miércoles, 20 de octubre de 2010

Crisis de Gobierno para afrontar el final de legislatura

Tras sacar adelante los Presupuestos - el momento más relevante de los años políticos en los que no hay elecciones- y firmar un acuerdo de legislatura con el PNV y Coalición Canaria, el Presidente del Gobierno ha anunciado su reforma gubernamental. Un gobierno para un año y medio, que es lo que queda para las próximas elecciones en la primavera de 2012.

Atrás quedó la geometría variable (un término sacado de la aeronáutica militar y utilizado para las alas móviles de los F-111 y, con posterioridad, el F-14 y el B-1), según la cual el Gobierno surgido de las elecciones del 2008 no firmaría un pacto de legislatura con ninguna formación, sino que se iría amoldando según fuese la iniciativa a sacar adelante.

La idea, una idiotez que hizo llevarse las manos a la cabeza a Javier Pérez Royo y al que esto escribe, surgió de una aritmética mezquina: como se quedaron a menos escaños de la mayoría absoluta que en 2004, no creyeron en la necesidad de dar una imagen de fortaleza que supone un pacto con otros grupos, y el PSOE ha afrontado la crisis económica en solitario. Ahora, los que han pactado con ellos son unos traidores a los ojos del Partido Aspirante, que ya ha roto su coalición de Gobierno con C.C en Canarias -las elecciones las ganó López Aguilar para el PSOE-,  y que dice que a ver qué pasa con el Gobierno Patxi López en el País Vasco, sostenido por los votos del PP del lacayo Basagoiti. No llegarán muy lejos, porque una cosa es poner en inestabilidad el Gobierno de Canarias y otra el del País Vasco.

La crisis de Gobierno afecta a seis carteras que cambian de manos, y dos que desaparecen: Vivienda e Igualdad, muy reclamadas desde la oposición. Sus competencias se repartirán entre Fomento y Sanidad, respectivamente. Entre las seis que cambian están dos que habían estado ocupadas por el mismo Ministro desde 2004:  la de Exteriores de Moratinos, la de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de Espinosa, y Maria Teresa Fernández de la Vega, que había pasado por varios Ministerios pero con la misma continuidad en el poder. Los únicos que agotarán las dos legislaturas son el Presidente del Gobierno y Elena Salgado, pásmense. Parecía que Zapatero iba a repetir el acierto de González de haber dejado a Narcís Serra durante el tiempo necesario -hasta que se democratizó el Ejército- al frente de un Ministerio que, como Defensa, es algo más que un Ministerio, pero ha zanjado la impecable trayectoria de Moratinos, el primer diplomático de carrera que ocupaba el cargo desde Carlos Westendorp en 1995. Después vinieron los inenarrables empresarios turísticos mallorquines, el de Fertiberia y el lacayismo con Gibraltar -quieren creer que en las recientes memorias de Blair el británico no cita ni una vez el Peñón, y eso que nos intentaron vender que lo iban a recuperar-, la hermana de Loyola y Manolo el del Bombo (¡pum!, ¡pum!, ¡pum!), porque así fue la política exterior de España durante los ocho años del PP.

Ahora ZP coloca al frente de Exteriores a su amiga Trinidad Jiménez, supuesta experta internacional que ya fue durante un breve tiempo Secretaria de Estado para Iberoamérica. Derrotada en las primarias de Madrid sin dejar la cartera de Sanidad, cambia un Ministerio por otro, igual que parecía que iba a cambiar un Ministerio para ser oposición en la Comunidad de Madrid durante cuatro años. Su cartera pasa a manos de Leire Pajín, arrinconada como portavoz del PSOE, y agraciada con un año y medio de Ministerio romo y con la mayor parte de las competencias transferidas a las CC.AA. La portavocía del PSOE pasa al válido y moderado Marcelino Iglesias, que ha hecho una gran labor con el PSOE en Aragón,  en lo que parece una medida para alejar a Pajín de la política de primer orden y dejarla en lo que le gusta: las políticas de igualdad desministerializadas. Una medida muy necesaria, por otra parte.

Dentro de estas carteras otorgadas a mujeres dentro de la apreciable política de paridad en las listas practicada por Zapatero -y que ha obligado al resto de partidos a seguir las mismas directrices- otra agraciada por los servicios prestados dentro y fuera del partido es nada menos que Rosa Aguilar. Poca gente me produce tanta repugnancia que la política cordobesa, una anguitista de toda la vida -con lo que eso tiene de sectario, dogmático y fanatismo-, que hace dos años y medio dejó su partido único -el Comunista- para aceptar una consejería en la Junta de Andalucía. Eso sí, como independiente.

La capacidad de corrupción que tiene el comunismo no hace falta ir a buscarla a Corea del Norte -una dictadura hereditaria vertical- o Cuba -una dictadura hereditaria horizontal-, sino en la afanosa búsqueda de perpetuarse en el poder que vemos en los políticos locales que practican esa religión del siglo XX. Cuando ven que su barco va a naufragar, a veces incluso cuando intuyen que la periódica purga se va a cobrar sus cabezas, emigran a otro caladero: como Diego López Garrido, Cristina Almeida y el personaje que nos ocupa, nueva Ministra de Medio Ambiente, que vuelve a tener cartera independiente después de la depuración de Narbona ordenada por las grandes constructoras. Me pregunto si ZP habrá reparado en que su paridad  está convirtiendo a determinados Ministerios en femeninos (la primera Ministra del ramo fue Isabel Tocino), pero no creo que le importe: lo importante es sacar la estadística de la paridad.

Corbacho, del que ya se había anunciado que iría en las listas del PSC en las elecciones de noviembre a la Generalitat -fue durante muchos años alcalde de Hospitalet, el segundo municipio más populoso de Cataluña-, vuelve a la política local en la que siempre demostró ser un buen gestor, al contrario que en la cartera de trabajo ocupada en los últimos dos años. A pesar de que una locutora de rancia derecha se dedicaba desde su posición de interina a preguntarle todos los días ¿Que ha hecho usted hoy para solucionar el problema del paro, Sr. Corbacho?, en una idea copiada de la política americana -y cuando lo trajo al programa no atinó a encajarle una pregunta con fundamento-, este ex-Ministro de Trabajo le ha tocado lidiar con las peculiaridades del mercado laboral español.

Sí, ese que cuando la economía va bien crea más empleo que ningún otro socio europeo, y que cuando va mal destruye en la misma proporción. Eso no lo va a cambiar él ni el que le sustituya, el problema del paro está radicado en España por la cultura de la subvención y el derecho a la paga "porque ya he cotizado los añitos para que me den dos de paro". Estamos hablando de un país que en la mejor coyuntura económica de su historia mantenía una masa constante de dos millones de parados -mientras importaba mano de obra extranjera a expuertas, porque mi hijo licenciado no se va a poner a servir copas- y ahora tiene cuatro, lo que puede ser visto como el doble, o como dos millones añadidos a los dos millones estructurales.

A Corbacho lo sustituye Valeriano Gómez, que ya fue Secretario General de Empleo en la época de Jesús Caldera, cuando Solbes y el salmantino se dejaron llevar por la ola de bonanza inmobiliaria sin intentar poner amortiguadores para su previsible caída. Ahora se encontrará un panorama totalmente diferente, pero hay que reconocer que ha tenido los arrestos de asumir una cartera muy difícil en una situación extremadamente preocupante: mejor no les cuento el volumen de millones que se traga cada mes el pago del paro, y lo poco viable que resulta a medio plazo. Como viene de la UGT, al menos hablará en los mismos términos que Méndez y Toxo (¿los han visto desde la ridiculez de huelga general?). Han puesto a uno de los suyos al frente de trabajo, una reivindicación histórica de los sindicatos cuando la izquierda está en el poder. A ver que sale de esto: atentos a los planes de empleo para ocupar a parados en desbrozar jardines.

A De la Vega, de la que en los últimos tiempos se habían filtrado graves desavenencias y autoritarismos desde su posición de Vicepresidenta Primera y Ministra de Presidencia, le sustituye en este ultimo Ministerio Ramón Jauregui, un socialista moderado en la tradición de Besteiro y Manuel Marín, que había sido desterrado al Parlamento Europeo. Es, de largo, el mejor nombramiento de esta macrocrisis de Gobierno. No parece haber nadie más indicado que este vasco para lidiar con el caudal de noticias negativas y la preparación de las generales de 2012.

Y el peor nombramiento, también de largo, es el de Rubalcaba como Vicepresidente Primero. El sagaz cántabro había iniciado una política obsesiva de imagen para presentarse como una alternativa válida (lo último ha sido una reunión con toreros), consistente en aparecer todos los días en las noticias, bien sea por el tráfico, por un nuevo chaleco, por la ETA, por el maltrato...Así aparecía en las encuestas como el mejor valorado. Recuerden que las encuestas era también lo que estaba detrás de lo de Tomás y Trini, y lo que más preocupa al consejero aúlico de Zapatero, ese Miguel Barroso que viene del mundo de la comunicación.

Rubalcaba ahora tendrá incluso más poder. Qué miedo.

lunes, 18 de octubre de 2010

Alemania es Europa

El pasado 3 de octubre se celebró el 20 aniversario de la reunificación alemana, una de esas fechas redondas que tanto gustan para echar la vista atrás, sacar nuevas cosas y lanzar proyecciones de futuro. A ver que queda para el 50 aniversario, o el primer centenario, pero siempre habrá algo.

Días antes la gran Angela Merkel dijo que todavía tenía tendencia a acumular cosas en su casa como rémora de haber pasado su juventud y parte de su vida adulta bajo el régimen demencial de Erick Honecker. La noticia fue recibida con mucho cariño por la mayor parte de las personas, puesto que en esta política atípica confluyen una serie de cualidades difíciles de encontrar en alguien de su rango: es sincera.

Lo que en la mayor parte de los paises hubiese sido celebrado con un sonoro Muerta de hambre se ha comprendido muy bien en un país como Alemania, donde todavía está viva la generación que sufrió la primera postguerra mundial, antes del fenomenal boom económico. Lo de acumular alimentos no es patrimonio exclusivo de los ossies, sino que es una experiencia vital que pueden atestiguar todos los que vivieron en la primera mitad del siglo XX en Europa. Sí, también Reino Unido y España, donde hubo cartillas de racionamiento hasta 1953.

Que Angela Merkel haya reconocido que todavía conserva la costumbre de comprar más que lo que necesita, no vaya a ser que cuando vuelva al mercado no queden unidades, es otro detalle más que encaja en la atípica biografía política de esta dirigente, hija de un pastor protestante que se mudó a la RDA. Sin embargo, mi preferido es cuando confesó que fue okupa en Berlín Oriental, mucho antes de que llegasen los pijos de los países europeos y los desastrados de los países del sur de Europa. En Berlín Occidental se concentraban los hippies que no querían hacer el servicio militar -estaban exentos en virtud de la peculiaridad de esta isla de libertad durante toda la Guerra Fría- y que se querían beneficiar de las suculentas subvenciones de esa olla a presión que fue la zona ocupada por franceses, ingleses y estadounidenses tras 1945.

En Berlín Oriental era diferente. Los okupas llegaron a finales de los ochenta, poco antes de la caída del régimen demencial que construyó el muro. Se había aflojado la presión policial-represiva y muchos estudiantes se mudaron a las casas abandonadas de los años 20 más próximas a la zona del muro, que habían quedado abandonas. Se trata de Prezlauer Berg, Kolwitz Platz y, en general, todo barrio preexistente a la instauración del comunismo como religión oficial, dejado de cualquier reforma y fantasmal. Más al norte, en Pankow, vivía la nomenklatura de aquel régimen enfermizo.

¿Y por qué se mudaban? Simplemente porque la kafkiana burocracia de la economía de gestión centralizada no iba acorde a los intereses de la población. Angela Merkel obtuvo su doctorado en Física en 1986 y se trasladó a Berlín a trabajar. Como no podía esperar a que el sistema le adjudicase una casa -un plattenbaum en Marzahn, en esos barrios de utopía socialista y anomia colectiva- tuvo que okupar. El régimen hacía la vista gorda ante este fenómeno. Ya ven: una canciller con un pasado okupa. Y que reconoce que acumula alimentos.

No ha sido la única noticia con la que se ha adornado el 20 aniversario de la reunificación. Unas semanas antes Alemania acabó de satisfacer los pagos a los que fue condenada en el Tratado de Versalles. 92 años después. Evidentemente, es una noticia de mucho mayor alcance que las vicisitudes personales de Angela Merkel. Como parte de la muy instalada versión oficial de los hechos alemana, las leoninas condiciones impuestas por el Tratato de Versalles se ven como el principio de todos los males posteriores.

En una sucesión determinista y maniquea, esos pagos 96.000 toneladas de oro (tal cual) fueron vistos como lo que llevó a la hiperinflacción de los años veinte -que lleva hasta la mentalidad de Merkel tamizada por el comunismo-, el ascenso del nazismo, la guerra y todo lo demás. Curiosamente, también Hitler pensaba lo mismo de Versalles, que fue una humillación y cuyo sistema de pagos cruzados hizo que las consecuencias de la crisis de 1929 se propagasen con mayor facilidad, y esto lo pensaba el tantas veces citado en estos tiempos Keynes.

Alemania cierra el pago de ese tratado abusivo -ahí está la ocupación francesa del Rurh en 1923, para cobrarse en especie parte de ese abuso- un periodo de su historia, en un proceso iniciado en 1990. Se puede hacer una historia del Siglo XX, y no sería una historia incompleta, siguiendo la trayectoria de la nación alemana en ese periodo. Y hay una novedad muy importante en esa serie que se inicia en 1914 y concluye en 2010.

Si en aquel año Alemania era una de las potencias mundiales,  y hoy lo sigue siendo en la mayor parte de los parámetros a pesar de dos guerras mundiales perdidas, la división en dos facciones enfrentadas antagónicamente -por mucho que se esforzase Willy Brandt- durante 45 años y de haber llevado el peso económico de la integración europea -lo que en el nazismo se llamaba esfera de coprosperidad- ha sido en gran parte posible a que Alemania ha renunciado a proponer su propio modelo de mundo.

Desde el fenomenal auge de la Prusia de Federico II en el Siglo XVIII hasta bien entrado el Siglo XX había un modo alemán para el mundo. Hoy por hoy está abandonado. Alemania es Europa y ese es su mayor proyecto, abandonando cualquier pretensión nacionalista, que fue precisamente lo que llevó a los dos desastres de 1914 y 1939, con una pretensión abierta de imponer un modelo de sociedad muy concreto. Fracasaron y desde 1990 no existe nada ni pretendidamente parecido, por mucho miedo justificado que tuviese Margaret Tatcher en aquella ocasión. Alemania se realiza a través del marco común europeo, y esa es la mejor noticia de este aniversario.
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A mí me ha parecido un buen análisis y diferente de la situación económica de España, aunque la solución no es viable.
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Y decían que este pobre hombre era mejor que Maleni, que la malagueña se tomaba las críticas muy a pecho y era muy temperamental...El diálogo, con tantos personalismos ("yo he traído", "yo he licitado") es digno de oirse, y me parece raro que no hubiese ningún micrófono en una inauguración pública, con lo que le gusta la propaganda y verse a sí mismo: seguramente pidieron cortésmente las grabaciones a los periodistas para hacerlas desaparecer.
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Un pelotazo: cuando no hay alternativa de transporte, ese tipo de peajes se convierten en una fuente constante de ingresos para empresas en dificultades. Un seguro de ingresos y flujo de caja. Lo que no dice la noticia es que en 2008, cuando Sacyr estaba en serias dificultades por el volumen de su deuda, vendió parte de sus activos, y entre estos estaba la autopista, que ahora reporta ingresos regulares al grupo empresarial del banco Citibank, rescatado con ayudas públicas en EE.UU.
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Orense es un sitio paranormal.

martes, 5 de octubre de 2010

Felicidades Tomás

Por segunda vez la militancia del PSOE, cuando se le da la opción de escoger, ha optado por el candidato no oficialista. Al igual que pasó en 1998 a nivel estatal, cuando Josep Borrell ganó a Joaquín Almunia en las primarias para elegir un candidato a las generales del 2000, el militante de base -y bastante dirigente- ha optado por la opción que salía con desventaja. En el proceso sale reforzado el partido y una pequeña porción de democracia, esa que hace que algún día se pueda soñar con algo que, si no llega a listas abiertas, por lo menos menos rígidas que las actuales.

Hace 12 años el PSOE todavía estaba groggie por la pérdida de 14 años de poder ininterrumpidos, que hubiesen podido ser 15 si no fuese por el boicot de CiU a los presupuestos de 1996, que forzó el adelanto de unas elecciones que se tenían que haber celebrado en 1997. Ese año sisado al electorado de 1993, y regalado a la derecha de una manera lastimosa, se perdió completamente: Felipe González siguió como líder de la oposición en una labor en la que ya no cabía, y acabó dimitiendo.

El Congreso del PSOE eligió a Almunia, veterano del primer Gobierno González en 1982 con la cartera de trabajo, vasco de familia judia, inteligente a un nivel poco visto en la política nacional -ahí está su posterior carrera internacional, donde ahora mismo es Comisario Europeo de Economía, que es algo más que una Comisaría cualquiera- pero con el hálito del continuismo. He olvidado de donde vino la idea de las primarias, pero el caso es que siendo Secretario General de PSOE y apoyado por toda la nomenklatura de la época perdió.

Las bases votaron por Borrell, que tuvo que dimitir al año por un escándalo de corrupción de dos colaboradores estrechos cuando tenía la cartera de Hacienda y al final el candidato acabó siendo Almunia, que obtuvo los peores resultados del PSOE desde las elecciones de 1979 y, en aquella repugnante alianza con la Izquierda Unida demediada del estalinista Francisco Frutos, el mejor resultado de la derecha: una mayoría absoluta que será difícil que pueda volver a repetir en una generación. O dos. O las que sean hasta que se olviden los excesos en los que se incurrió cuando se da todo el poder a determinada gente.

Donde si disfrutan de mayoría absoluta, y no tiene visos de cambiar, es en la Comunidad de Madrid. No tenía porque ser así: en 2003 no lograron la mayoría necesaria (un eufemismo para evitar el término absoluto, que tan malos recuerdos trae) y hubo que recurrir al transfuguismo de Tamayo y Sáez para que se proclamase presidenta Esperanza Aguirre, que después repitió las elecciones para arrasar, al igual que en 2007.

Al margen de los méritos de Esperanza Aguirre, que los tiene y no en escasa cuantía, y un electorado fiel y que la venera como una santa laica, gran parte de su rodillo electoral se debe al tristísimo espectáculo que, elección tras elección ofrece el PSOE madrileño. En 1999 presentaron como candidatos a Fernando Morán para la alcaldía y a Cristina Almeida a la Comunidad, el primero un cadáver político y virtualmente físico, y la segunda la típica pizpireta del Partido Comunista que, oliendo que por ahí no iban a crecer los laureles, se pira al PSOE, como López Garrido o Rosa Aguilar. En 2003 fue el turno de Simancas para la C.M, con el resultado conculcado por una sucia maniobra Made in Calabria, y de Trinidad Jiménez para la alcaldía, donde se enfrentaba a su primo Gallardón.

Perdió, claro. De esa campaña sólo se recuerda su chupa de cuero, su poco pulido acento andaluz -no como ahora-, que es digno de todo respeto pero casa mal con la realidad sociológica madrileña, y que la botarate sólo estuvo una temporadita en la oposición, porque en cuanto el PSOE ganó las generales de 2004 y se hubo asentado en el ejercido del poder, fue llamada a rebato por su gurú Zapatero, que la colocó en la Secretaría de Estado para Iberoamérica -su formación es en Relaciones Internacionales, aunque no se le conoce fluidez con los idiomas- donde dejó una frase para la historia: "la prioridad de España es América". 30 años para entrar en lo que entonces se llamaba el Mercado Común y viene esta a decir que lo que importa está al otro lado del Atlántico. En fin.

Quédense con el síntoma: a cada cita electoral, un candidato nuevo. En 2007 repitió Simancas para la Comunidad, y Zapatero designó a dedo para la Alcaldía a su consejero y amiguete Miguel Sebastián, sin ninguna experiencia en estas lides. Ambos empeoraron los resultados de 2003. En todo este periplo el PSOE en Madrid ha ido sin rumbo, dándose cabezazos y sin contar para nada. Para las elecciones de 2011 de nuevo el dedazo de Zapatero dispuso: al melifluo y prácticamente siciliano Lissavetzky para la Alcaldía, a pesar de que en los últimos seis años ha sido presidente del Consejo Superior de Deportes. ¿Su mérito? Que aparece mucho en la tele asociado al éxito, y eso para Miguel Barroso, el Rasputín de la Moncloa que toma las decisiones de este tipo, es más que suficiente.

¿Y para la Comunidad? Pues Zapatero pensó en su amiga Trini, la de la chupa de cuero. La que mostró su compromiso con los madrileños durando un año en la oposición para después pirarse a dar viajecitos a América, estár en la cumbre del por qué no te callas y sonreir mucho. Como es fotogénica y mujer, se podrá enfrentar a Esperanza Aguirre, pensó Barroso o cualquier otro idiota de los que aconsejan al Secretario General del Partido. ¿Qué pasaba entonces con el que había sido el líder del PSOE madrileño en la ingrata tarea de oposición al poder omnívodo de Esperanza Aguirre?

Tomás Goméz ganó las elecciones de su pueblo con el mayor refrendo entre los municipios de más de 50.000 habitantes en España. Nada menos que el 70% de Parla, una ciudad-dormitorio en la periferia sur de Madrid, votó por este político nacido en Holanda en 1968 -como tantos otros hijos de la emigración económica española, esa que no sale en Españoles por el Mundo- y que había convertido su desapacible pueblo en una pequeña ciudad con servicios entre pintorescos o sencillamente inimaginables no mucho tiempo ha: un tranvía de dudosa utilidad, pero que refuerza la autoestima; una playa de agua salada, para los que no se pueden ir de vacaciones al mar; y algo que desconocemos, pero que hizo que le votase el 70% del electorado. Un respeto, pues.

Como en el depauperado PSM no había nada -tras la dimisión de Simancas se nombró una Comisión Gestora con Cristina Narbona al frente- fue el propio Zapatero el que pidió a Tomás Gómez que se hiciese cargo del partido a nivel regional. Al principio no quería y acabó cediendo, para que, tres años después, venga el mismo que le rogó que ocupase el puesto, a dárselo a dedo a la boca llena de dientes de Trinidad Jiménez. Se rebeló.

Fue este verano y fue un teatrillo bien montado. Sirvió para llenar los anoréxicos periódicos y titulares de agosto, y así presentar al gran público a Tomás Gómez, bastante desconocido hasta entonces. Zapatero llamó hasta en dos ocasiones al parleño para convencerle de que renunciase a su pulso para optar a la presidencia de la C.M ante la candidata oficialista, y en las dos ocasiones mandó a tomar churros al de León. Pues habrá primarias, decretó. Pues muy bien, y ese es un gesto que le honra.

Al principio se mostró abiertamente a favor de Trinidad, pero después le dijeron que cabía la remota posibilidad de que perdiese y entonces se asociase la figura de la derrota a la del Presidente que la había apoyado. Intentó ser equidistinte, pero sus dos perrillos que intentan puentearle para optar a la Presidencia por si acaso pasa algo le hicieron la pelota de la mejor manera que se puede hacer la pelota a un líder mesiánico ("veo a Trini como candidata", "veo la salida de la crisis", "veo una España con pleno empleo"): acosando y zancadilleando a Tomás Gómez.

Estos dos siniestros personajes son José Blanco y Rubalcaba. El primero no ha dejado de ejercer como secretario de organización del partido (a Leire la tienen apartada, cada vez que salía era una sangría de votos: la tienen para leer comunicados al pie de la letra y que no se salga del guión, que sube el pan), que es el puesto que le mola, y más ahora que ya no tiene os cartos para gastar en maquetas de Ibertrén, algo tan freudiano como que su padre era empleado raso de Renfe en la Galicia muy, muy, muy rural, la del interior de Lugo. Imaginénse el panorama: ¿dónde va ese Tomás Gómez desafiando al Amado Líder? ¡Traidor! Con Rubalcaba lo mismo, amenazando veladamente al joven madrileño.

Peor aún ha sido la actitud de algunos medios, especialmente la Cadena SER. Este órgano de propaganda e intoxicación ya dio buenas muestras de su calaña cuando en la campaña de 2007 se cebó con el candidato Sebastián por sacar una foto de Monserrat Corulla en pleno debate electoral con Gallardón. Esta Montserrat está ahora mismo siendo juzgada por la Operación Malaya, pero por la época previa a las elecciones intimaba con Faraón Gallardón para recalificar un jugosísimo solar en pleno centro en un hotel de cinco estrellas. ¿Se creen que la SER investigó algo de eso? Qué va, se dedico a insultar a Sebastíán por "ensuciar la campaña" (¿?) y cosas que harían entumecer a un lector de La Razón.

Estamos hablando de la misma Cadena SER que se enorgullece de ser un medio de investigación, ataque y denuncia, que paradójicamente (o no tanto) jamás ha dicho nada de a qué se dedican actualmente Tamayo y Saez, si viven en un chalet o conducen un deportivo. Creo que sería francamente interesante para su audiencia, pero no lo hacen. Les gusta hablar de espías en la Comunidad de Madrid, cosas de Sanidad, lo mala-malísima que es Esperanza Aguirre, pero no de lo otro.

Con Tomás Gómez han hecho lo mismo. Se han dedicado a minusvalorarle y reírse, y al mismo tiempo entrevistar a SuperTrini que, por si no lo sabían, es supersimpática e ideal. Pues toma, ¡zas! en toda la cara: Tomás Gómez ha ganado las primarias del PSOE madrileño contra todos los medios y todo el aparato, y será el candidato a la presidencia de la Comunidad. Indudablemente no podrá ganar a Esperanza Aguirre, pero seguro que hará un papel muy digno y el elector que vote al PSOE no se sentirá estafado, porque será un tipo de aquí, que ha luchado por Madrid en estos años de hégira de derecha castellana rancia y bituminosa, y por una cosa muy esquiva en política: se lo ha ganado en las urnas. Muy pocos pueden decir eso.