Diario de la peste (XXX): las "mascarillas higiénicas reutilizables" como metáfora

También estaban en servicios mínimos

Si hoy has tenido que acudir a tu lugar de trabajo, que sepas que al Gobierno le interesa más la pasta que las vidas, en contra de la propaganda atorrante con la que inunda todos los medios. Que sepas que nadie entiende como siendo el país de mayor tamaño con mayor incidencia per cápita se levantan las medidas de confinamiento al mismo tiempo que afirman que seguimos en "confinamiento", según Grande-Marlaska. Que están montando otro teatrillo para decir que cuidan de nosotros, y no lo hacen.

Les voy a contar cómo ha sido hoy el reparto de mascarillas en uno de los intercambiadores de transporte más concurridos de Madrid, en Príncipe Pío. Lo que era la Estación del Norte pasó a ser a medidados de los noventa la vía de entrada de los trenes de cercanías que van a Madrid desde los municipios de mayor renta de España (Majadahonda, Pozuelo, Las Rozas), la principal estación de bus hacia las ciudades-dormitorio de Móstoles y Alcorcón (también a Boadilla, muy diferente) y la otra confluencia en la red de la líneas 6 de metro (la circular) y la 10 (el eje norte-sur), junto a Nuevos Ministerios.

Un lío diario, resuelto con múltiples confluencias a distinto nivel y una gestión de espacios que podríamos calificar de generosa, capaz de cumplir 25 años sin mayores modificaciones que doblar la estación de autobuses, para lo que pusieron una boina-cristalera (usada habitualmente como anuncio publicitario) hace unos cuantos años. Ahí, esta mañana, había una persona repartiendo mascarillas quirúrgicas de esas que ha comprado el Gobierno a real de vellón.

No llevaba identificación alguna (aunque mi medio de propaganda ha informado que iban a ser Policías, pero estarían con el desayuno con porras y café, esta vez en la Comisaría por los incovenientes del estado de alarma) y el reparto se hacía en el exterior. Solo podían dar una por persona, porque son "reutilizables": otro invento del Gobierno, dado que no existe ni una sola mascarilla quirúrgica así, salvo que se desinfecte en una instalación específica. No se hace nunca por su bajo precio y porque las mascarillas quirúrgica jamás han sido "reutilizables", sino "desechables".

Es la mejor metáfora de la gestión de esta crisis sanitaria. A pesar de los avisos de la OMS a finales de febrero de la necesidad de hacer acopios de material sanitario porque el mercado ya estaba escaso, a pesar de la reiterada y molesta insistencia gubernamental en que no eran necesarias "en esta fase de la epidemia" -cuando se produjo el megacontagio madrileño que acabó infectando a gran parte de España: esa era la fase, pero no había mascarillas ni siquiera para los trabajadores hospitalarios-, el Gobierno reparte ahora las mascarillas, consecuente con la atorrante propaganda de "aterriza otro avión con 35 millones en material médico", como si fuese tinta de impresoras o sangre de unicornio.

Es importante resaltar esto porque ya no hacen falta los respiradores. La línea de producción que empezó SEAT en Barcelona se ha paralizado porque una sencilla operación aritmética de 6000 ingresados en las UCIs de toda España y tantas fábricas y millonarios donando respiradores a fondo perdido (¡ja!) habrá hecho que ahora mismo haya respiradores hasta en la sopa del rancho que sirven en IFEMA. Hay un claro caso de sobreproducción que no va a parar porque nos van a inundar con ese tipo de material de baratillo una buena temporada.

Ya les habrá llegado el caso de Cantabria, donde el bufón velazqueño del presidente hace gala de unas mascarillas diseñadas por Belcebú, en el enésimo ridículo al que somete a su región, además de promocionar unas anchoas de importación. Han convertido los 500 muertos al día en una huida hacia delante, repitiendo una y otra vez lo de las UCIs no han colapsado y breve volverán con el mejor sistema sanitario del mundo. De ahí que ayer Díaz Ayuso diese plantón al presidente en la reunión telemática con los presidentes autonómicos porque ya se sabe que Madrid is different (y más que una autonomía) y tenía que ir a Barajas a recibir un 747 de carga.

Después de 26 días confinada en su domicilio por el Covid-19, le faltaba la foto propagandística con el material traido cuando hay 6500 muertos en su CC.AA, y le habrá parecido que es de lealtad institucional ir a una pista de aeropuerto a sacarse una foto con una cajas. Los valors de siempre y de los de siempre. Mañana el Parlamento autonómico recupera su actividad de forma telemática tras un mes de cerrojazo, pero ya saben que Pdr Snchz es el que ha confinado la democracia, mientras Madrid es la tierra de la libertad y las norias gigantes.

Nada de lo que ha hecho el Ayuntamiento ni la CC.AA de Madrid ha podido ser auditado y controlado por la oposición, y eso incluye el envío de torrijas que hizo Martínez-Almeida en viernes santo a distintos cargos de la administración. Torrijas sin mascarilla, porque no era necesaria. Cada vez que veo lo "un avión cargando con muchos millones en material médico" son incapaz de pensar en otra cosa que no sea los amigos del Partido Corrupto -comisionistas y conseguidores como Correa y Arturo- enriquiciéndose con la lluvia de dinero público de la región del dumping fiscal. 

La mascarilla es el símbolo de esta crisis. Condensa perfectamente la gestión de todo, desde la Falla valenciana cubierta con una megamascarilla mientras las autoridades se resistían a anular el festejo -y que estuvo plantada en la plaza del Ayuntamiento durante bastante días- hasta las que entregaban esta mañana en Príncipe Pío, de origen desconocido y fin incierto.

"No, no te puedo dar dos porque son reutilizables y solo puedo dar una por persona". Según lo que ha dicho el Gobierno, hay 10 millones de mascarillas disponibles, al mismo tiempo que hace dias envió una circular de cómo hacerlas caseramente, junto con un protocolo de colocación segura. Mientras vuelven a abrir la vía de los beneficios para los empresarios reanudando la actividad económica, transfieren la responsabilidad del contagio a cada individuo, que se debe haber concienciado durante este mes sobre la importancia de guardar los "dos metros aconsejables, un metro mínimo" de Grande-Marlaska, porque en esta lucha estamos todos juntos.

Juntos, mientras nos van contando diariamente la cifra de uniformados fallecidos, y también las de médicos o enfermeras. Todos juntos y no entiende de clases, pero parece que hay vidas que valen más que las de los demás, cuando únicamente están haciendo su puto trabajo, uno que entraba en el horizonte de posibilidades cuando escogieron la porra y la pistola, o la cofia y la bata blanca. Nadie se va a acordar ni sacar una estadística diferenciada de los camioneros o las cajeras de supermercados, y mucho menos de los que hoy han vuelto al trabajo por capricho de la patronal y el Gobierno, con el regalo de una mascarilla.  Una, que por supuesto solo se entregaba por la mañana.

Al final vamos a llegar a la conclusión de que lo es reutilizable no es la mascarilla, sino nosotros mismos.  Y no somos reutilizables, sino desechables, como han sido siempre las mascarillas. Y lo tendrá que hacer cada uno individualmente, porque las organizaciones representativas (de trabajadores, de votantes) jamás lo van a hacer por nosotros.