Diario de la peste (XXIX): vuelta al curro con 500 muertos al día

Atocha, un día cualquiera

Mañana se acaba el periodo de permiso retribuido recuperable con el que el Gobierno ha adornado lo que suponía, de facto, una medida de confinamiento más estricto respecto a la decretada el 13 de marzo, esa en la que se podía seguir yendo al trabajo mientras se arreglaba lo del teletrabajo, y sin necesidad de llevar ningún salvoconducto.

Se acaba con las fanfarrias de la victoria y la coartada de la decisión científica, un término que hoy ha repetido hasta la saciedad Pdr Snchz en su comparecencia pública, que ha mudado del sábado por la noche -a la hora de El Parte- al domingo por la tarde -a la hora de El Parte-, porque ya ha pasado la hora grave, e incluso el Presidente responde a las preguntas de los periodistas con un monosílabo y estos siguen sin tener la oportunidad de replicar. Transparencia, y números claros, lo que siempre ha caracterizado la gestión de esta crisis.

Recuerden que Pdr Snchz abordó las primeras semanas del Covid-19 sin el comité científico del que tanto presume.  Lo constituyó mucho después de que hubiese comité de seguridad (los uniformados que salen todos los días), reflejo evidente de las prioridades y el proceso de toma de decisiones adopados durante todos los momentos. Ahora es la excusa perfecta para justificar una decisión tomada en comandita con la patronal, el Gran Capital, y los siempre sumisos y obedientes sindicatos.

Es increíble que un comité científico recomiende la vuelta al trabajo con una tasa de incremento de infectados del 3% y con más de 500 muertos al día. Es, sencillamente, entrar en contradición con lo que han informado durante todas esas semanas sobre los mecanismos de propagación del virus: incluso ayer hablaron en El Parte del Ro, sin llamarlo así ni sin explicarlo, únicamente diciendo "el índice de contagios a partir de un contagio".

Por supuesto, la vuelta al trabajo en todos aquellos empleos en los que el teletrabajo no es realizable se hará a nivel nacional, porque para un epidemiólogo de esos del comité científico debe ser lo mismo la tasa de contagios y de muertos en Cantabria o Canarias que en Madrid, que sigue siendo el principal lastre en la gestión eficiente de esta crisis sanitaria. En la capital quieren volver al trabajo porque es donde reside el Ibex-35, y es precisamente el último sitio donde debería hacerse.

La preparación para esta vuelta a la actividad ("pero todavía seguimos en confinamiento") se ha hecho de manera muy ciéntifica y reflexionada. Ahora habrá que llevar mascarillas en el transporte público, donde también hay un llamamiento para mantener la distancia de seguridad de "dos metros recomendable, y como mínimo un metro", según oí ayer al Ministro del Interior.

Paralelamente, se ha publicitado un reparto de mascarillas en el metro y otros transportes públicos que llevarán a cabo las fuerzas de seguridad, que también enviaran a su ejército clon (los seguratas) a patrullar para que se cumplen las órdenes de esta vuelta científica a la actividad. Ellos, mientras tanto, irán a las ocho a arrimar la cebolleta a las enfermeras, manteniendo la distancia de seguridad del nabo al ritmo del Resistiré, como se puede ver en numerosos y vergonzosos vídeos.  Pon la sirena, Chemita, que nos oigan en todas las plantas.

Subrayo lo de "en el metro" para que vean como impera el madrileñismo en la gestión de toda esta crisis. Creen que toda España tiene Metro, cuando únicamente son cinco o seis ciudades. Como son incapaces de individualizar Madrid para ninguna medida concreta que no sea propaganda ("IFEMA, el mayor hospital de España"), hay que leer entrelíneas cuando Grande-Marlaska dice lo de "el metro", sinónimo de Madrid.

No requiere un gran esfuerzo acordarse de cómo trató la propaganda oficialista las imágenes que hubo el lunes 15 de marzo, el primer día laborable desde el confinamiento. Vagones de metro atestados, y andenes a reventar en Atocha, la estación de cercanías madrileña por la que pasan todas y cada una de las líneas de tren regionales de Madrid, al mismo tiempo que no hay intercambiador de autobuses (la famosa intermodalidad) porque la capital de España ha sido diseñada por un mono, y rematada por una secta adoradora del túnel como solución a la movilidad y congestión.

"No son imágenes de hoy" y "obedecen a un problema puntual que hubo con un tren" fueron algunas de las excusas dadas por las autoridades, que en esos días decían que lo de llevar mascarilla era innecesario. Ahora, con cientos de infectados al día en Madrid, dicen que todo se soluciona con llevar mascarilla, mientras van a mantener las mismas frecuencias de festivo en todos los transportes públicos, que en estas dos semanas de hibernación (otra metáfora usada por Pdr Snchz) han estado circulando vacíos, pero circulando. Porque la joyita no se para.

El panorama es fácil de preveer, incluso si no se es un epidemiólogo del comité científico. Volverán a subir los casos y también las muertes, porque el transporte público volverá a ir atestado o, por lo menos, sin manera de poder mantener la distancia de seguridad. Es la asunción total de que el Gobierno, que oficialmente mantiene la línea de "lo prioritario es salvar vidas", ha trabajado siempre con índices de contagio y de muertos/día a partir de los cuales es posible reemprender la actividad, y los va a aplicar por encima de cualquier criterio médico, que únicamente puede ser de cero muertes al día y contagios por debajo de cien. Como en China.

Por ahí existe una buena vía para que la inexistente oposición hiciese preguntas parlamentarias con enjundia, o los terribles periodistas de las ruedas de prensa -más preocupados de hacer preguntas larguísimas donde quede claro que saben mucho que de poner en aprietos a los responsable ministeriales-, pero es mucho esperar, porque únicamente defienden los mismos intereses que defiende Pdr Snchz para retomar la actividad económica no esencial, y que no son intereses de salud pública tomados con criterios científicos epidemiólogicos. Son los intereses de la patronal y el Gran Capital.

Es todo tan rídiculo eso de escudarse en la shienshia para adoptar una medida así que, con la olvidada e inútil Teresa Ribera abandonada en su Ministerio de chichinabo, las autoridades también han pedido que los trabajadores acudan preferentemente a sus puestos de trabajo "en vehículo privado". Tanta turra con la ecología, la eficiencia del transporte público, las emisiones cero y el cambio de modelo que recomiendan ir en coche, porque ya sabemos que aunque digan "vehículo" se refieren al coche y, como mucho, a la moto.

Coches diseñados para cuatro personas pero que, por el decreto de estado de alarma, solo podrá ir ocupado por una persona,  para gran sufrimiento de Teresa Ribera, cuya transición ecológica ha sido borboneada, y lo seguirá siendo durante mucho tiempo.  De manera nada sorprendente, uno de los efectos del Covid-19 en Wuhan es que todo el mundo está comprando coches, porque ya no se fía del transporte público. Imaginen en España, donde no nos podemos fíar del Gobierno  ni siquiera para que cuente bien a los que ha dejado morir en residencias de ancianos: como para fiarnos de cuando nos digan que es seguro ir en el transporte público.

Por otra parte, ya saben cual es el principal rubro de producción industrial y de exportación de España: no descarten que, en breve, parte del escudo social de Pablemos vaya a parar a un nuevo Plan PIVE (el Estado dio 2000 euros en mano a los fabricantes y compradores por cada coche vendido) porque "hay que salvar al sector", y demás esquemas mentales propios del nivel de debate político que padecemos. No hay nada más social que el coche para todos, especialmente cuando vives en una dacha en Galapagar.

Nos vendían que era la economía del no poseer y el compartir -"no compres coches, sharing"- y vamos a ver un recrudecimiento agudo del tener propiedad y el estatus social de "yo voy al trabajo en coche" -una de las frases más reveladoras que existen de una persona- que va a ser terrible, porque vendrá acompañado de la coda de hay que mantener las medidas de distanciamiento social. Combinen todo eso con lo ya anunciado por aquí de hay que consumir nacional y este año las vacaciones en España y verán que, aunque esto jamás ha sido una guerra, nos va a quedar una posguerra cojonuda. De Ballard y Borroughs.

Pero no adelantemos acontecimientos, en todo caso inminentes. Mañana vuelve al trabajo presencial una parte importante de la fuerza laboral española, y lo hace porque el Gobierno da por asumibles más de 500 muertos al día y más de 4000 nuevos contagios diarios. Habrá que contrastar cómo se comporta la famosa curva dentro de tres semanas, cuando los que se contagien mañana vayan a entrar en los hospitales descongestionados de la mejor sanidad pública del mundo.