domingo, 1 de junio de 2014

Una estafa de libro

Soy intelectual, ¿oichesmes?
Por deudas contraídas que no ha menester comentar aquí, me he visto obligado a leer el último libro de César Antonio Molina, el gallego que fue Ministro de Cultura con Zapatero, especialista en ir saltando de cargo en cargo, y, según leo en las guardas "poeta reconocido, antologado y traducido, excelente crítico y ensayista". El libro es una soberana estafa al improbable lector que se acerque a este Narciso de sí mismo, y voy a explicar por qué.

A pesar de titularse La caza de los intelectuales. La cultura bajo sospecha, el libro es una mera compilación -arbitraria, desordenada, desigual, escasamente original, desgraciada- de diferentes escritos del autor, donde se juntan por arte de magia laudos, viajes, diatribas y tonterías sin fin, con un supuesto hilo imaginario que recorre la obra y al que está referido el título.

Al poeta Molina le encanta ver publicados sus farragosos y escasamente inteligibles escritos en soberanos volúmenes, a la manera gallega de que es mejor que algo pese a que tenga gravedad. Ya me vi obligado a leer su anterior deposición del género, el horripilante Lugares donde se calma el dolor, una mezcla de guía Baedecker, reflexiones de BUP y galleguidad desopilante por roma y vulgar, un volumen de título indicativo, al igual que otros del mismo autor como Donde la eternidad envejece, Vivir sin ser visto y Esperando los años que no vuelven. Es la alegría del huerto. De grelos.

Al poeta Molina le encanta ser parte de algo, y ahora se ha inventado que es un intelectual. Perseguido. Por eso perpetra este libro donde no explica nada, pero donde el lector tiene que inferir que, oh injusticia de las injusticias, el ex-Ministro es también un intelectual perseguido. El mismo lo deja caer en algunos pasajes, francamente bochornosos, de su estúpido libro, publicado como no podía ser de otra forma, en la colección Imago Mundi -et errumabo ego te- de Destino, especialista en el género.

Un básico de cualquier biblioteca
"¿Por qué tantos hombres de sabiduría se han metido en política?, se pregunta el autor, en clara alusión a su propia experiencia" es una frase que se puede leer en la contraportada, al lado de un dudoso "análisis equilibrado, incisivo, valiente y esclarecedor". Es por estas cosas por las que creo que este libro es una estafa al lector: en ningún momento se explica que el libro es una recopilación de miscelánea. No hay ni prólogo, y el índice es una irritante sucesión de títulos mostrencos sin citar un solo nombre.

Solo leyendo y perdiendo tiempo en las más de 500 páginas se puede adivinar esto. Es cierto que hay un cierto orden cronológico -empieza por su querido Séneca, acaba con unos infames artículos de historia intelectual y cositas del Holocausto-, pero no hay un orden mental. Insisto: es una recopilación de artículos de muy diverso origen. En ningún momento se dice esto al lector. Una estafa.

Así pues, el libro entra de lleno en la tradición españolísima de los desagraviados por sí mismos. Escrito con rencor gallego, entronca directamente con ese libro que publicó Jose Barrionuevo -sí, el mismo- donde incorporaba su propia vicisitud personal de terrorista a la tradición española de perseguidos por la Justicia. Se llama Procesos políticos en España (2003), igual que este se llama La caza de los intelectuales, ¿lo cogen?

Yo no voy a hacer un resumen del libro: ya lo he hecho. Es un libro deleznable en su propia concepción, y el autor ha aprovechado la rueda de lanzamiento para lanzar calumnias e insidias que atraigan los focos sobre un producto cultural tan deficiente que puede ser considerado una estafa. Simplemente les voy a extractar los momentos más divertidos.

El poeta Molinas posee un estilo obtruso y escasamente atractivo. Cuando está en sus viajes, se dedica a relatar todo, apoyándose en guías de turismo; cuando reseña a un autor, cita todas sus obras como si fuese un ejercicio académico: así, es muy normal encontrarse que, en plena diatriba para explicarnos las bondades de un autor ponga entre dos puntos "también escribió Zulanita de tal", o cualquier otra majadería.

Leer este libro ha sido un dolor de muelas. Como comulgar con ruedas de Molinas. Cualquier cosa vale y, lo que es peor: no he aprendido nada. Esta afirmación no encierra ninguna fanfarronada, es la pura realidad: es un libro que no aporta nada, absolutamente nada novedoso. Es más, dice cosas que son pura mentira o invención, como que Jovellanos murió "habiendo entrado las tropas francesas en Asturias, Jovellanos se embarcó en Puerto de Vega, en Navia, y falleció en medio de una tormenta" (pág. 91).

Jovellanos murió en una cama en Puerto de Vega, no embarcado y en medio de una tormenta. Podría ser un error -el libro tiene varios, es lo que pasa cuando estás copiando con el único ánimo de emborronar páginas y más páginas-, pero es algo más cuando descubres que, más adelante y hablando de Blanco-White (pág. 125), te planta sin rubor tres páginas literales de escritos del pensador español -con Azaña copia directamente ¡once páginas! de sus Diarios- donde este escribe, en un prolijo párrafo, como murió realmente Jovellanos.

Este detalle, y otros que no comentaré, inducen a pensar que este supuesto intelectual gallego, tan agraviado, no lee ni lo que escribe, o que dice escribir cosas que realmente no escribe. Ustedes verán con que opción se queda, pero esta bastante claro. Cuando era Ministro, una vez le hicieron en Caiga quien Caiga o algo así una pregunta cultural, de esas que salen en Pasapalabra, a ver si la sabía y, ni corto ni perezoso, pasó de responder. Se giró y se fue. Galleguidad absoluta.

Leyendo este libro no hay que preguntarse si Molinas es un intelectual perseguido, sino como es posible que alguien así se considere intelectual, y aproveche para despreciar a su sucesora en el cargo que le dio fama, que tiene igual o parecidos méritos que este gallegoide rencoroso. Miren que frase (pág. 206): "Horas después viajo rápidamente a Londres para ver a varios editores interesados en la publicación de alguno de mis libros, difícil tarea en un mercado tan gélido y tan poco proclive a entender a los demás" ¿No será porque son una basura, maldito Narciso?

Inquietante parecido físico. Y de valor nominal.
La selección de retratados es disparatada, llena de lugares comunes, otros no tanto (Milosz) y, especialmente, vacíos, que vaticinan la gran sima de conocimientos de este personaje que afirma (pág. 477) que lee mucho, y desde joven. Poco ha calado de eso, como demuestra la nausebunda diatriba contra Internet -esperable en alguien nacido en Galicia de la posguerra- que hay en las páginas finales, o el vulgar lugar común sobre Bruselas, donde no falta el típico desprecio sobre las cosas que realmente conocen los de su estofa (comer, comer y comer, y fingir que se leen libros): "En el restaurante Aux Armes de Bruselas como patatas fritas con mejillones. Son pequeños y no tiene el sabor de los de Lorbé, pero ¡qué remedio!". Ya. Igual que Bruselas es mejor que toda Galicia junta, paleto.

En la foto que aparece en la guarda del libro posa de tal manera que parece un émulo de su paisana Rosalía de Castro. Como último desprecio al lector, el libro carece de ningún índice onomástico o analítico. Una auténtica estafa. Parecer culto se ha convertido en una auténtica obsesión entre este tipo de gente, pero basta rascar un poco la pátina de roña y pueblo y se ve su auténtica catadura. Miren sino al presidente de este juntaletras y ripios, capaz de cualquier cosa en vez de decir que desconoce de lo que se está hablando. Erre que erre. Cosas de gallegos y su oximorón: intelectual.

17 comentarios:

jefe dijo...

Siempre desconfío de la gente que presume de "ser algo", cuando si lo eres de verdad lo demuestras en la cotidianidad.

Cuídate muy mucho de las deudas que contraes :)

Anónimo dijo...

Hola, Sergio:

Antes de nada, quisiera darte las gracias por el tiempo que le dedicas a este blog que, pese a no ser actualizado muy a menudo, estoy seguro de que consume sus buenas horas.

Siempre me ha gustado, aunque a mucha gente le cabrea, tu tendencia a tirar de tópicos regionales para ilustrar los comportamientos (negativos) de muchos personajes. A menudo has dicho que no es que le tengas manía a ciertas regiones en concreto (gallegos y asturianos, principalmente), sino que tu aversión es a todos por igual. Bien, no estoy de acuerdo con esto.

Me sorprende, sin embargo (y para mal), tus tragaderas con vascos y catalanes (especialmente con estos últimos). Parece mentira que alguien aparentemente cultivado como tú omita críticas a Cataluña, cuando midiendo con la misma vara merecería tantas críticas (más, incluso, debido a su mayor población) como el resto de España. ¿Te has tragado los delirios nacionalistas de los catalanes? ¿De verdad piensas que son otro "pueblo" separado del resto de los españoles. La Historia, que es muy tozuda, desmiente estos postulados.

Lo mismo vale para los vascos

Sergio dijo...

Gracias por vuestros comentarios.

Anónimo: este blog se sostiene por la ayuda económica de ERC y Bildu. Lo pondré bien claro: ojalá toda España fuese como el País Vasco o, en su defecto, como Cataluña. Prefiero un Figueras a mil Ávilas, o un Bermeo a dos mil Barbates.

Anónimo dijo...

Gracias por tu respuesta, Sergio. Eso que has puesto bien claro es muy interesante, si bien no das ninguna explicación para ello (porque, en realidad, probablemente no la haya).

Lamento desilusionarte (aunque es sólo una forma de hablar, ya que de eso te das perfectamente cuenta tú mismo), pero Fugueras es igual que Ávila y Bermeo es clavado a Barbate en cuanto a usos y costumbres. Comentar también que, pese a que te guste manifestar lo contrario, Barcelona está igual de cerca (si no más) que Madrid de Rabat, mucho más, por supuesto, que de Berlín.

Pero, vamos, que a lo que me refería en mi comentario original es a que pareces ser incapaz de criticar cosas de Cataluña que sí criticas cuando suceden en otros lados. Aún no te he oído una sola palabra sobre el famoso "trespercent", las paranoias independentistas de ERC y otros similares, etc. Ni siquiera fuiste capaz a criticar la pésima realización de la Volta de este año, que se hubiese merecido palos por arriba y por abajo.

Sergio dijo...

La razón más evidente es que tanto la cuestión catalana como la vasca me interesan más bien poco, o muy poco. Ya es algo más que el conflicto en Palestina, o el irlandés, que no me interesan en absoluto. En este pequeño espacio hablo de hechos sorprendentes o inquietudes varias, y eso es lo que refleja.

¿En Bermeo se detienen Guardias Civiles porque están en la playa esperando a que lleguen las planeadoras con el hachís de los vecinos?

Anónimo dijo...

Gracias de nuevo por tu respuesta. Obviamente, en Bermeo no se detienen a picoletos por lo que comentas. Eso, al fin y al cabo, es un detalle particular de muchas zonas del sur de España. De la misma forma, en el norte y en las demás regiones tienen cosas similares, con distintos protagonistas, igual de sórdidas que las que comentas (según tu sentencia, parece que un pueblo es un paraíso idílico y el otro Sodoma). En Cataluña, por ejemplo, está el puticlub más grande de Europa.

Anónimo dijo...

Sergio, enorme otra vez. Y lo que me he reído con las etiquetas que le has colocado al post.

Ojalá algún día publiques algo sobre el Instituto Cervantes, institución Marca España que lideró en sus tiempos el autor de este inquietante volumen. Te sorprenderías, estoy seguro.

Un saludo,
Iván

Sergio dijo...

Gracias por vuestros comentarios. Anónimo: sí, y lo cito de vez en cuando. Puticlub orientado a los inmigrantes franceses de origen magrebí, que copan sus instalaciones.

Iván: buf, lo que podría contar...colocó a gallegoides allí donde pudo, igual que ahora en la ridícula "Casa del Lector" ha montado una expo sobre su querida Nápoles que era una auténtica birria, y por tanto fue votada por los lectores de Babelia como ¡la mejor del año! ¡Y porque había pantallitas y gilipolleces interactivas!

Jauna dijo...

Hola,

Anónimo tiene razón, todos los pueblos son iguales; en Bermeo los picoletos tambien se han dedicado a facilitar/introducir la droga en el pueblo

Anónimo dijo...



Ostras, me he enterado de la noticia del Campechano por su Twitter.

He de reconocer que he tenido que leer varios Tweets e ir a la web de El País para creerlo.

Settembrini dijo...

Offtopic total, pero no tengo Twitter:

Enterarte de la abdicación del rey por ciclismo2005 y pensar "Porquería de prensa". :D

Anónimo dijo...

De todo el texto, lo que me ha quedado especialmente claro es que el tipo este es gallego. Eso y que, en consecuencia, es un personaje poco recomendable.

Para no tener manía a los gallegos no está mal. Sale el gentilicio en cada párrafo del texto.

Sergio dijo...

Gracias por vuestros comentarios. Lamento haber sido heraldo de tan magno acontecimiento.

Anónimo: es que no uso gallego como gentilicio, lo uso como adjetivo. De ahí su profusión.

Anónimo dijo...

Ah, vale. Supongo que el adjetivo es usado en la misma acepción que Rosa Díaz.

Anónimo dijo...

Curiosa la historia militar de la guía a la que haces una pequeña referencia.
En 1942, y como represalia a los bombardeos aliados a la histórica ciudad alemana de Lübeck, la aviación alemana lanzó una campaña de ataques sobre diversas ciudades inglesas. Ignorando las fábricas o los aeródromos, los objetivos fueron designados utilizando las guías de viaje Baedecker, con la intención de minar la moral inglesa destruyendo momumentos históricos en ciudades como Canterbury, York o Exeter. Paradójicamente, en 1943 la editorial de la guía voló por los aires en Leipzig víctima de un bombardeo de la RAF.

Anónimo dijo...

Querido obtruso:
A ver, me quedaría mas relajado y tranquilo, te dejo una galleguita?

Eesti dijo...

Toda la razón. Tienen industria, son el motor económico de España y son las comunidades más ricas y prósperas de "Estepaís", del cual veo lógico, por otra parte, que se quieran ir; están hartos de doblar el lomo para pagar a los vagos improductivos del Great Deep South (Andalucía, para entendernos). Aquí, quitando la industria agroalimentaria, sólo tenemos el polo químico de Huelva y la fábrica de cajas de cambio de Renault. No hay industria textil (trasladada a Barcelona en el siglo XIX), siderúrgica, metalúrgica, máquina-herramienta, electrodomésticos, bicicletas, etcétera. Sin embargo, eso a nosotros nos da igual; preferimos pegarnos toda la mañana en el bar, tomándonos una copa de anís después del café con Magno, mientras nos dedicamos a decir que qué pena que lloviera en semana santa, o lo malos que son los equipos sevillanos por no jugar Copa de Europa.
Un saludo (hala, qué a gusto me he quedado...)