya anidado la lechuza de la sabiduría. Ella es simple y básica como solo una deportista profesional esclavizada desde la tierna infancia puede ser (baste ver alguna entrevista) y él se matriculó en la Universidad de primer curso, para después dedicarse al mundo del espectáculo.

Sin embargo, para la propaganda es "un erudito en Leonardo Da Vinci". Que hasta le han nombrado "especialista a nivel mundial". "El reconocimiento permitirá al comunicador participar en la exhumación, recuperación del ADN y reconstrucción facial de Leonardo da Vinci", como si de un catedrático italiano se tratase, experto en mil campos del saber al nivel de Eco, Magris o un Bobbio.

Será de tantos años presentando Pasapalabra, que algo se le ha quedado. Cualquiera verá que la propaganda y la estulticia han convertido a Gálvez en un experto ideal para que los mismos que consumen la caja tonta entre las 19:00 y las 21:00 crean que realmente sabe algo, porque ¡cómo un chico tan guapo y tan majo no va a saber de eso! ¡seguro que ha hecho más méritos que cualquiera que esté en una Universidad! ¡La Rey Juan Carlos esa! ¡Yo me compro su libro! ¡O lo que sea!

Y en ese lo que sea viene el revival de estos últimos días. A pesar de ser una noticia ya sabida, el nausebundo El Mundo ha vuelto a lanzar el globo, de la mano del infraser Iñako Díaz-Guerra, uno de esos que combina sabiduría futbolística con babyexplotation y con un consultorio sentimental. Un renovador del periodismo, capaz de hacer una entrevista-promoción con preguntas sonrojantes que dan lugar a que Gálvez pueda decir "he dedicado toda mi vida a la autoformación" sin que nadie le replique.

vi La última cena por primera vez, en Milán, y todavía coleaba El Código Da Vinci, de Dan Brown. Como también soy miembro de la Asociación Española de Sindonología (estudio de la Sábana Santa), que el libro mezclase todo aquello y señalase a Leonardo como creador de la Sábana Santa me atrajo, pero ahí no me pillan: independientemente de lo que sea o deje de ser la Sábana Santa, hay un documento de venta a la Casa de Saboya en 1453 y Leonardo nació en el 52. Por muy genio que sea...
El genio es el que te ha creado el personaje, Christian. Un chorlito de Móstoles, un rostro guapo de la tele, haciéndose pasar por experto en algo, pero que cuando se tiene que explicar dice estas cosas:

Leonardo murió fracasado y triste porque fue ilegítimo, iletrado, con altas probabilidades de ser disléxico, bipolar, con déficit de atención... Y a pesar de eso nunca se rindió. Pero fracasó en Florencia, en Milán, en Venecia, en Roma y sufrió lo que sufren los jóvenes hoy en día: fuga de cerebros. Se tuvo que ir a Francia.
¡Ajá! ¡Fuga de cerebros cuando fue Francisco I de Francia el que conquistó el Milanesado y por eso se puso a su servicio! ¿O quizás nos está queriendo decir el erudito Gálvez algo con eso de fuga de cerebros? ¿Una confesión? ¿Un exilio de una parte de su cuerpo? Y no se pierdan como cuela su discurso de coach, de supérate a tí mismo, en su forzada relación con Da Vinci.

Entre frases como "Leonardo no pintó una Gioconda amarilla, simplemente está amarilla de vieja. A partir de ahí se puede hacer toda la literatura que quieras" o "Mi labor es la búsqueda de restos biológicos en manuscritos originales de Leonardo" Ojo que llega el momento CSI: Móstoles: "Colaboro con la Biblioteca Nacional, tenemos allí dos códices y hago documentación histórica para intentar saber en qué partes de esos originales podría estar su ADN" (¡suerte en eso de sacar ADN de una huella dactilar, Christian! ¡A tí también, Iñako, que eres el nuevo Pedro Simón!), nos dice su auténtica cultura: "sacrifico muchos hobbies. Me encantaría seguir en el equipo de fútbol con los colegas, o jugar más horas a la Play o leer más comics. Pero no puedo. Mi vida son la tele y Leonardo"

¡Y sacar pasta, rufián! Resulta que Gálvez y la banda que le rodea han montado una exposición sobre Leonardo en Madrid. Son fechas navideñas y parece ser que es tradición que todos aquellos que durante el año no hacen nada cultural se rasquen el bolsillo en estas entrañables fechas de Antena 3, y se acerquen al cine, al teatro, al Circo del Sol, a un musical e incluso a alguna exposición, pero no de esas de cucamonas, una "donde se aprenda".

La Sala de Alhajas (ahora rebautizado como "Palacio") es un edificio en el centro de Madrid que pertenecía a Caja de Madrid. En los días de vino y rosas la poderosa Fundación Caja Madrid hacía exposiciones muy ambiciosas ahí, totalmente gratuitas y gastándose un pastón en traer obra pictórica de colecciones extranjeras: algunas de las mejores exposiciones de la historia de la ciudad se han visto ahí, muy por encima de las del Reina Sofia.

Después vino la desgracia y todos sabemos como acabó Caja de Madrid. En los últimos años el "Palacio" ha sido abierto para mercadillos de Navidad de esos con periodistas reconvertidos a fabricantes de delantales, sociólogos que ahora hacen lámparas con troncos de madera y arquitectos vendiendo tafetán, seguro que saben de lo que hablo. Lo que puedes encontrar en un chino, pero vendido cinco veces más caro. Y la tradición va a continuar.

Esta Navidad hay exposición de Leonardo, y ¿adivinan quien es el curator? El mostoleño. El mismo que dice "No nos engañemos, yo soy otro tipo de la tele que escribe libros. No niego eso. Vendo una marca personal y profesional desde hace once años", y a fe que no engaña a nadie, salvo a sus televidentes. La muestra la monta la empresa Iniciativas y Exposiciones (más de lo primero que de lo segundo) y, según El País, tiene realidad virtual y el supuesto retrato auténtico de Leonardo, descubierto por uno de los nuevos amigos de Gálvez en fecha tan improbable como 2009.

Es una doble muestra, puesto que la BNE ha sacado en coincidencia una exposición satélite donde muestra los Códices Madrid I y Madrid II, de sus propios fondos. En el Palacio de Alhajas cobran 14´5 euros por mostrar luces y cachivaches, en la BNE no cobran nada, porque para eso su sala de exposiciones es una de las mejores que hay. En una está lo falso y lo inventado, y en otra esta lo real. En una está el negocio, y en otra lo que es de todos.

Al parecer, Gálvez va a donar su parte como curator a una ONG -¡es Navidad!-, que ya sacará lo suyo con la venta de libros para iletrados. Todo lo demás de los 14´5 euros de la entrada irá a la empresa, siguiendo ese modelo de negocio que estuvo en Roma durante muchos años, en Piazza del Popolo: la exposición permanente con reproducciones de "los inventos de Leonardo", que no son más que cachivaches de madera, y que al parecer también está en otras muchas ciudades. Ventajas de llevar muerto 500 años y no tener que pagar derechos a ningún heredero ni a nadie.

Gracias al poderoso efecto arrastre de la tele, la exposición estará llena y con colas a lo Doña Manolita de esos padres deseosos de dar una cultura a sus hijos, y que en vez de darles un buen libro los van a llevar a un perfecto TIMO donde un busto parlante de la televisión se hace pasar por experto mundial de una figura que le es ajena desde el principio hasta el fin.  Es una perfecta metáfora de lo que es España en el año 2018.
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Muy fan de toda la obra de Julian Montague 
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El aeropuerto de León, donde ZP gastó 80 millones de euros sin viabilidad alguna, sin vuelos.  Y ahora, con el AVE a Madrid (2h15´), nadie cogerá un avión, salvo charters a Canarias.
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(relacionado con lo anterior) El AVE a Zamora se inauguró en plena campaña electoral para las generales de 2015, con el beneplácito de la Junta Electoral. 
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Noticias propias de nuestra normalidad democrática.
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10 cosas a la que David Bowie dijo "no".
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El cañón espacial soviético.
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Este libro tiene una pinta magnífica, y se basa en mapas y sentido común poco ortodoxo.
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Los suizos y su obsesión por los búnkeres y refugios atómicos 
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Otro ejemplo de la ruinosa gestión de Ruiz-Gallardón en el Ayuntamiento de Madrid 
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Buena entrada sobre los celeberrimos monumentos yugoslavos a la lucha partisana
Y más relacionado de lo que se quisiese con este link, una galería fotográfica con una explicaciones sin desperdicio. Hay un hype que lleva años sobre esos monumentos yugoslavos, cuando los auténticos lugares de memoria, y más recientes, son estos. Mucho menos espectaculares, y por eso menos conocidos. Como siempre.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Un libro de agricultura que termina siendo un reflejo de Andalucía

Que prácticamente nadie de los que vayan a leer esto conozca la editorial Guadalmazán debería ser un buen síntoma. Radicada en Córdoba y especializada en el mantra de la divulgación científica sus bellamente presentados libros tienen un contenido vacío y próximo a cero, lo que sin duda contribuye a su irrelevancia.

Forma parte del grupo Almuzara, la editorial que tiene Manuel Pimentel, aquel wannabe del aznarato que se piró al final de la Primera Legislatura de la Reconquista de España, y que también dejó preñada a Alicia Sánchez-Camacho cuando ambos tenían compromisos matrimoniales con otras personas ajenas a su intercambio de fluidos. Pimentel, el mismo que no pagaba a sus autores por premios como el Hotel Monasterio San Miguel Puerto de Santa María, y si no creen que haya podido existir un premio así, compruébenlo aquí.

Almuzara y Guadalmazán forman parte de la industria cultural andaluza, en la que no hace falta abundar mucho. Viven de la compra pública de ejemplares, y compran manuscritos de autores que jamás podrían publicar en ninguna otra editorial, porque estas buscan el rédito económico. El resultado se nota, y solo así se explica un libro como el que es objeto de este post.

De entrada, un tomo de más de 800 páginas y que se titula Historia General de la Agricultura. De los pueblos nómadas a la biotecnología demuestra ambición y un bastante buen reclamo para el lector, a pesar del disparatado precio de 44 euros de vellón, tan típico de la edición española. El autor es Jose Ignacio Cubero que, adivinen qué, es profesor de Genética y Mejora de plantas en la Universidad de Córdoba, la misma ciudad que la editorial.

A pesar de su pantagruélico título, el primer chaparrón de realidad llega con el índice, donde los 26 capítulos tienen abundantes subíndices, algunos realmente rebuscados, cuando no todos. Y, como era de temer en un producto de la universidad española y afrontado a la edad de 80 años, la parte de la prehistoria prevalece ante todo -más de la mitad del libro- y al siglo XX dedica únicamente ¡las últimas 50 páginas!

Es como volver a esas clases de Historia contemporánea donde el profesor dejaba la lección, a final del curso, al borde de la Guerra Civil o con la fundación de la ONU, y se excusaba diciendo que no había tiempo para más, después de haber perdido el año académico en explicar batallas de Mambrú o, en este caso, controversias bizantinas sobre la fundación de las ciudades o las lenguas arawak.

El libro es un disparate de principio a fin, y cuelga sobre toda la lectura la impresión de que son apuntes de clase empaquetados, porque la seguridad de que va a acabar siendo el libro de cabecera en las facultades agrarias de Andalucía no me la quita nadie: al final de cada capítulo hay un resumen (llamado "visión de conjunto" por prurito editorial) y hasta tablas de fechas presentadas educadamente como "algunas fechas", que no son más que apelotonamientos cronológicos de hechos históricos de dudosa relación con el tema del libro.

Pero bueno, ¿no cuenta nada relevante en 800 páginas? Depende lo que se considere relevante. A la síntesis del amoniaco de Faber le dedica apenas una línea, pero los descacharrantes pies de página abundan en cosas como que "Plinio adjudica a Apicio" la descripción primigenia del foie-gras, o que "San Juan Bautista se alimentaba de langostas y miel silvestre (...) Le faltaba algo de fibra para una dieta equilibrada". ¡Caray para una Historia General de la Agricultura! ¡Que descenso al detalle intranscendente, y qué desprecio por los momentos copernicanos!

El libro, a estas alturas, ya es una chirigota. Carece de índice onomástico -si intentan buscar la mención a Faber lo tendrán que hacer a ojo-, pero tiene un capítulo final titulado "Plantas" que no es más que una relación alfabética de nombres comunes y su correspondiente en latín según Linneo y una bibliografía de seis páginas -para un libro de 800- dividida en tres apartados: "Obras de carácter general", "Obras de autores antiguos" y "Obras de referencia", que escasamente se citan en las páginas del libro.

Será para el alumno que quiera aumentar conocimientos. Confirmando su carácter de manual y para que no se haga bola a los catetos que lo tengan que leen por obligación para pasar el trámite académico, jalonan el volumen grabados y fotos de temas agropecuarios, muchos de ellos a ¡doble página! y sin relación alguna con el capítulo o el periódico histórico en donde se encuentra en ese momento el volumen.

¡Y qué decir de la redacción! Caótica es poco. El autor va adelante y atrás, hace chistes de gracejo dudoso y frases que desatan la carcajada en mitad de la noche, lo que no es poco: "No sabemos cúal fue la primera parcela sembrada, si es que alguna vez hubo una "primera"" (pág 227), o un excurso sobre la mujer y la cocina que me produce vergüenza reproducirlo aquí (pág 446).  Por supuesto, abundan los modismos como "Muchos dirán" (¿Quienes? Qué vergüenza en un autor universitario), palabras de moda como globalización (mundialización, que sería más adecuada en gran parte de la obra, apenas se usa) y los pruritos típicamente españoles, como demostrar que las Hawaii fueron descubiertas por un compatriota, y no por Cook. Pena que no haya ninguna referencia a Gibraltar.

A ver, editorial cordobesa, autor cordobés, tema agricóla. ¡Sí! ¡No podía faltar el olivo! El libro está salpimentado con paratextos que interrumpen el esquema para entrar más en detalle -es un decir- en plantas en concreto o temas, llamados "recuadros". Bien, el olivo lo hace ¡cinco ocasiones!, en vez de unificarse en una sola, y en el último de ellos (epígrafe 24.5.4.1.1, ojo al dato) empieza así:

No podía faltar en un libro de Historia de la Agricultura escrito en España un pequeño recuadro dedicado al aceite de oliva. Hoy lo superan en volumen y en conocimiento universal otros muchos aceites (...) pero ninguno es un zumo de fruta como lo es el aceite de oliva de primera extracción
¡Ea! Va siendo hora de acabar esto. Alguno recordará que en el subtítulo del libro se citaba la palabra biotecnología, que aparece en la portada del libro. Bien, le dedica dos páginas que podrían haber sido redactadas por un iletrado, básicamente el improbable consumidor final de este libro. Y recuerden el cargo académico que ocupa el autor.

Desde hace algunos años, como fruto del avance de la sociedad española y la pérdida de complejos que tan bien nos podría explicar Pimentel, el mundo editorial español propone obras con las que contaban desde hacía décadas las otras grandes culturas nacionales del mundo: desde atlas históricos sobre la industrialización hasta compendios generales de cualquier rama del saber. ¿Si fuera lo hacen, porque aquí no? Bueno, porque lo hacen mejor y no estafan al lector con un título falso y un desafío intelectual formidable afrontado por alguien de 80 años. Lo que era un viaje a través de la historia de la humanidad por medio de uno de los saberes que la definen termina siendo un retrato de un país, una época y una región.  
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Fantástica entrevista a la creadora de Quilette.
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Para todos aquellos interesados en lo austrohúngaro, la Biblioteca Nacional de Austria tiene un maravilloso buscador on-line de todas las publicaciones periódicas que conserva.
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Desconocía esta gallegada propia del desarrollismo, "La Ciudad de las Rías". Leyendo este libro especializado resulta todo aún más espantoso. 
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Muy interesante a lo que ha llevado la búsqueda de petróleo: un campo de explotación a 260 km de tierra firme y a 2000 metros de profundidad. Y funciona.
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El primer Ministro de Japón visita Darwin en el 75º aniversario del bombardeo nipón sobre la ciudad australiana. En aquella ocasión reventaron los depósitos de combustible, obligando a construir unos subterráneos que nunca se llegaron a usar. El expansionismo chino hará de este lugar del mundo un sitio clave a medio plazo.

viernes, 16 de noviembre de 2018

Vivir de vender libros en un agujero del mundo

En el fondo y la forma el libro es uno de más de esa enraizada tradición británica de vida de pueblo. Si han visto cualquier sitcom o leído cualquier libro del género están todos los tópicos: un personaje central, una ubicación muy circunscrita y una plétora de personajes que pululan, a cada cual más estrafalario o exagerado.

La diferencia de este libro (Diario de un librero, Shaun Bytell) es que es un diario, y está basado en experiencias reales. Se estructura sin ningún tipo de añadido: a cada mes sigue una cita del maravilloso librito de Orwell de sus propias experiencias como librero, y cada entrada de los días viene con el esquema de "Pedidos por Internet-Libros encontrados" seguido al final por un "Recaudacion-clientes".

El interés está en las reflexiones que pone el autor, que adquirió una librería de viejo en 2001, por explicar cómo se desarrolla su negocio, y los problemas que afronta. Evidentemente, con eso no es suficiente para lograr un best seller (género que detesta, por cierto), y me imagino que el éxito se deba más bien a sus destempladas opiniones sobre los clientes y su descripción de la country life en lo que es "la zona más abandonada de Escocia".

Wigtown y la comarca de Galloway están más cerca de Irlanda que de Glasgow o Edimburgo, y demasiado alejados de las vías de comunicación entre Inglaterra y Escocia. Ni siquiera en la Edad del Oro del tren, que tapizó todo el país, ninguna línea se trazó por la zona occidental. Es en muchos sentidos un paraíso, como toda la región.

De manera bastante improbable, y copiando el modelo de Hay-on-Wine, se nombró a Wigtown "ciudad del libro", una iniciativa que en España se ha reservado para Urueña, un pueblo de mala muerte en Valladolid y donde no merece la pena detenerse jamás. Lo que era un pueblo renqueante desde los años ochenta se convirtió en un sitio con un festival literario, un puñado de librerías de viejo y cierta "presencia".

El libro-diario trata de eso: de la dificultad de sacar adelante un negocio así en un sitio así en plena era de Internet, Amazon y el comercio online. Muchas reflexiones son punzantes, y ninguna se enreda demasiado: el estilo es conciso y va directo al centro del problema, y esa es su mayor virtud. Al margen de lugares comunes al alcance de todos (la falta de relevo generacional, cómo la gente cree que tiene tesoros y sólo tiene basura) son especialmente interesantes sus apuntes sobre las tiradas, la valoración de un libro y las historias que puede tener detras.

La impresión general que deja el autor, que empezó en 2010 en Facebook a criticar a sus clientes, es que es el típico librero amargado, una figura casi legendaria. Es un poco un Narciso ante el espejo, porque aunque se entiende que le mosquee que le intenten regatear en el precio, no se entienden tanto esas apreciaciones sobre la indumentaria, la forma de hablar o el olor de la gente que,al fin y al cabo, se acercan a ese culo del mundo a mirar libros. 

Mención aparte merece la edición española, a cargo de Malpaso y con traducción de un tal Antonio Lozano. Apenas pilla los abundantes juegos de palabras y significados que usa el autor, a veces pone notas para explicar una bebida inglesa pero deja sin explicar que es el Irn Bru o da por hecho que todos los lectores saben que es Holyrood, y otras cosas más horripilantes como cuando, al hablar de los libros de los que se deshacen las bibliotecas usa la palabra "Descartado" -del inglés Discarted- en vez del correcto "Expurgo".

Es un mal muy extendido en el edición española -también hay erratas, por supuesto-, donde son abundantes los libros traducidos por dos o más personas, a cada cual más inculta y donde es fácil encontrar errores de personas poco familiarizadas con el tema o que directamente han olvidado lo que han traducido un puñado de páginas antes. Y no es cuestión de una editorial u otra: es un mal extendido.

Es un libro muy recomendable para cualquiera que sea aficionado a los papeles viejos, donde se verá reflejado en bastantes ocasiones. Por otra parte, aprovechen para ir Galloway y todos los pueblos que aparecen en el libro: me lo agradecerán.
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Maravillosa entrevista a los Bakic.
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Quieren recuperar la mayor laguna desecada de España. En su época se convirtieron en tierras de cultivo para evitar el paludismo, ahora no tiene sentido que sigan así.
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A pesar de ser millonaria a niveles de New York, recoge latas reciclabes cada día -y las convierte en dinero, unos 30 dólares- para "mantenerse en forma".
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¡Cuantas veces nos venden la patraña de que la frontera entre España y Portugal es la más antigua de Europa! ¡Un saludo a Olivenza! Pues resulta que hace nada han delimitado la frontera fluvial...
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"Asturias es la autonomía con mayor tasa de engaño a las aseguradoras"  
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Andalucía presumiendo de ser la única CC.AA donde el transporte escolar es totalmente gratuito. Presumiendo, sí.
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Un raro ejemplo de arquitectura contemporánea que alcanza un alto grado de protección, al menos en este país.
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En Suiza han hecho un túnel para AVE por donde no va a pasar ningún AVE. Ningún problema: ofrecerá un buen servicio, y solo mide 2 km....