sábado, 12 de noviembre de 2011

Trenes menores

No todo es AVE en cuanto a medios ferroviarios en este país: al calor del gran chute de dinero que supuso la especulación y el desenfreno urbanístico de los últimos quince años, también se idearon o crearon algunos ejemplos de locura sobre raíles de metal que, lejos de alcanzar los 300 km/h, están a la par del famoso AVE en cuanto a gasto e irresponsabilidad respecto al dinero de todos.

Al conocido -y ya comentado por aquí- tranvía de La Coruña (comunicaba nada con nada, simplemente daba un paseo), que por pionero y lunático siempre merece un recuerdo, incluso en la hora de su defunción, se unen muchos más. Sin ánimo de ser exhaustivos, ¿ustedes han oído hablar del tranvía de Jaén?

La U.T.E de Jaén, un Plan E encubierto.
Jaén es la capital de la provincia homónima, tradicionalmente de las más pobres y desfavorecidas de España, cuya economía gira en torno al olivo y sus derivados. Esto incluye el Land Rover Santana, que creo que también ha quebrado tras devorar ingentes recursos públicos, y el supuesto núcleo industrial de La Carolina, que hay que ir a verlo para creerlo. Por lo de "núcleo" e "industrial".

Hace dos años, según se puede leer en la inusualmente completa y satisfactoria entrada de la wikipedia en español (en inglés es otro cantar: qué maravilla de contenidos y qué completismo) el PSOE local decidió emprender este proyecto, de tal manera que llegase a punto para las elecciones locales de mayo de 2011.

Imaginénse hacer un tranvía con diez paradas en dos años. En casco urbano. Por ponerles una referencia, el de Edimburgo lleva cuatro años y todavía no se le espera, que es una expresión que viene muy a cuento en este tema. ¿Cómo se logra algo así? Con muchas horas extras, pagando mucho más dinero y seguro que hay algo de las ideas subyacentes en el Plan E en su realización.

El caso es que llegó para la fecha de mayo de 2011. Y lo hizo como se esperaba: de manera propagandística (un viaje para captar votantes) para inmediatamente después cerrar. Inmediatamente después de producido el voto. No dejen de advertir el tono crítico de la noticia, nada aséptica y yendo al fondo de la cuestión.
En pesetas. Para que lo entiendan.
Querían tener 13.000 pasajeros/día -una locura teniendo en cuenta que Jaén es capital de una provincia agraria, y la gente se desplaza en coche-, y lo que tienen es una infraestructura de 100 millones de euros (aportados por la Junta de Andalucía), por la que se pagan 7´7 millones de euros al año, y que no funciona. Y si algún día lo hace, no será rentable.

De momento, el alcalde del PP que salió elegido abrumadoramente en las municipales de mayo de 2011 ya dijo que jamás se montaría en el tranvía, además de haber emprendido una campaña extrañísima contra algo que, para bien y para mal (más de esto que de lo primero) ya está construido. Supongo que el siguiente paso será dejar que las vías se oxiden. En sus viriles alegatos contra el tranvía se incluyen cosas como "el impacto ambiental" (es urbano) o "el caos circulatorio" (apenas tiene intersecciones y va sobre plataforma exclusiva), pero ya saben que aquí lo cuenta es ir siempre a la contra.

Veremos qué fin acaba teniendo el tranvía jienense, donde no es descartable que los vagones -en cuanto el PP coja el poder autonómico andaluz en marzo de 2012- se revendan y la plataforma ferroviaria se convierta en una carril bici y para pasear el perro, con una inversión de 100 millones de euros.
Menuda tripulación
Otro tranvía que ha saltado a la fama últimamente es el de Parla, una apuesta personal de Tomás Gómez cuando era alcalde de esta localidad de la periferia de Madrid. Alstom -la empresa que se suele llevar los contratos de tranvías- no había cobrada nada por parte del Ayuntamiento en concepto de mantenimiento desde 2008, y la deuda subía ya a 6´5 millones de euros. Por supuesto, y como suele pasar en la economía real y no en la imaginada por los políticos, la empresa ha suspendido el servicio ante el impago.

El tranvía, que funcionaba desde 2007, costó 129 millones de euros, que incluyen la desviación presupuestaria del 40%, algo ya prácticamente de rigor en todas las obras públicas. Aquí hay un buen resumen de las principales magnitudes de este otro tren menor descarrilado. No es el único en Madrid, la comunidad que sirve de ejemplo de la gestión del Partido Popular, y que ofrece estas otras cosas.

El llamado metro ligero fue un invento de la Comunidad de Madrid cuando empezaron las estrecheces presupuestarias, y que no es más que un tranvía. Tiene dos líneas: una comunica por la zona norte unos desarrollos inmobiliarios de esos de casas vacías, gente solitaria paseando y perro y algún polígono industrial; otro comunica una de las mayores zonas bien de España, la compuesta por los municipios de Boadilla y Pozuelo, pero lo hace de tal manera, con tal número de paradas planificadas con ánimo completista y no eficiente, que nadie lo coge. ¿Nadie? Bueno, sí, las empleadas del hogar de las numerosas casas unifamiliares de la zona, tras esperar un buen rato en el andén.

El servicio es deficitario, pero queda subsumido dentro de la gran propaganda consiste en repetir machaconamente las bondades del Metro de Madrid, aunque esto sea un tranvía. Bondades reales o imaginarias, porque con el tren ligero (un tranvía, insisto) también se idearon grandes planes, donde la rentabilidad o la oportunidad (que no el oportunismo) eran la menor cuestión.

Nótese el abundante número de enseñas autonómicas
Las inversiones de la Comunidad de Madrid en sistemas de transporte ferroviario siempre son ingeniosas. Ahí está la paralizada línea a Navalcarnero, construida como un desafío al Ministerio de Fomento de Magdalena Álvarez, y que sirvió para que Esperanza se sacase su enésima foto con casco y lanzase sus puyitas contra el Gobierno central. Bien, pues con parte de la plataforma ejecutada, el proyecto está completamente paralizado, y lo acabarán pasando al Estado.

Ahí está el ejemplo de la conexión ferroviaria entre Parla y San Martín de la Vega, ejecutada por la comunidad para que los imaginarios visitantes pudiesen acudir en ferrocarril de cercanías al proyecto lúdico-inmobiliario de Parque Warner, otro fracaso bajo todos los aspectos. Construido en un erial de yeseras y chaparrales, el parque temático tenía asociada una fenomenal cifra de casas a construir: de ahí el tren, y no para llevar visitantes, que siempre prefieren el coche. Las casas no se ejecutaron y ahí quedó el empalme ferroviario, como testigo mudo. Costó 85 millones de euros en 2002 y cierra en 2011 con apenas 600 usuarios al día, a un coste de explotación de 3´3 millones de euros al año.
El AVE regional, y no es de Coren

Ya ven que no todo es AVE en cuanto a despilfarro ferroviario en nuestro país. Sin embargo, también hay AVE que se planifican como trenes locales, con paraditas cada poco tiempo y sin ninguna conexión. Es el caso del llamado AVE gallego, que se inaugura dentro de unos días que recorrerá el trayecto La Coruña-Santiago-Orense. Objeto de un interés personal y paleto por parte del actual ministro de Fomento, el no casualmente gallego Pepiño Blanco -hasta tal punto de licitar en funciones importantes adjudicaciones-, esta última obra será el mayor ejemplo de tren menor.

Con unos estudios de viabilidad forzados y exagerados para justificar la inversión, la realidad es que la costosísima infraestructura se ha ideado para...el funcionariado, como se explica en esta noticia. Hasta tal punto que se pondrán horarios específicos. Y también descuentos de hasta el ¡57%!. Resumen: dinero público (subvencionado) para pagar dinero público, porque ese tren no captará otro tráfico.

Por precio y ganancia de tiempo, la gente corriente seguirá usando los medios tradicionales y, si cabe alguna duda, ¡quedará en servicio el tren tradicional!. En principio, esto esta bien, el problema es que la demanda no irá al nuevo y caro AVE, se mantendrá en el actual. Resumen: en el AVE viajarán unos cuantos funcionarios, desde luego no lo más apropiado para una inversión del calibre de un tren de alta velocidad.

El periodismo, siempre crítico y al acecho sobre este tipo de fenómenos de despilfarro y mala planificación de los recursos públicos, ya ha podido disfrutar del viaje en el moderno tren AVE. La crónica ha salido así: con nervio, acerada y al núcleo de la cuestión. Y lo que nos espera de propaganda en los próximos días sobre esta línea ferrea, epítome de tren menor.
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Lo que quieren es llenar todo de chalets, pero lo venden como espacio para "abrir un taller de pintura o una quesería". No disimulan nada; y si lo hacen, es casi peor.