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jueves, 22 de septiembre de 2011

Apadrina un autónomo, se asalariado

Estos hijos de autónomo necesitan tu ayuda
 ¡Pobres autónomos! No contentos con declarar de media unos ingresos que son la mitad que la media de ingresos de un asalariado, resulta que este colectivo de 1´9 millones de esforzados trabajadores se ve agraciado con la borrachera verbal de un especialista en el género, Esteban González Pons, próximo ministrable del Partido Popular.

Si a Alfonso Guerra le persiguió aquello de los "800.000 puestos de trabajo" allá por el 1983 (y se crearon, pero el problema fue que se destruyeron dos millones por una reconversión que había que hacer sí o sí), al simpático político valenciano le puede perseguir durante bastante tiempo su última fechoría lingüística, saltándose todas las recomendaciones de los asesores de imagen.

La primera de todas es no dar ni una cifra asociada a una promesa, y González Pons ha dicho recientemente que, cuando gobiernen, crearán "3´5 millones de puestos de trabajo en cuatro años". Una cifra que ni las dictaduras autárquicas, oigan, más considerando que en España hay unos 18 millones de empleos: el político del PP tiene la fórmula para crear un 20% en un sola legislatura.

La fórmula es muy fácil: al parecer, la labor de su partido consistiría en dar las facilidades para que hubiese "un millón nuevo de autónomos y empresarios",  que a su vez, por la regla de los panes y los peces, contratarían a los otros dos millones y medio de agraciados con el peculiar sistema laboral-económico de este iluminado de pelo canoso y verbo de Seminario.

Evidentemente, y cuando se dio cuenta del desaguisado de imagen en el que había incurrido (aunque el pensamiento milagrero-económico subyacente está ahí), no se volvió a repetir la cifra, que no fue cacareada por nadie del partido. ¿Se imaginan como sería España con un millón más de autónomos? Pues es fácil, y todo gracias a la simpática carta que una técnica de Hacienda especializada en Módulos de Autónomos remitió a un popular periodista-bloguero de este país.

En la misma se especifican, de manera bastante clara, algunos de los trucos que realiza este heterogéneo colectivo para defraudar sistemáticamente a la Hacienda pública, mientras al mismo tiempo salvaguardan la imagen de emprendedores, sacrificados y valerosos patriotas. Toda la misiva es de sumo interés, destacando especialmente estos aspectos:

"El sistema [de módulos] permite que muchos [autónomos], según consta en las bases de datos de la Agencia Tributaria, estén facturando importes anuales de 150.000 euros o más (pueden facturar hasta 450.000 euros sin que sean excluidos del régimen de estimación objetiva) y declaren rendimientos en IRPF inferiores a los 20.000 euros en la mayoría de los casos. Pero más sangrante es lo que sucede con el IVA. Con facturaciones de más de 150.000 euros se están devengando cuotas de IVA superiores a 27.000 euros. Sin embargo, las cuotas que ingresan en Hacienda aplicando las normas del régimen simplificado del IVA no suelen superar los 6.000 euros. Es decir, el sistema tributario permite que estos autónomos se queden con el IVA que ha pagado el consumidor final. Una vez que uno sabe esto, si se recibe al fontanero en casa habría que preguntarle si es o no modulero. Porque si lo es, que no me haga factura. Para que se quede él el IVA me lo quedo yo ¿no crees?"

Fantástico, ¿verdad? Digo yo que González Pons, sabedor de la terrible realidad que aqueja a los autónomos (9.000 euros de media en ingresos, ¡cúanta hambre!) intuya que con ese dinero que defraudan puedan, de manera dadivosa, emplear a 2´5 trabajadores por cada autónomo. Ya saben, esa teoría económica consistente en que si hay dinero en la bóveda, este caerá graciosamente sobre los que están debajo de ella. No parece que haya funcionado hasta ahora, pero todo pueda cambiar, ojo. Hay que seguir esperando.

"Abundan los autónomos que aparecen relacionados con sociedades que se dedican a la misma actividad. Esta situación permite que el autónomo facture trabajos que realmente se están realizando con medios materiales y personales de la sociedad. Total, el autónomo puede facturar todo lo que quiera porque siempre va a tributar por lo mismo. Igualmente, encontramos facturas emitidas por moduleros a sociedades o a otros autónomos que no corresponden a trabajos o a servicios que realmente han sido prestados pero que sirven como gastos deducibles de aquellos sujetos que reciben estas facturas. Como digo, hasta 450.000 euros anuales, un modulero puede emitir todas las facturas que quiera sin que eso repercuta en su deuda tributaria."


Vaya, los falsos autónomos. Viva ser falso hasta los 450.000 euros. Cúanta explotación laboral oculta.

"[Los taxistas] no pagan impuestos. Así, un taxista sin personal asalariado y que declare como distancia recorrida al año 50.000 Kilómetros (es la situación más frecuente) declara como rendimiento neto de su actividad en IRPF la cantidad de 9.415,35 Euros e ingresa trimestralmente un pago fraccionado de 188,31 euros. Estos pagos fraccionados suelen devolvérsele íntegramente al presentar la declaración anual. En el caso de los que están amortizando la licencia, la “exención” de impuesto del IRPF es extensible a sus cónyuges si trabajan. Durante diez años deducen el importe de la compra de la licencia. Este importe es realmente elevado de tal forma que declaran un rendimiento negativo que, haciendo declaración conjunta, absorbe el rendimiento positivo que pueda obtener el cónyuge. Finalmente y como compensación a la gran aportación a las arcas públicas que han realizado durante toda su vida, cuando se jubilan, la ganancia obtenida por la venta de la licencia está exenta de tributación"

Taxistas que viven en chalets: pregunten, pregunten, y se sorprenderán del número. Eso sí, declarando toda la vida en el IRPF la cantidad mínima. Y mejor no entramos en el tema de que un taxista, al tener una concesión administrativa relativamente restringida, no deja de ser como un funcionario más. En Italia, cuando Prodi dijo que quería liberalizar el sector, le montaron una huelga que paralizó el país mucho más que las habituales de tren o autobús.

"Con motivo de la actual crisis, se decidió que los trabajos de albañilería, fontanería, pintura… ( en fin, las chapuzas de toda la vida) se facturarían con un tipo reducido del 8% de IVA en determinados casos. Como consecuencia de ello, parecía razonable que las cuotas a ingresar por los moduleros deberían reducirse puesto que el IVA que ellos iban a devengar en sus facturas iba a ser más bajo. Así estas cuotas, desde mediados del 2010, se redujeron a la mitad de lo que existía con anterioridad. Ahora bien, resulta que muchos de los moduleros son falsos autónomos que facturan siempre a la misma empresa ( en realidad deberían ser asalariados) y no cumplen las condiciones para facturar al IVA reducido y tienen que facturar al 18%. Aquí se ha producido el chollazo total. Si antes podían quedarse con buena parte del IVA que devengaban ahora se quedan con mucho más porque Hacienda les ha rebajado las cuotas a ingresar a todos aquellos que están incluidos en régimen simplificado y que realizan alguna de estas actividades afectadas."

Oye, antes de arreglar la cisterna, ¿tu eres modulero falso autónomo? Quiero decir...de lo que me vas a robar a mí del IVA que me vas a calcar, ¿te quedas con el 8% o con el 18%?

En fin, este es el mundo autónomo. Muy triste que año tras año salga esa cifra de 9.000 euros de media. El Gobierno debería hacer algo: con esas cifras, la UNICEF habla de pobreza infantil en España, cuando no de casi hambruna. En aras de mejorar la lamentable condición económica del autónomo, habría que inventar una campaña tipo Apadrina a tu autónomo, en el que al menos cuatro asalariados se comprometiesen a dar parte de su sueldo a cada uno de los miembros de este colectivo pauperizado, para que así hubiese una distribución más justa de la riqueza.
 
Ah no, que eso ya pasa y se llama IRPF y estado redistributivo, que nos beneficia a todos. Y a algunos más que a ninguno.
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Según Lukashenko ("gritando"), lo de Mario Conde es "la injusticia más grande que se ha hecho en este país en los últimos cincuenta años". Cada cual tiene lo que se merece, y me refiero a los electores que votan a este vociferante representante de la España profunda. Según la crónica, "el público respondió con una gran ovación".
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Otra "aula de interpretación" o "aula didáctica" en la zona con mayor número por habitante de la Tierra. En este caso, sobran los comentarios, aunque sólo sea una propuesta.
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España muy negra y muy profunda. Berlanga, qué grande fuiste y qué visionario.

martes, 19 de julio de 2011

Ayuda a los pobres empleados por cuenta propia: pide siempre la factura

Ayer se conoció uno de esos datos estadísticos que claman al cielo, por lo que suponen y por lo que se infiere de ellos. Según la Agencia Tributaria, los autónomos y las PYMES en España declaran al fisco unos beneficios netos de 11.036 euros al año, lo que dividido entre doce (ya saben que el primero de estos colectivos siempre se queja de no tener pagas extras) da la ridícula cifra de 920 euros al mes.

Los datos son de 2009, los últimos disponibles, y son difícilmente rebatibles en su versión cruda. Para ahorrar tiempo a quien los quiera rebatir, señalar que es una serie histórica y una noticia que pasa prácticamente desapercibida año tras año, como se puede comprobar con los datos de 2008.

Ya lo dice el notable periodista que firma ambas informaciones de los enlaces: "esto es un hecho, no una opinión". Y en este terreno nos vamos a mover, a veces descendiendo al farragoso terreno del ejemplismo tan perjudicial en este país ("es que a mí", "yo conozco a uno que", "mi prima, que es autónoma"), pero nunca olvidando el dato principal: los autónomos y PYMES declaran en 2009, de media, unos ingresos netos anuales de 11.036.

Una de las cosas más paradójicas es que la serie histórica de este sorprendente dato se remonta a los tiempos pre-crisis, donde los autónomos y PYMES llegaron a declarar una media siempre un 60% -como mínimo- inferior a los asalariados. Actualmente está en cerca del 80%. Vamos, que la excusa recurrente de la crisis sólo explica un 20% de variación, dejando ignoto el abismo que supone el otro 60% de diferencia de ingresos netos.

El  Sindicato de Técnicos de Hacienda (Gestha) que elabora este informe, y que también es el responsable de la tenaz persecución y denuncia de los contribuyentes defraudadores descubiertos en Suiza, lo tiene bien claro: esta cifra sólo se entiende si detrás opera un "fraude fiscal estructural", que creo que también es una definición objetiva y no opinable.

En este otro artículo, del mismo autor, se explica sucintamente cómo opera ese "fraude fiscal estructural", bien conocido por todos los ciudadanos en su condición de usuarios de los servicios que prestan, y especialmente por los propios autónomos. Eso no lo dice el periodista, que por lo que se ve mide muy bien sus palabras porque está en una cuerda floja y debajo están los sufridos autónomos y empresario de PYMES, siempre dispuestos a defender su contribución a la patria. Si lo leen bajo esa óptica, los artículos dan el doble de miedo: al dato escalofríante añade la carga de la presión social de esta mafia del fraude.

Son sólo el 10% del total de contribuyentes con la obligación legal de presentar declaración de la renta, unos 20 millones en España, porque esta cifra no varía mucho con la crisis: el parado también presenta declaración de la renta, y pobre como en el mismo año haya cobrado paro y siendo trabajador por cuenta ajena; el pensionista también presenta declaración de la renta; el autónomo presenta la declaración de la renta por módulos o por cojones, de ahí los 20 millones constantes desde que a partir de finales de 1995 la economía española empezó a aumentar su base laboral.

Y serán sólo el 10% porque viven muy mal los pobrecitos: nada menos que 8.300 euros de sueldo medio inferior al sueldo medio de un asalariado. El 80%. Con estas condiciones, ¿quien puede siquiera permanecer como autónomo? Ofende al más puro sentido común -hacía tiempo que no usaba la frase- esta vergonzosa declaración para el IRPF.

Evidentemente, detrás del sistema de módulos y de estimación directa se esconde un gigantesco fraude "estructural" con el que llevamos arrastrando bastantes años, los que median entre la instauración de la democracia y la tan cacareada reforma fiscal. Mientras tanto, los indignados en las calles pidiendo una reforma electoral: sobran los motivos para indignarse, pero es mucho mejor meterse con los políticos, que son una ínfima parte incluso comparando con los dos millones de trabajadores por cuenta propia que hay en España.

Indignarse con este sistema de fraude fiscal masivo está al alcance de cualquiera, y aquí viene el ejemplismo que anunciaba; no significa salir a la calle a tocar la sarten, estropear las sábanas con pintadas näif o sentarse en las plazas públicas: como con tantas otras cosas, basta con pequeños pasos individuales que todos pueden hacer.

El problema con los autónomos es lo que declaran y lo que realmente hacen. La única forma de comprobarlo es por las facturas, que ellos mismos se las guisan y se las comen, nunca mejor dicho.  La forma más efectiva de conseguir acabar con el vergonzoso fraude fiscal estructural es pedir siempre la factura, siempre.

Lo que debería ser automático se convierte, cuando se trata con el colectivo de los autónomos y las PYMES, en un doloroso dolor de muelas. Mientras las denostadas grandes empresas siempre entregan el ticket o la factura, tratar con los de los 11.036 euros netos de media al año es un desafío a la paciencia.

Caso 1: un técnico de lavadoras viene a casa a reparar una avería. Cobra desplazamiento y mano de obra, pero a la hora de pagar entrega un recibo sin número de serie ni domilicio fiscal: todo es ganancia neta, porque siempre puede alegar (son sus propios jefes) que ese día no trabajó. Y las facturas no suelen ser bajas.

Caso 2: alojamiento de turismo rural, esa PYME que ha proliferado por doquier. ¿Hay alguien ahí al que alguna vez le hayan dado una factura? A mí no, y cuando la he pedido suelen inventarse las excusas más absurdas. Al contrario que los hoteles, que por ley tienen que registrar todas las entradas y salidas, en estos establecimientos piden un DNI por si acaso (y da igual si son dos a dormir o diez), que no se apunta en un impreso oficial como en los hoteles y, por tanto, pueden perfectamente decir que ese día no hubo nadie hospedado. Y mejor no hablo de los servicios añadidos (comidas, alquiler de equipos).

Caso 3: las terrazas de verano. Facturan como cosacos galopando por las estepas -no parecen conocer la crisis- y no suelen dar recibo fiscal. Si lo pides, van a la cocina, hablan con el encargado, y vuelven con un papel de talonarío comprado en una gran superficie de papelería, escrito a mano y muchas veces con un sello ilegible o anticuado, cuando vienen.

Mejor no les hablo de cuando es un autónomo o PYME consumiendo servicios o productos de un congénere, porque ahí ya entramos en los "gastos deducibles", una auténtica cloaca de gastos suntuarios; o cómo declarar estos bajos réditos hace que acumulen las ayudas fiscales, porque ya saben que en este país en cuanto ganas más de 24.000 brutos (¡un potosí inalcanzable para cualquier autónomo!) eres rico y el estado del bienestar redistribuidor (o incautador y confiscador, según) se ceba en la nómina: ayudas fiscales variopintas que van desde las becas al comedor para los hijos hasta las deducciones por vivienda, o incluso los famosos 400 euros, todavía vigentes para rentas que no llegan a 8.000 euros, donde habrá muchos autónomos.

Curiosamente, he conocido regiones donde se esperaba un fraude fiscal masivo (sur de Italia, Grecia) donde me han dado muchos más recibos que en España, y la mayor parte de las veces sin pedirlo. Esto es país del nunca jamás, donde sale un dato como el de hoy y nadie reacciona -apenas ha tenido repercusión en los medios, y sólo en los económicos-, pero mientras tanto se piden recortes en todas partes, hay un ataque continuo contra la clase política y convivimos con estos pobres depauperados que son los empleados por cuenta propia: están ahí, inanes, y nosotros les podemos ayudar pidiendo siempre la factura. Siempre. Y si no, pagar con tarjeta: siempre deja rastro fiscal. Ayúdales. Lo necesitan.