lunes, 21 de abril de 2008

No hay derrota dulce

Aquí nadie pierde. Un partido, un líder y una política que se presentaban como alternativa al Gobierno salieron claramente derrotados de las urnas. Sin embargo, se vendió lo de la dulce derrota acuñada por Felipe González en 1996, cuando perdió por 300.000 votos. Esa actitud costó al PSOE cuatro años de miseria, donde se sucedieron un año de oposición del hombre que ya hacía oposición durante la Transición, unas primarias con Borrell, una dimisión por corrupción de unos colaboradores directos y un candidato nefasto como Almunia, que se alió con un estalinista como Frutos.

Tuvo que venir un Congreso refundador (no como Suresnes, pero casi) y que ganase un candidato sin familia como Zapatero para que el PSOE resurgiese y reclamase su lugar en la política española. Atrás quedaron las otras tres candidaturas, encabezadas por Bono, Matilde Fernández y Rosa Díez. Imaginense que hubiese sido de España con cualquiera de esos al frente. De los desastres de una oposición desorganizada da buena cuenta la mayoría absoluta con la que el PP ganó las elecciones del 2000, y los desastres que sucedieron a continuación, hasta la traca-inmolación final.

El PP ha perdido por ¡un millón de votos! ¡One million!. ¿Que ha hecho el gallego? Pues lo normal en su tradición política, como sus paisanos Castro y Franco. Aferrarse al poder. No proclamar ningún error. Ahora pretende cercenar cualquier candidatura alternativa en el Congreso de su partido. Es normal que lo haga: fue elegido a dedo por Aznar (un Congreso lo ratificó después, pero porque ya venía orientado al voto) tras hacer un stage por las instituciones del Estado (Ministro de Interior, Educación, Administraciones Públicas), un poco como ZP como Chacón. Y no se quiere ir. Quiere ser candidato a presidente en 2012 con 57 años, una anomalía en nuestra democracia, que ya tiene 31 años. Y no quiere que haya otro candidato en el Congreso de su partido.

Son los tics de Rajoy, que se presenta como un moderado. Fue la misma receta que tenía para el Plan Ibarretxe: que ni se acerque a Madrid a proponerlo. No existe. Policía y cárcel. Pues no, la política no funciona así. La política es plu-ra-li-dad, tanto externa como, sobre todo, interna. Rajoy no entiende eso, igual que no entiende España ("sus tierras, sus gentes"). A mí Esperanza Aguirre me podrá gustar más o menos, pero lo que no es de recibo es que Rajoy monte un acto de adhesión en Elche y diga que el que no esté agusto, que se pire. Como en los partidos comunistas y sus famosas purgas. Que hable de un imaginario partido liberal, que no existe porque fue integrado en el PP en 1988.

Es el problema de unificar todo un espectro ideológico como la derecha en un único partido. Cuando vienen mal dadas, salen las familias, esas que siempre negaron su existencia dentro del partido monolítico, el mismo que en un asunto tan grave como la guerra de Irak sacaba pecho de que sus cientoochentaypico diputados de la legislatura 2000-2004 votaron "sí" a una guerra que no era la suya, con ardor guerrero y unanimidad sonrojante. En un partido con 700.000 militantes (los que ahora tienen la voz) y 10.200.000 votos, es normal que haya muchas corrientes. Rajoy pretende que no haya ninguna. Como sus paisanos Franco y Castro. Como su mentor y paisano, Fraga, el artífice del mal de que toda la derecha esté bajo unas mismas siglas.

miércoles, 16 de abril de 2008

Haciendo un stage

Ha pasado un mes y pico desde las elecciones. Por mucho que nos intentasen vender como "muy importante" ser portavoz parlamentario de tal o cual partido, eso son minucias. Lo único de lo que hay que congratularse en este periodo es de la bondad del calendario electoral: la Semana Santa, estratégicamente situada tras las elecciones, dió un efecto down a toda la tensión política desatada, calmando los furores de los que se han visto decepcionados por la voluntad del pueblo, el soberano.

Este modesto blog ha seguido esos preceptos. Ahora, con las Cortes Generales constituidas, el Presidente electo y el Gobierno formado, ya hay algo más de política menor. En la imagen se ve a Carme Chacón, una personalidad muy querida por Zapatero, a la que ha encargado el Ministerio de Defensa.

ZP está realizando un stage de formación con esta política. Primero la nombró vicepresidente del Congreso, para que aprendiese a controlar sus ímpetus de juventud bajo la batuta de Marín, un político como la copa de un pino; más que mediada la legislatura la cambió al Ministerio de Vivienda, donde ha estado un suspiro, y donde sus medidas, incluyendo la Ayuda a la Emancipación, están por demostrar su efecto. De momento, han tenido uno perverso y de fácil previsión: los alquileres se han incrementado. Y ahora a Defensa, para que se siga domesticando, una labor bien necesaria porque de esta interfecta se llegó a escuchar que era "pacifista", o algo peor.

A Carme Chacón, si no mete mucho la pata, le corresponderá el reto de ser la primera mujer candidata a Presidente del Gobierno, bien para 2012 o para 2016. Se vende como chica Erasmus, pero lo cierto es que su mayor valía política es ser catalana. De lograr la operación que pretende Zapatero, gobernaría España una mujer catalana dentro de la franja de edad en la que se accede a la presidencia en esta país, los cuarenta y pocos años. Por sus características, arrasaría en votos en Cataluña, algo fundamental para derrotar al candidato/candidata del PP. Brillante operación, de lograrse. De momento, ahí la tendremos en Defensa uno o dos añitos, haciendo su particular stage por las entrañas del Estado. Por cierto, me interesa un pimiento que esté embarazada o no, porque para el que esto escribe, no es una condición diferenciadora de una mujer en su responsabilidad, si no su valía como político. Y eso es lo que tendrá que demostrar al frente de un Ministerio que en los últimos cuatro años ha estado bastante sensible, y al que todavía le queda por tragar los sapos y culebras del Yak-42. Al tiempo.