viernes, 23 de abril de 2021

El incidente que estaban buscando

Guitarte de Teruel Existe nunca lo publicó

 ¿Dónde quedó el veto de Vox al grupo Prisa? No se sabe, pero hoy la candidata del partido de ultraderecha a la Comunidad de Madrid participó en el debate a cinco organizado por la cadena de radio más escuchada de España. Un re-debate dentro de lo que se anunció por aquí como la campaña más abyecta en 40 años de Régimen del 78, al fin y al cabo la región de Madrid administra 20.000 millones de euros de manera directa, y muchos más de manera indirecta. Es más que muchos Ministerios juntos. 

Un debate a cinco, porque la candidata del PP ha decidido que solo participaría en el televisivo. Una decisión asumible, dada su preparación y los sabios consejos de sus spin-doctors, perfectamente conocedores del material que tienen entre manos. Ante la ausencia de la actual presidenta, que también es la única otra candidata identificable claramente con la derecha, Vox encaró con ánimo resuelto lo que era claramente una oportunidad única para presentarse como el voto de su espectro ideológico.

A esto sumamos lo del candidato Pablo Iglesias, al que las encuestas dan un 5% raspado. Fracasado su plan de movilizar el gelatinoso voto oculto en las barriadas de Madrid capital -noten que en campaña no ha ido a Alcorcón o Leganés, ni Móstoles ni Fuenlabrada: mucho Vallecas, mucho Moratalaz, mucho Carabanchel, porque también existe la barrera de la M-40, y la barrera de la M-50- encaraba a su vez la recta final de la campaña electoral con ánimo decidido de buscar otro golpe de efecto similar al de cuando presentó su candidatura

Le ha llegado por dos vías. La primera, un sobre anónimo conteniendo munición de arma de guerra, acto publicitado por él mismo por su cuenta de Twitter, y después refrendado por el Ministerio de Interior, que investiga el asunto. Está bien tomarse esta amenazas en serio, lo que no está tan bien es publicitarlas, y menos en campaña electoral, pero qué vamos a pedir a un comunista educado en las tácticas políticas del chavismo. Está cumpliendo punto por punto el programa: gira de medios mostrando las amenazas, y órdago anunciado esta misma mañana en la tele, justo antes de irse a la radio: quería una condena de la ultraderecha franquista a las amenazas en forma de balas no disparadas.La candidata de Vox ya había dicho previamente que no se creía la veracidad de las amenazas.

Tantos años aguantando lo de "condenar la violencia" por parte de los demás, y resulta que Pablo Iglesias ("vengo a renovar la política") se aferra a ese discurso infantil y cursi, y lo hace por un motivo muy claro. A falta de tener muertos sobre la mesa, vamos a poner la posibilidad de que haya muertos. Y que sea yo mismo, el Líder Supremo que en su primer discurso se presentó como o yo, o el fascismo. Así es como han ido ambos líderes de los partidos minoritarios al encuentro de hoy en la SER. La segunda vía era precisamente eso, externalizar y visibilizar todo. En la primera ocasión que hubiese.

Y así, tras unos preliminares muy duros -mucho más que en el debate televisado-, el del chalet en Galapagar con 2200 metros cuadrados de propiedad, ha sacado el tema donde es víctima y, por esas paradojas de la política, también beneficiado. Como la respuesta de la candidata de la ultraderecha no le ha parecido suficientemente rotunda -habría que ver donde esta el listón, pero como llevamos 30 años viendo lo mismo en el tema vasco, pues ya saben que es un listón nunca lo suficientemente alto-, el candidato Iglesias se ha levantado y ha ejecutado su espectáculo. 

Si aceptas debatir con la ultraderecha, es debatir hasta el final, no largarse de esa manera folclórica. Venía a argumentar y ganar por las ideas, y acaba recurriendo a la política de sentimientos esa que está tan de moda, con los perniciosos efectos sobre la vida pública bien conocidos por todos. Lo peor vino después, cuando tras la pausa del mediodía, la candidata de la ultraderecha moderó su lenguaje, que estaba siendo especialmente viperino y ofensivo, sin duda asesorada por sus consejeros de marketing político. 

Este mismo tipo de profesionales también están detrás de el momento más bochornoso, con mucho, de la mañana. Una hora después de que Pablo Iglesias se pirase porque piensa que el fascismo se combate mejor desde casa, hizo lo propio la candidata de Mas Madrid, y después también el candidato del PSOE. Seguidismo de la peor especie, y que demuestra que no tienen ninguna autonomía: lo hicieron cuando sus asesores les dijeron lo malo que era para la imagen de sus respectivas candidaturas que se quedasen en una mesa de debate donde todo el protagonismo ya se lo había arrogado el de las recomendaciones de teleseries.

Se quedó unicamente el candidato del partido a extinguir, llamándo al diálogo como un Pablo Azcárate viajando en el tiempo, mientras todos ya estaban en otra cosa, y se quedó la candidata de Vox Rocío Monasterio, enfangada en disputas personales con una Àngels Barceló completamente desbordada y superada por el show chavista premeditado. Como el debate no es obligatorio y se acude por invitación, si uno se va, que se vaya con todas las consecuencias:la primera de ellas, no poder confrontar las ideas, esas de las que tanto presume; la segunda, quedarse fuera del juego político. 

En la SER llevan todo el día lanzando durísimas soflamas contra Vox, porque el discurso ya estaba hecho desde los tiempos de Herri Batasuna. El que no condena la violencia es culpable, y el que se mete con los periodistas, es directamente Barrabás. A la vez, salen constantes llamadas a acudir a las urnas y frenar la ultraderecha, la misma que según las encuestas se iba a quedar como un globo pinchado precisamente en su mayor feudo.

Y así queda planteado el frentismo a diez días de las elecciones, precisamente en los mismos términos que quería el dueño de Villa Tinaja: o nosotros (y al abandonar los demás el debate queda claro el seguidismo) o ellos, el bien o el mal, el negro o el blanco, en ese dualismo estúpido que delata tan bien al consumidor compulsivo de relatos audivisuales y su simplista concepción de la realidad. 

¿Votar a la candidatura fantasma de Pablo Iglesias es combatir el fascismo? ¿En serio? ¿Uno que se levanta de la mesa y se va al Aventino, como los liberales tras el asesinato de Matteoti? ¿O más bien es ayudar a pagar la hipoteca de su chalet en la sierra y a reflotar a su partido hundido, al menos en Madrid? El ardid chavista con el que plantearon la campaña -polarizar, polarizar y polarizar- estaba buscando algo así, y lo están explotando al máximo en estas primeras horas.

Queda, por tanto, llamar a la calma. No hace falta explicar lo que es la ultraderecha española -ahí están los 40 años de franquismo- y la corruptocracia madrileña del PP, apoyada en los últimos años por su marca blanca Ciudadanos. Hay que recordar únicamente que existen otras alternativas de voto para que a partir del 5 de mayo no haya pin parental -veto ideológico a actividades docentes- ni reparto de comida gratis en colas del hambre solventadas gracias a escudos sociales consistentes en dilapidar el dinero público, y personalizando en una gallega sindicalista. El que tenga derecho al voto en Madrid, que vote para que no haya que depender de los extremos que representan tanto el de Vallecas-Galapagar como la pija asturcubana.Que ya están otra puta vez con lo de "los demócratas" y los que no condenan la violencia, joder. 

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(Amplición) Viene a cuento con el tema del post poner que Iglesias se negó a posar en la foto oficial antes del debate. Antes del debate, atención. Iba con toda la intención de montar el pollo. Si no quería dar cancha a la ultraderecha, pues que no hubiese ido, o que hubiese hecho como el siempre elegante Aitor Esteban: negarse a posar después.

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Eldiario.es, supuesto diario de izquierdas, publica este artículo sonrojante cuya única finalidad es blanquear Guantánamo, pero que la realidad no nuble una bonita historia sentimentaloide. Hay que vender.  

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Estas cosas inciden en el carácter estructural del fenómeno #MafiAsturias. Un pequeño pueblo costero de 10.000 habitantes proyecta un aparcamiento en altura para cuatrocientas plazas. Cuatro plantas de altura, ojo, en una época en la que ya solo se construyen aparcamientos en altura en China y Mozambique. Tras intentar varias ubicaciones, acaba decidiendo que lo mejor es ponerlo al lado de un colegio.Preguntan a la directora del colegio que qué le parece, y dice que bien. A cambio, les cubrirán un patio y dejarán para uso y disfrute unas salas en la planta baja. 

Y qué bonito va a ser el trasiego continuo de coches entrando y saliendo, porque el pueblo ejerce de capital comarcal, con todo lo que lleva ser el núcleo de servicios para toda una zona. Hipotenusas con brum-brum, diptongos con olor a gasolina. Por supuesto, el parking va a quedar a 5 metros de una playa infrautilizada, por si no está clara la operación final.