La foto es del inicio del debate. Los candidatos se dan la mano, ante la atenta mirada de un moderador al que se le notó mucho que no trabajaba: parecía que se quería vender en una larguísima introducción. Fue un espejismo. El debate, como se anunció ayer aquí, fue tenso, bronco y sacó las miserias de un país al que el bipartidismo ha dado mayor estabilidad, pero no mayor representitividad.
Sumados los votos de PP y PSOE dan 19´3 millones de ciudadanos, lo que no es ni la mitad de los 45 millones de habitantes que tiene España. Es algo que jamás deberían olvidar los dos grandes partidos mayoritarios, ni tampoco los periodistas que hoy empiezan sus crónicas hablando de la división muy próxima al de las dos Españas, tan caro a los guerracivilistas. Hay una gran masa de ciudadanos que nos espantamos ante el espectáculo ofrecido ayer, que solo abunda en el descrédito de la política. No hubo estrechamiento de manos al acabar el debate. Al menos los ciudadanos normales nos fuimos a lavar las manos al acabar.
Y quizás convenga empezar por el final. Todas, absolutamente todas las encuestas (hasta las de Telemadrid y la COPE) dan como vencedor a Zapatero. Venció el talante de un presidente que jamás entró al trapo de la demagogia barata, de pueblerino de Pontevedra, de un candidato de paja que tenía dar alimento al sector ultra de su electorado, porque Rajoy tiene que ganar las elecciones con los ciudadanos y las elecciones dentro de su partido. El recibimiento que le esperaba en Génova, para dar la imagen de líder victorioso, casi parecía un desagravio. Allí estaban todos, incluyendo a un Acebes al que tienen oculto y en segundo plano durante la campaña electoral, porque cada aparición pública del abulense son votos que gana el PSOE. Y lo mismo con Zaplana, otro que está tras el telón. A ellos, y a lo que representan, se dirigió el discurso de Rajoy.
Empezó muy duro, sin concesiones. Marcó el tempo del debate, y ZP no pudo o no quiso escapar. Catastrofismo. "A la cola de Europa" y "ningún gobierno ha sembrado en democracia tanta tensión y cizaña". El candidato del PSOE se intentó ceñir al guión de presentar sus muchos y abundantes logros, que Rajoy menudeaba diciendo una frase que le entronca con el populismo sudaméricano de más alta raigambre: "ni me hable de cifras macroeconómicas mi me dé datos que nadie entiende. Aquí pregúntele a los españoles por los precios, pregúntele a los españoles que están perdiendo en este momento su puesto de trabajo, y pregunte a la gente que va a pedir un crédito y no lo recibe". Es normal. También habló de "huevos, pollo y leche", pero nunca de que el petróleo, la base de nuestra civilización, está a precios históricamente altos. Y el enésimo ataque al sistema crediticio español, que se base sobre todo en la confianza. Zapatero tampoco supo decir a Rajoy una frase-eslogan para callar la sarta de mentiras con datos absolutos y no en porcentaje, que es como hay que medirlos.
La derecha que encarna Rajoy siempre se ha aprovechado del analfabetismo funcional de la gente en materia económica. Ayer fue un buen ejemplo. La izquierda ha roto esta legislatura el bulo montado por el PP en los años 90 de que eran malos gestores económicos. Y aún así vuelven con ese toro. Qué triste todo, y qué triste escuchar que la gente repite esas chabacanerías.
El siguiente bloque fue la política social. Rajoy se fue de cabeza al discurso de la inmigración. No para integrarlos, no; no para que vivan una vida digna, no; para decir que colapsaban los servicios públicos. Más populismo. Más basura. Fue un momento para esconderse debajo del sofá. Era lepenismo puro y duro, un simple análisis lexicométrico lo corroboraría. Rajoy se inquietó porque ZP no le entraba al toro, y empezó a hablar del agujero en la Seguridad Social de 1996 (como Pizarro), de lo bien que está la Comunidad de Madrid (como Pizarro: la derecha siempre ha pensado que España es Madrid) y calló con la regularización por bono-buses ("¿que es eso?" preguntó porque nunca ha visto uno, de tan de Pontevedra que es). Pasaron al tercer bloque, Política exterior y de seguridad. Meramente nominativo, porque aquí Rajoy sacó el tema en el que se encuentra más cómodo: el terrorismo. Los argumentos ya los conocen. Sólo al final hablaron de política exterior, con el del PP proclamando "soy gallego" para ganar el voto argentino, que le han soplado que en las elecciones italianas los emigrantes fueron decisivos. Que patético.
El política institucional, cuarto bloque, salió todo lo de los estatutos, y quedó bien claro que la derecha española jamás ha asumido el modelo autonómico consagrado en la Constitución de 1978: que las CC.AA, con sus estatutos de autonomía, son también Estado. Es imposible que lo entiendan jamás, es un 404 error operativo, ¡pero que bien viene para el argumento de se rompe España! ¡Si hasta citó cuatro veces a Juanjo y su consulta del próximo 25 de octubre! Como en el anterior bloque no hablaron de Kosovo, pues así nos fue. O nos irá. Vayamos al final, propuestas de futuro. Rajoy no dijo ni una. Su alegato final, con raigambre de Kennedy ("Quiero que esta noche se vayan a dormir con la tranquilidad") se centró en una imaginaria niña. Fue de una zafiedad propia de todo el debate: los sentimientos sobre la razón. "El plan está preparado y las herramientas a punto", "quiero que sea un heraldo de la libertad" y "quiero que sienta un hondo orgullo por ser española".
Zapatero estuvo, permitánme decirlo, brillantísimo en su conclusión. Fue lo mejor del debate. Al estilo discursivo de Adolfo Suárez, reconoció errrores (¡Rajoy ni uno!) y dejó una frase, de las mejores escuchadas en 30 años de vida política en libertad "No puedo prometer que todas las personas tengan éxito en su vida, pero sí me comprometo a trabajar para que todos tengan las mismas oportunidades. Y para que quienes no lo alcancen tengan siempre el amparo de nuestro país". Es el programa socialdemócrata condensado. Es el programa de una legislatura en la que se han hecho tantísimas cosas por colectivos de toda índole, mal que le pese a la oposición, que apenas se ha referido a ellos. ¿Apenas? Ni se ha referido a ellos. Como tampoco lo ha hecho a la Ley de Seguridad Vial, por ponerles un simple ejemplo de que desde el poder político, cuando hay iniciativa y ambición, se pueden lograr muchísimas cosas sin dejar a nadie atrás.
***
El hombre que perdió las elecciones de su país en 1990, tras desplegar unas dosis de populismo que le alejaban de su aura de intelectual, por no hablar de su aura de humanidad, vira hacia nuevas posiciones. O quizás no tanto: se va con los intelectuales que gritan, vociferan e increpan desde las columnas de El País, desde los tumultos en el Ayuntamiento de Hernani en 2003 o los que van con Susana Griso a un programa de las mañana de Antena 3, tu televisión amiga. ¿Esperpento? Se queda corto, habría que acotar un nuevo término.
***
ZP fue el botarate que ganó el desafío planteado por el bufón de La Sexta.
4 comentarios:
Me parece muy bueno tu analisis.
Hablando de analfabetismo económico Rajoy tuvo la desfachatez de decir que los tipos de interes han subido en la legislatura de ZP. Dando dotes de su sarta de mentiras y desverguenza hablando de una cosa que depende del banco europeo y influenciado por coyuntura de macroeconomia mundial.
Gracias por tu comentario, me alegro que te haya gustado el análisis. Eso de las mentiras en los datos ha sido generalizado, pero el que ha sido más torticero es Rajoy, con diferencia, sesgando estadísticas, extrapolando datos no extrolables o diciendo que la Comunidad de Madrid gasta 700 millones en dependencia y el Estado solo 200, obviando que las transferencias están transferidas.
No hay derecho que TVE, que se nutre de los impuestos de todos los ciudadanos, fomente el bipartidismo de forma tan descarada. Ibarretxe por ejemplo nunca se podrá defender de las acusaciones que le hicieron.
Estoy totalmente de acuerdo en lo de que TVE debería dar cabida, como ente público de todos los ciudadanos, a los siete partidos con representación parlamentaria. Este jueves habrá un simulacro de debate de este tipo, pero sin ZP o Rajoy.
En cuanto a Ibarretxe, hace tiempo que no contesta a lo que viene de Madrid. Y, en todo caso, no es el candidato del PNV al Congreso.
Publicar un comentario