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miércoles, 20 de octubre de 2010

Crisis de Gobierno para afrontar el final de legislatura

Tras sacar adelante los Presupuestos - el momento más relevante de los años políticos en los que no hay elecciones- y firmar un acuerdo de legislatura con el PNV y Coalición Canaria, el Presidente del Gobierno ha anunciado su reforma gubernamental. Un gobierno para un año y medio, que es lo que queda para las próximas elecciones en la primavera de 2012.

Atrás quedó la geometría variable (un término sacado de la aeronáutica militar y utilizado para las alas móviles de los F-111 y, con posterioridad, el F-14 y el B-1), según la cual el Gobierno surgido de las elecciones del 2008 no firmaría un pacto de legislatura con ninguna formación, sino que se iría amoldando según fuese la iniciativa a sacar adelante.

La idea, una idiotez que hizo llevarse las manos a la cabeza a Javier Pérez Royo y al que esto escribe, surgió de una aritmética mezquina: como se quedaron a menos escaños de la mayoría absoluta que en 2004, no creyeron en la necesidad de dar una imagen de fortaleza que supone un pacto con otros grupos, y el PSOE ha afrontado la crisis económica en solitario. Ahora, los que han pactado con ellos son unos traidores a los ojos del Partido Aspirante, que ya ha roto su coalición de Gobierno con C.C en Canarias -las elecciones las ganó López Aguilar para el PSOE-,  y que dice que a ver qué pasa con el Gobierno Patxi López en el País Vasco, sostenido por los votos del PP del lacayo Basagoiti. No llegarán muy lejos, porque una cosa es poner en inestabilidad el Gobierno de Canarias y otra el del País Vasco.

La crisis de Gobierno afecta a seis carteras que cambian de manos, y dos que desaparecen: Vivienda e Igualdad, muy reclamadas desde la oposición. Sus competencias se repartirán entre Fomento y Sanidad, respectivamente. Entre las seis que cambian están dos que habían estado ocupadas por el mismo Ministro desde 2004:  la de Exteriores de Moratinos, la de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de Espinosa, y Maria Teresa Fernández de la Vega, que había pasado por varios Ministerios pero con la misma continuidad en el poder. Los únicos que agotarán las dos legislaturas son el Presidente del Gobierno y Elena Salgado, pásmense. Parecía que Zapatero iba a repetir el acierto de González de haber dejado a Narcís Serra durante el tiempo necesario -hasta que se democratizó el Ejército- al frente de un Ministerio que, como Defensa, es algo más que un Ministerio, pero ha zanjado la impecable trayectoria de Moratinos, el primer diplomático de carrera que ocupaba el cargo desde Carlos Westendorp en 1995. Después vinieron los inenarrables empresarios turísticos mallorquines, el de Fertiberia y el lacayismo con Gibraltar -quieren creer que en las recientes memorias de Blair el británico no cita ni una vez el Peñón, y eso que nos intentaron vender que lo iban a recuperar-, la hermana de Loyola y Manolo el del Bombo (¡pum!, ¡pum!, ¡pum!), porque así fue la política exterior de España durante los ocho años del PP.

Ahora ZP coloca al frente de Exteriores a su amiga Trinidad Jiménez, supuesta experta internacional que ya fue durante un breve tiempo Secretaria de Estado para Iberoamérica. Derrotada en las primarias de Madrid sin dejar la cartera de Sanidad, cambia un Ministerio por otro, igual que parecía que iba a cambiar un Ministerio para ser oposición en la Comunidad de Madrid durante cuatro años. Su cartera pasa a manos de Leire Pajín, arrinconada como portavoz del PSOE, y agraciada con un año y medio de Ministerio romo y con la mayor parte de las competencias transferidas a las CC.AA. La portavocía del PSOE pasa al válido y moderado Marcelino Iglesias, que ha hecho una gran labor con el PSOE en Aragón,  en lo que parece una medida para alejar a Pajín de la política de primer orden y dejarla en lo que le gusta: las políticas de igualdad desministerializadas. Una medida muy necesaria, por otra parte.

Dentro de estas carteras otorgadas a mujeres dentro de la apreciable política de paridad en las listas practicada por Zapatero -y que ha obligado al resto de partidos a seguir las mismas directrices- otra agraciada por los servicios prestados dentro y fuera del partido es nada menos que Rosa Aguilar. Poca gente me produce tanta repugnancia que la política cordobesa, una anguitista de toda la vida -con lo que eso tiene de sectario, dogmático y fanatismo-, que hace dos años y medio dejó su partido único -el Comunista- para aceptar una consejería en la Junta de Andalucía. Eso sí, como independiente.

La capacidad de corrupción que tiene el comunismo no hace falta ir a buscarla a Corea del Norte -una dictadura hereditaria vertical- o Cuba -una dictadura hereditaria horizontal-, sino en la afanosa búsqueda de perpetuarse en el poder que vemos en los políticos locales que practican esa religión del siglo XX. Cuando ven que su barco va a naufragar, a veces incluso cuando intuyen que la periódica purga se va a cobrar sus cabezas, emigran a otro caladero: como Diego López Garrido, Cristina Almeida y el personaje que nos ocupa, nueva Ministra de Medio Ambiente, que vuelve a tener cartera independiente después de la depuración de Narbona ordenada por las grandes constructoras. Me pregunto si ZP habrá reparado en que su paridad  está convirtiendo a determinados Ministerios en femeninos (la primera Ministra del ramo fue Isabel Tocino), pero no creo que le importe: lo importante es sacar la estadística de la paridad.

Corbacho, del que ya se había anunciado que iría en las listas del PSC en las elecciones de noviembre a la Generalitat -fue durante muchos años alcalde de Hospitalet, el segundo municipio más populoso de Cataluña-, vuelve a la política local en la que siempre demostró ser un buen gestor, al contrario que en la cartera de trabajo ocupada en los últimos dos años. A pesar de que una locutora de rancia derecha se dedicaba desde su posición de interina a preguntarle todos los días ¿Que ha hecho usted hoy para solucionar el problema del paro, Sr. Corbacho?, en una idea copiada de la política americana -y cuando lo trajo al programa no atinó a encajarle una pregunta con fundamento-, este ex-Ministro de Trabajo le ha tocado lidiar con las peculiaridades del mercado laboral español.

Sí, ese que cuando la economía va bien crea más empleo que ningún otro socio europeo, y que cuando va mal destruye en la misma proporción. Eso no lo va a cambiar él ni el que le sustituya, el problema del paro está radicado en España por la cultura de la subvención y el derecho a la paga "porque ya he cotizado los añitos para que me den dos de paro". Estamos hablando de un país que en la mejor coyuntura económica de su historia mantenía una masa constante de dos millones de parados -mientras importaba mano de obra extranjera a expuertas, porque mi hijo licenciado no se va a poner a servir copas- y ahora tiene cuatro, lo que puede ser visto como el doble, o como dos millones añadidos a los dos millones estructurales.

A Corbacho lo sustituye Valeriano Gómez, que ya fue Secretario General de Empleo en la época de Jesús Caldera, cuando Solbes y el salmantino se dejaron llevar por la ola de bonanza inmobiliaria sin intentar poner amortiguadores para su previsible caída. Ahora se encontrará un panorama totalmente diferente, pero hay que reconocer que ha tenido los arrestos de asumir una cartera muy difícil en una situación extremadamente preocupante: mejor no les cuento el volumen de millones que se traga cada mes el pago del paro, y lo poco viable que resulta a medio plazo. Como viene de la UGT, al menos hablará en los mismos términos que Méndez y Toxo (¿los han visto desde la ridiculez de huelga general?). Han puesto a uno de los suyos al frente de trabajo, una reivindicación histórica de los sindicatos cuando la izquierda está en el poder. A ver que sale de esto: atentos a los planes de empleo para ocupar a parados en desbrozar jardines.

A De la Vega, de la que en los últimos tiempos se habían filtrado graves desavenencias y autoritarismos desde su posición de Vicepresidenta Primera y Ministra de Presidencia, le sustituye en este ultimo Ministerio Ramón Jauregui, un socialista moderado en la tradición de Besteiro y Manuel Marín, que había sido desterrado al Parlamento Europeo. Es, de largo, el mejor nombramiento de esta macrocrisis de Gobierno. No parece haber nadie más indicado que este vasco para lidiar con el caudal de noticias negativas y la preparación de las generales de 2012.

Y el peor nombramiento, también de largo, es el de Rubalcaba como Vicepresidente Primero. El sagaz cántabro había iniciado una política obsesiva de imagen para presentarse como una alternativa válida (lo último ha sido una reunión con toreros), consistente en aparecer todos los días en las noticias, bien sea por el tráfico, por un nuevo chaleco, por la ETA, por el maltrato...Así aparecía en las encuestas como el mejor valorado. Recuerden que las encuestas era también lo que estaba detrás de lo de Tomás y Trini, y lo que más preocupa al consejero aúlico de Zapatero, ese Miguel Barroso que viene del mundo de la comunicación.

Rubalcaba ahora tendrá incluso más poder. Qué miedo.