Ocho muertos en cinco días en las cárceles españolas, ese país "equiparable a los de su entorno". Ocho muertos de personas tuteladas por el Estado, incapaz de evitar que siete de ellos muriesen por sobredosis de pastillas proporcionadas por ese mismo Estado. El drama carcelario de España, que por una vez salta a los titulares tipo B de los medios de propaganda.
Porque ocho muertos cantan mucho. En número, y en circunstancias. En 2017 murieron 147 reclusos, y solo la mitad por causas naturales. En 2018 las cifras empeoraron, hasta nada menos que 210 muertos mientras cumplían condena en la cárcel o en un centro hospitalario, un 30% más, un porcentaje perfectamente compatible con un país que presume de ser líder mundial en democracia, o en transplantes de órganos.
Si han tenido la delicadeza de pinchar en los enlaces, habrán observado que ambos datos han sido facilitados por Instituciones Penitencias a preguntas parlamentarias de Jon Iñatirru, el representante público que algunos llaman batasuno y que es de los que más se ganan su sueldo en base a hechos concretos.
Evidentemente, ningún congresista o senador del bipartidismo o de los nuevos partidos -y qué viejos son ya algunos- va a interesarse por el tema, preocupados como están de poner banderas, de ampliar derechos a minorías dentro de las minorías -derechos de los que ya disfrutan-, o de hacer más purgas en su partido. ¿Por qué van a interesarse por el denigrante drama de las muertes carcelarias, si nadie lo ve?
Precisamente por eso mismo se dan casos como el ya comentado hace dos años por aquí, el del hasta tres veces dado por muerto, y donde están las claves de este deriva. En contra de lo que dicen los sindicatos -sindicatos de funcionarios- sectoriales, no es por falta de dotación de medios, porque hace falta ser sinvergüenza para en casos tan evidentes sacar la murga de que hay que dar más plazas o máquinas de rayos X.
¿Cómo se puede ser tan vil, cuando se dan casos de muertos bajo custodia del Estado a los que no se practica la autopsia, o que mueren seis días antes de que se comunique su deceso a la familia? Pues se puede, porque al parecer la causa está en que la plantilla de médicos carcelarios está envejecida, o no se cubren las plazas disponibles.
Será que eso es lo que justifica que hasta tres facultativos certificasen la muerte de un paciente vivo. Tres, uno detrás de otro y pisoteando el informe anterior del compañero, por no decir fusilando. Pero da igual que medio o noticia se busque, todas acaban diciendo que faltan medios humanos, e incluso gran parte de los informes extraoficiales sobre el drama carcelario los hacen los propios trabajadores de instituciones penitenciarias, para acabar metiendo la cuñita de "queremos más".
Ninguna autocrítica, por supuesto. Esto es España. ¿A qué quieres que te gane?
Pues a un puente con ocho fiambres carcelarios. ¿Es casualidad que este pico de decesos coincida con uno de los periodos vacacionales más deseados por los trabajadores? Por supuesto que no, igual que los peores accidentes de aviación o de tren -un saludo al Alvia que llegaba a Santiago el día homónimo- coincidan casualmente con el inicio, el fin o el transcurso de fechas señeras del calendario.
Vaya de entrada que en este país un puente no se lo salta ni Dios. Porque tengo derecho. Eso incluye a trabajadores de sectores críticos, como sabe cualquier que haya tenido que estar ingresado en un hospital por una dolencia leve, y que sabe perfectamente que no va a ver el alta hasta pasado el puente porque el facultativo que lleva el caso no va a aparecer por ahí. En cuatro días. O en cinco.
Y qué decir de esos buses o metros que circulan un sábado con horario de festivo o, en el peor de los casos -cuando el puente es puente de verdad, o sea, cuando un día laborable se queda ensandwichado entre dos festivos- donde todos los días pasan a ser automáticamente de horario festivo. ¡Qué les voy a contar de esos buses urbanos que tienen previsto circular ese día a primera hora, y te tiras media hora en la parada, y ni se ha visto ninguno de los servicios programados!
O esas piscinas cubiertas de poblachones, que se dotaron de ese equipamiento imprescindible como medida de reconversión y de fijar población, pero que casualmente cierran durante un mes en Navidad porque no va a haber usuarios, cuando lo que realmente pasa es que hay gente que no va a trabajar. O museos. O bibliotecas. Siempre en puentes o periodos vacacionales señalados. ¿Denuncia el sindicato sectorial cuando pasa eso? Noooo, porque hay que defender al trabajador. Y seguro que conocen ejemplos similares y de muchos otros sectores.
Pues eso mismo pasa en las cárceles, que por eso están gestionadas por funcionarios. Y son tan funcionarios los tres forenses que certifican muertes inexistentes como los celadores y los que dispensan los medicamentos, y en esto último me quiero detener.
Ante el leve revuelo ante los ocho fiambres en cinco días, los medios de propaganda del Estado ya nos han dado la pildorita azul para encontrar una explicación: siete de los decesos han sido por sobredosis de barbitúricos, donde por una parte se escurre el bulto de cómo entra tanta droga en una cárcel (¡se han muerto por una droga legal! ¡las cárceles funcionan! ¡No pueden salir y tampoco puede entrar nada!) y por otra se plantea otra pregunta.
¿Sobredosis de barbitúricos? ¿A cuanta dosis tienen acceso? Pues resulta que "al no disponer de personal suficiente para
trabajar los días de fiesta, los reclusos reciben el tratamiento para
varios días, lo que multiplica el riesgo de sobredosis", una situación que ya se da normalmente los fines de semana -el viernes se da la medicación para el sábado y el domingo-, y que se multiplica en los puentes, aunque esto no se diga explícitamente.
Recuerden que un funcionario de prisiones trabaja una semana y descansa otra -un motivo poderoso que lleva a muchos a opositar para ser carcelero-, pero ahora resulta que no es suficiente con esa prebenda laboral y tampoco se salta un puente, que para eso es español y yo me he sacado una oposición. Ha habido ocho muertes en el sistema carcelario español porque ha habido un puente de cuatro días. El jueves pasaron la ración de barbitúricos para el viernes -41º aniversario de Con la Que Todos Nos Hemos Dotado-, el sábado, el domingo -Inmaculada Concepción, el dogma católico más estúpido junto con la infabilidad del Papa- y el lunes, festivo por la Gracia de Dios porque los festivos que caigan en festivo se pasan automáticamente al día siguiente.
Y da igual que se trabaje en sectores críticos como Policía, bomberos, médicos o carceleros. Estaría bien un estudio sobre cómo estos otros sectores también tienen un efecto puente, al mismo tiempo que son conocidos históricamente por pedir equiparación salarial ya, más medios y plazas, y más especialistas. Pero no pasará, porque los puentes también son sagrados para los que deberían investigar el asunto.
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Galicia es esto: medio Gobierno del tercer mandato de Feijoo ya tenía cargos públicos con Fraga, que lo dejó en 2005..... Renovación es una palabra que no existe en gallego. Como tantas otras, por otra parte.
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Fardos de hachís flotando en Murcia. Seguro que no indica un tráfico constante y es un hecho puntual.
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Increíble historia:
una mujer estuvo grabando en casettes de vídeo toda la programación
televisiva americana desde 1979. Había sido archivista, era comunista, y
millonaria gracias a haber comprado acciones de Apple en sus orígenes.
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Fantástico artículo de Art Spiegelman sobre el origen de los comics de superhéroes.
8 comentarios:
Que bueno leerte Sergio, sorpresa al entrar a este blog y ver que hay entradas nuevas. A ver si vuelves a Twitter. Un saludo.
Luego están los politoxicómanos que salen de permiso el día de semana y vuelven a formación de lunes a las 9:00,tan hasta el culo de mierda, que mueren esa misma tarde.
No se pierde nada.
Gracias por vuestros comentarios. Miguel: estoy bien sin Twitter, gracias. Anónimo: las estadísticas carcelarias dicen que la mayoría de los decesos son en fin de semana. Yo también opino que se pierde poca cosa, hasta que pienso en el trato carcelario que le han dado a Zaplana -se iba a morir hace un año, y le dieron el permiso justo antes de Navidad, casualidad- o a Urdangarin, o a los presos políticos, y me hierve la sangre.
A Jose Ignacio de Juana Chaos no le ha ido mal tampoco.
Imagino que "Maus" entra en tu panteón del cómic.
Cuáles son tus favoritos?
Gracias.
De Juana cumplió su condena y salió de la cárcel, a pesar de todos los intentos por intentar dejarlo dentro por parte de los "demócratas". Zaplana no ha cumplido su condena y ha salido de la cárcel por una leucemia terminal, tan terminal que sigue vivo un año después. Y lo que te rondaré.
Maus me parece un comic extremadamente sobrevalorado, pero que cumple con el requisito imprescindible para ser tomado en serio: va sobre el Holocausto. De hecho, el cacareado "Lo que más me gusta son los monstruos" también va sobre eso, de manera tangencial. Hay mucho complejito de medio inferior.
No soy de hacer listas.
De acuerdo contigo en lo de los puentes en las instituciones publicas, es de verguenza. Pero conozco un caso de un enfermero que trabaja en la carcel que cuando esta de guardia el fin de semana, tiene que ir cada 3-4horas a repartir medicamentos a los presos. El caso es en Euskadi, que tiene la competencia carcelaria...
Un saludo!!
Que se sigan dispensando barbitúricos y que no sea a personas con epilepsia debería ser delito (al 4.1 me remito): https://cima.aemps.es/cima/pdfs/es/ft/3275/3275_ft.pdf
https://elpais.com/politica/2019/12/27/actualidad/1577452108_336905.html
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