miércoles, 29 de octubre de 2008

La escuela, de nuevo escenario de confrontación política

Este año el tradicional puente del 1 de noviembre cae muy mal. De sábado. En Italia hoy ha habido huelga general en los centros educativos. Les aseguro que mañana continuará. Y el puente del 1 de noviembre podrá ser disfrutado por todos: alumnos, profesores y padres -ergo: la totalidad de Italia- que se tendrán que pedir el día libre per non lasciare i bambini.

La excusa oficial es la aprobación de la Ley Gelmini, llamada así por la actual ministra de Educación italiana. La reforma, que se empezará a aplicar el próximo curso, tiene dos medidas visibles, y otras no tanto. Las visibles son: 1) La reintrodución del profesor único en Primaria 2) Una valoración de la conducta, que hará media con el resto de las materias. Son medidas terribles, contundentes, ¡que menos que salir a la calle a manifestarse y a pedir la dimisión de la Ministra, la abolición de la neonata Ley y una piscina en cada casa! Por supuesto, la deprimente y decadente izquierda italiana -perdón por la redundancia- ha enarbolado la bandera.

Se trata de una reforma escolar para que vuelva el mérito y el respeto a las escuelas. Yo no voy a caer en la trampa de presentar las escuelas como si fuese el far-west o en plan Mentes Peligrosas. En las escuelas hay lo que hay, y probablemente lo seguirá habiendo. Las medidas de Gelmini no acabarán con el problema de la erosión de la autoridad y unos jóvenes que cada día lo quieren todo antes, mejor y con menos esfuerzo. Sin embargo, son medidas que sólo pueden suscitar el consenso general. Por cierto, fíjense como se introduce algo muy parecido a Educación para la Ciudadanía y nadie hace alharacas.

El auténtico caballo de batalla es la figura del maestro único. Se ve el típico ramalazo de la derecha de que el tiempo pasado siempre fue mejor: esa figura del maestro único, fuente de autoridad y disciplina, de un tiempo que nunca volverá. Y se ve también una medida que para mí sólo es de aplauso: con la figura del único enseñante, se van a ir a la calle casi 86.000 profesores-parásito, incubados al calor de un estado ineficiente que reduce el paro contratando y contratando a gente que jamás sacará la oposición y que después exigirá su plaza fija. Y ahí es donde la izquierda ha cogido el caballo.

Siempre, siempre, las manifestaciones de estudiantes. Causa horror y espanto ver a chavales de ocho-diez años portando pancartas escritas por los padres e instrumentalizados en una causa política, en un país que se desgarra por las costuras. Los tristes tópicos de siempre salen del baúl ("Quieren acabar con la enseñanza pública", "Quiero ir a la universidad", "No a una escuela para ricos"), sabedores de que son la bandera de enganche más fácil. Un día se ganarán mi corazón si veo una pancarta que ponga la auténtica razón por la que van la mayoría de los estudiantes: "Quiero ligar". Les pongo esa de arriba, obra de adolescentes: "Era un estudiante modelo y nunca me manifeste. Fd: Silvio Berlusconi". Bravo. ¿Qué hay de reprochable en esa pancarta? Nada. Entonces, ¿por qué han escogido esa frase para estropear una sábana? Porque el que no se manifiesta es un esquirol. Brillante.

A diferencia de España, la escuela en Italia es profundamente laica y estatal. Obra de Mussolini, justo es decirlo. A pesar de que Franco copió el modelo fascista italiano para la configuración del Estado nacido el 18 de julio -y la Educación es una parte esencial del Estado, aquí y en la Cochinchina-, en esta materia tan sensible para el futuro de una nación se entregó con armas y bagajes a la Iglesia, que en España no es otra que la católica. Y así seguimos. A Pilar del Castillo, que hizo una Ley de Educación también muy contestada a pesar de que atacaba directamente la endogamia universitaria, le hicieron lo mismo. No, no y no. El entonces en la oposición ZP prometió que la derogaría nada más ganar las elecciones, y algún voto arañaría entre los sub-21 por ese motivo.

Dicho y hecho. La olvidada y loable ministra María Jesús San Segundo fue la encargada de llevar adelante la promesa electoral. Una vez que hubo cumplido la misión, tuvo la dignidad de presentar de abandonar el cargo. Conviene recordar que esta ejemplar Ministra no es la típica maestra con querencia por los niños y a acurrucarse en las clases -como no lo era Pilar del Castillo, Catedrática de Ciencia Política-, y que es Doctora por una prestigiosa Universidad anglosajona, de esas que siempre aparecen en las camisetas. Para que después digan que ir a la Universidad no sirve para nada.

¿Saben que ha prometido el cenizo y deleznable Veltroni -líder de la izquierda en Italia-? Un referendum para derogar una Ley que optimiza los recursos del Estado, que reintroduce el mérito en la escuela y que valora la conducta, porque la escuela forma ciudadanos y no estudiantes. Para ello no ha dudado en aliarse con el populista y demagogo Di Pietro. Y así, juntos de la mano, a golpe de Ley y contra-Ley, todos al abismo. Estaría bien que la izquierda algún día tuviese un dialógo serio sobre estas cuestiones y no el muy educativo "no, no, no". Acabarán pidiendo la escuela religiosa, ya verán, porque fue Mussolini el que quitó la educación a los curas y monjas.