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martes, 3 de junio de 2008

¿Cien gaviotas donde irán?

Algún lector ocasional se ha puesto en contacto conmigo para preguntarme si la crisis del PP no merece ningún comentario. Bueno, este es un blog esporádico y lo del PP no tiene visos de solución: si me hubiese dedicado a hacer un post con cada una de las bajas que se han venido produciendo, ya habría acumulado el cupo de un año. Cien gaviotas donde irán, que cantaba Duncan Dhu.

Ahora, a dos semanas vista del Congreso de este partido, ya se ha visto clara la estrategia. Desafecciones públicas -pero ninguna dimisión, el traidor de Elorriaga sigue manteniendo sus puestos- en cadena, siguiendo un guión de goteo continuo, para dar la imagen de que Rajoy está aislado. Los que han ideado la estrategia han lanzado un órdago de altos vuelos y largo recorrido: si Rajoy no cede -y no lo hará: los gallegos se aferran al poder como el naúfrago al mástil, miren los casos de Fraga, Castro o Franco- les quedará el difícil papelón de volver a pedir el voto para el candidato que "no crea ilusión" en 2012. O no.

¿Cien gaviotas donde irán? Como ustedes saben, esta legislatura debuta en el Parlamento un Partido denominado Unión, Progreso y Democracia, más conocido popularmente como "el de Rosa Díez". Esta agrupación recibió el cariño mediático de El Mundo y la COPE, precisamente los dos medios-ariete más ruines en la labor de zancadillear a Rajoy. Se ha convertido en la quinta fuerza más votada del país, y ha logrado un escaño por Madrid, circunscripción donde ha sumado 114.000 votos, la mayor parte desencantados con el PP. Voto universitario -muy expuesto a los mensajes contradictorios-, voto intelectual -el típico que lee libros y escribe "pienso de que"- y voto desencantado. Mucho.

Hay algunas gaviotas que está clarisimo que acabarán recalando en "el partido de Rosa Díez". La más significativa, la licenciada en Filología Bíblica Trilingüe María San Gil. Este partido va camino de convertirse en el azote de la Cámara Baja con su discurso monocorde en torno a la lengua -el castellano- y las víctimas del terrorismo, el ideario político de la diminuta política vasca, capaz de hacer perder al PP local 150.000 votos entre las elecciones de 2001 y las de 2004. Por supuesto, ni se le ocurrió dimitir tras ese brillante logro electoral.

A eso se refería Rajoy cuando, hace unas semanas, decía "yo quiero un partido que integre, que aspire a tener 13 millones de votos, y no un partido pequeño que aspire a tener tres millones de votos". Tal cual lo dijo. Ningún comentarista cayó en la cuenta de que se refería a UPD, un pequeño germen inoculado en la Cámara Baja y que irá creciendo. Gracias a nuestro proverbial sistema electoral, como bien sabe IU, hay una línea que separa el tener muchos votos de tener muchos representantes. La línea son los dos millones de votos, cuando la Ley D´Hondt empieza a mostrar sus beneficios. Como los comunistas solo disfrutaron de estos en 1996, y bajo las especiales circunstancias de la "pinza", ahora les parece mal.

Tiemblen, tiemblen: cien gaviotas que se irán a por los dos millones de votos.
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Por sus libros los conocereís.
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Acostumbrado a vivir de Primer Ministro, con todo pagado, es triste el cambio.

jueves, 21 de febrero de 2008

Desde el otro lado de la barrera

Como todo ya es cachondeo puro y duro, la última vuelta de tuerca del partido de la oposición consiste en acusar al PSOE de crispar toda la legislatura. Más allá, incluso: Rajoy ha acusado a Zapatero de haber sido el instigador de los tristes sucesos que han acompañado a Maria San Gil, Dolores Nadal (si nunca la han llamado Dolors, solo en estas elecciones...) y Rosa Díez, por eso de la "tensión".

La metedura de pata de ZP no lo es tanto. Una de las funciones de los partidos políticos, por lo que reciben subvenciones del Estado, es "movilizar el electorado". Tal cual. Y para eso tiene que haber tensión, confrontación. Dentro de unos límites democráticos. No poniendo la zancadilla en el Constitucional, sacando los obispos a la calle y proclamando la ruptura de España, país que en los últimos 200 años ha tenido cinco guerras civiles (en la Guerra de Independencia, las tres carlistas y la Civil), por mucho que al mismo tiempo proclaman su unidad y que es "la civilización más antigua de Europa".

La gente que ha abucheado y zarandeado a las tres políticas (detalle no menor el del sexo) se distrubía en sitios variopintos de España: Galicia, Barcelona y Madrid, respectivamente. ¿Cúal es el elemento común? La universidad. En la universidad pervive, y en cierta forma se alienta, ese tipo de colectivos al borde la marginalidad, antisistema y que piensan que el profesor es un "opresor" porque está encima de la tarima. Ha sido así siempre, y viendo como está Berkeley, seguirá siendo así. A los cuarenta son conservadores y, en el caso de los antiguos maoístas Pilar del Castillo, Josep Piqué, Jiménez Losantos o Pío Moa, ideólogos y militantes del PP. Ha sido así siempre y lo seguirá siendo, por mucho que avancemos en la democracia y en la convivencia, los extremos se tocan.

Ubiquen la foto en Andoain, 2003. Josu Jon Imaz, un político con los pies en la tierra, y que por eso en su partido lo han sacado con los pies por delante, acudía en calidad de presidente del PNV a un pleno donde su grupo se unió a la condena en el asesinato de un policía. Votó condenando la brutal acción terrorista hasta un miembro de Batasuna, pasando por todos los otros grupos municipales, como es normal. ¿Y que le gritaban esas señoritas de la foto a Imaz? Según las crónicas, "cobardes", "chivatos", "moción de censura, ya" y -atención, redoble de tambores- "asesinos". De izquierda a derecha, sin que esto tenga implicación ideológica, vemos a Gotzone Mora, que creo que ahora da charlas por Trujillo, Grado y Molina de Aragón sobre lo mal que está España; Rosa Díez, con peinado de mujer de Jack Kirby; y, desgañitándose, la licenciada en Filología Bíblica Trilingüe María San Gil.

Ahí estaban, al otro lado de la barrera. El ambiente no era universitario, donde ya les digo que tiene cierta explicación lo de gritar, patalear, y despues "irse a fumar unos porritos tío, la revolución ya está cerca". Por la edad, las hormonas y por la permisividad. No, no. Son mujeres hechas y derechas (más de los segundo que de lo primero), con San Gil alzándose para que se la oiga mejor. Seguro que estaba gritando cosas como "más democracia y menos politiqueo". Ay, San Gil. En las elecciones vascas de 2006 se preciputó y perdió, por arte de magia, 130.000 votos. Esa cifra de votos, en el contexto de un electorado reducido como el vasco, es como perder 4 litros de sangre. ¿Dimitió? No ¿Salió reforzada? Sí. Cosas del PP.

Su líder Mariano, con el que empezaba este post, le ofreció el puesto de número dos por Madrid. Lo rechazó. Ahora Mariano dice que la zarandean y la insultan porque ZP propicia ese ambiente. Miren esa foto, de 2003, cuando San Gil tenía 130.000 votos más y sus compañeros gobernaban en España y verán, como canta Presuntos Implicados (el nombre del grupo no es casual),

Ahhhh, como hemos cambiado
Que lejos ha quedado
Aquella crispación

viernes, 18 de enero de 2008

Tenemos chica nueva en la oficina

Se llama Rosa Diez y es divina. No, no es la de foto. La instántanea es de Cindy Sherman, una de las artistas contemporáneas más reputadas. Siempre hay que poner los nombres de las grandes mujeres, cuando las hay. Cindy Sherman es una gran artista. Rosa Díez también.

En general, hay que desconfiar de los políticos gritones. Rosa Díez grita y se cabrea mucho. En las elecciones europeas de 1999, donde fue como cabeza del PSOE, se pasó la campaña gruñendo y rabiando. También en el Congreso del PSOE del 2000, donde jugó la baza de su feminidad, con escaso éxito. A partir de ahí, inició la misma trayectoria errática del sextante en una carabela.

Sin perder su condición de europarlamentaria -¡qué bien vienen esos dineros!-, realizó críticas durísimas contra su partido, por el que había sido elegida. Igual que Cristina Alberdi, otra del PSOE que se fue rebotada del partido hacia posiciones ideológicas antagónicas -o no tanto, porque permiten gritar y patalear más-, fue mimada y acunada por esos medios que fomentan la convivencia, la palabra moderada y la reflexión. Y la atracción fue fatal. Jaleada en cualquiera de sus exhabruptos, se fue creciendo y alejando. Todavía podría prestar grandes servicios al PSOE. Sin ir más lejos, podría desempeñar perfectamente el papel de PePe Blanco, aunque a lo mejor le resultaba humillante tener de cargo eso de Secretaria de Organización, como las que ponen clips y matasellos.

Ahora tiene nuevo partido. Una tercera vía. Se llama Unión, Progreso y Democracia. El nombre ya da repelús. Parece uno de esos partidos ficticios que aparecen en historias de realidad alternativa, como el mítico Superlópez y los cabecicubos, o en el Corazón del Guerrero, esa película de hace unos años. O, ¿por qué no irse más lejos, si cada vez recuerda más la política autóctona a la del otro lado? Unión, Progreso y Democracia es el supuesto programa hecho nombre. Como en los partidos de Sudamérica, que duran una legislatura y siempre tienen esos nombres tan grandes, tan vacíos.

El material humano del que está formado no le va a la zaga. Se presentan en las 52 circunscripciones, ahí es nada. En Soria, el cabeza de lista es Álvaro de Marichalar, el que cruzó el Atlántico en moto acuática saliendo de ¡El Vaticano!; también está por ahí Alvaro Pombo, el escrito cántabro que ahora va a esa tertulia del corazón que lleva Susana tengo los labios de Michelín Griso. Savater ha tenido la decencia de no meterse en ninguna lista. Y Rosa Díez, de cabeza visible. Va dando charlas por ahí del tipo "Regenerar la democracia". Que hay que cambiar la ley electoral, para que no salgan beneficiadas formaciones que quieren "la liquidación misma del conjunto de la nación". Menos mal que el actual sistema ya impide eso mismo, y por eso el efímero UPD durará estas elecciones, donde no obtendrá ningún representante, igual que la opción centrista de Roca en 1986.