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Parque de carbones adyacente al puerto de El Musel |
Goldman Sachs, el banco de inversión que esta en todas las salsas, estaba empleando la vasta superficie para acopiar carbón, especular con él, y después revenderlo a mejor precio. Se descargaba en otra parte del puerto -recuerden: en la ampliación no hay nada, incluyendo grúas- y, por medio de camiones, se apilaba en grandes montañas.A la espera del mejor postor.
Goldman Sachs se dedica a lo que se dedica. Simplemente estaba haciendo un experimento para usar el carbón como una commodity más, acercando la producción de una mina de su propiedad en Colombia -lo crean o no, el país sudaméricano es uno de los mayores exportadores mundiales del mineral- a los mercados consumidores europeos. ¿Dónde almacenarlo? Nada mejor que en un puerto olvidado, vacío y desesperado, hasta el punto de prestarse a esta operación.
Una operación en la que el puerto sirve de burra y poco más, un jub en terminología de los políticos (escrito hub en inglés), con ganancia también para los sindicatos porque se hace una de sus especialidades: el mover cosas de sitio, aunque no sirva para nada. La auténtica ganancia era para Goldman Sachs, que ni siquiera tenía que invertir en infraestructuras para la carga y descarga. Es más: han estado a punto de que se agradeciese su filantrópica labor especuladora. Lo de los puestos de trabajo, ya saben. No se cómo andará el tema de la fiscalidad, pero tratándose de Hombre de Oro Sachs, muy conveniente. O inexistente.
La operación sólo se conoció cuando el primer barco ya había descargado su carga. El "contrato" había sido firmado por el equipo directivo saliente, con estas ventajosas condiciones, sin duda muy apreciadas por Goldman Sachs: "La firma de un contrato con el puerto facilitaría al broker diferir en la aduana el pago del IVA en España hasta que vendiera el carbón al consumidor final, dado que cabría la posibilidad de reexportar parte o la totalidad del mineral a terceros países por vía marítima".
O, directamente, a la térmica adyacente al puerto en caso de que no hubiesen podido especular mucho con el carbón. Que para eso está al lado. Total, ¿para que traer más carbón si ya tenemos este que los señores americanos han dejado aquí para hacernos un favor? De hecho, no tardando mucho, las primeras 50.000 toneladas de carbón tuvieron ese destino. No deja de ser curioso que El Musel, ideado hace un siglo como puerto exportador de carbón se transformase hace décadas en puerto importador y ahora lo sea especulador.
El carbón, como ya dicho, venía de Colombia, concretamente de la mina El Cerrejón, una veta increíble situada cerca de la frontera venezolana y de la parte norte del lago Maracaibo: es la mina pefecta: vetas gruesas, explotación en superficie, y al lado del mar, con un puerto exportador comunicado con una línea de tren específica. Auténtica integración vertical: del subsuelo al mercado. El financiero, claro. El coste por tonelada (incluyendo flete hasta el destino) es de 60 euros, y poco más da que los 5.000 mineros empleados -todos negros, como la mayor parte de la población del Caribe colombiano- vivan en condiciones medievales, incluyendo una persecución sindical de la que estarían orgullosos en Sudáfrica.
Ese mismo mineral, sin ningún tipo de valor añadido adicional -¿como se logra valor añadido con una commodity que se quema sin ningún proceso de transformación? Simplemente especulando- se puede vender a 100 euros tonelada, una ganancia que, hoy por hoy, no dan los caladeros naturales de Goldman Sachs. Que por algo es banca de inversión, igual que la ampliación de El Musel se hizo con un crédito del Banco Europeo de Inversiones, ahora mirado con lupa por la agencia europea anticorrupción. Distintos tipos de inversiones, me temo. O de corrupción.
Al final, y por una mezcla de la propia Mafia local (al entierro de su madre fue toda la clase política, como en Sicilia), el cambio de gobierno regional y de equipo gestor del Puerto, además de cierto revuelo a nivel popular por la vinculación sentimental de la zona con el carbón, el proyecto se marró y no hubo más avances en el plan de Goldman Sachs de llegar a almacenar 600.000 toneladas de carbón en el erial de la ampliación portuaria. Pero ahí queda el precedente.
Igual que el mercado de futuros para el carbón, una realidad muy presente. Fíjense si no en que este año se descargó todo el consumo del año de una vez, con el efecto colateral de inflar el tráfico del puerto con tanto trasiego y acopio por adelantado. Eso sí, no sabemos que Hidroeléctrica del Cantábrico ha pagado el carbón más barato o más caro, o simplemente a qué precio lo ha pagado. De hecho, con el carbón no se suele saber nada, porque sigue siendo un negocio redondo: como se quema, no queda ninguna traza para investigar. Y las toneladas se calculan a ojo, especialmente una vez que bajan del barco.
En contra de lo que le pueda decir su medio de propaganda ecologista, el carbón tiene mucho futuro. Como todos los negocios rentables. De hecho, es la fuente de energía fósil con mayores reservas probadas -da para un consumo actual de aquí a 200 años-, mejor repartidas -no hay un estrecho de Ormuz del carbón- y con mayor capacidad instalada para transformarse en energía eléctrica. En Alemania lo tienen muy claro. Alemania, donde han gobernado los verdes y van a cerrar las nucleares. En general, lo tienen muy claro en todos los países desarrollados.
Aquí no. Se construyen regasificadores sin viabilidad alguna, se desata una fiebre del oro a la caza de la subvención por los "huertos solares", o por las "eólicas", y se arrumba el carbón como fuente de energía, incluso defendiendo unos fantasmagóricos intereses nacionales, como si la nación fuese Langreo, Ponferrada o el norte de Palencia. Importar carbón sale barato, mucho más que extraerlo aquí, pero no hace falta que lo haga Goldman Sachs. Tampoco hace falta construir un superpuerto para almacenarlo. Es simplemente tener una política de Estado clara, incluso en sus consecuencias.
De todo eso ha faltado en esta historia. Sin embargo, todavía siguen por ahí los sonidos de las campanas. Y el puerto vacío, claro: la última ocurrencia ha sido hacer un jub del hierro. Por supuesto, la operación no dejaría nada en la depauperada economía local, igual que jub fallido del carbon, pero como indica la noticia "de esta forma, se podría dar sentido a la ampliación del puerto de El Musel que, desde que se terminó la obra en enero del año pasado, prácticamente no tiene actividad, excepción hecha de la construcción de la regasificadora de Enagás y de la habilitación de una superficie de 100.000 metros cuadrados como zona de acopio de graneles".
Pues eso. Lo que nos queda por ver. O por "dar sentido".