jueves, 24 de noviembre de 2016

Se amplia otra vez el Museo del Prado: todos a callar y a tragar

Traza oculta, nombre de la propuesta ganadora
A alguien con poder e influencia se le ocurrió hace poco tiempo que, dado que el Museo del Prado cumple 200 años en 2019, había que hacer algo transcendente, al margen de la habitual inundación de folletos, exposiciones y nueva iluminación que franquean estos aniversarios, artificialmente inflados por mor de la propaganda. Como el país es el que es, no se ha ocurrido mejor cosa que otra ampliación del Museo.

El concurso se ha convocado en abril -y eso que decían que el Gobierno en funciones no puede hacer estas cosas, eh- y se ha fallado hoy mismo, todo un récord en la Historia de España y en, particular, del Museo. Para no meterse en problemas, se ha sacado pecho de que no habrá ningún tipo de obra subterránea -porque nunca se sabe lo que puede aparecer en una zona donde antes estaba el Palacio del Buen Retiro- y de que toda la operación costará únicamente 30 millones de euros. De partida.

¿Qué bien, no? El Museo del Prado, ¿quien puede estar en contra? Según se lee en la propaganda, se "permitirá ampliar el espacio expositivo". Claro, es una ampliación. Otra más, tras la eterna de Moneo que se prolongó por espacio de décadas -con embrollo judicial de por medio-, y esperemos que más afortunada, aunque es mucho esperar.

La de Moneo desplazó la entrada a la parte trasera, creando nuevos y necesarios espacios para cafetería, grupos y demás, y la tontería absoluta del "Claustro de los Jerónimos", uno de los pocos edificios antiguos de Madrid, en pésimo estado de conservación, y donde ahora se exhiben, fuera de escala y a modo de "en algún lugar había que ponerlos" los espléndidos bronces de los Leoni. Para llegar hay que subir unas escalaras automáticas tipo centro comercial, y todavía no conozco a nadie que, al llegar, no haya puesto cara de estupor.

Ah, sí, que también se ganó espacio para los talleres y la "labor investigadora del Museo". ¿Hacía falta hacerlo ahí, con una obra millonaria y de acabados dudosos, desde el suelo de travertino a spina hasta el rojo pompeyano, pasando por el cobre? Imposible criticarlo, porque es el Prado, es Moneo, y es probablemente el salón más noble de España. Oremos, y a callar.

Y por eso, porque no se ha podido criticar, se llega ahora a esta nueva ampliación, donde el Prado salta al Salón de Reinos, donde durante mucho tiempo estuvo el Museo del Ejército hasta que el idiota de Ruiz-Gallardón lo regaló a Toledo para que Bono pudiese dar algo de contenido a la millonaria reforma del Alcázar, porque la cacareada biblioteca del sitio -"de las más importantes de Europa", y en Oxford, París o Roma riéndose- no atrae más que estudiantes del poblachón manchego.

Desde entonces, se estaba esperando la dentellada del Prado. La ampliación "natural", porque los museos crecen y crecen como tumores, aquí y en la Cochinchina. A la fase final han llegado ocho proyectos, y se ha escogido el de Norman Foster con el arquitecto fracasado local Carlos Rubio, no vaya a ser que piensen que es obra de un extranjero, al igual que le pasó a Richard Rogers con la T-4, obligado a concursar con Lamela -un arquitecto que llevaba 30 años sin hacer obra grande, por motivos evidentes para todos- para poder tener opciones de ganar.

El proyecto es una mierda. Lo es por el planteamiento -las prisas, el hecho de ganar 5700 m2 de superficie, pero de los que únicamente 2500 son de espacios expositivos- y por un hecho muy poco destacado en este día de propaganda neoImperial: no se sabe a qué cojones lo van a dedicar. Como lo leen.

Montan un concurso a toda prisa porque el aniversario se echa encima, y lo montan sin saber para qué va a servir. "Espacio expositivo" ¿de qué? No lo saben. Lo único que saben es que, en la habitual jerga enferma del gremio arquitectónico, se "rentabiliza al máximo el uso museístico en el edificio y crea un gran atrio de acceso en la fachada sur, imprimiendo a este espacio un carácter semiabierto y permeable al exterior, pero suficientemente controlado para que sirva de protección a la fachada original del Salón de Reinos, en la que se recuperan sus huecos y balconadas. Sobre dicha fachada emerge la prolongación de un gran espacio expositivo en planta tercera, con mayor altura libre y anchura que el actual, formando la cubierta del atrio, a la vez terraza orientada al campus"

Yo les traduzco: "semiabierto y permeable al exterior" significa que quieren quitar el tráfico de la zona, ya de por sí prácticamente residencial y residual, pero es algo para lo que no tienen competencias, que pertenecen al Ayuntamiento. Al respecto, recordar que cuando Nouvel hizo su fracasada ampliación del Reina Sofía - encargo a dedo fingiendo un concurso: querían una copia del KKK de Lucerna, su obra maestra- también le prometieron quitar el tráfico y el túnel de la Ronda de Valencia, cosa que jamás se hizo y así ha quedado el edificio-refinería: como una caja de resonancia del intenso tráfico de la zona.

Los renders de la propuesta ganadora no llevan a engaño. Dentro de la pantomima del gremio, muestran a muchedumbres que llegan al Salón del Reino por una plaza peatonal, y dentro les espera una gran galería llena de....mesas de hostelería. Lo pueden ver aquí. En principio nadie está en contra de peatonalizar una zona, ni de poner cafeterías asociadas a equipamientos culturales -una vez más, como en todo este sector, el ejemplo británico es el mejor-, el problema es que se dan por hecho muchas cosas que no funcionan bajo el principio de "hechos consumados".

Pero las prisas cuentan. Al magno fallo del jurado invitaron a la alcaldesa de Madrid, una señora de más de setenta años incapaz de decir que no, y que tendrá que aceptar el trágala -magnífica palabra del castellano- de manera sumisa, porque si no la insultarán desde todas las almenas mediáticas, algo que ya recibe habitualmente, pero ahora con el epíteto de "Carmena obstruye la ampliación del Prado", que en el universo simbólico del español vulgar está a la altura de la Constitución, "nuestra lengua" y la tortilla de patatas, que por algo se apellida "española".

Otra palabra que necesita traducción es eso de campus, ya puesto en cursiva con toda la intención.  El campus es ese espacio que pretenden peatonalizar-apropiarse, porque entre el edifio histórico del Prado -el de Villanueva, un edificio magnífico y digno de la mejor capital europea- y el Salón del Reino no hay vínculo material. ¿Qué mejor palabra que campus, como si fuese una Universidad y no un Museo? ¿Quien no ha oído hablar del campus del Louvre, el campus de los Museos Vaticanos o el campus de la Tate?

Supongo que quedará un buen edificio, porque es raro un edificio de Foster que no sea notable, y ahí está su otra obra madrileña, una de las cuatro torres de la Ciudad Deportiva, la única que no hace llorar a Vitrubio. Un edificio que aumenta la edificabilidad del Salón de Reinos en la tercera planta -Carmena, trágala también en el expediente urbanístico- tanto en altura como en anchura, apoyándose directamente en lo que queda de los "huecos y balconadas", "recuperándolas", como si estuviesen perdidas.

Muy bien. Entra dentro de lo que es la arquitectura de hoy en día. Lo que no se entiende, y nadie va a conseguir explicarme, es como en un país lleno de infraestructuras que no sirven, que todavía no ha salido de una crisis parcialmente provocada por construir sin ningún tipo de estudio de viabilidad y pertinencia, se pueda plantear una ampliación de un Museo sin saber que uso se le va a dar, salvo el más que evidente de convertir el nuevo espacio expositivo en un chiringuito para fiestas, picoteo y más y más tontería, todo a cargo del erario público. Y miren las imágenes del "proyecto ganador" para cercionarse que es así. Pero es el Prado. Todos a callar. Y a tragar.
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El artículo tiene muchas lecturas y cuestiones para analizar, pero quédense con este dato: el 45% de los titulados españoles trabajan por debajo de su cualificación. Y si sois padres, hermanos, primos, vecinos o allegados de alguien que vaya a empezar en el sistema universitario, no cejeis en esfuerzos de disuadirlos de estudiar cosas como Turismo, Filosofía, Sociología, Relaciones Laborales o Periodismo. Os lo deberían agradecer toda la vida.
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1 de cada 4 hogares asturianos dependen de una pensión de jubilación.
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Esta noticia ilustra muy bien cómo la corrupción es una lluvia fina que cala.
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Gabino de Lorenzo, uno de los políticos más impresentables de esta Segunda Restauración borbónica, tenía cocinas en dependencias públicas. El origen del dinero, totalmente irregular. Su función, aún más.
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Interesantísimo artículo sobre la guerra comercial entre Rusia y Arabia Saudí por el mercado petrolero indio.
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En Toulouse, ciudad muy próspera gracias a la industria aeroespacial, una universidad de prestigio y a ser la capital en un radio de 400 km, están planificando 40.000 viviendas más.  Les da igual el túnel de Canfranc, como es natural. Comparen su situación con la de Zaragoza, por favor. Los del teleférico entre la nada y el vacío.
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Extremadura lleva reclamando 40 años una autovía entre Badajoz y Cáceres, y lo hace mediante lloros y artículos como este, donde se demuestra que no hay necesidad de algo así.
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El mayor buque-establo del mundo. Es como un crucero. En todos los sentidos.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Donald Trump, el triunfo que nadie vio

Magnífica viñeta sobre la candidata Clinton
Donald Trump, un palazzinaro -constructor, en maravillosa definición italiana para definir a esa subespecie de empresarios-, ha ganado las elecciones de EE.UU por el Partido Republicano, que vuelve al poder tras el paréntesis de Barack Obama, apenas un gran orador que en ocho años de mandato no ha acabado la Guerra de Irak, ni la de Afganistán, y ha alentado una peligrosisíma revuelta en países que, mal que bien, operaban bajo lógica estatal-westfaliana, como Siria o Libia.

Eso en política exterior, claro. La que nos afecta a nosotros, porque EE.UU es el centinela del mundo libre, que en absoluto en la mayoría del mundo. Sin embargo, el electorado de EE.UU vota bajo preceptos de política interna, igual que el de todos los países salvo en España en 2004, y aún con reservas, porque lo que pasó fue que la política exterior se convirtió en política interior.

En los últimos años ha florecido en España, además del enteradillo de siempre, la vil especie del politólogo, que no es más que un futurólogo con escasa formación -solo hace falta ver como son las facultades del ramo en este país-, un amplio campo que va desde el actual tertuliano estrella de Prisa, y secundariamente catedrático de la UAM, hasta los idiotas genuinamente españoles de Politikon, pasando por Belen Barreiro o la mismísima cúpula de Podemos.

Un plaga bíblica. Toda esta gente se basa en cuatro o cinco consignas de corte populista -lo mismo que dicen ver en candidatos políticos, pero nunca en sus aportaciones de tertulianos o comentaristas- y en no decir jamás cosas -aunque las piensen- que se desvie mucho del flow general, bien sea el marcado por el grupo mediático donde hacen sus deposiciones, el del departamento, o el del partido político donde aspiran a medrar.

Están limitados, por tanto, para prever -que es su trabajo, puesto que en gran medida son futurólogos como los economistas, y no tanto analizar- los diferentes escenarios posibles. ¿Quien en el panorama mediático español apostaba por una victoria clara de Trump, como finalmente ha pasado con un contundente 276 frente a 218 votos electorales? Nadie, porque el seguimiento de la campaña se ha basado en reproducir las groserías de Trump, en enviar a corresponsales a su enésima visita a Detroit y en eso de que Hillary Clinton es mujer, algo que ve cualquiera.

Trump ha ganado viniendo políticamente de la nada, algo muy bien visto por el electorado americano, un país que desde su fundación ha premiado ese tipo de trayectorias, al menos mucho más que pertenecer a una dinastía como los Bush -recuerden que uno de los derrotados en las primarias republicanas fue Jeb, el hermano de George Bush, que llegó a gobernador de Florida-, la trágica de los Kennedy o lo que intentaban ahora con los Clinton: que la exprimera dama y exsecretaria de Estado fuese presidente de los EE.UU.

Es una historia muy americana. En Demolition Man, una película injustamente olvidada y ambientada en un futuro idealizado, el personaje principal interpretado por Sylvester Stallone se despierta después de un montón de año hibernado, y se sorprende al ver un cartel electoral donde Arnold Schwarzenegger es el presidente de EE.UU. Es una película rodada mucho antes de que se convirtiese en Gobernador de California, pero que capta perfectamente el posibilismo americano, ese que hizo de un actor como Reagan presidente, o a un luchador de lucha libre gobernador de Minnessota.

Trump, a pesar de los esfuerzos de la propaganda, era presidenciable. Encaja perfectamente con ese gusto por lo grotesco de los americanos, y encima tenía enfrente a la mejor rival posible, una persona repugnante a la que todos los grandes medios americanos han hecho la corte -todos, incluso los conservadores Washington Post o Wall Street Journal- y responsable directa de torturas a detenidos, una práctica de la que no se puede acusar a Trump.

De todo lo demás ha sido acusado: mujeriego, explotador de trabajadores, racista, agente del KGB -¡se lo juro! ¡Y hasta en medios como el londinense The Economist-, que si el Zutabe del Ku-Kux-Klan lo apoyaba, corruptor de menores, y todo en una orquestada campaña típica del circo electoral estadounidense, y siempre con la consigna de que es un "populista", como si hubiese organizado en persona el Obamacare que quería continuar la Clinton, y que ahora se enfrenta a su desaparición, como gran parte del ridículo legado de Barack Obama.

La victoria de Trump ha sido fruto de varios factores, que seguramente vuestro politólogo de cabecera ya está preparando para su intervención de esta tarde -copiando de medios de internacionales, nunca pensando por sí mismo-, pero los principales son estos: ha conseguido retener gran parte del electorado tradicional republicano -las únicas defecciones fueron precisamente de cabecillas, y bastante irrelevantes como Powell o Condolezza Rice- y ha conseguido atraer a ese americano anti-establishment, que se ha visto insultado durante TODA LA CAMPAÑA por no haber sido educado en Yale como la Clinton, y que se siente más identificado con alguien como Trump -al que le gustan las mujeres guapas y el dinero, como a la inmensa mayoría- que con la torturadora.

Ahora queda la resaca, que va a ser grande. Entre las promesas electorales de Trump se encuentran las realizables -como el muro en la frontera con México- y las irrealizables -como volver a abrir los astilleros de Philadelphia- y la mayor amenaza para nosotros, que al fin y al cabo es lo que cuenta en lo que son las elecciones de otro país que dista miles de kilómetros: la promesa de Trump de hacer un repliegue del paraguas militar estadounidense.

¿Cómo? ¡Pero si es republicano! ¡Mi medio de propagana me ha dicho que son imperialistas y que les gusta la guerra! ¡Que les apoya la industria militar! Sí, si, pero no. En el pensamiento político americano siempre ha existido la pulsión al aislamiento, favorecido por su envidiable posición geoestratégica -al norte, un país primo hermano, al sur, un país que vive en otro siglo, al este y al oeste, los dos mayores oceános del mundo-, y es algo que se ve tanto en demócratas -Rooselvelt no entra en guerra hasta finales de 1941, y cuando es atacado vilmente- como en republicanos, porque no hay que olvidar que Bush Jr. tenía ese mismo plan -favorecido por el final de la Guerra Fría, que logró su padre- hasta que se topó de bruces con el 11-S. Con otro ataque directo.

Trump lo ha dicho en campaña. America first. EE.UU es un país de grandes constrastes, donde la pobreza extrema -y hay pobreza de blancos, impresiona mucho- convive con la opulencia más extrema, a veces con apenas una milla de diferencia. Será difícil que acabe con eso, pero una de las medidas prometidas es hacer un repliegue de las tropas, esas que cuestan al año 600.000 millones de dólares, y la cifra está bien puesta.

Eso es lo que más va a afectar a España, si realmente lo lleva a cabo. Somos un país de frontera, y de frontera continental, cultural y económica. Si efectivamente EE.UU vuelve a su introspección natural, los presupuestos militares europeos tendrán que incrementarse, a costa del Estado del Bienestar ese con el que le gusta llenarse la boca la vergonzosa izquierda europea, como si fuese un Derecho Natural adquirido. Ese Estado del Bienestar, que en muchos casos supone el 50% del gasto público, es gracias a que EE.UU ofrece su protección militar. EE.UU, el mismo país donde no existe nada equivalente, porque en parte destinan esos fondos a Defensa.

Por otra parte, no se preocupen en exceso. Como demostró Weber, las estructuras burocrático-estatales tienden a la estabilidad, y ni siquiera un presidente inepto es capaz de cambiar las inercias y equilibrios de la lógica estatal establecida. El sistema americano es presidencialista y Trump va a tener competencias personales muy importantes, pero estará rodeado de un equipo de gente conocedora de El Sistema, que es lo que permanece en el tiempo, allí y aquí. Ya insisto en que el mayor peligro para nosotros -que nos tiene que dar igual el muro con México o el Obamacare- es la promesa del repliegue americano, que no se traducirá en un cierre de Rota, pero si en dejar de hacer de gendarme mundial. En dejarnos, simplemente, con nosotros mismos, con lo que eso conlleva en la Historia europea.
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Interesante reflexión sobre el futuro del periodismo de calidad, y lo que tiene que costar.
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Muy interesante: en una época con tipos de interés cercanos al 0%, ¿donde invierten los fondos de pensiones? En casinos,en refugiados, en depuradoras...
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Luis del Rivero, que seguramente recordarán por Sacyr, el intento de asalto al BBVA en 2004 auspiciado por el PSOE, su colección de coches antiguos dignos de una petromonarquía y el 20% de Repsol, habla ante sus paisanos, los murcianos. Definir esto como grotesco es poco.
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Un sindicato agrario extremeño se queda ilegalmente (roba, en argot) con 1´8 millones de subvenciones europeas para agricultores.
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Un artículo sobre demografía que no cae en el alarmismo, casi es milagroso. 

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Ramón Espinar, llegó la hora de tu dossier

Tu utopía pagada por todos, tu VPO
Estos días ha vuelto a aparecer el famoso recurso al dossier que tan bien se vio con el caso Puyol o al idiota de Ignacio González: la sensación de que los servicios de inteligencia de este país tienen un archivo con cosas comprometidas de todos y cada uno de los ciudadanos notables de España, al igual que sucedía en la RDA con la Stasi. Mientras vayas por la vereda, no te pasará nada; como te salgas de ella, aparecerá algo -con fotos, documentos, grabaciones- en el peor momento y con el fin de amedrentar, acabar con un proyecto o acabar con la extorsión de Barbara Rey. 

Quizás fue premonitorio que el día antes de los hechos a relatar el siniestro personaje que siempre ha sido Luis María Ansón se descolgase en su irrelevante columna de El Mundo con una alusión a que el CNI "dispone de un arsenal de irregularidades y vergüenzas del líder Podemita",  que no es otro que Pablo Iglesias. Cada uno dará la veracidad que quiera, pero ahí está la famosa frase de Fernández Díaz sobre "esto la Fiscalía te lo afina", conocida precisamente por otra de esas filtraciones interesadas que se venden como periodismo. Se crea el informe, real o inventado (¡un saludo a Trías¡), y después ya viene el iter judicial, con tanto de exhibición mediática, ruido y enmarañamiento.

El agraciado por el último informe policial filtrado ha sido Ramón Espinar, líder de Podemos en el Senado y famoso por aparecer bastante en la tele, amén de ser hijo de Ramón Espinar, que en tiempos fue el Consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid, además de miembro del Consejo de Caja Madrid, con tanto de tarjeta opaca a la fiscalidad. Un personaje conocido y de primera fila del partido que irrumpió con fuerza en las europeas de 2014, y que ha trastocado parte del andamiaje de la II Restauración Borbónica.

El medio elegido para la filtración ha sido la Cadena Ser, el mismo donde la Policía tiene una portavoz permanente que finge ser periodista, y que responde pavlosiana al nombre de Ana Terradillos. Seguro que la conocen, porque siempre entra con ímpetu y loable dedicación, vendiendo como noticias lo que simplemente son notas de prensa elaboradas en la cúpula de Interior. La Cadena Ser, que pasa por ser la mejor emisora española por calidad, no lo es tanto por méritos propios como por deméritos de los demás, en esa miriada de emisoras que se agrupan en ese espectro -y no solo radiofónico- que va desde la derecha soft a la ultraderecha.

La agraciada con la filtración con el dossier elaborado desde la cúpula de El Sistema ha sido en esta ocasión Mariela Rubio, redactora especializada en Defensa, casualidad de las casualidades el ámbito donde se mueve el CNI, y que en los últimos tiempos -será que no hay suficientes escándalos en el Ejército español- también está pluriempleada en cubrir la información de Podemos, tarea que hace con la misma eficiencia que el lameculos italiano Francesco Manetto en El País, el buque insignia de PRISA.

La exclusiva de la periodista Rubio -fan de Zaida Cantera, cómo no- salió a primera hora, y después fue replicada por el resto de medios, sin citar la exclusiva, y sin que en la emisora se inquietasen: saben perfectamente cual es el origen. Un día toca a unos, un día toca a otros. Es su función en la sociedad.

Ramón Espinar, cuando contaba 23 años, compró un piso de una habitación y dos plazas de garaje en una cooperativa en Alcobendas, una población de contrastes en el noroeste de Madrid: en su término municipal está La Moraleja -que lo conocerán del ¡Hola!-, un casco "histórico" de pura cutrez y fealdad española, y varias urbanizaciones de wannabes españoles de los de pádel, reloj Time Force y bisutería de Tous. Un lugar como otro cualquiera, porque la anomía es la característica principal del extrarradio de Madrid.

El piso era una VPO, una de las muchas siglas existentes en la Comunidad de Madrid para referirse a la vivienda protegida, un pingüe negocio para promotores, ayuntamientos, partidos políticos y adjudicatarios, que ven incrementado su patrimonio de manera artificial, simplemente por el hecho de existir y resultar agraciados en un sorteo, para que después venga alguien y hable de meritocracia y demás mierdas: el más puro azar delimita quien pasa a ser propietario de un bien de cientos de miles de euros, con posibilidad de revender o alquilar pasados unos años. Dicen que diez, pero son muchos menos, especialmente en la segunda opción. 

No es el tema, pero la mejor política de vivienda social es la que no existe. La Constitución garantiza el derecho a la vivienda, y en eso se escudan los que urden las tramas de construir cubitos con forma de casa y colores estridentes, para que desde fuera se note bien claro que ahí viven los subvencionados. Secuelas de la política falangista de Arrese, el plan de 1957 (¿nunca te has fijado en la plaquita con el yugo y las flechas que seguramente hay en casa de tus padres o abuelos?) y el Estado de Bienestar entendido como el pisito en Torrevieja del panel final de El precio Justo.

Como de momento existe, y ningún partido lleva en su programa acabar con esta mamandurría llamada VPO, VPPB, VPP o VPT, hay que lidiar con lo que hay, y ahora mismo es que "nuestros jóvenes" no pueden acceder a una vivienda, porque están muy caras. O algo así. Era así en 2010, y sigue siendo así en 2016, con muchos ayuntamientos de sitios de franca regresión económica, demográfica y social gastando ingentes recursos en poner pisito a gente que, simplemente por el hecho de haber nacido ahí, se ve recompensado con una vivienda pagada por todos, y que invariablemente termina alquilando mientras se va a buscar el jornal a la gran ciudad.

No es el caso de Ramón Espinar. Su padre era de posibles, tanto que el imberbe de 23 años se puso a pagar la primeras cuotas de la cooperativa en el 2007, con apenas 21 años y sin trabajar. Pasaba el dinero, según ha explicado en rueda de prensa, su papá -con el que después tarifó-, su mamá y su abuela, y el ponía la mano para nada menos que 52.000 euros, materializados en la escritura de compraventa de 2010. En este aspecto se han cebado mucho, pero no está de más recordar que no tenemos la posiblidad de escoger a nuestra familia, esto es: Espinar no tiene la culpa de haber nacido donde ha nacido, y si su familia se puede permitir adelantar esa cantidad de pasta, pues bien para el. Es una práctica común en España, por otra parte. 

Lo que tiene la culpa Espinar es de ser un zote. De haber comprado una casa en 2010, con 23 años y recién licenciado, una casa de un precio disparatado y que, según práctica común de las promotoras, obligaba a pagar también dos plazas de garaje, tuvieses coche o no. Un timo mondo y lirondo, vendido como "necesidad básica" y todo lo demás. Y de ser un zote por tener este marrón en su pasado y no decirlo poco a poco -por ejemplo, en sus múltiples ponencias sobre los fondos-buitre y la VPO en Madrid- al estilo de "yo también caí en la trampa" o algo así. Se pensaría que jamás le iban a sacar esto. Qué zote.

Lo que hace interesante al caso, y es donde se han centrado las suspicacias de todos los interesados en sacar jugo al caso -que tiene poquísimo recorrido legal, pero que al menos esta vez no es un informe policial inventado de cabo a rabo-, es que Espinar vendió la casa a las pocas semanas de suscribir el contrato de compraventa, que le obligaba a pagar en hipoteca subrogada -del BBVA a ING- más de 90.000 euros. Al revés que otros que se han quedado entrampados de por vida en una casa con cristales naranjas y vistas a una piscina comunal con una palmera de plástico, Espinar se desembarazó del muerto. Y con ganancia.

Resulta que en el tránsito entre la compra de la vivienda y su posterior venta a unos terceros -no identificados, hace falta ser retard para comprar un piso de una habitación en 2010 por ese precio- la Comunidad de Madrid subió el precio del "módulo" -otro de los arcanos del mundo de las VPO, VPPB, VPP y VPT- y el valor nominal de la casa se había incrementado, algo que los ávidos de sacar trapos sucios de Podemos han enfatizado con un "se lucró", "especuló" o "vaya jeta", como si Espinar hubiese cambiado la legislación a su favor.

30.000 euros más, simplemente por una modificación que hizo Esperanza Aguirre, siempre cálida con los promotores, en 2010. ¿Existía que la posibilidad de que Espinar renunciase a esa plusvalía artificialmente inducida en un contexto de caída en picado de cualquier tipo de activo inmobiliario? Existía, y no lo hizo. ¿Es ilegal? No, pero es reprobable en un tío que después ha ascendido en la política con un discursito de "no somos como ellos" (freudianamente, no soy como mi padre), con la vivienda no se especula y toda la pana, mi güey. Ese discurso tan cansino, por otra parte, y donde han tocado techo, porque los perdedores de la crisis no han sido tantos como se imaginaban.

Hasta aquí, el caso Espinar. El afectado ha dejado entrever que esta información ya estaba preparada desde hace semanas -yo diría que desde tocó poder como senador por designación de la Comunidad de Madrid-, y que sale ahora en el contexto de las primarias abiertas que tiene la formación postcomunista en Madrid, con un sector de camisas viejas, encabezado por él mismo, contra otro sector de posibilistas, encabezado por, entre otras, la unineuronal Tania Sánchez, vergüenza de cualquier partido donde esté.

Puede ser, y seguramente sea así. En la Cadena Ser están muy ofendidos con la simple mención de que se hayan prestado a una campaña con fines que no sean los puramente informativos, y para muestra baste escuchar al profundamente mongol que presenta el informativo regional en la desconexión entre las 19:20 y las 19:40, el mismo que peloteaba hasta el servilismo a Francisco Granados cuando lo tenía de contertulio, hasta justo el día antes de su detención: de manera chulesca, le espeta al muerto de hambre que tienen representando a Podemos que "si cree que Cebrián sabe quien es Ramón Espinar", quizás refiriéndose crípticamente a la enfermedad mental degenerativa del apadrinado por Emilio Romero en Pueblo.

En fin, quédense con esto. España es un país donde te sacan un dossier con un asunto escabroso aunque solo tengas 30 años, como es el caso de Ramón Espinar. No hay nada ilegal, pero si éticamente en alguien muy vehemente en sus intervenciones públicas, y representante del sector más duro de Podemos. España es un país donde periodistas se arrogan de exclusivas que no son más que dossieres filtrados en el momento exacto, en el lugar adecuado. La Cadena Ser y el grupo PRISA quieren lo mejor para Madrid, que en su caso es seguir haciendo negocios y que todo siga como esté, porque no había nada que cambiar en la capital y Antonio Carmona era mejor que Manuela Carmena. Que la clase política que venía a salvar este país y a gestionar mejor es incapaz de gestionar siquiera su patrimonio o sus aspiraciones vitales con 23 años, al parecer recluidas en un nicho de 144.000 euros con dos plazas de garaje, por si vienen visitas.