Diario de la peste (XXVIII): hintelectuales y Covid-19

Hoy en Hora 14 de la SER han empezado el informativo a las 14:30 con la voz de una anciana de 85 años que se había recuperado "del coronavirus". Como un informativo de TeleCinco, incluyendo el acento andaluz que no puede faltar en este tipo de testimonios humanos, y que forman parte de una denodada campaña para vender la normalización de que hoy haya habido más de 500 muertos y un ligero repunte de contagios, que no logran bajar pero sin embargo van a levantar el confinamiento estricto.

La cobertura de esta crisis sanitaria oscila entre lo vergonzoso y lo folcklórico, y cuando tienen que traer a un especialista es un médico. He llegado a ver en El Parte a un profesor de Microbiología de la UAM respondiendo en plan chat a preguntas de los televidentes, en plan "¿cómo me tengo que lavar las manos?". Para eso no se recurre a un profesor universitario, si no a un médico. De familia, a ser posible, no necesariamente un epidemiólogo, esa profesión a la que se quieren reconvertir los politólogos.

Recuerden que en esta crisis está la vertiente médica, y está la vertiente ética. Ahí ya no hace falta ser especialista (ofendiditos, pasen a la sección de comentarios), a no ser que crean que la ética pertenece a un colegio profesional de titulados y egresados de facultades específicas. Si no fuese porque este país es como es, a alguien le hubiese llamado la atención la notoria ausencia de intelectuales en todo este mes de confinamiento. Con cientos de muertos al día, muchos de ellos elegidos para morir.

Es cierto que su posición en la sociedad y el debate público ha sido fuertemente erosionada por su patente incapacidad y por el surgimiento de otras figuras que parece que tienen más éxito, como ese periodista gallego llamado Jabois, que se dedica a pasear y decir que un buenas noches es peor que un coito extramatrimonial, con gran reverberación en la caverna de su cuerda. "Oh, qué razón tiene. Mucho peor un pensamiento a una persona querida que intercambiar fluidos vaginales y espermetazoides con esa misma persona".

Ese es el tipo de debate que hay en nuestra sociedad, la misma que cercena de raíz el derecho a la autodeterminación con un "no está permitido en la Constitución", o que todavía llama intelectual a un desgraciado como Fernando Savater, capaz de ir a la inauguración del año fiscal de la asociación de empresarios del juego, pero que después no tendrá óbice alguno en atacar desde su atalaya en El País el flagelo de la ludopatía. Son intelectuales a sueldo del que les pague, y después a publicar libros de mierda sobre como extrañan a su mujer, mientras describen las infelidades (o sea, Savater: visualicen la situación, por favor).

Sepan que, en los felices meses de febrero y principios de marzo con ese agenda-setting de manual que es la política violeta de este Gobierno, la indigente mental de Almudena Grandes escribió esta columna titulada ProChina en El País: "en solo dos meses la violencia machista ha asesinado ya a 13 mujeres, cuyos cadáveres llaman menos la atención que el estornudo de una señora en Mallorca". Sí, se refería al Covid-19, pero tenía que hacer su llamamiento a la paguita institucional.

(...) al final ha sido el coronavirus. Ya se que no está bien llamarlo así, que los enterados hablan del Covid-19, que los más enterados todavía lo llaman SARS-CoV-1, pero prefiero quedar como una paleta [lo que eres]

No le parecía importante. Ahora, con cientos de cadáveres al día ya ha cambiado de opinión y usa su atalaya semanal en El País para atacar los recortes en la sanidad pública y también a los "epidemiólogos aficionados, que lo saben todo" (los que no usan SARS-CoV-1, como ella), porque ella es muy de izquierdas al mismo tiempo que reconoce su paletismo, por si alguien no se había dado cuenta leyendo su mierda de libros copiados de Jose María Gironella, y con menos éxito.

Ya se que es una osadía llamar intelectual a esta señora que viste de luto perpetuo, pero cada vez que publica tocho infumable vuelve a salir la Guerra Civil y "lo mucho que se sufrió", o cualquier guarrada que esté de moda. Es que el intelectual ya no existe, ha sido sustituido por el columnista a sueldo de un partido. Con su agenda de temas, y su prontuario de lugares comunes.

Con cientos de muertos al día, ¿donde están esas columnas de ética de la Catedrática Adela Cortina que lleva 20 años publicando libros que no mejoran a Corín Tellado? Con cientos de muertos al día, muchos de ellos por decisión política-pragmática de dejarlos morir en una residencia sin pasar por un hospital, ¿donde está el pelograso de Javier Gomá para pontificar sobre la ejemplaridad pública desde la Fundación Juan March, llamada así por un contrabandista? Con cientos de muertos al día, ¿donde está Muñoz Molina, que con la crisis escribió la mierda de libro titulado Todo lo que era sólido, especialmente su chaisse-longue de 8.000 euros?

No están, sencillamente no existen. Nunca lo han hecho. Su contribución al debate público es residual incluso en situaciones así. Están esperando a que escampe, ver por dónde sopla, y coger la corriente de aire que lleve de nuevo a los contratos, las presentaciones y las invitaciones a saraos en sitios exóticos o Zamora. ¿Criticar al Gobierno de "es como una gripe"? Noooo, eso no se paga. Mejor tener hecha ya la columna (con espacios con XXXX para poner algún nombre) sobre los Capitanes a Posteriori o cualquier otra cosa. Fíjense si no en la propia mujer de Muñoz Molina, al que el incoveniente virus ha dejado colgada en plena promoción de su último libro, una mierda sensiblera sobre su infancia, pero seguro que ya está haciendo uno sobre "el coronavirus" en Carabanchel.

Es mucho pedir que existan. Hace unos meses murió Santos Juliá, que fue ensalzado como "un intelectual". Era un historiador que no había publicado nada hasta casi cumplidos los 40 años, porque estaba metido a cura. Su labor de intelectual se limitaba a hablar como lo que era -un cura gallego, desde un púlpito- sobre la Transición, lo malo que era el nacionalismo y lo malo que es Pablemos. De su a veces brillante pluma no salió jamás opinión alguna sobre otras materias, cuando un intelectual es alguien que opina sobre toda la esfera pública, y crea opinión. Alguien que te revuelve las tripas y al mismo tiempo te hace pensar diferente. No es de extrañar, puesto que hizo un libro sobre los intelectuales españoles que termina abruptamente en 1968, y que es malo con avaricia. Es el paradigma de intelectual español contemporáneo, por lo menos hasta la caída de Arcadi Espada en el pozo de la locura.

Es tan bajo el vuelo en estos días que lo más parecido a un debate intelectual a raíz de la crisis del Covid-19 viene protagonizado por el impresentable de César Rendueles, muy preocupado por los niños confinados y el "brote de autoritarismo", no en vano es padre de tres vástagos. Dice que las autoridades son "psicópatas" -es hijo de un psiquiatra- por no tener en cuenta las necesidades de los menores, y ahí está erre que erre todos los días dando la murga sobre el tema, e incluso le han ofrecido atalaya en el medio de ultraderecha El Confidencial, sin merma alguna a su publicitado marxismo.

¿Deben salir los menores a la calle acompañados? ¿Una hora al día o más? ¿Son los que más sufren?  ¿Hubiese adoptado el Gobierno otras medidas de tener hijos menores en el hogar? Esos son los grandes temas que plantea este charlatán, capaz de poner en un libro de encargo sobre cine que un día estaba deprimido por tener que trabajar haciendo encuestas en Zamora, y que pensó en meterse heroína. Vamos, lo que pensaríamos todos. Debe ser curioso criarse en casa de un psiquiatra.

Insisto en que estas son las preguntas que se plantean en días así, supuestamente históricos. Los intelectuales patrios, una vez más, han estado a la altura de las circunstancias. De lo que se espera de ellos. Una claque más de El Poder, que ha pedido unidad nacional, y todos al alegre paso de la consigna, los lugares comunes y el no-pensar como actitud vital. 
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¡Nadie podía saberlo! Al igual que en el caso ya comentado aquí de Nembro -cuando la mortalidad superior al 200%, comparando con Castilla-La Mancha-, la medida más efectiva es el confinamiento total. En España ha pasado con Labastida, el primer municipio autoconfinado del país, y que ya presenta cero casos. Que yo sepa, no he visto esta experiencia de éxito -la única- en ningún medio de propaganda, seguramente para evitar pensar "¿Y por qué narices no se hizo lo mismo con Madrid?"

Pues por eso.
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Increíbles obituarios de Enrique Múgica, otro muñidor del Régimen del 78. Todos pasan por alto que a principios de los ochenta era el encargado del PSOE de reunirse con militares -lo hizo con Alfonso Armada y otros- para estudiar eso del Gobierno de Concentración Nacional que debía salir del golpe de Estado del 23-F.  Después, en una deriva lógica de un socialista tan acendrado, se hizo del PP. Lo del socialismo vasco (Damborenea, Redondo Terreros, Patxi López) es para escribir una novela de terror y muertos de hambre.