lunes, 28 de septiembre de 2009

Cómo se ve El Corte Inglés desde fuera

Como se que mis escasísimos lectores no necesitan que les hable de The Economist, haré lo mismo con El Corte Inglés, e iré directamente al artículo que el primero publicó sobre el segundo el pasado 24 de septiembre. Es uno de los breves que aparecen en las páginas de análisis por áreas geográficas, y está escrito en el habitual estilo del influyente medio británico.

Titulado El paciente inglés, el artículo trata -en un estilo imposible de encontrar en España- sobre esta empresa opaca, enorme y muy poderosa que es el invento de Ramón Areces, magistralmente narrado en un libro censurado por la propia empresa a principios de los noventa. Para ubicar todo en su contexto, recordemos que El Corte Inglés es de los mayores inversores publicitarios en medios de todo el país, y ¡ay! de aquel que ose hablar mal de la empresa que da de comer a 100.000 empleados, que no se organizan en sindicato por razones aún más opacas.

A El Corte Inglés las cosas no le van bien. Decidieron expandirse tímidamente fuera de España con la participación en los californianos grandes almacenes Gottschalks, que recientemente han quebrado sin dejar asomo de beneficio. Sí, también han abierto dos exitosos centros en Portugal -y otro a punto de llegar- y desde hace un lustro en Roma se rumorea que han comprado un edificio entero en el centro para hacer su incursión italiana, pero nada se concreta. El Corte Inglés es básicamente un imperio español. Españolazo, diría.

Un amigo mío, de fuertes convinciones ideológicas -y a pesar de todo amigo- me resumía su ideal de España va bien con esta fórmula: "El Madrid ganando Copas de Europa y las marujas arrasando en El Corte Inglés". ¡Qué años tan felices los de finales de los noventa y gran parte de esta década! La cadena de grandes almacenes se enmarcó en una política expansionista por la piel de toro que llevó a abrir centros en lugares tan pintorescos como Linares (Jaén), casi siempre asociados a grandes expansiones urbanísticas que rentabilizarían la fortísima inversión -es una empresa familiar, sin cotización en bolsa- y que se han quedado en aguas de borraja. Hay megacentros ubicados en nudos de carreteras donde no se ve un alma ni un sábado por la mañana: pongan los nombres en la sección de comentarios y trazaremos una geografía aproximada.

La apuesta por Supercor y Opencor -tiendas de conveniencia con precios altísimos, ubicados en zonas nuevas donde han impedido que surgiese un pequeño comercio rival, cuando no en mercados tradicionales fagocitados para el evento- ha salido bien por su propia naturaleza -a ver quien compite en horarios-, pero no tanto Sfera, un intento tardío y espantoso de combatir a Inditex: ropa horrible y carísima, en la mejor tradición de las marcas propias de la firma, las impagables Nudos, Green Coast y demás. El Corte Inglés siempre ha sido de naftalina y caspa, y no solo en ropa: su cadena de hipers Hipercor ("si te fijas bien, en nuestro nombre está la palabra precio", reza la última publicidad) es bien conocida porque tu vas a por un bote de tomate y te llevas una cazuelita de barro, presentada como regalo pero que realmente estás pagando en el precio. La agencia de viajes, que tiene un montón de clientes institucionales, merecería un post aparte.

La crisis ha golpeado muy fuerte este modelo de negocio, basado en un supuesto mejor servicio y un sobreprecio realmente alto. Por ejemplo, la empresa no ha fichado este año a los tradicionales jovencitos para el verano -para cubrir bajas de vacaciones- y a pedido a sus empleados (que tienen un sistema de fidelidad bien plasmado por Alex de la Iglesia en la maravillosa Crimen Ferpecto) que apoyen a la empresa dedicando más horas. No ha trascendido mucho más -ni revueltas ni huelgas, claro-, como tampoco se ha leído un análisis serio sobre el demoledor dato de que han reducido su beneficio en un 47%. Fuentes del grupo lo han atribuido a "la crisis internacional", pero ya han visto el peso internacional de este conglomerado: más bien habría que decir "la crisis nacional".

Otra medida ha sido introducir en su catálogo de productos de alimentación una marca blanca propia, de nombre Aliada. Tras años intentando imponer la marca El Corte Inglés, que era objeto frecuente de descuentos y 3x2. Me dicen que la marca está bien de precios, pero claro, la pregunta es ¿por qué no lo hicieron antes?. Bueno, pues porque es mucho mejor cobrar un sobreprecio altísimo por el mismo producto: como yo creo en el libre mercado, defiendo que haya gente que quiera comprar eso y no un producto exactamente igual, pero ahora que se han acabado las vacas flacas, parece que ese mismo consumidor que ejercía su libertad de compra ha decidido dar la espalda a El Corte Inglés, para gran dolor de una casa que siempre había apostado por fidelizar al cliente.

Dado su poder intangible, que The Economist apunta muy bien en el cierre de su información, habrá que ver por donde van los tiros en el futuro más próximo. ¿Si imaginan un medio publicando la ominosa noticia de que un centro comercial de El Corte Inglés tiene que cerrar? Dios no lo quiera, pero es una posibilidad real. También que no se informe de esto mismo, o se camufle bajo la fórmula "posponer", "cese temporal de la convivencia" o "ajuste relativo de las condiciones laborales". Con El Corte Inglés hemos topado, y todo es posible. No les extrañe que nos tengamos que enterar de algunas cosas leyendo medios extranjeros, una constante recurrente en la historia de este país.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Ciencia en España, ¿para qué?

El País publica hoy uno de sus habituales globos-sonda y todo el mundo entra al trapo. Esta vez le ha tocado el turno la piedra filosofal de la investigación en España, que tanto se cita y que, al parecer ("Las cifras que está manejando", una fórmula imprecisa y que no aporta nada), verá reducida su cuantía en los próximos PGE (Presupuestos) en un 37%, algo a todas luces exagerado aunque sólo fuese por la publicidad negativa.

Como lo que le interesa a la noticia es crear revuelo, mejor exagerar (" La alarma ha empezado a circular en la comunidad de ciencia y tecnología" y la periodista se dedica a meter gasolina) y así se presiona antes del trámite parlamentario, donde se verán grandes presiones publicitarias sobre el compromiso con la ciencia y plin-plan: ¿cuando presentaba ZP eso de la Ley de Economía sostenible? Ah, en unos días, ya me parecía a mí...

Habrá un recorte medio del 6% en los presupuestos de los Ministerios y que en los borradores que se manejan la dentella a la I+D de financiación pública es francamente importante. Como de dineros estamos hablando, las muestras de rasgarse las vestiduras y hablar, no ya del futuro de nuestro país, sino de "nuestros hijos" no se han hecho esperar y parece que vayamos a entrar en una nueva época de oscurantismo y sacrificio de cabras ante el dios Sol.

En principio, que haya una moderación del gasto en todos los ministerios y que el de Ciencia e Innovación responda solidariamente como el resto de departamentos entra dentro de la lógica. Tal y como se está planteando el debate parece que es un Ministerio en el que no hay que reducir nada, al contrario: aumentar a la rica llamada de el progreso, el futuro y el avance, como si eso viniese con apretar un botón o, en este caso, con meter más pasta.

Después se podrá discutir si el recorte es mucho o poco, pero al menos se recorta. Quizás habría que aprovechar la oportunidad para plantearse varios dogmas de fe sobre la ciencia en España. Cada país tiende a especializarse en lo que es mejor, y en España eso es el sol, la playa y la fiesta, y no se sabe muy bien como encaja la ciencia en todo eso. No digo que los nuestros no sean igual de capaces que los alemanes, pero ahí están los datos de productividad general y si merece la pena invertir en ciencia en este país.

De hecho, hasta la región que más ha apostado por la I+D ha instalado uno de sus centros punteros (el CRG de Barcelona) en primera línea de playa urbana para poder así atraer a los investigadores con la habitual combinación española, lo que es bastante significativo. Se ha avanzado mucho en el nivel de publicaciones científicas y, en general, en todos los indicadores de calidad, pero a los investigadores les encanta quejarse.

Y reclamar dinero público, claro, porque en eso no se diferencian en absoluto de los jornaleros, los transportistas, los parados, los autónomos, los bancos y todos los colectivos que piden dinero al Estado. ¿En qué se gasta ese dinero? En inflar equipos de investigación por medio de becarios que, a tenor de su currículum académico, lo mejor que podrían hacer los científicos titulares es indicarles otras salidas en el mercado laboral. También en mucho viaje, porque es maravilloso lo de vivir como un ejecutivo con el dinero público, y lo que luce en el patio de vecinas que su Ernestito esté en Hawai en un congreso con un poster de colores que nadie mirará.

Porque esa es otra: aquí cada hijo de vecino cree que su churumbel es un genio, cuando lo más probable es que no de para nada más que técnico. Hay un diferencia muy importante entre las dos cosas, pero a ver quien hace caer del burro al chaval que si, que siempre ha sacado buenas notas, pero eso no basta. Falta una autocrítica general: si con treinta años estás renqueando para conseguir un nuevo proyecto, dedícate a otra cosa. O emigra, que el mercado es muy dinámico.

En plata: lo que los investigadores quieren es convertirse en funcionarios de la ciencia, con un puesto fijo sin criterios de producción (porque una vez fijo a ver quien reclama), cuando realmente se tienen que ganar el puesto cada lustro en función a sus resultados. El panorama en España es así: licenciados a los 25, porque ¿que es eso de acabar a los 23?; Doctor raramente antes de los treinta; y a los 37 reclamando, con dos hijos a la espalda, un puesto fijo, que muchas veces se adjudica por arraigo en el lugar, lo de los hijos y que los que adjudican la plaza lo conocen de toda la vida.

Yo estoy convencido de que el auténticamente talentoso acaba logrando la estabilidad y el éxito, pero estos años se ha producido una superpoblación de medianías que, sabiendo perfectamente lo que les esperaba, seguían adelante creyéndose promesas inventadas o no de un futuro brillante. Ahora se ha acabado la pasta gansa y vienen los lloros y las palabras gruesas. A mí no me da más pena un científico que un ganadero, pero están acostumbrados a ser los primeros de la clase y han demostrado bien poquito. Y encima la prensa les jalea.
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Algunos no padecen ni la crisis inmobiliaria, ni la inspección de Hacienda por la disparidad entre lo escriturado y lo pagado, ni eso de los problemas de os novos. Me pregunto si tendrá la misma cara de roedor que el padre.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Kale borroka en Pozuelo

Pozuelo de Alarcón es un municipio a las puertas de Madrid famoso en toda España por ser el segundo con mayor renta per cápita y por tener un porcentaje de voto al PP por encima del 65% del electorado. También viven algunos ex-altos cargos del Estado y se pueden imaginar la extracción social: lo que vulgarmente se denomina pijos, que es una definición vacía.

El domingo fue noticia por algo más que las corruptelas Gürtel de sus ediles, la horrible iglesia obra del antiguamente brillante Fernando Higueras o la inauguración de un centro comercial, esas pequeñas fruslerías que sazonan la vida cotidiana en este tipo de poblaciones. Nada menos que una auténtica revuelta popular, con asalto a recintos del Estado incluída, saldada con abundante pérdida de material, bastantes polícias (nacionales, ojo) heridos y un puñado de detenidos.

No deja de ser curioso que todavía existan personas que auguran un estallido social inminente (por el efecto 2000, por el separatismo, por el fin del capitalismo, por la gripe A, por la crisis...la inminencia siempre se desplaza para un poco más tarde) y que se vayan a tener que tragar sus teorías conspirativas con la triste realidad que el mayor episodio de violencia urbana en la última década en todo el territorio nacional no haya sido en una barriada azotada por el paro, en un pueblo guipuzcoano, en un feo valle asturiano o en un municipio de terratenientes en el sur, sino en Pozuelo de Alarcón.

La cosa fue así. En septiembre los ricos municipios asomados a la A-6 (Majadahonda, Las Rozas, Pozuelo) celebran sus fiestas patronales, en una sucesión contínua de falso rito y orgía. Se habilita uno de los escasos solares que están sin urbanizar (sin enladrillar) y allí se junta una muy poca variopinta fauna. Ojo, este dato es importante: la gente es muy homogénea. Camiseta, polito, náuticos, el complemento de moda de la estación y cuidadito como te vean pinta de guarro o alguna camiseta incorrecta, porque lo más normal es que salgas vapuleado. De hecho, no hace mucho la caseta ferial de un partido político no muy querido por esa zona fue asaltada y vandalizada, pero no se investigó nada. También ha habido agresiones continuas a militantes y simpatizantes de esas conductas políticas desvíadas.

La noche del sábado empezó el jolgorio y el ayuntamiento decidió permitir el botellón controlado hasta las tres de la mañana. Conviene apuntar que el botellón no es sólo alcohol, porque algunos medios han achacado a la abundante ingesta de bebidas espiritosas los desafortunados hechos que se produjeron, qué va: el botellón en las fiestas patronales es una nariz abierta como la boca de un túnel, es una lengua seca como un sello y, en las fiestas de estos municipios, mucho más porque hay mucho más, ampliamente entendido. Y si no piensen en lo que les voy a relatar, que no se puede hacer estando borracho.

La Policía dice que acudieron a socorrer a un joven que presentaba una herida en la cabeza por un botellazo, un accidente normal en estas fiestas. Y que empezó a lloverles botellazos, piedras y de todo. Yo me lo creo. Los de la algarada, aquí en este impresionante testimonio de pijo, dicen que las fuerzas del orden fueron provocando y que se lo buscaron. No me lo creo. Si hubiese sido así se hubiesen metido en un lío: pobre del policía que le salte un diente a un hijo de concejal, miembro del consejo asesor de una consultora o pariente de ministro. En plata: la Policía no carga igual en Vallecas que en Pozuelo, si es que alguna vez ha cargado en esta población.

Sin embargo, los habitantes de Pozuelo y comarca han demostrado estar a la mejor altura de Hernani, colocando barricadas, achantando a las fuerzas del orden -tuvieron que pedir refuerzos a Madrid y enviaron a los antidisturbios-, quemando coches patrullas (dos de ellos camuflados, para que vean hasta que punto estaban al tanto) y el hecho más noticiable, el intento de asalto a la Comisaría a cargo de 400 individuos, según fuentes policiales. Me imagino que habrán sido todos hombres, porque no me imagino a las de pendientes de perlas y taconitos subiendose a la valla. En todo caso, como la Comisaría tiene cámaras a lo mejor alguna imagen se acaba filtrando y los 400 acaban convirtiéndose en 40, porque bien está decir que todo parece muy exagerado, especialmente en el parte policial: tampoco van a reconocer que se tuvieron que refugiar por el asalto furioso de una exigua cantidad de jóvenes, mucho mejor poner "cuatrocientos", como en Tebas o Salamina.

La idea (y la fuerza) de asaltar una comisaría sólo puede ser posible por la conjunción de dos factores: la droga (especialmente cocaína y speed, que corre como los ríos en esas celebraciones y colectivos, mucho más que en otros estigmatizados por Callejeros) y que la Policía no quiso emplear toda su fuerza, por razones ya comentadas. Pero ahí queda: la mayor revuelta callejera que se recuerda en España y sucede en Pozuelo, un municipio con esta intachable hoja de servicios democrática. El Alcalde ha salido diciendo que todo es obra de "enérgumenos de fuera del municipio", lo cual es una fina ironía que supera al idiota que la ha pronunciado.

Se dice que nadie es de Madrid, ciudad acostumbrada a acoger a todo el mundo y no preguntarle de dónde es, quizás el mejor elogio que se puede decir, pero en el caso de los prósperos municipios del noroeste esta aseveración alcanza porcentajes búlgaros. Estas poblaciones están llenas de élites o aspirantes a tales de todo el norte español (incluso vascos, pero menos que la diáspora esa de Mayor Oreja), Castilla y Levante, atraídos al rico calor del dinero, los contactos y las oportunidades de la capital, además del importante factor de un entorno sano, blanco y cristiano. Aquí no hay moros, negros o rumanos, qué va, aquí lo que hay son españolazos de tomo y lomo, de los que ponen la bandera en el jardín de su casa -como un famoso expresidente que reside en una urbanización del municipio, que saluda al visitante con una bandera gigantesca-, que se ve que comparten ese atávico odio a la Policía. Lo digo porque viendo lo que cuentan los medios y el alcalde alguien va a pensar que todo esto es por inmigración y no, es por la estupidez, que se concentra en determinados puntos.

¿Saben que es lo mejor de todo? Que es época de exámenes.