Un SA-2 de la edad de Santiago Carrillo |
En uno de los tópicos más manoseados que existen se afirma que la primera víctima de una guerra es la verdad. Seguramente el que ya ha perdido a un hijo o un ser querido en la revuelta libia opinará diferente, e incluso se pueden hacer matices a esta especie de refrán de Sancho Panza -como que en una guerra la primera victoria es de la propaganda, quizás el envés más apropiado-, pero no deja de ser una constatación incontrovertible una y otra vez que hay ocasión de aplicarlo.
Deténganse un momento y sean sinceros consigo mismos: ¿están bien informados sobre los acontecimientos de Libia? No mientan, que se pilla fácil. Verán, a pesar de ser un país que está a 200 kms. de las costas de Europa, durante los primeros y cruciales días de la revuelta no había ni un periodista digno de tal nombre en el terreno. No ya el impresentable panorama de la prensa española -El País facturaba crónicas desde Rabat, que ni siquiera tiene frontera con Libia, El Mundo ha enviado al lastimoso y escasamente sagaz Espinosa, a ver si lo secuestran por tercera o cuarta vez-, es que la internacional ha ido pareja.
Así se planta el abono para la buena e intensa propaganda. Fíjense qué paradoja: a pesar de estar el país vetado para los medios de comunicación -y no sólo los periodistas, porque parece que nadie haya sacado más que fotos borrosas y dudosos vídeos-, la buena recua de occidentales presentes se vuelven a casa sin dar mayor testimonio que el trato de la embajada o cochambres del género. Como lo ven: la era del grabador-reproductor portátil y no tenemos ni una imagen, ni nada.
Eso sí, ya nos han informado (¿de dónde viene eso?) que Gadafi se ha traído mercenarios africanos que luchan por su causa porque el ejército le ha traicionado. Suena todo muy Mad Max. Primero, ¿cómo han llegado? Que yo sepa Libia no tiene aviones de transporte para traerse un ejército de mercenarios de la noche a la mañana. Quizás han llegado atravesando el Sáhara con camellos...en fin: todos los medios han reproducido esto, seguramente cautivados por la poderosa imagen del líder demente combatiendo a su pueblo no con parte de este pueblo, sino con extranjeros. Cambien lo de "mercenarios africanos" por Brigadas Internacionales, Rusia, el Corpo Truppe Voluntarie o la Legión Cóndor, y verán como la propaganda es inmortal y eterna en cualquier conflicto.
De entre toda esta montaña de basura se pueden ir rescatando cositas que dejan en muy mal lugar el periodismo y el análisis de la gente que trabaja en medios. En el caso español, donde el puesto de opinionista está ocupado en su gran mayoría por gente que con Franco ya tenía mayoría de edad y que ahora jalean las revueltas contra el dictador -igual que hicieron ellos cuando pudieron, salta a la vista-, hemos visto resurgir la figura del egiptólogo -inenarrable lo de Angels Barceló en Egipto deseando una revolución y, especialmente, estar presente cuando ocurriese: no lo consiguió por días- y ahora la del libianista, si es posible que exista algo así. Ahora les ha dado por hablar de tribus y de facciones, que queda muy bien para la realidad africana construida bajo el tópico del periodista poco capacitado.
En fin. Hay que aferrarse a lo poquito que se ha podido ir rescantando por ahí. Primero, los dos cazas F-1 huidos a Malta. Los pilotos dijeron que piden asilo porque les ordenaron atacar a las multitudes. Es un poco triste que Libia, que cuando hacía falta era presentado como un potencia militar (¿se acuerdan el carguero pirata norcoreano interceptado en el Indico allá por 2002, cargado de misiles para Libia, y que tuvo que continuar su travesía tras el acto de piratería marítima del buque militar español que lo interceptó?), tenga todavía en servicio este avión de combate francés -prácticamente el último que exportaron con éxito-, monoreactor y de escasa operatividad, como demuestra el hecho de que también esté presente en nuestras fuerzas aéreas. De las 72 unidades adquiridas creo que se han perdido un tercio por accidente.
Más tristeza da una imagen como la de arriba, con un paisano celebrando la toma de una base militar abandonada donde luce un SA-2 de los años sesenta, un auténtico superventas de la exportación militar soviética: aparatoso y poco efectivo, daba sin embargo la imagen de misilazo por su agresiva estética y por haber derribado al U-2 hallá por 1962. La imagen es de ayer, y hoy la publican una buena manada de medios, porque así de patética es la cobertura informativa. Un par de días antes Associated Press también distribuyó unas imágenes de la toma de una base militar que, por su imprecisión, bien podría haber sido en cualquier otro país árabe.
Más interés tiene este vídeo, en teoría proporcionado por un dentista libio desde Trípoli. Se identifican hasta tres helicópteros volando en línea, una formación muy poco habitual para este tipo de aparatos. Y encima no son helicópteros cualquiera: son Chinook, fácilmente reconocibles por su doble hélice. Aunque el ejército libio tiene este aparato en su arsenal, son ejemplares muy antiguos comprados en su día a EE.UU, que estuvieron sin volar muchos años por falta de repuestos -las cosas del embargo, siempre que no tengas un Oliver North y un Iran-Contra de tu parte-, y que en su día se intentaron remozar con piezas traídas desde Italia.
Conociendo el estado de las fuerzas armadas libias, es muy extraño ver volando a tres en formación. Es un helicóptero de transporte de tropas, y no faltará el que vea aquí la prueba ineludible de que es así como están llegando los mercenarios a Trípoli, pero también pueden ser otra cosa. Aunque el vídeo, como suele pasar siempre en estos casos, es de bajísima calidad y apenas si se puede percibir nada, una cosa evidente es que viajan sin ningún tipo de identificación y, lo que es peor, con el color de las fuerzas especiales que no son libias, por decirlo de una manera educada y fina. Fíjense en que ni siquiera tienen el camuflaje del desierto, porque hace falta ser zopenco para dejar un helicóptero de gris o negro en un país que es amarillo.
Peor aún es la noticia de que el aeropuerto de Bengasi, la segunda mayor ciudad libia, "ha sido destruido en choques entre manifestantes y el Ejército libio". ¿Cómo? ¿Van a luchar al aeropuerto? ¿quedaron adrede ahí, como los pandilleros en descampados? ¿Y este queda destruido? Vamos a ver, y dando por supuesto que el aeropuerto está destruido (¿va a ir alguien a corroborarlo? ¡el periodismo en tiempos de twitter, señores!), que es ya es mucho suponer, ¿quien lo ha hecho?
Verán, en las actuales doctrinas militares, la destrucción de los aeropuertos es una operación básica, primaria y vital. De hecho, se han inventado múltiples armas para lograr esto: las famosas bombas de racimo que tanto molestan a Carme Chacón se inventaron precisamente para esto; el Tornado, uno de los primeros aviones a reacción con capacidad de cazabombardero a baja altura y buenas prestaciones en cotas altas -no un culo pesado como el A-10 o el Su-25-, llegó a tener una versión específica para ataques a pista de aterrizaje; ¿Por qué? Destruye el aeropuerto y tendrás los aviones inutilizados. Destruye el aeropuerto y cortarás la vía de suministros rápidos e inmediatos.
¿Por que debería haber destruido la fuerza áerea libia un aeropuerto suyo? ¿Temían que los rebeldes -"los manifestantes", según El País- cogiesen alguno de los escasos aparatos para ir a atacar la mismísima Trípoli? Aquí hay dos opciones: el aeropuerto lo ha destruido alguien para evitar la llegada de esos fantasmagóricos mercenarios como refuerzo en una zona que se perdía (¡con que capacidad y precisión, señores!), o bien lo han destruido los propios libios fieles a Gadafi para evitar precisamente la llegada de fuerzas y suministros a los rebeldes. Por parte de quien ya es otra cuestión. Lo que está descartado es que se haya destruido por casualidad.
En África existen los ejércitos de mercenarios. Lo saben bien en Guinea Ecuatorial, donde gobierna a la manera de Gadafi ese amigo de José Bono llamado Teodoro Obiang. Hallá por 2003, en pleno delirio del aznarismo, se desarticuló un golpe de estado donde uno de los cabecillas del ejército mercenario que volaba desde Zimbabwe hasta Fernando Poo era uno de los hijos de la gran Dama de Hierro. Seguro que buscando por Internet recuerdan la historia.
La historia se desarticuló, pero sepan que -¡oh, casualidades!- el buque Patiño y la fragata Canarias de nuestra Armada tenía previsto estar de visita de cortesía en la ex-colonia por las fechas del golpe. De cortesía de la buena, porque había embarcado para la ocasión a 2.000 soldados, por si fuesen requeridos, queseyo, para estabilizar alguna situación peligrosa sobrevenida de improviso, eh, siempre de improviso. Por cierto, a estos soldados jamás se les dijo a dónde se dirigian. Como la chapuza cayó antes de arribar a destino, se volvieron y todo quedó, gracias al silencio complaciente de los medios, en agua de borrajas. Esta vez no hubo un Moratinos que fuese a 59 segundos a, un poco caliente, desvelar secretos de la diplomacia española en tiempos de Aznar. Tampoco parece que los medios que atesoran wikileaks nos quieran iluminar un poco sobre esto, aunque sí sobre el botox de Gadafi.
En fin, ahí les dejo esos datos. Yo, en una guerra, no me creo nada, y menos si no hay periodistas -ya ni siquiera los pido independientes, simplemente pido imágenes sobre el terreno- de por medio. A 200 kms. de Europa y como si estuviesen en Marte. Menudos tiempos que nos ha tocado vivir. Y hasta que dure esto de Internet relativamente libre, que ya se sabe que lleva a revueltas y cambios de poder: unos deseados, otros no tanto.
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De la especial habilidad del alcalde de Oviedo para la broma gruesa ya se dejó constancia hace mucho tiempo. En contra de cualquier sentido común, sigue erre que erre.
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Dos promociones enteras de la Universidad local. Dos.
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La España profunda. Lo que se infiere de la noticia es que la dejaron morir de hambre mientras vivían con ella, porque en este caso -al revés de otros similares- no la metieron en un gallinero. También había un chaval de 14 años y un bebé. Al parecer, nadie vio ni comentó nada, como es costumbre.
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Fernando Vallespín hizo una obra impresionante con treinta y muy pocos, probablemente sin rival en España. Consiguió su cátedra también muy joven. Desde entonces, muy poquita cosa. Últimamente lo están fogueando como intelectual orgánico asociado al PSOE: columna en El País, intervenciones tediosas, pelín pedantes y completamente intranscentes en Hora25. Se esperaba más de él, la verdad.
Lo que tiene nombre es esta columna en El País. Mira, si no tienes nada que poner, o no deseas tu "cargo", dilo, pero no te humilles de esta manera. Ni a tí ni a tus improbables lectores. O dedícate directamente a humorista, algo con lo que llevas tiempo flirteando.
1 comentario:
El pobre Vallespín no es el mismo desde que fue presidente del CIS, pero sobre todo desde la muerte de su amigo y compañero Rafael del Águila, que murió ya hace un par de años (ambos sacaron a la vez la cátedra). Lleva años pendiente de escribir un libro sobre Hobbes, su especialidad. Si consiguiese publicarlo, seguramente podría redimirse. En cambio, Rafael del Águila fue increíblemente productivo durante su larga enfermedad, y con interesantes aportaciones. La pérdida de su amigo le afectó muchísimo, y probablemente se vea reflejado en su ánimo por la investigación
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