A esta no le puso la mesa grande, no |
Vienen tiempos durísimos. No voy a abrumar con cifras macroeconómicas y microeconómicas. Los que tengan alguna empresa o negocio ya lo estarán viendo, y los asalariados lo van a ver muy rápidamente cuando su poder adquisitivo se vea reducido en cifras de dos dígitos, por el efecto tenaza de la subida de la energía ampliamente entendida, y de la inflación. De ahí viene la urgencia con la que Pdr Snchz, en la misma sesión parlamentaria, anunció un Pacto de Rentas.
Forma parte del neolenguaje orwelliano, similar a ese Fondo para la Paz con el que la UE está armando al Ejército ucraniano, con armas encargadas hace un año. ¿Qué es un Pacto de Rentas? Pues la nueva versión de la moderación salarial, término-tótem de las economías que no compiten en productividad, y si en salarios bajos. Como la nuestra.
Para poner el adecuado contexto, sepan que el 22 de enero el mismo gobierno anunciaba, con el tradicional boato de estas ocasiones ("nuestros mayores", "dignidad", "dignificación" etc) otro nuevo aumento de las pensiones, a añadir al aumento automático que se hace todos los años usando como referencia el IPC medio de diciembre a noviembre del ejercicio anterior.
Una locura en un país en el que un jubilado ya cobra más que un joven, y el concepto joven aquí es extremadamente amplio. Por decreto, porque sí, los que ya no producen cobran más y más, a sumar a otras prebendas de las que no disfrutan los que si están en edad de trabajar, como transporte público gratuito en muchas ciudades de España.
Ahora ha llegado de sopetón el brutal shock económico por la guerra de Ucrania y la insensata escalada de sanciones económicas mutuas, que se une a la escalada de la inflación ya en marcha antes del conflicto (IPC intermensual de febrero: 7´4%, subyacente del 3%), y en España con todos esos convenios colectivos vinculados al IPC, y el ya comentado caso de las pensiones.
De ahí viene la urgencia del Pacto de Rentas, del que no se ha concretado nada ("es como el título de una película sin saber el argumento", ha dicho Garamendi de la CEOE), pero del que hasta más holgazán se dará cuenta que consistiría en congelar las subidas salariales por decreto y sin estar vinculadas a un aumento de la productividad o la actividad, mientras que los beneficios empresariales serán mucho más laxamente regulados, como se está viendo en las empresas eléctricas, al margen de sus beneficios caídos del cielo.
Por la rapidez con la que está yendo todo -ayer el mermado Borrell ya pidió apagar las luces y bajar la calefacción, para recochineo general: si se hace, será por su precio-, y la franca intención de uno de los bandos de la guerra en armar a los ucranianos para una conflicto largo y destructivo, es razonable pensar que la situación va a desembocar en auténticos polvorines de consecuencias imprevisibles.
Mano de obra para la vendimia |
La propaganda que sufrimos nos dice constantemente que en Rusia va a haber un colapso, que no van a aguantar las presiones y que terminarán abandonando su plan de conquista por la presión popular. Independientemente de que eso pueda llegar a pasar, Putin no tiene por delante unas elecciones y, si las tuviese, tampoco creo que las fuese a perder: por haber eliminado a la oposición, y porque está en guerra. En el resto de Europa sí tenemos elecciones, que es donde se cambian Gobiernos.
Todos los teóricos del colapso ruso por las sanciones económicas dan por seguro que el bloque europeo pasará más o menos indemne sobre las ascuas de la crisis económica, y la Historia nos demuestra que no tiene porque ser así. Aquí el voto todavía quita y pone y Gobiernos, incluso en tiempos de guerra. Las potencias que se metieron de lleno en la I G.M entraron victoriosas y con ganas de guerra -manifestaciones de cientos de miles de personas celebrando la declaración de hostilidades- y, años después, poco quedaba de eso.
No ya el conocido golpe bolchevique de 1917, es que después vino el colapso del sistema austro-húngaro, el del II Reich alemán e, incluso entre las potencias vencedoras, los laboristas ganaron sus primeras elecciones al inicio de la siguiente década, en gran parte como consecuencia de las penurias provocadas por la guerra. A usted le puede parecer lejano todo eso, igual que le parecía lejana la gripe española de 1918, básicamente porque han pasado cinco generaciones y se ha perdido la memoria de las cosas que pasaron, igual que en Europa se ha perdido la memoria de la guerra. Está todo más cerca de lo que parece.
Son esas mismas clases medias que van a padecer lo más crudo de la guerra económica desatada, y son las mismas que votan. Que quitan y ponen gobiernos, al menos en esta parte del mundo. Gente que se considera "clase media" -hay un sesgo a autoubicarse en ese segmento, nadie se define como "pobre"- aunque tenga problemas para llegar a fin de mes y pague la hipoteca porque está alquilando otra casa más pequeña que compró años antes, entrampándose de manera arriesgada. Clase media de esa, la más abundante en España.
Es la misma que ya está padeciendo que los 50€ en combustible ya no dan para tirar toda la semana, y lo que está por venir ahora mismo. Ya. Esa misma clase media va a ver que esto en lo que nos hemos metido de cabeza no se va a ir rápidamente, y que la situación se va prolongar durante más tiempo del que pueda soportar la poca elasticidad de la mayoría de las economías familiares. Se está creando un campo de cultivo ideal para soluciones populistas, tanto a la izquierda como a la derecha, y aquí tienen posibilidades de triunfar. No en Rusia, no: aquí. Aquí se vota, allí se hace un simulacro.
Por aquí no entiendo únicamente España, que en todo caso celebra su ciclo electoral dentro de año y medio. El mayor problema reside en Francia, que celebra elecciones presidenciales en poco más de un mes, y quizás ahora se entienda, además de por su constumbre histórica, que las grandes empresas del país no se hayan retirado de Rusia. Francia, el mismo país de los chalecos amarillos, básicamente una revuelta por la subida del precio del combustible, ¡en los precios de 2018!.
Pagliaccio, Buffone |
Va a ser interesante ver lo que suceda; si, como suele pasar en los primeros tiempos de una guerra, todo se aglutina en torno a un líder, o bien, como nuestros sistemas permiten, se produce una alternancia, que en el caso de Francia sería hacia Marie Le Pen, la candidata ultra que busca llegar a acuerdos con Putin -les une una misma sintonía- y ofrecer medidas sencillas para asuntos complejos, la definición más operativa de lo que viene siendo el populismo.
El próximo mes nos jugamos muchas cosas al otro lado de los Pirineos. Es básicamente un refrendo sobre lo que opina la nación de la guerra económica, cuyas consecuencias estamos sufriendo todos, en la que nos han embarcado los dirigentes europeos. Y mucha atención con las consecuencias, porque lo de "vienen tiempos duros" en principio va referido a lo económico, pero es perfectamente extrapolable a lo político. De hecho, lo primero tiene consecuencias en lo segundo, y lo vamos a ver dentro de nada.
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Fascinante hilo, lleno de referencias de valor, sobre cómo se ha llegado a la guerra en Ucrania y quien tiene la culpa. Este otro sobre la ayuda militar de EE.UU a Ucrania también es muy interesante.
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Este reportaje -malo, sentimentaloide, lleno de detalles innecesarios y repugnantes, como describir de rosa la vida del periodista- seguramente no se hubiese publicado, pero hete aquí que implica a una compañía minera rusa -más suiza que rusa- y ¡tachán!, ahora mismo va camino del éxito mundial.
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Curiosa historia donde un grupo de australopitecus se dedica a hacer este tipo de cosas, y donde el juez no quiere establecer dónde consiguieron el número de teléfono. Curioso, eh. ¿Quien podría tener el número de teléfono de esta mujer? ¿Quien hace ese tipo de exhabruptos de manera habitual?