lunes, 20 de octubre de 2014

El cura, los mandarines y el cotilleo

Había que esperar a que el propio protagonista contase su versión de los hechos, y así ha sido este sábado en su aldabonazo semanal -y ya son décadas- en La Vanguardia. El gran Gregorio Morán confirmaba todo lo filtrado y adelantado por otros medios. Su último libro había sido censurado a nivel empresarial y tendrá que buscar otra editorial para su publicación.

El cura y los mandarines pasa a formar parte de los libros censurados en democracia, ese régimen político donde la censura opera entre bambalinas, y no tiene porque contar con un departamento ministerial al efecto. Es igualmente efectiva, como lo son sus múltiples manifiestaciones por medio del olvido que los grandes grupos de comunicación hacen de temas concretos (la agenda-setting, que diría un pedante de la comunicación), la coacción o, directamente, la compra y destrucción de toda una edición.

Hay precedentes en el caso Morán. El libro de Javier Cuartas sobre El Corte Inglés, de finales de los ochenta, jamás fue distribuido en su primera edición. Lo había publicado -es un decir- Espasa-Calpe, pero a alguien de la empresa más opaca de España no le debió parecer bien alguna cosa y compraron toda la tirada -20.000 ejemplares-, que jamás llegó a librería alguna. La editorial saldó los derechos de autor y todo quedó en una operación paralegal.

A Jesus Cacho, el periodista palentino obsesionado con la Familia Real, y antiguo empleado a sueldo de Mario Conde, la misma editorial que ha censurado empresarialmente a Morán le devolvió el manuscrito de un libro de encargo a finales de los noventa. Había empezado como un libro sobre la guerra del cable, se fue alargando y metiéndose en otros asuntos -ojo: la editorial no reprochaba los habituales diálogos inventados del autor- y acabó publicándose en Akal con el título El Negocio de la Libertad.

Hay múltiples ejemplos más: los conocidos de El Jueves -donde la Fiscalía del Estado acabó llevando al tribunal a unos humoristas- o Egunkaria -donde directamente ese órgano estatal cerró un medio, aunque años después el artículo 20 CE dijese que eso era una barbaridad: lo venía diciendo desde 1978-, pasando por Un Rey golpe a golpe, una historia truculenta -y muy bien escrita- que tuvo que salir con el seudónimo de Patricia Sverlo, bajo la seria amenaza de acabar en la cárcel que tenía su principal autor, el periodista filoetarra Pepe Rei. Sin embargo, no es el tema de este post.

Ni siquiera lo es el tema del libro, una trayectoria cultural de España entre 1962 y 1996 a lomos del jesuita Jesus Aguirre (el cura), que pasó de la sotana a casarse con la Duquesa de Alba, y cuya parabola vital sirve a Morán para tratar otros muchos aspectos de las relaciones culturales de la época. Una continuación de su obra maestra El Maestro en el erial (1998), donde Ortega y Gasset hacía esa función de personaje-puente y personaje-nodo para hablar de un tiempo y un lugar.

Aquí el tema es Gregorio Morán, un brillante polemólogo, aupado en tiempos recientes por la generación mejor formada a la altura de faro intelectual por la sencilla razón de que no hay otro con la trayectoria que ellos buscan: alguien que durante estos casi 40 años de Segunda Restauración haya criticado de manera sistemática, convincente y sin tapujos los conchaveos y mamandurrias de El Poder, ampliamente entendido.

Resulta paradójico que, después de décadas dedicándose a esos temas, sólo en tiempos recientes la generación mejor formada -y algunos de sus miembros pasan de los 40 años, o los frisan de manera vergonzosa para sus aspiraciones vitales- haya reparado en Morán, un hombre fiel a sí mismo. Estarían ocupados en otras cosas, como aprender de memoria como deletrear el apellido de un director de cine iraní, o con drogas recreativas. En esas llegó la crisis, la constatación de que la generación que hizo la Transición no iba a dejar sus carguitos y puestos a los que venían por detrás -nunca ha sido así, y es de ilusos pensar lo contrario-. Así empezaron a acuñar constructos verbales estúpidos, como CT, y buscar algún referente.

Porque era imposible que nadie hubiese visto lo que se cocinaba dentro del Reino de España, especialmente en sus fontanerías. Estaba lo visible, y estaba lo invisible, en gran parte porque nadie hablaba de eso. Vale, estaba Morán, pero precisamente su singuralidad -y reparen en el significado original del término- lo convertía en la excepción que confirma la regla. Después, ya con la crisis, alguno como Muñoz Molina se ha subido al carro, señalando con el dedo medio encogido que nadie lo hiciese durante los tiempos de bonanza (¡brillante actitud!), cosa que le ha valido una fuerte reprimenda por parte de Marías. De esas tipo "¡mira quien habla!", transmutadas en breve en "¡y tu más!".

Da tapujo citar a estos buenrrollistas profesionales, más el primero que el segundo, en relación inversa a su talento. Morán es todo lo contrario. Como excomunista, mantiene ese visión amargada de la sociedad del que ha sufrido todas las derrotas posibles, y con la que tiñe todos sus escritos. El éxito de su mordaz biografía de Adolfo Suárez en 1979, con el abulense en el cénit de su popularidad, le permitió comprarse un piso en Barcelona. Desde entonces, un par de puñados de libros y su puñetazo en el ojo de todos los sábados en La Vanguardia.

Yo los tengo todos, y leídos, desde los famosos (Los españoles que dejaron de serlo, sobre el tema vasco) hasta los que no son de política, incluyendo uno de mis libros de viajes favoritos, Nunca llegaré a Santiago, una obra en la mejor tradición de Ciro Bayo o Ramón Carnicer, la del viajero peninsular que no tiene porque adorar o enaltecer los lugares por los que pasa, al contrario. Me gusta como escribe, y me gusta los temas de los que escribe y, especialmente, cuando los escribe.

Así no es de extrañar que la primera crítica a la beatificada Transición desde posiciones no periféricas fuese la suya, nada menos que en 1991 (El precio de la Transición) y con El Sistema ya bien asentado, pero sin autoreplicarse hasta la parodia, como pasa ahora mismo. Fue publicado por la misma editorial que ahora le censura, igual que el de Suárez: la más grande de España. Sin embargo, es un libro que jamás ha sido reeditado y que hoy por hoy es inencontrable, ni siquiera por Amazon. Quizás con eso descubran a los que ahora esperan, sábado tras sábado, su nueva columna, y afirman haber leído todo del autor. Quizás lo tengan en e-book. Nunca se sabe con la generación mejor formada.

Ya he explicado lo que me gusta del autor, y por qué. Ahora queda explicar por qué no me va a gustar El cura y los mandarines, que sin embargo leeré cuando salga. Yo no he sido de los afortunados que tienen el manuscrito, que circula entre reducidos círculos como un samizdat, en afortunada expresión de Rodríguez Rivero.  No he sido como Victor de la Concha, director de la RAE y con título nobiliario entregado por el Rey, que al parecer si lo ha leído y está en el origen de la censura empresarial aplicada a Morán.

Cuando se empezó a saber del caso, sospeché algo así. Morán es un autor al que le encanta el cotilleo, de una manera morbosa y obsesiva. Además, le encanta el cotilleo de pueblo. Siendo como es de Oviedo -aunque reside en Barcelona desde mitad de los ochenta- eso es ya casi una patología. Muchas de sus columnas semanales están entreveradas de ese cotilleo insano, que rara vez aporta nada, pero que hace las delicias de los nuevos seguidores de aluvión que le han surgido en los últimos tiempos.

Le ha llevado diez años escribir el libro, y de vez en cuando iba dando pinceladas en sus artículos. Yo me temía que iba a dar rienda suelta y exagerada a esa característica suya, más que nada porque trataba un periodo y unos protagonistas que había conocido y tratado de primera mano, y así se ha confirmado.La no casual coincidencia de que el supuestamente vejado De la Concha también sea asturiano ha hecho de catalizador, y confirmado las sospechas.

Que si era seminarista, que si era falangista, que si era un pelota, que si se casó con una novicia, que si venía de un pueblo de hambre -todos lo eran en la época-, que si estuvo en el seminario de Valdediós para escapar de ese hambre...todo, todo, charlatanería de pueblos, esa que siempre ha sabido tocar muy bien Morán. No en vano su gran éxito Adolfo Suárez. Historia de una ambición se fraguó con ese material, en las conversaciones que mantuvo entre 1978 y 1979 en la mansión de Torcuato Fernández-Miranda en Somió (Gijón).

El antiguo protector del entonces Presidente del Gobierno, al que promocionó como un valido y con finezza italiana, se despachó agusto sobre el chaval que le había salido díscolo y con ideas propias. Resulta inquietante pensar en el ambiente de esas charlas, llenas de modismos asturianos, tabaco, rencor y malidicencias. Por supuesto, Fernández-Miranda no quiso salir citado. En eso consiste el cotilleo, que con el avance de la tecnología ha llegado a niveles propios de la delación anónima de tiempos pretéritos.

Es una pena que Morán abandonase el proyecto de libro que tenía, y muy avanzado en su redacción final, sobre Leopoldo Alas, Clarín. Hubiese sido mucho más interesante que lo que parece, a todas luces, un ejercicio de desgañitamiento -típico de excomunista-, sobre su generación y sus múltiples derrotas, incluída la vital. Sin embargo, y como este país es así, El cura y los mandarines será mejor que el 99% de los libros que se publican como ensayo, igual que gran parte del valor de Morán viene por manejar en exclusividad temas y lenguajes que otros autores desentienden. Por las razones que explicará en el libro aún por leer y por publicar.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Por lo que te he leído, no es santo de tu devoción, pero en la página Jot Down hay una larga entrevista con él en la que se despacha a gusto con Torcuato Fdez. Miranda, entre otros muchos asuntos, de los que sin duda aparecerán en este libro. Desde luego, yo lo pienso leer.

Sergio dijo...

Bueno, es el mejor ejemplo de "la generación mejor formada": solo le preguntan por temas de la Transición. Los temas tratados en El maestro en el erial, a mi juicio mucho más interesantes, ni se tocan. Como entrevista deja muchísimo que desear, pero es típica de ese medio de entretenimiento.

Yo también voy a leer el libro, pero me temo lo peor en cuanto al nivel de cotilleo y maldad.

Anónimo dijo...

Relacionado con lo que comentas de Pepe Rei, el libro "Un Rey golpe a golpe" está escrito por Rebeca Quintans. http://tinyurl.com/msx6wb7

Por otro lado, y sin relación con el tema que tratas en el blog pero relacionado con el mensaje que escirbiste en twitter preguntando por nuevos twitteros/bloggeros a seguir, te adjunto la dirección del blog de Antxon Pérez de Calleja (ex-Director de Caja Laboral) , en la cual habla de economía Vasca, Española y Europea entre otras cosas.

http://antxonblog.wordpress.com/

Por último, te dejo el enlace de un buen artículo sobre la crisis de Fagor, MCC y el Cooperativismo Vasco que se publicó en El País.

http://economia.elpais.com/economia/2014/08/14/actualidad/1408035428_440313.html


Un saludo, Donostiarra.

ytu dijo...

No sé, al menos el entrevistador está un poco informado, lo cual se agradece (me refiero a la entrevista en jot down). Lo de qué temas son más interesantes, pues tú mismo lo dices, depende de cada cuál. ¿Puedes explicar por qué deja muchísimo que desear?

Cambiando de tema, Morán ha hecho el típico viraje: de joven comunista, de viejo conservador. Creo que hay que tener cuidado con esos, porque el resentimiento les pone en una disposición proclive a mentir.

Copio un interesante comentario a dicha entrevista:

"El puerto seguro de Morán está bastante claro. Escribe en La Vanguardia, que nadie dudará es el órgano de la derecha empresarial catalana (antigua “Vanguardia Española” y propiedad de los condes de Godó). Ahí le pagan para darle palo con entusiasmo a la izquierda bajo la fingida apariencia de pensador radical. Si se observan sus artículos se verá que le zurra con entusiasmo a todo lo que huela a izquierda, pero a la derecha ni tocarla. De hecho, entre los pocos personajes a los que deja bien parados en sus articulos, están Alvarez Cascos y Sabino Fernandez Campo. En realidad, es uno más de esos “ex.comunistas” pasados a las filas de la derecha, solo que éste es más sibilino; de hecho, mucha gente en Barcelona llama a sus artículos “Las sibilinas intempestivas”.
La entrevista en interesante, felicito al entrevistador, pero hay que tomar con pinzas las afirmaciones que lanza Morán y los datos que da cuando no están contrastados. El rigor de Morán es nulo. Si alguien quiere la prueba, vea ese comentario demoledor y ameno, a uno de sus libros: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=63063 "

No sé, me suena de algo esto.

juan spypblog dijo...

Te paso mi reseña de tu libro preferido de Morán. Seguro que por lo menos haces risas con ella.

Poli dijo...

Coincido con Sergio; yo también espero lo peor de este libro. Morán me parece un farsante que explota el insulto y una especie de pretendida autoridad moral mediante el fácil "todos son unos vendidos", mientras escribe en La Vanguardia, y con eso está todo dicho. He visto que hace poco Juan Cruz, aunque no sea santo de mi devoción, le calificaba certeramente en una respuesta a sus ataques personales titulada "Talante de insultador". Hace más tiempo también Javier Cercas se vio obligado a responder a sus insultos con un artículo demoledaro en el que le situaba en los programas de cotilleo e insultos. Por lo que veo, este libro va en la misma tónica de insultos, maledicencias y ataques personales.

Anónimo dijo...

Me parece que este libro no merece el menor crédito. Es obvio que ese estilo soez de insultos y descalificaciones personales, no nace de la objetividad crítica ni del rigor intelectual, sino de la bilis del resentimiento. Veo en internet que Morán ha tenido trifulcas constantes. Hace poco Juan Cruz contestó a sus ataques con “Talante de insultador” que parece retratarlo bien: http://www.lavanguardia.com/participacion/cartas/20140313/54403359735/talante-de-insultador.html Años antes, Cercas le rebatía en un artículo en el que situaba a Morán en el nivel de maledicencia de los programas de telebasura: http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/2003/12/24/pagina-47/34029741/pdf.html?search=gregorio%20moran Sobre su rigor y fiabilidad, este comentario a uno de sus libros despierta serias dudas: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=63063
En fin, ignoro si lo que dice de De la Concha es cierto. Pero lo que escribe Morán me merece credibilidad nula, y su tono grosero produce náuseas.

Priapista dijo...

Lo del Rey golpe a golpe seguro que la censura el PSOE más que la Casa Real, porque los que salen verdaderamente malparados son los los dirigentes socialistas y el cortijo de negocios particulares al que convierten al país con la conveniencia del monarca.

Del rey no dice más que las cuatro tontadas ya sabidas (lo del hermano, el odio paterno, el doble juego con el Generalísimo, lo de los cuernos, lo de los sauditas, el 23F y traiciones a Sabino y Torcuato y tal).