Prolongar el conflicto lo máximo posible y así lograr el esperado colapso del régimen ruso, vía sanciones económicas. Ese parece ser la consigna, mostrada sin disimulo alguno, de lo que antes se conocía como Occidente, haciendo un cálculo despreciable de las peligrosísimas derivaciones que podría tener algo así: al igual que a George Bush II le sucedió Trump, nada garantiza que el siguiente candidato republicano no vaya a ser alguien aún más ultra, y no faltan los aspirantes.
Con la Rusia de Putin también puede ser así. Esas teorías de "golpes palaciegos" o ese irresponsable fomento a un alzamiento por parte de impresentables como el antiguo embajador de Obama en Moscú -¿tendría el mismo mérito que el millonario homosexual sin experiencia diplomática que colocó en Madrid?- forman parte de esa mentalidad hollywoodiense que impregna tantas capas de la sociedad, porque al final es la realidad la que se adapta a la ficción, y no al revés, como esos mafiosos de verdad que imitan a Tony Montana.
Establecidas las gravísimas sanciones económicas al país agresor, la espiral no se ha detenido y estamos en plena campaña de rusofobia que no tiene parangón en nuestras democracias desde el macartismo o el franquismo. Se vetan actos de músicos rusos, se suspenden cursos universitarios sobre Tolstoi e incluso se interrumpe con boato la colaboración académica y científica con Rusia, que sigue siendo una potencia mundial en áreas clave del conocimiento, y no estoy hablando de armas. Se prohíbe la actividad en Europa de canales de comunicación rusos, e incluso se borra cualquier rastro pasado en buscadores como Google.
¿Tiene esto algún resultado táctico en el campo de combate? Absolutamente ninguno. Entonces, ¿por qué se hace? Pues para intentar ejecutar un golpe desde dentro de Rusia, que gente ajena a los frentes -y que en ningún caso tomaría partido dado su perfil profesional- empiece a instigar y plantearse el régimen de Putin, al que en todo caso deben todo lo que son, como es el caso de los millonarios enriquecidos a través de los monopolios estatales supuestamente privatizados.
Soy bastante escéptico con estas medidas, que en todo caso desacreditan nuestro orgulloso referente de espacio de libertades que tanto se vende. En una semana se han cruzado líneas rojas -disculpen la metáfora gastada- que jamás se deberían haber tocado, porque nos venden tanto eso de que Rusia quería una guerra relámpago, que son incapaces de asumir que ellos (nosotros) también quieren un colapso rápido, usando cualquier tipo de treta.
Como ese colapso deseado no se está produciendo, y hay voces autorizadas que afirman que no se tiene por qué producir, vamos camino de un desastre aún mayor que la irremediable pérdida de vidas y de bienes materiales que se fomenta al suministrar armas sin fin a los invadidos. Por cierto, Rusia ya ha anunciado que no aplicará la Convención de Ginebra a cualquier extranjero (por tanto, mercenario) al que capture en Ucrania, bien sea combatiendo o transportando esas armas con las que se engola Borrell.
¿Incluye eso ataques aéreos? Por supuesto, y por eso está desplegada esta fuerza de combate aéreo en Bielorrusia, en la zona más próxima a la frontera UE con Polonia, Eslovaquia, Hungria y Rumanía. El riesgo de escalada es evidente, porque por nuestro bando nos presentarán a los transportistas de armas como héroes masacrados por Rusia, y a ver qué tal digiere nuestra siempre sensible opinión pública estas noticias; o, visto por el otro lado, a ver qué tal se toman en Moscú que sus aviones sean derribados por tropas extranjeras sin uniforme y pertrechadas con modernos misiles antiaéreos.
Sin embargo, hoy por hoy, no creo que la nada deseable escalada se produzca por vía militar. Los mayores riesgos, y los mayores esfuerzos de los últimos días, van por otro camino:Son abundantes los indicios y actuaciones que se están haciendo, a marchas forzadas, para cortar la compra y suministro de hidrocarburos rusos por parte de Europa.
En las primeras medidas de sanción económica a Rusia se excluyó de manera deliberada y exhaustiva cualquier producto energético, incluyendo en la detallada lista incluso la madera. El flujo constante de estos productos no es fácilmente sustituible, y son absolutamente necesarios para el funcionamiento de las economías europeas y, en menor medida, de EE.UU -que importa del orden de 600.000 barriles de petróleo/día de Rusia-, y más cuando otros países productores no están tomando partido con los "buenos".
Es el caso de Arabia Saudí, el auténtico swing producer petrolero -el único país del mundo, junto con Rusia, que tiene capacidad para incrementar su producción- y que está siendo muy beneficiada con los altos precios del petróleo de estos días, que no ha conseguido bajar ni siquiera la activación de las reservas petroleras internacionales. El petróleo de los principales crudos de referencia, en especial el Brent, se cotiza a 120€ el barril, y en los principales mercados europeos el litro de gasolina se acerca a los 2€, una situación insostenible incluso a corto plazo.
Al parecer, ha sido Putin el que ha advertido a la dictadura saudí sobre los riegos de "politizar la energía", del mismo modo que nuestras ejemplares democracias ha politizado la cultura, la educación, la ciencia y el arte, porque parece que todo suma en la demente aspiración de derrocar al mandatario ruso por una implosión. En maniobras paralelas, está a punto de alcanzarse el acuerdo nuclear con Irán, que permitiría al país árabe volver a vender petroleo en el mercado libre, mucho más rediticio que sus mercados de contrato fijo con Japón -poco se habla de esto-, China y la India. Era un acuerdo que llevaba encallado desde las salvajes sanciones económicas impuestas por Trump -exclusión del SWIFT incluída- y que ahora se ha encarrilado rápidamente. También se ha sondeado a Venezuela, que sufre sanciones parecidas pero más leves, para ver si puede incrementar su producción puntualmente, algo que no es muy realista.
Son sondeos para ver si, interrumpiendo el flujo de 4 millones de barriles/día que Rusia pone en el mercado -los otros 5 millones de producción se quedan en consumo interno- la economía mundial no se vería paralizada. Están yendo muy rápido, y las presiones deben ser terribles para incoporarse a este nuevo consenso. En Europa se ve bien, especialmente por el gas. La inmensa mayoría de las exportaciones de gas ruso son por gasoducto, y ya se ha tratado el tema del interés particular y obsesivo de la administración de EE.UU para que NordStream II nunca entrase en funcionamiento.
Tras lograr ese importante objetivo a pocos meses de su entrada en funcionamiento, ahora la Unión Europa, se supone que por iniciativa propia y sin recibir indicaciones de nadie, se encamina a sustituir el consumo de gas ruso a medio plazo, acortando plazos de una manera mágica. Es por eso que ayer estuvo por Madrid la presidenta de la Comisión. ¿Cómo? ¿"Europa en guerra" y la máxima mandataria de lo que identificamos como poder ejecutivo europeo encuentra tiempo para venir a un país sureño que no depende del gas ruso, y alejado 4000 km. de la zona de conflicto?
Pues sí, porque ha venido con una misión nada oculta. Fomentar la industria española de renovables -gran noticia para los accionistas de Iberdrola, y quizás también para Sánchez Galán en sus problemas judiciales con Villarejo- y aprovechar sus seis infrautilizadas plantas de LNG, construidas sin planificación alguna y sin interconexión con la red europea. En el caso de la regasificadora de Gijón, construida hace 12 años sin haber entrado jamás en funcionamiento, y ni siquiera conectada a la red nacional..
Residuos de los Años del Despilfarro, ruinas en pie de la tradicional mala planificación estratégica de nuestro país, que ahora y por culpa de la geopolítica, del Gran Juego en el que participamos en calidad de palanganeros, van a quedar como monumentos de nuestra contribución solidaria a Europa. Basta ver las sonrisas mutuas que se prodigaron Von der Layen y Pdr Snchz, mientras en Ucrania una guerra prolongada artificialmente seguía avanzando, con la ayuda decisiva de los países de la Unión Europea armando a civiles e incluso a niños. Por cierto, ¿saben quien tiene capacidad para exportar gas en formato LNG y no tenía mercados activos para todas sus reservas recientemente descubiertas? Si, EE.UU.
Vendrán tiempos muy malos. No quiero ser agorero, pero hay muchas más razones para hacer acopio de bienes ahora que con el coronavirus. Lo primero, por un motivo evidente: todo, todo, todo va a subir de precio en un plazo muy corto. Todo. Lo que compres ahora a 1´60€ costará en el plazo de unas semanas una cifra porcentual dos dígitos mayor, y no será únicamente el aceite de girasol que ya están racionando, y que en todo caso es un producto intermedio de cara al producto final en otros productos que usan grasas vegetales.
Y lo segundo, menos evidente incluso para los responsables europeos, es que interrumpir el flujo mutuo de intercambio de hidrocarburos por dinero con Rusia, el mayor rubro de su economía, implica asfixiar totalmente un país, sin saber cómo va a reaccionar. El embargo total de productos energéticos se ha aplicado varias veces en la Historia, con resultados funestos.
La Sociedad de las Naciones lo aplicó a Italia en 1936, con motivo de la guerra de agresión a Abisinia. Italia, que hasta entonces veía con recelo a la Alemania nazi y con la que solo compartía la misión de combatir el comunismo -lo sufrimos en España- se acercó al régimen de Hitler, mientras seguía procurándose petróleo de EE.UU; el embargo petrolero y de fondos (¿les suena?) de EE.UU a Japón como castigo por sus guerras de agresión en el sudeste asiático empujó al régimen militarista al ataque de Pearl Harbour, con las consecuencias conocidas por todos.
Muy bien. Pero en ambos casos ninguno de los países sancionados era productor de petróleo. En aquel mundo pasado EE.UU producía el 50% del petróleo mundial. Aquí estamos en una situación mucho más perversa, que es la de un país al que se han aplicado unas sanciones económicas sin precedentes y que tendrán consecuencias a muy largo plazo (¿de qué servirá a otros regímenes autocráticos tener reservas extranjeras, si te las van a congelar cuando quieran? Ojo a las derivas autárquicas) se le va a aplicar una definitiva: cortar de raíz su mayor fuente de ingresos, una vez cortadas todas las demás, equivalente económico a dejar morir de hambre a todo el país.
Llegados a este punto, y dado que no parece viable el fantasioso sueño de un golpe interno contra Putin y su círculo interno, que cada uno sea responsable de las gravísimas consecuencias que pueda tener un país como Rusia acorralado y puesto de rodillas, especialmente con el recuerdo vivo de que ya se vieron así en los años 90 del siglo pasado. Esa situación engendró a Putin, y cuidado con el que pueda venir después, al igual que pasó con el partido republicano después de Bush II.