miércoles, 3 de febrero de 2010

Nada es eterno

Considerando que el padre de Inditex tardó bastantes años en romper su anonimato -y lo hizo con una anodina fotografía, casi obligado-, pues que a nadie le extrañe que el gigante textil español esté produciendo últimamente una serie de noticias que, encadenadas, dan una conclusión bastante evidente.

De momento están pasando de forma dispersa, parece que haya miedo a poner un hilo conductor a la cascada. Al principio cerraron una tienda de Zara en plena Gran Vía de Bilbao, quizás por el alto coste del alquiler. O quizás ya por otras cosas, como una demencial política de ir al copo en las vías comerciales más importants. Después vinieron noticias de cierres conjuntos de varias enseñas del grupo. O de su conversión a esa cosa cutronga e intento triste de competir con Primark que es la enseña Lefties.

Ahora ya viene el repliegue total, como el que van a realizar en toda la República Checa. Cierre total de todas las tiendas de la compañía Inditex: no un local en una calle concreta, no una marca que vaya mal, no, no, es que se van con todo el equipo. La noticia es de hoy, esperemos que los medios nacionales la reproduzcan en su justa medida. De ser cierta la noticia que publica el diario económico checo, significaría el cierre de 15 tiendas. Aprovechen la ocasión para fijarse en lo cutre de la página web de esta multinacional y lo cutre de su disposición, contabilizando tiendas como si fuesen morcillas. O prueben a comparar esta cutre-web con la de H&M.

Durante mucho tiempo se vendió el éxito de Inditex como algo dispuesto a durar en el tiempo. Desde luego, tiene su mérito indudable que alguien que empezó haciendo delantales en Galicia pudiese llegar a constituir una empresa como Zara. De dónde sacó los capitales iniciales -y también los posteriores- nunca nadie se ha preguntado nada, dejando todo a la creatividad y al sistema de gestión de ventas, que vino ya avanzada la empresa. El problema es perdurar.

Hoy mismo uno puede viajar por todas las ciudades europeas de categoría A (capitales) y encontrar enseñas del grupo Inditex en todas las calles comerciales. También en ciudades de categoría B (terceras y cuartas ciudades de un país). Supongo que también pasa lo mismo en otras partes del mundo. Sin embargo, hay que tener presente que esos locales comerciales, muchos de ellos históricos, han visto pasar por sus muros y vitrinas a muchas otras empresas antes que Inditex.

Pensar que un sistema como el capitalista -o comes o te comen, sólo se puede crecer- una empresa va a durar ad eternum es ser muy ingenuo o desconocer simplemente la historia. Oxford Street, Marianhilfestrasse o la praguense Na Prikope han visto pasar a muchas otras empresas en sus historias centenarias, al igual que la Gran Vía de Madrid o el Carrer del Angel de Barcelona. Inditex será una más.

Esto no quiere decir que la empresa vaya a cerrar ni nada por el estilo, aunque en las escuelas de negocio se estudian los problemas asociados al crecimiento y los riesgos crecientes cuanto más grande se es. Desde luego, no da muy buena imagen que entre los estafados por Madoff estuviesen su ex-mujer del fundador -y todavía accionista-, a la que un día escuché en un programa de radio y me pareció pariente de la Duquesa de Alba. Hablaba de algo así como una cooperativa para ayudar a proyectos de mujeres y cosas así.

Ya ven. Una de las enseñas de Inditex es que jamás hacían publicidad en los medios tradicionales. Apenas un pequeño anuncio cuando empiezan las rebajas y poco más. Quizás ahora empecemos a ver más publicidad de esta empresa. Por cierto, yo no veo nada particular en la República Checa que no pueda haber en otro país. Vendrán más, y vendrán cierres más gordos.
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"Ninguna obviamente en Asturias". ¿Por qué tan obvio?
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Lo peor de todo es que las imágenes son de una tormenta. La periodista analfabeta responsable de la información, la típica becaria ascendida a funcionaria por eso de primar la juventud, debe pensar que cuando hay un terremoto también se rasga el cielo y cae el diluvio universal, como en las películas de catástrofes. Qué triste todo.
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Mil visitantes en un año a un total de seis museos, aunque los llamen de otra manera para disimular. Cada uno con su funcionario de turno sentado en la silla y vendiendo imaginarios tickets. Esto cada vez se parece más a los países de socialismo real: te pagan por fingir que trabajas. Hay museos para fingir visitantes. Tras el carbón no hay nada, sólo la emigración. Es bueno que sea así.