
Honra a El País haber publicado algo así. Aunque hace poco Fernández-Galiano y su brillante pluma también contrarrestasen el demoledor veredictor de Curtis. Y clama al cielo que entre tanta propaganda, tanto éxito vendido antes de ser realizado y tanta bazofia todavía quede un resquicio a la esperanza y al sentido común. Esta Expo nunca tenía que haberse celebrado. Como todas.
Ingentes cantidades de dinero público han sido volcadas a una "fiesta del agua" de dudoso gusto y benefecio. Zaragoza se quedó con el honor tras batir en la final a Trieste, ya ven que contendientes tan poderosos. Este tipo de eventos solo dejan deudas, amargor y una serie de edificios que nadie quiere ocupar. También los JJ.OO de Turín 2006 se vendieron como que tenían el uso de sus equipamientos garantizados para los años venideros, y ahora languidecen entre el óxido y la ruina.
La Expo se ha edificado en terreno inundable; el edificio estrella a priori, el pabellón-puente de Zaha Hadid tiene serios problemas estructurales, y ya nos están vendiendo la Torre del Agua como el nuevo icono; tiene telecabinas, el típico invento de transporte -como el monorrail- de un solo uso, el de los tres meses que durará la farra a costa del erario público; y está edificada al otro lado del río, con la barrera psicológica que eso supone. Y si no, que pregunten en Sevilla que es lo que hay al otro lado del Guadalquivir.
La Expo será un fracaso. Ya inundan los telediarios las noticias de que están todos los hoteles reservados, y se habla de ¡7´5 millones de visitantes! ¿De dónde? ¿De dónde van a salir en este contexto de crisis económica? ¿Para ir a ver a Fluvi? El siniestro alcalde de Zaragoza, Ojeras Belloch, un hombre tan repulsivo que cuando era Ministro de Interior y Justicia en la última legislatura de González hablaba en secreto con Jota Pedro y contaba secretos de Estado, dice que es la oportunidad para engancharse a la modernidad...
Pues será en otra ocasión. De las infraestructuras planeadas, la Estación de Delicias sobresale por su mastodóntica presencia y su horror de concepción. Una caja descomunal para el tamaño de la ciudad, con hoteles -sin inaugurar, por supuesto- que miran a los andenes. Una pesadilla digna de Bratislava, donde sólo se salva la ingeniosa cubierta. Resulta curioso ver los flamantes AVE aparcados junto a las locomotoras-vagón diesel que todavía cubren recorridos a los depauperados pueblos de Aragón. Los que tienen gente. Los que tienen tren. Del resto de infraestructuras, pues poca cosa. Nadie irá en avión, por supuesto. Por carretera, que para eso Zaragoza es "cruce de caminos". Lo es porque no tiene una rima tan fácil como Albacete, sino ya les diría yo lo que es.
En fin. La Expo se inaugura hoy. Lujo y boato al lado de un río de color ocre, que seguro que será evitado en las panorámicas para vender por ahí. Fuegos artificiales y las más altas autoridades. Y ahí seguirá pendiente la guillotina. La de una ciudad que depende de la macrofábrica de Figueruelas, especializada en un sector sometido a ciertas tensiones estructurales, esto es, que no se irán: se agravarán. Ya verán que panorama se quedará después del fracaso de la Expo. Y, como es natural en los aragoneses, la culpa de todo la tendrán los "madrileños, catalanes y vascos". Esa es la gran pena de una gran ciudad -por tamaño- perdida en medio del páramo. Si hasta el Ebro se va...