La metáfora de la niña de Rajoy no ha funcionado. En su propio partido, donde no abunda precisamente la autocrítica (la gestión del 11-M sigue siendo impecable), lo reconocen sin ningún tipo de reparo. Fue una payasada, más si se contrasta con el discurso durísimo ejercido por el político de 53 años. Se pone a mirar a la cámara, cambia la voz y se pone a desgranar un discurso que no encaja nada con la tradición política española.
Claro, cuando te buscas un asesor de campaña en un sitio tan exótico como México, te pasan estas cosas. Ahí funciona ese discurso de la niñita, de los padres "con casa y trabajo" (como si en España tuviesemos grandes bolsas de pobreza rodeando las grandes ciudades, y cuando digo pobreza entiendan pobreza, que no es precisamente no poder comprar la PSP) y eso de "con cabeza y corazón", como si el rival no tuviese corazón. Rajoy lo leyó a pies juntillas, como un opositor. No daba la impresión de que se lo estuviese creyendo. Cabe preguntarse cuanta gente de la que le rodea conocía el contenido. Y por qué nadie le advirtió de que algunos discursos no son extrapolables, por mucho que nos digan que los que están al otro lado del Atlántico son nuestros hermanos y esas cosas.
Existe el español peninsular y el español que hablan por allá. Es mucho más que el vocabulario, decir chela y está madre o ¿cúal es la onda, güei?. En España, a diferencia de las antiguas colonias o Italia, impera el realismo descarnado. Fíjense en la literatura: El Lazarillo, El Quijote, La Regenta o Tiempo de Silencio, por no hablar de Pérez Galdós. Los ejemplos son miles, también en el cine. Realismo puro y duro, descarnado. Es lo que gusta en España, también en el cine, donde los ejemplos de fantasía son una rara excepción. En las otras latitudes reseñadas más arriba, es justo lo contrario. Hagan su propio análisis.
Siempre están con sueños, metas que alcanzar, el futuro que será mejor y esas cositas que endulzan un vida. En este sentido, el brillante discurso final de ZP ("no puedo prometer que todos triunfen en su vida...") es mucho más creíble, porque nos habla de una realidad más nuestra, y de una tradición que es la española. Y que nadie se espante: se puede hablar de "tradición" y de "España" en la misma frase, porque al fin y al cabo es algo que nos viene heredado, que no hemos podido escoger. Por lo que a mí respecta, siempre preferiré un hidalgo enloquecido que arriba a una fonda con personajes de mala monta que una fábrica de hielo en Macondo, para que me entiendan.
Toda la narración de Rajoy y su famosa niña es de una pasmosidad increíble. De tradición impostada, como implantar la democracia en Afganistán. Y muy poco creíble. La niña ya sabrá "lenguas", porque en España hablan otra lengua 11 millones de habitantes: son bilingües, una palabra que le cuesta mucho conjugar a la derecha. Hablan castellano, no lo escriben muy bien porque cada vez se dedican menos horas a su estudio, pero también hablan otra lengua, que es igual de natal que la otra. Les cuesta mucho entenderlo. ¿Ustedes han visto alguna vez a Rajoy hablando en gallego, a pesar de ser de Pontevedra? Pues no.
"Tendrá un título reconocido internacionalmente". Burdo torpedo a las instituciones académicas españolas. Hay españoles en todas las organizaciones internacionales. Van con su título académico español, no con uno sacado en Internet en las Islas Caimán. Y mejor no hablar de lo de "casa y trabajo" o "orgullosa de pertenecer a esta vieja nación". A mí me dan miedo todos los que utilizan la palabra "orgullo". Más que nada porque lleva implícito que estás por encima de alguien. Por no hablar que suena mejor "joven nación" que "vieja nación", y hay bastantes partes de España que buscan forman una "joven nación".
En fin, la derecha que tenemos que padecer en España y que se articula contranatura en un único partido con ansias hegemónicas. Por cierto, ¿que tal le sentaría a Rajoy que esa niña saliese ácrata y antisistema? Bah, error 404, eso es imposible. La niña saldrá alta, fuerte y del PP. Que orejeras de burro y que poco entender de la compleja realidad de España, ni siquiera que es diferente de México. Ni mejor, ni peor: diferente.
***
¿Tan poco entretenimiento ofrece una ciudad grande como Talavera? ¿Tan poco de verdad? El polo rosa manchado de sangre. El bigotillo. La pulserita. El relojito con mucho metal y poco estilo. Las sonrisas. El posado de grupo, como si fuese una cacería. Y los gatos. Hace falta ser un desgraciado, y mira que se perfectamente que es la típica noticia-cebo para decir "es que son todos así". Si y no, porque entre 9,7 millones de votantes cabe de todo, pero qué desgraciado. Por encima de los colores. Del rosa y del azul.
Blog personal sobre cuestiones sociopolíticas. No es un blog de antipolítica. El autor tiene sus opiniones, que casi nunca coinciden con las de ningún partido ni ningún medio de comunicación.
viernes, 29 de febrero de 2008
jueves, 28 de febrero de 2008
Pim Fortuyn entra en campaña
Al final lo dijo. Mariano Rajoy, candidato del Partido Popular al Congreso de los Diputados, llevaba unos días especulando con la posibilidad. Antes de la campaña electoral su partido jamás había sacado el tema de la inmigración: era el único partido de derecha en Europa que no lo había hecho. Nunca es tarde para recuperar el tiempo perdido. A grandes zancadas.
Primero fue el contrato de integración, una medida que no aportaba nada nuevo que no estuviese recogido en los varios códigos que rigen la convivencia, de la Constitución al Código Penal, este último el que más le gusta al PP, aunque cite más el primero. Ahí queda el catálogo de costumbres españolas, sin definir, pero que se apuntado que no incluye ni "la poligamía ni la ablación", que es lo mismo que dice el Código Penal.
Después fue Arias Cañete el que habló de la baja calidad de la mano de obra extranjera, de que cualquier tiempo pasado fue mejor en la hostelería y de que en España se hace una mamografía en un chasquido de dedos. Le siguió Rajoy en el debate televisivo, donde dijo textualmente "avalancha", "incontrolada" y que colapsan los servicios públicos. Ayer se mejoró aún más, en una deriva que siempre antecede de una de sus frases preferidas ("soy gallego"), utilizada como si fuese un talismán que le librase de todos los males.
"No cabemos todos". Lo dijo en Canarias, comunidad especialmente sensible a los problemas de espacio y de la inmigración. Pero no lo dijo solo para Canarias, lo dijo para toda España. La autoría de la frase, empero, hay que buscarla en Holanda, y se debe a Pim Fortuyn, un hombre que fue asesinado por sus ideas. El difunto político era holandés, y su frase tenía sentido en el contexto de ese país ganado al mar, donde incluso existe un proyecto de sacar el aeropuerto de Schiphol a alta mar para liberar espacio terrestre. 17 millones de personas en 30.000 kms cuadrados, la densidad de población más alta de Europa.
En España no tiene sentido. Hay espacio para todos. Insisto: hay espacio para todos y es bueno para España. El crecimiento de la economía estos años se debe a la mano de obra extranjera que, si bien es menos eficiente, aprende con rapidez, porque los sectores donde se ha empleado tampoco requieren grandes destrezas. Cotizan a la Seguridad Social y, si el Estado detrae de sus ingresos esta cuota, es normal que puedan acceder a los servicios que este provee en igualdad de condiciones. Es así. Hay una cosa en que el PP y el PSOE coinciden: quieren hacer España "más grande". Y para eso se necesita más población. Lo entendió muy bien la derecha en Madrid, ciudad que ya cuenta con un hinterland de 60 kms de diámetro, cuando no 90 kms gracias al AVE a Segovia y Guadalajara. Atrás quedan las políticas de crecimiento cero de los ochenta.
No se puede ir por ahí pregonando que España es la octava economía del mundo y tener sólo 45 millones de habitantes. El problema viene con que los inmigrantes no se distribuyen homogéneamente: van a las grandes ciudades porque es donde hay trabajo. Dénse un paseo por el noroeste de España y la costa cantábrica. Es el paraíso geriátrico, sólo hay viejos y ancianos, que no es lo mismo. Los primeros incluyen a los "jóvenes" de 30 años que viven con los padres y los segundos a los jubilados. Por allí apenas hay inmigración, y qué bien vendría con su aporte de natalidad. Sin embargo, el servicio público de la Sanidad también esta desbordado, precisamente porque los viejos que se drogan y emborrachan todos los fines de semana lo ponen así, y los ancianos por sus complicaciones propias de la edad. Y también está desbordado el sistema público de pensiones, que tiene una pirámide invertida en toda esa extensa zona de España, donde no hay apenas inmigración.
¿Que en España "no cabemos"? Por favor, es trístisimo el planteamiento. Es una locura más de un partido que ha confecionado su campaña en torno al miedo. Se ve la mano de viejos ideólogos detrás. Esto es un artículo de Jose María Marco, el hombre que le escribía los discursos a Aznar y quien le sugirió aquella jaimitada de que dijese que leía a Azaña, cosa harto improbable. Es de 2002, al poco del asesinato de Pim Fortuyn. Han tardado seis años, cuatro de ellos pensaban están en poder. Y aquí ha llegado, atribulado y atropellado, el discurso de la derecha sobre la inmigración. Que previsible.
La inmigración tiene que ser regulada y controlada, pero con argumentos mucho mejores, mucho más adaptados a la realidad española. El "no cabemos todos" es de una tristeza tremenda.
Primero fue el contrato de integración, una medida que no aportaba nada nuevo que no estuviese recogido en los varios códigos que rigen la convivencia, de la Constitución al Código Penal, este último el que más le gusta al PP, aunque cite más el primero. Ahí queda el catálogo de costumbres españolas, sin definir, pero que se apuntado que no incluye ni "la poligamía ni la ablación", que es lo mismo que dice el Código Penal.
Después fue Arias Cañete el que habló de la baja calidad de la mano de obra extranjera, de que cualquier tiempo pasado fue mejor en la hostelería y de que en España se hace una mamografía en un chasquido de dedos. Le siguió Rajoy en el debate televisivo, donde dijo textualmente "avalancha", "incontrolada" y que colapsan los servicios públicos. Ayer se mejoró aún más, en una deriva que siempre antecede de una de sus frases preferidas ("soy gallego"), utilizada como si fuese un talismán que le librase de todos los males.
"No cabemos todos". Lo dijo en Canarias, comunidad especialmente sensible a los problemas de espacio y de la inmigración. Pero no lo dijo solo para Canarias, lo dijo para toda España. La autoría de la frase, empero, hay que buscarla en Holanda, y se debe a Pim Fortuyn, un hombre que fue asesinado por sus ideas. El difunto político era holandés, y su frase tenía sentido en el contexto de ese país ganado al mar, donde incluso existe un proyecto de sacar el aeropuerto de Schiphol a alta mar para liberar espacio terrestre. 17 millones de personas en 30.000 kms cuadrados, la densidad de población más alta de Europa.
En España no tiene sentido. Hay espacio para todos. Insisto: hay espacio para todos y es bueno para España. El crecimiento de la economía estos años se debe a la mano de obra extranjera que, si bien es menos eficiente, aprende con rapidez, porque los sectores donde se ha empleado tampoco requieren grandes destrezas. Cotizan a la Seguridad Social y, si el Estado detrae de sus ingresos esta cuota, es normal que puedan acceder a los servicios que este provee en igualdad de condiciones. Es así. Hay una cosa en que el PP y el PSOE coinciden: quieren hacer España "más grande". Y para eso se necesita más población. Lo entendió muy bien la derecha en Madrid, ciudad que ya cuenta con un hinterland de 60 kms de diámetro, cuando no 90 kms gracias al AVE a Segovia y Guadalajara. Atrás quedan las políticas de crecimiento cero de los ochenta.
No se puede ir por ahí pregonando que España es la octava economía del mundo y tener sólo 45 millones de habitantes. El problema viene con que los inmigrantes no se distribuyen homogéneamente: van a las grandes ciudades porque es donde hay trabajo. Dénse un paseo por el noroeste de España y la costa cantábrica. Es el paraíso geriátrico, sólo hay viejos y ancianos, que no es lo mismo. Los primeros incluyen a los "jóvenes" de 30 años que viven con los padres y los segundos a los jubilados. Por allí apenas hay inmigración, y qué bien vendría con su aporte de natalidad. Sin embargo, el servicio público de la Sanidad también esta desbordado, precisamente porque los viejos que se drogan y emborrachan todos los fines de semana lo ponen así, y los ancianos por sus complicaciones propias de la edad. Y también está desbordado el sistema público de pensiones, que tiene una pirámide invertida en toda esa extensa zona de España, donde no hay apenas inmigración.
¿Que en España "no cabemos"? Por favor, es trístisimo el planteamiento. Es una locura más de un partido que ha confecionado su campaña en torno al miedo. Se ve la mano de viejos ideólogos detrás. Esto es un artículo de Jose María Marco, el hombre que le escribía los discursos a Aznar y quien le sugirió aquella jaimitada de que dijese que leía a Azaña, cosa harto improbable. Es de 2002, al poco del asesinato de Pim Fortuyn. Han tardado seis años, cuatro de ellos pensaban están en poder. Y aquí ha llegado, atribulado y atropellado, el discurso de la derecha sobre la inmigración. Que previsible.
La inmigración tiene que ser regulada y controlada, pero con argumentos mucho mejores, mucho más adaptados a la realidad española. El "no cabemos todos" es de una tristeza tremenda.
miércoles, 27 de febrero de 2008
De resaca
Ya en directo dos horas antes del debate, la verborrea de parado de Campo Vidal y los debates posteriores que se alargaron hasta las 02:00 tienen un efecto directo: resaca. Ayer el país se levantó abotargado y repitiendo consignas escuchadas en sus medios de referencia. Significativo era como hasta personas inteligentes y formadas repetían una mentira difundida por el PP y sus medios orbitantes. Les explico:
Ante el hecho incotrovertible de que todos los medios, incluso los más ultras, daban por vencedor a ZP, los aparatos de propaganda se aprestaron a decir que claro, los votantes de otras formaciones, siempre antiPP -¡cómo les gusta eso y que mal analizado estaba el pacto de Tinell!-, daban como vencedor a Zapatero porque lo prefieren a Rajoy. Es el pensamiento viscoso y sectario de esta derecha: o estas con nosotros, o estas con el otro. Insisto: es viscoso y sectario, y muy ejemplificativo de su visión del mundo. Cielo Infierno. Bien Mal. Arriba Abajo. Izquierda Derecha. Gobierno Oposición (la nuestra, los demás no cuentan). Afortunadamente, la vida no es así. Entre la opción "ZP" o "Rajoy" y la pregunta "¿Quien ha ganado?" siempre cabe el NS/NC o el ninguno de los dos. Pero no, esas cabezas pensantes (Cabanillas, Elorriaga) estaban prestos y raudos para decir que la gente de ERC, PNV, IU, el Partido Humanista y la Agrupación de Amas de Casa de Yecla habían dicho "ZP". Qué triste, qué patético y qué real. O estás con nosotros o estas con "ellos", los otros. Nunca lo han entendido y nunca lo entenderán. Pensamiento binario, lo llaman.
Les pongo un ejemplo. La encuesta de Telemadrid. Dio vencedor a Zapatero por un punto de diferencia. La encuesta solo se realizó en la Comunidad de Madrid. No hay votantes de ERC, PNV o CiU, o no son significativos. Sólo de IU, pero ya sería casualidad que en una Comunidad Autónoma donde el PP saca porcentajes de voto altísimos llamasen a gente de IU de manera aleatoria, y que todos dijesen "ZP" en vez de "ninguno de los dos". Pero bueno, ya les digo, ayer se escuchó mucho por ahí. Era como el antídoto ante el crudo trago de aceite de ricino: mucho gritar, mucho decir que "España está a la cola de Europa", mucho decir "agredir", pero la gente es bastante madura. Y cuando digo gente quiero decir el pueblo, que es soberano y ha acordado ceder parte de su soberanía a los políticos.
Hoy, con todos mucho más sosegados, la impresión generalizada es que ZP ganó el debate. Lo que queda del debate, se podría decir. El poso. La imagen persistente en la retina. La de un presidente candidato que jugó al papel de víctima y el de un contricante zafio y paleto, que se sentía muy cómodo en el traje de Punisher y creyó que había ganado porque la espantosa ceremonia de triunfo que le ofrecieron en Génova, 13 estaba prevista de antemano. Como algunos titulares de periódicos. El ABC, convertido en La Razón 2.0 (el hijo se come al padre, el mito de Saturno revisitado) hubiese titulado que Rajoy ganó a Zapatero aunque no se hubiese presentado al debate. "Brillante movimiento táctico de Rajoy ante la falta de parcialidad del moderador", o algo parecido. Les voy a poner un ejemplo.
La Razón es un periódico de bajísima calidad. No es su orientación ideológica, muy respetable y que es normal que encuentre un cauce, es por su falta de nivel redaccional, sus fotos deformantes, sus columnas de opinión como obituarios. Ayer ponía un titular que debería espantar a propios y extraños. "Rajoy ganó en terrorismo". Tal cual. Como si fuese un partido de fútbol. ¿Cómo puede ganar alguien en terrorismo? ¿De qué manera, con qué argumentos? Esa es la auténtica realidad de la derecha cavernícola que padecemos en España. Antes les salvaba que no era racista, un detalle muy importante. Tras esta campaña ya no. No cabe ninguna esperanza de que España pueda acometer un programa liberal. En terrorismo no gana nadie, nunca. Perdemos todos. "Rajoy ganó en terrorismo", ahí queda eso.
A su recibimiento triunfal en Génova, 13, Rajoy tenía al lado a Espe, que no se despegaba de él. Daría un potosí imaginario por poder saber que era lo que le decía. Lo estaba viviendo, como reproduciendo escenas del debate. "Jo Mariano, que bien estuviste ahí". ¿Fue con lo de "usted ha agredido a las víctimas"? ¿Se pude "ganar en terrorismo"? ¿O quizás fue con las dos referencias a la Comunidad de Madrid? Rajoy dijo que la CAM da 700 millones al año para dependencia, y que la Ley de Dependencia ha dado 200 en 2007 para todo España. Una vez más, la derecha montaraz y silvestre, porque no son liberales ni de centro, se aprovecha del analfabetismo español en temas económicos o de la AGE. Las transferencias de Sanidad están transferidas, la ayuda del Gobierno es complementaria. Pero claro, ahí quedó el dato, torticero y sesgado.
Ayer Rajoy se entrevistó con Gloria Lomana, una periodista de la que estoy convencido que tiene algún problema grave de aprendizaje. Se mostró dispuesto al acuerdo, de centro, dialogante y abierto. Estaba de resaca. El doble rostro (mucho rostro, mucho, y no solo por doble) de Rajoy. Un día con el palo dando, el otro como el abuelito de la niña que nace como "heraldo". Y es porque, no me cansaré de repetirlo, Rajoy se presenta a dos elecciones: las de su partido, vendido al ala más ultra (y en el debate las ganó) y las legislativas de todos los españoles. Esas están más difíciles, porque la gente se da cuenta del doble juego. Por su parte, ZP fue a La Sexta, en una entrevista sin chicha ni limoná donde volvió a estar muy tranquilo. La imagen que ha quedado en la retina de la mayoría de los ciudadanos.
Cuando uno despertaba a la madurez, se imagina a los autodenominados liberales viviendo en un piso-despacho en La Castellana, rodeados de libros, recibiendo visitas de amigos extranjeros y hablando con ellos en varias lenguas sobre los problemas del país, de la excesiva presencia de la Conferencia Episcopal hasta la creación de un sistema de universidades públicas de élite. Pues no. Los autodenominados liberales en España viven en un chalet donde no se rodean con nadie, el jardín se lo cuida un emigrante sin formación, entre los libros está la Biblia y varias enciclopedias con letras doradas con "Historia de los 3.000 años de España, de Sagunto a Perejil". Aznar dijo que era amigo de Blair porque este vino en 1997 a veranear en Doñaña: ¿cómo puedes ser amigo de alguien si no hablais una misma lengua? Es un síntoma: saben lo que hay que tener para que te llamen "liberal": un think tank (FAES), presumir de amigos y relaciones ("yo con Sarkozy, usted con Castro y Chavez") y mucho liberalizar la economía, pero a la hora de la verdad es derecha castellana pura y dura. Paleta, montaraz y mentirosa. Rentista y poco emprendedora. Primero me saco la oposición, después me meto a la política. "Yo soy de centro, oiga".
Ante el hecho incotrovertible de que todos los medios, incluso los más ultras, daban por vencedor a ZP, los aparatos de propaganda se aprestaron a decir que claro, los votantes de otras formaciones, siempre antiPP -¡cómo les gusta eso y que mal analizado estaba el pacto de Tinell!-, daban como vencedor a Zapatero porque lo prefieren a Rajoy. Es el pensamiento viscoso y sectario de esta derecha: o estas con nosotros, o estas con el otro. Insisto: es viscoso y sectario, y muy ejemplificativo de su visión del mundo. Cielo Infierno. Bien Mal. Arriba Abajo. Izquierda Derecha. Gobierno Oposición (la nuestra, los demás no cuentan). Afortunadamente, la vida no es así. Entre la opción "ZP" o "Rajoy" y la pregunta "¿Quien ha ganado?" siempre cabe el NS/NC o el ninguno de los dos. Pero no, esas cabezas pensantes (Cabanillas, Elorriaga) estaban prestos y raudos para decir que la gente de ERC, PNV, IU, el Partido Humanista y la Agrupación de Amas de Casa de Yecla habían dicho "ZP". Qué triste, qué patético y qué real. O estás con nosotros o estas con "ellos", los otros. Nunca lo han entendido y nunca lo entenderán. Pensamiento binario, lo llaman.
Les pongo un ejemplo. La encuesta de Telemadrid. Dio vencedor a Zapatero por un punto de diferencia. La encuesta solo se realizó en la Comunidad de Madrid. No hay votantes de ERC, PNV o CiU, o no son significativos. Sólo de IU, pero ya sería casualidad que en una Comunidad Autónoma donde el PP saca porcentajes de voto altísimos llamasen a gente de IU de manera aleatoria, y que todos dijesen "ZP" en vez de "ninguno de los dos". Pero bueno, ya les digo, ayer se escuchó mucho por ahí. Era como el antídoto ante el crudo trago de aceite de ricino: mucho gritar, mucho decir que "España está a la cola de Europa", mucho decir "agredir", pero la gente es bastante madura. Y cuando digo gente quiero decir el pueblo, que es soberano y ha acordado ceder parte de su soberanía a los políticos.
Hoy, con todos mucho más sosegados, la impresión generalizada es que ZP ganó el debate. Lo que queda del debate, se podría decir. El poso. La imagen persistente en la retina. La de un presidente candidato que jugó al papel de víctima y el de un contricante zafio y paleto, que se sentía muy cómodo en el traje de Punisher y creyó que había ganado porque la espantosa ceremonia de triunfo que le ofrecieron en Génova, 13 estaba prevista de antemano. Como algunos titulares de periódicos. El ABC, convertido en La Razón 2.0 (el hijo se come al padre, el mito de Saturno revisitado) hubiese titulado que Rajoy ganó a Zapatero aunque no se hubiese presentado al debate. "Brillante movimiento táctico de Rajoy ante la falta de parcialidad del moderador", o algo parecido. Les voy a poner un ejemplo.
La Razón es un periódico de bajísima calidad. No es su orientación ideológica, muy respetable y que es normal que encuentre un cauce, es por su falta de nivel redaccional, sus fotos deformantes, sus columnas de opinión como obituarios. Ayer ponía un titular que debería espantar a propios y extraños. "Rajoy ganó en terrorismo". Tal cual. Como si fuese un partido de fútbol. ¿Cómo puede ganar alguien en terrorismo? ¿De qué manera, con qué argumentos? Esa es la auténtica realidad de la derecha cavernícola que padecemos en España. Antes les salvaba que no era racista, un detalle muy importante. Tras esta campaña ya no. No cabe ninguna esperanza de que España pueda acometer un programa liberal. En terrorismo no gana nadie, nunca. Perdemos todos. "Rajoy ganó en terrorismo", ahí queda eso.
A su recibimiento triunfal en Génova, 13, Rajoy tenía al lado a Espe, que no se despegaba de él. Daría un potosí imaginario por poder saber que era lo que le decía. Lo estaba viviendo, como reproduciendo escenas del debate. "Jo Mariano, que bien estuviste ahí". ¿Fue con lo de "usted ha agredido a las víctimas"? ¿Se pude "ganar en terrorismo"? ¿O quizás fue con las dos referencias a la Comunidad de Madrid? Rajoy dijo que la CAM da 700 millones al año para dependencia, y que la Ley de Dependencia ha dado 200 en 2007 para todo España. Una vez más, la derecha montaraz y silvestre, porque no son liberales ni de centro, se aprovecha del analfabetismo español en temas económicos o de la AGE. Las transferencias de Sanidad están transferidas, la ayuda del Gobierno es complementaria. Pero claro, ahí quedó el dato, torticero y sesgado.
Ayer Rajoy se entrevistó con Gloria Lomana, una periodista de la que estoy convencido que tiene algún problema grave de aprendizaje. Se mostró dispuesto al acuerdo, de centro, dialogante y abierto. Estaba de resaca. El doble rostro (mucho rostro, mucho, y no solo por doble) de Rajoy. Un día con el palo dando, el otro como el abuelito de la niña que nace como "heraldo". Y es porque, no me cansaré de repetirlo, Rajoy se presenta a dos elecciones: las de su partido, vendido al ala más ultra (y en el debate las ganó) y las legislativas de todos los españoles. Esas están más difíciles, porque la gente se da cuenta del doble juego. Por su parte, ZP fue a La Sexta, en una entrevista sin chicha ni limoná donde volvió a estar muy tranquilo. La imagen que ha quedado en la retina de la mayoría de los ciudadanos.
Cuando uno despertaba a la madurez, se imagina a los autodenominados liberales viviendo en un piso-despacho en La Castellana, rodeados de libros, recibiendo visitas de amigos extranjeros y hablando con ellos en varias lenguas sobre los problemas del país, de la excesiva presencia de la Conferencia Episcopal hasta la creación de un sistema de universidades públicas de élite. Pues no. Los autodenominados liberales en España viven en un chalet donde no se rodean con nadie, el jardín se lo cuida un emigrante sin formación, entre los libros está la Biblia y varias enciclopedias con letras doradas con "Historia de los 3.000 años de España, de Sagunto a Perejil". Aznar dijo que era amigo de Blair porque este vino en 1997 a veranear en Doñaña: ¿cómo puedes ser amigo de alguien si no hablais una misma lengua? Es un síntoma: saben lo que hay que tener para que te llamen "liberal": un think tank (FAES), presumir de amigos y relaciones ("yo con Sarkozy, usted con Castro y Chavez") y mucho liberalizar la economía, pero a la hora de la verdad es derecha castellana pura y dura. Paleta, montaraz y mentirosa. Rentista y poco emprendedora. Primero me saco la oposición, después me meto a la política. "Yo soy de centro, oiga".
martes, 26 de febrero de 2008
Atacó y perdió
La foto es del inicio del debate. Los candidatos se dan la mano, ante la atenta mirada de un moderador al que se le notó mucho que no trabajaba: parecía que se quería vender en una larguísima introducción. Fue un espejismo. El debate, como se anunció ayer aquí, fue tenso, bronco y sacó las miserias de un país al que el bipartidismo ha dado mayor estabilidad, pero no mayor representitividad.
Sumados los votos de PP y PSOE dan 19´3 millones de ciudadanos, lo que no es ni la mitad de los 45 millones de habitantes que tiene España. Es algo que jamás deberían olvidar los dos grandes partidos mayoritarios, ni tampoco los periodistas que hoy empiezan sus crónicas hablando de la división muy próxima al de las dos Españas, tan caro a los guerracivilistas. Hay una gran masa de ciudadanos que nos espantamos ante el espectáculo ofrecido ayer, que solo abunda en el descrédito de la política. No hubo estrechamiento de manos al acabar el debate. Al menos los ciudadanos normales nos fuimos a lavar las manos al acabar.
Y quizás convenga empezar por el final. Todas, absolutamente todas las encuestas (hasta las de Telemadrid y la COPE) dan como vencedor a Zapatero. Venció el talante de un presidente que jamás entró al trapo de la demagogia barata, de pueblerino de Pontevedra, de un candidato de paja que tenía dar alimento al sector ultra de su electorado, porque Rajoy tiene que ganar las elecciones con los ciudadanos y las elecciones dentro de su partido. El recibimiento que le esperaba en Génova, para dar la imagen de líder victorioso, casi parecía un desagravio. Allí estaban todos, incluyendo a un Acebes al que tienen oculto y en segundo plano durante la campaña electoral, porque cada aparición pública del abulense son votos que gana el PSOE. Y lo mismo con Zaplana, otro que está tras el telón. A ellos, y a lo que representan, se dirigió el discurso de Rajoy.
Empezó muy duro, sin concesiones. Marcó el tempo del debate, y ZP no pudo o no quiso escapar. Catastrofismo. "A la cola de Europa" y "ningún gobierno ha sembrado en democracia tanta tensión y cizaña". El candidato del PSOE se intentó ceñir al guión de presentar sus muchos y abundantes logros, que Rajoy menudeaba diciendo una frase que le entronca con el populismo sudaméricano de más alta raigambre: "ni me hable de cifras macroeconómicas mi me dé datos que nadie entiende. Aquí pregúntele a los españoles por los precios, pregúntele a los españoles que están perdiendo en este momento su puesto de trabajo, y pregunte a la gente que va a pedir un crédito y no lo recibe". Es normal. También habló de "huevos, pollo y leche", pero nunca de que el petróleo, la base de nuestra civilización, está a precios históricamente altos. Y el enésimo ataque al sistema crediticio español, que se base sobre todo en la confianza. Zapatero tampoco supo decir a Rajoy una frase-eslogan para callar la sarta de mentiras con datos absolutos y no en porcentaje, que es como hay que medirlos.
La derecha que encarna Rajoy siempre se ha aprovechado del analfabetismo funcional de la gente en materia económica. Ayer fue un buen ejemplo. La izquierda ha roto esta legislatura el bulo montado por el PP en los años 90 de que eran malos gestores económicos. Y aún así vuelven con ese toro. Qué triste todo, y qué triste escuchar que la gente repite esas chabacanerías.
El siguiente bloque fue la política social. Rajoy se fue de cabeza al discurso de la inmigración. No para integrarlos, no; no para que vivan una vida digna, no; para decir que colapsaban los servicios públicos. Más populismo. Más basura. Fue un momento para esconderse debajo del sofá. Era lepenismo puro y duro, un simple análisis lexicométrico lo corroboraría. Rajoy se inquietó porque ZP no le entraba al toro, y empezó a hablar del agujero en la Seguridad Social de 1996 (como Pizarro), de lo bien que está la Comunidad de Madrid (como Pizarro: la derecha siempre ha pensado que España es Madrid) y calló con la regularización por bono-buses ("¿que es eso?" preguntó porque nunca ha visto uno, de tan de Pontevedra que es). Pasaron al tercer bloque, Política exterior y de seguridad. Meramente nominativo, porque aquí Rajoy sacó el tema en el que se encuentra más cómodo: el terrorismo. Los argumentos ya los conocen. Sólo al final hablaron de política exterior, con el del PP proclamando "soy gallego" para ganar el voto argentino, que le han soplado que en las elecciones italianas los emigrantes fueron decisivos. Que patético.
El política institucional, cuarto bloque, salió todo lo de los estatutos, y quedó bien claro que la derecha española jamás ha asumido el modelo autonómico consagrado en la Constitución de 1978: que las CC.AA, con sus estatutos de autonomía, son también Estado. Es imposible que lo entiendan jamás, es un 404 error operativo, ¡pero que bien viene para el argumento de se rompe España! ¡Si hasta citó cuatro veces a Juanjo y su consulta del próximo 25 de octubre! Como en el anterior bloque no hablaron de Kosovo, pues así nos fue. O nos irá. Vayamos al final, propuestas de futuro. Rajoy no dijo ni una. Su alegato final, con raigambre de Kennedy ("Quiero que esta noche se vayan a dormir con la tranquilidad") se centró en una imaginaria niña. Fue de una zafiedad propia de todo el debate: los sentimientos sobre la razón. "El plan está preparado y las herramientas a punto", "quiero que sea un heraldo de la libertad" y "quiero que sienta un hondo orgullo por ser española".
Zapatero estuvo, permitánme decirlo, brillantísimo en su conclusión. Fue lo mejor del debate. Al estilo discursivo de Adolfo Suárez, reconoció errrores (¡Rajoy ni uno!) y dejó una frase, de las mejores escuchadas en 30 años de vida política en libertad "No puedo prometer que todas las personas tengan éxito en su vida, pero sí me comprometo a trabajar para que todos tengan las mismas oportunidades. Y para que quienes no lo alcancen tengan siempre el amparo de nuestro país". Es el programa socialdemócrata condensado. Es el programa de una legislatura en la que se han hecho tantísimas cosas por colectivos de toda índole, mal que le pese a la oposición, que apenas se ha referido a ellos. ¿Apenas? Ni se ha referido a ellos. Como tampoco lo ha hecho a la Ley de Seguridad Vial, por ponerles un simple ejemplo de que desde el poder político, cuando hay iniciativa y ambición, se pueden lograr muchísimas cosas sin dejar a nadie atrás.
***
El hombre que perdió las elecciones de su país en 1990, tras desplegar unas dosis de populismo que le alejaban de su aura de intelectual, por no hablar de su aura de humanidad, vira hacia nuevas posiciones. O quizás no tanto: se va con los intelectuales que gritan, vociferan e increpan desde las columnas de El País, desde los tumultos en el Ayuntamiento de Hernani en 2003 o los que van con Susana Griso a un programa de las mañana de Antena 3, tu televisión amiga. ¿Esperpento? Se queda corto, habría que acotar un nuevo término.
***
ZP fue el botarate que ganó el desafío planteado por el bufón de La Sexta.
Sumados los votos de PP y PSOE dan 19´3 millones de ciudadanos, lo que no es ni la mitad de los 45 millones de habitantes que tiene España. Es algo que jamás deberían olvidar los dos grandes partidos mayoritarios, ni tampoco los periodistas que hoy empiezan sus crónicas hablando de la división muy próxima al de las dos Españas, tan caro a los guerracivilistas. Hay una gran masa de ciudadanos que nos espantamos ante el espectáculo ofrecido ayer, que solo abunda en el descrédito de la política. No hubo estrechamiento de manos al acabar el debate. Al menos los ciudadanos normales nos fuimos a lavar las manos al acabar.
Y quizás convenga empezar por el final. Todas, absolutamente todas las encuestas (hasta las de Telemadrid y la COPE) dan como vencedor a Zapatero. Venció el talante de un presidente que jamás entró al trapo de la demagogia barata, de pueblerino de Pontevedra, de un candidato de paja que tenía dar alimento al sector ultra de su electorado, porque Rajoy tiene que ganar las elecciones con los ciudadanos y las elecciones dentro de su partido. El recibimiento que le esperaba en Génova, para dar la imagen de líder victorioso, casi parecía un desagravio. Allí estaban todos, incluyendo a un Acebes al que tienen oculto y en segundo plano durante la campaña electoral, porque cada aparición pública del abulense son votos que gana el PSOE. Y lo mismo con Zaplana, otro que está tras el telón. A ellos, y a lo que representan, se dirigió el discurso de Rajoy.
Empezó muy duro, sin concesiones. Marcó el tempo del debate, y ZP no pudo o no quiso escapar. Catastrofismo. "A la cola de Europa" y "ningún gobierno ha sembrado en democracia tanta tensión y cizaña". El candidato del PSOE se intentó ceñir al guión de presentar sus muchos y abundantes logros, que Rajoy menudeaba diciendo una frase que le entronca con el populismo sudaméricano de más alta raigambre: "ni me hable de cifras macroeconómicas mi me dé datos que nadie entiende. Aquí pregúntele a los españoles por los precios, pregúntele a los españoles que están perdiendo en este momento su puesto de trabajo, y pregunte a la gente que va a pedir un crédito y no lo recibe". Es normal. También habló de "huevos, pollo y leche", pero nunca de que el petróleo, la base de nuestra civilización, está a precios históricamente altos. Y el enésimo ataque al sistema crediticio español, que se base sobre todo en la confianza. Zapatero tampoco supo decir a Rajoy una frase-eslogan para callar la sarta de mentiras con datos absolutos y no en porcentaje, que es como hay que medirlos.
La derecha que encarna Rajoy siempre se ha aprovechado del analfabetismo funcional de la gente en materia económica. Ayer fue un buen ejemplo. La izquierda ha roto esta legislatura el bulo montado por el PP en los años 90 de que eran malos gestores económicos. Y aún así vuelven con ese toro. Qué triste todo, y qué triste escuchar que la gente repite esas chabacanerías.
El siguiente bloque fue la política social. Rajoy se fue de cabeza al discurso de la inmigración. No para integrarlos, no; no para que vivan una vida digna, no; para decir que colapsaban los servicios públicos. Más populismo. Más basura. Fue un momento para esconderse debajo del sofá. Era lepenismo puro y duro, un simple análisis lexicométrico lo corroboraría. Rajoy se inquietó porque ZP no le entraba al toro, y empezó a hablar del agujero en la Seguridad Social de 1996 (como Pizarro), de lo bien que está la Comunidad de Madrid (como Pizarro: la derecha siempre ha pensado que España es Madrid) y calló con la regularización por bono-buses ("¿que es eso?" preguntó porque nunca ha visto uno, de tan de Pontevedra que es). Pasaron al tercer bloque, Política exterior y de seguridad. Meramente nominativo, porque aquí Rajoy sacó el tema en el que se encuentra más cómodo: el terrorismo. Los argumentos ya los conocen. Sólo al final hablaron de política exterior, con el del PP proclamando "soy gallego" para ganar el voto argentino, que le han soplado que en las elecciones italianas los emigrantes fueron decisivos. Que patético.
El política institucional, cuarto bloque, salió todo lo de los estatutos, y quedó bien claro que la derecha española jamás ha asumido el modelo autonómico consagrado en la Constitución de 1978: que las CC.AA, con sus estatutos de autonomía, son también Estado. Es imposible que lo entiendan jamás, es un 404 error operativo, ¡pero que bien viene para el argumento de se rompe España! ¡Si hasta citó cuatro veces a Juanjo y su consulta del próximo 25 de octubre! Como en el anterior bloque no hablaron de Kosovo, pues así nos fue. O nos irá. Vayamos al final, propuestas de futuro. Rajoy no dijo ni una. Su alegato final, con raigambre de Kennedy ("Quiero que esta noche se vayan a dormir con la tranquilidad") se centró en una imaginaria niña. Fue de una zafiedad propia de todo el debate: los sentimientos sobre la razón. "El plan está preparado y las herramientas a punto", "quiero que sea un heraldo de la libertad" y "quiero que sienta un hondo orgullo por ser española".
Zapatero estuvo, permitánme decirlo, brillantísimo en su conclusión. Fue lo mejor del debate. Al estilo discursivo de Adolfo Suárez, reconoció errrores (¡Rajoy ni uno!) y dejó una frase, de las mejores escuchadas en 30 años de vida política en libertad "No puedo prometer que todas las personas tengan éxito en su vida, pero sí me comprometo a trabajar para que todos tengan las mismas oportunidades. Y para que quienes no lo alcancen tengan siempre el amparo de nuestro país". Es el programa socialdemócrata condensado. Es el programa de una legislatura en la que se han hecho tantísimas cosas por colectivos de toda índole, mal que le pese a la oposición, que apenas se ha referido a ellos. ¿Apenas? Ni se ha referido a ellos. Como tampoco lo ha hecho a la Ley de Seguridad Vial, por ponerles un simple ejemplo de que desde el poder político, cuando hay iniciativa y ambición, se pueden lograr muchísimas cosas sin dejar a nadie atrás.
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El hombre que perdió las elecciones de su país en 1990, tras desplegar unas dosis de populismo que le alejaban de su aura de intelectual, por no hablar de su aura de humanidad, vira hacia nuevas posiciones. O quizás no tanto: se va con los intelectuales que gritan, vociferan e increpan desde las columnas de El País, desde los tumultos en el Ayuntamiento de Hernani en 2003 o los que van con Susana Griso a un programa de las mañana de Antena 3, tu televisión amiga. ¿Esperpento? Se queda corto, habría que acotar un nuevo término.
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ZP fue el botarate que ganó el desafío planteado por el bufón de La Sexta.
lunes, 25 de febrero de 2008
¿Quien lo hará?
Hoy se disputa el esperado debate electoral entre los dos únicos candidatos con posibilidad de convertirse en presidente del Gobierno. Han pasado 15 años desde la última ocasión que el pueblo, soberano que consiente en que dos ciudadanos con sus mismos atributos y poderes le represente, tuvo la ocasión de poder ver un cara a cara. Las razones ya han sido explicadas: el PP consideró que perdió las elecciones de 1993 por el segundo debate, donde -esta vez sí- hubo una auténtica apisonadora socialista. Y no querían volver a pasar por la experiencia.
Las cosas han cambiado. Yo, a nivel personal, tengo miedo con el debate de hoy. No porque esté a favor o en contra de uno u otro, en absoluto, sino porque el candidato de la oposición, el que se quiere hacer con el poder, acude a la cita con todas las encuestas en contra. Y tratará de ganar en un día lo que ha ido perdiendo en cuatro años de legislatura en la oposición tirados a la basura, porque no hay que olvidar que tres de esos años han sido cebados con el monotema del 11-M, de tan triste recuerdo para cualquiera que sepa leer y escribir. Rajoy irá al ataque, para recuperar el ánimo de un partido que vió como el jueves su fichaje estrella caía estrellado, apisonado, ante unos de esos raros casos de españoles (Moneo, Indurain, Manuel Marín, por citar tres ámbitos diversos) que, teniendo todo para presumir, optan por la modestia, la calma y el buen hacer.
No es el caso de Rajoy, claro. En los ocho años del aznarato, el pontevedrés estuvo en cuatro ministerios diferentes una media de 1´5 años, con una gestión que se podría calificar de muy gallega: ni para arriba ni para abajo, como estaban. Educación, Interior y dedazo de Aznar tras su "brillante gestión de la crisis del Prestige". Después ha sido un espantajo, como corresponde a un político al que le entregan una mayoría absoluta y pasa a la oposición. Quizás no sea responsable directo de los motivos, pero desde luego no los ha atajado, al contrario: los ha alentado, dado cancha y para la historia quedará su alusión, el mismo día de la sentencia del 11-M, sobre los "autores intelectuales", una figura jurídica inexistente salvo en la gente que se ha educado con libros de doctrina política donde las conspiraciones judeo-masónicas (o la versión de izquierdas: el club Bildeberg) ocupaban un lugar prefente en la historia de la humanidad, al lado de la Revolución Francesa o la II Guerra Mundial.
¿Por qué Rajoy no puede abandonar su pasado? Porque no sabe a quien contentar. Es el problema de concentrar en una sola sigla política todo un espectro idelógico que, en todos nuestros países del entorno, se encuentra disgregado, como es de natural lógica. Y encima va a tener que ir al ataque. A mí, como ciudadano de a pie, me preocupa el descrédito a la política que hoy se barrunta. La ponzoña que va a salir a la luz. Porque Rajoy no lucha por conquistar nuevo electorado, sino por asentar el suyo. Y les tendrá que dar carnaza. Saldrán a la palestra Josu Ternera, el 11-M y los Gal, si me apuran, porque lo de la crisis económica (¡al 3´8%!) pasó a mejor vida hasta dos días antes de las elecciones, cuando salgan los datos de paro.
Ayer uno de esos payasos que trabajan en la Sexta (El follonero, les juro que era la primera vez que lo veía) arrancó de ZP y Rajoy el compromiso de que daría su voto al primero que dijese el nombre de Javier Bardem durante el debate. El gallego dijo que sería él quien ganase ese voto ridículo, de auténtico bufón (¿por qué la Sexta fomenta tanto la antipolítica?), dado que abre el debate. ¿Será el quien lo haga? ¿O será Zapatero, siempre atento a las minorías, incluídas las de Payasos sin Fronteras? Quizás no sea esa la pregunta. Quizás la pregunta sea quien de estos dos botarates saca partidísticamente el tema del terrorismo. Que no está descontando que sea Rajoy, ojo.
***
Este hombre está tan mal asesorado que es capaz de tener abierta esta página y no indignarse, siquiera por mínima decencia.
Las cosas han cambiado. Yo, a nivel personal, tengo miedo con el debate de hoy. No porque esté a favor o en contra de uno u otro, en absoluto, sino porque el candidato de la oposición, el que se quiere hacer con el poder, acude a la cita con todas las encuestas en contra. Y tratará de ganar en un día lo que ha ido perdiendo en cuatro años de legislatura en la oposición tirados a la basura, porque no hay que olvidar que tres de esos años han sido cebados con el monotema del 11-M, de tan triste recuerdo para cualquiera que sepa leer y escribir. Rajoy irá al ataque, para recuperar el ánimo de un partido que vió como el jueves su fichaje estrella caía estrellado, apisonado, ante unos de esos raros casos de españoles (Moneo, Indurain, Manuel Marín, por citar tres ámbitos diversos) que, teniendo todo para presumir, optan por la modestia, la calma y el buen hacer.
No es el caso de Rajoy, claro. En los ocho años del aznarato, el pontevedrés estuvo en cuatro ministerios diferentes una media de 1´5 años, con una gestión que se podría calificar de muy gallega: ni para arriba ni para abajo, como estaban. Educación, Interior y dedazo de Aznar tras su "brillante gestión de la crisis del Prestige". Después ha sido un espantajo, como corresponde a un político al que le entregan una mayoría absoluta y pasa a la oposición. Quizás no sea responsable directo de los motivos, pero desde luego no los ha atajado, al contrario: los ha alentado, dado cancha y para la historia quedará su alusión, el mismo día de la sentencia del 11-M, sobre los "autores intelectuales", una figura jurídica inexistente salvo en la gente que se ha educado con libros de doctrina política donde las conspiraciones judeo-masónicas (o la versión de izquierdas: el club Bildeberg) ocupaban un lugar prefente en la historia de la humanidad, al lado de la Revolución Francesa o la II Guerra Mundial.
¿Por qué Rajoy no puede abandonar su pasado? Porque no sabe a quien contentar. Es el problema de concentrar en una sola sigla política todo un espectro idelógico que, en todos nuestros países del entorno, se encuentra disgregado, como es de natural lógica. Y encima va a tener que ir al ataque. A mí, como ciudadano de a pie, me preocupa el descrédito a la política que hoy se barrunta. La ponzoña que va a salir a la luz. Porque Rajoy no lucha por conquistar nuevo electorado, sino por asentar el suyo. Y les tendrá que dar carnaza. Saldrán a la palestra Josu Ternera, el 11-M y los Gal, si me apuran, porque lo de la crisis económica (¡al 3´8%!) pasó a mejor vida hasta dos días antes de las elecciones, cuando salgan los datos de paro.
Ayer uno de esos payasos que trabajan en la Sexta (El follonero, les juro que era la primera vez que lo veía) arrancó de ZP y Rajoy el compromiso de que daría su voto al primero que dijese el nombre de Javier Bardem durante el debate. El gallego dijo que sería él quien ganase ese voto ridículo, de auténtico bufón (¿por qué la Sexta fomenta tanto la antipolítica?), dado que abre el debate. ¿Será el quien lo haga? ¿O será Zapatero, siempre atento a las minorías, incluídas las de Payasos sin Fronteras? Quizás no sea esa la pregunta. Quizás la pregunta sea quien de estos dos botarates saca partidísticamente el tema del terrorismo. Que no está descontando que sea Rajoy, ojo.
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Este hombre está tan mal asesorado que es capaz de tener abierta esta página y no indignarse, siquiera por mínima decencia.
viernes, 22 de febrero de 2008
Una televisión de perdedores
¡Que cutre es Antena 3! Como defendía una maravilloso fanzine de hace unos (Le Bon Vivant, en su número 4), la denominada cadena amiga es una televisión de perdedores, de loosers. No es el tema de este post, pero sirve para ubicar el conjunto. Antena 3 emite caspa catódica, es su seña de identidad. Los informativos siempre están hablando del tiempo en EE.UU, de enfermedades y remedios milagrosos y, en general, la audiencia target de la cadena es "la familia y los mayores".
Es la tv que emite los Simpsons hasta gastarlos, la misma de Farmacia de Guardia, la que ficha las estrellas de la competencia de Tele5 (Mª Teresa Campos, los viejos de Escenas de Matrimonio, hasta el italiano director general), la del partido del lunes es, en definitiva, la misma que, para contrarrestar el efecto GH 1, en el año 2000, se sacó de la manga El Bus, probablemente el programa más cochambroso de la historia de la televisión. Cutre y de perdedores.
Así no debe extrañar el debate de ayer, presentado con gran alharaca. Matías Prats, el de ING Direct, empezó trabado. No sabía hablar. Al final agradeció lo poco que había intervenido a los dos políticos, y los espectadores también. Fue patético. Eso incluye la presentación de la gran cita. Los colores netamente del PP en el escenario (azul pepero), los planos de escucha a Solbes intentanto pillarlo en un renuncio -no fue posible- y, lo mejor de todo, que fue un TOSTÓN. Como toda la programación de la cadena. Daba ganas de poner la versión subtitulada para sordos, a ver si había algo de emoción.
Vale, el tema no era muy allá. La economía. Solbes nunca habría podido ganarse la vida de animador de fiestas, ya se sabía. Pizarro estuvo inusualmente comedido, por lo general. La pregunta es ¿por qué Antena 3 retransmitió el debate? ¿por qué lo vendía como un éxito? Porque la historia de una televisión no se cambia de la noche a la mañana. Son esclavas de su historia. Y de su audiencia. El debate en sí fue inesperado. Solbes estuvo muy, muy brillante. No entró jamás a la provocación populista-turolense de un hombre que todavía pone alcanfor a sus trajes. Especialmente patético fue cuando, ante la cruda realidad de que las medidas económicas del PP costarían 30.000 millones de euros a las arcas del Estado ("todos los ministerios gastan 70.000, ¿de donde van a detraer ese dinero?"), el hombre del labio torcido elencó al tuerto:
*Suprimiendo el Ministerio de Vivienda
*Los 200.000 euros de la vivienda de Bermejo
*Somos los únicos que financiamos a los terroristas
*Una cuarta medida de la que no me acuerdo
De auténtico bar. Solbes le respondió como responde un viejo profesor a un alumno que entra en el despacho y le propone hacer una tesis sobre los 125 años de corrupción socialista. Con pena. Y con argumentos: diferenció muy bien entre Ministerio de Vivienda y "políticas de vivienda, que creo que es a lo que usted se refiere", y le reprimió por el populismo de sacar lo de Bermejo (que no es su vivienda particular, es del Estado y es de todos, que permitimos que la ocupe un cargo público en el ejercicio de sus funciones) y lo de los terroristas, que tiene cojones. Volvería a las andadas al final del debate, cuando interpelaba al alicantino de barba sobre "que medidas tiene el PSOE para defender a la familia, sustento en las crisis económicas". Fue realmente patético. Un debate bueno de economía, llevado por un advenedizo a los grandes temas de campaña del PP.
No se si alguien se fijo en la cantidad de veces que Pizarro repitió "mire usted". Estuvo muy mal asesorado. Las pocas tablas y datos que mostró eran imposibles de ver. Las de Solbes eran muy telegénicas (color rojo en las columnas de crecimiento, a veces con banderas nacionales), en ningún plano de escucha se le vió en otra posición que no fuese tomando notas y, en general, no pareció que estuviese hablando un político, sino un técnico solvente. Yo creo que Solbes -ahí está su trayectoria y la cantidad de amigos que tiene en todas partes, incluyendo el respeto que ayer le mostró Pizarro- es uno de los mejores ministros de la democracia. Gran parte del éxito económico español de los últimos 15 años (crecimiento ininterrumpido desde 1993) se debe a haber tenido en el Ministerio a sólo dos personas: el propio Solbes y Rato, que beben de las mismas fuentes.
Hoy los medios de la derecha dicen que "Solbes estuvo a la defensiva". Pues viva la defensiva. Y viva Solbes, que demonios, que hace falta tenerlos cuadrados para salir con el ojo medio chulo, en campo enemigo y sin ser político del PSOE a enzarzarse con un arribista. Y salir ganando en seriedad.
Es la tv que emite los Simpsons hasta gastarlos, la misma de Farmacia de Guardia, la que ficha las estrellas de la competencia de Tele5 (Mª Teresa Campos, los viejos de Escenas de Matrimonio, hasta el italiano director general), la del partido del lunes es, en definitiva, la misma que, para contrarrestar el efecto GH 1, en el año 2000, se sacó de la manga El Bus, probablemente el programa más cochambroso de la historia de la televisión. Cutre y de perdedores.
Así no debe extrañar el debate de ayer, presentado con gran alharaca. Matías Prats, el de ING Direct, empezó trabado. No sabía hablar. Al final agradeció lo poco que había intervenido a los dos políticos, y los espectadores también. Fue patético. Eso incluye la presentación de la gran cita. Los colores netamente del PP en el escenario (azul pepero), los planos de escucha a Solbes intentanto pillarlo en un renuncio -no fue posible- y, lo mejor de todo, que fue un TOSTÓN. Como toda la programación de la cadena. Daba ganas de poner la versión subtitulada para sordos, a ver si había algo de emoción.
Vale, el tema no era muy allá. La economía. Solbes nunca habría podido ganarse la vida de animador de fiestas, ya se sabía. Pizarro estuvo inusualmente comedido, por lo general. La pregunta es ¿por qué Antena 3 retransmitió el debate? ¿por qué lo vendía como un éxito? Porque la historia de una televisión no se cambia de la noche a la mañana. Son esclavas de su historia. Y de su audiencia. El debate en sí fue inesperado. Solbes estuvo muy, muy brillante. No entró jamás a la provocación populista-turolense de un hombre que todavía pone alcanfor a sus trajes. Especialmente patético fue cuando, ante la cruda realidad de que las medidas económicas del PP costarían 30.000 millones de euros a las arcas del Estado ("todos los ministerios gastan 70.000, ¿de donde van a detraer ese dinero?"), el hombre del labio torcido elencó al tuerto:
*Suprimiendo el Ministerio de Vivienda
*Los 200.000 euros de la vivienda de Bermejo
*Somos los únicos que financiamos a los terroristas
*Una cuarta medida de la que no me acuerdo
De auténtico bar. Solbes le respondió como responde un viejo profesor a un alumno que entra en el despacho y le propone hacer una tesis sobre los 125 años de corrupción socialista. Con pena. Y con argumentos: diferenció muy bien entre Ministerio de Vivienda y "políticas de vivienda, que creo que es a lo que usted se refiere", y le reprimió por el populismo de sacar lo de Bermejo (que no es su vivienda particular, es del Estado y es de todos, que permitimos que la ocupe un cargo público en el ejercicio de sus funciones) y lo de los terroristas, que tiene cojones. Volvería a las andadas al final del debate, cuando interpelaba al alicantino de barba sobre "que medidas tiene el PSOE para defender a la familia, sustento en las crisis económicas". Fue realmente patético. Un debate bueno de economía, llevado por un advenedizo a los grandes temas de campaña del PP.
No se si alguien se fijo en la cantidad de veces que Pizarro repitió "mire usted". Estuvo muy mal asesorado. Las pocas tablas y datos que mostró eran imposibles de ver. Las de Solbes eran muy telegénicas (color rojo en las columnas de crecimiento, a veces con banderas nacionales), en ningún plano de escucha se le vió en otra posición que no fuese tomando notas y, en general, no pareció que estuviese hablando un político, sino un técnico solvente. Yo creo que Solbes -ahí está su trayectoria y la cantidad de amigos que tiene en todas partes, incluyendo el respeto que ayer le mostró Pizarro- es uno de los mejores ministros de la democracia. Gran parte del éxito económico español de los últimos 15 años (crecimiento ininterrumpido desde 1993) se debe a haber tenido en el Ministerio a sólo dos personas: el propio Solbes y Rato, que beben de las mismas fuentes.
Hoy los medios de la derecha dicen que "Solbes estuvo a la defensiva". Pues viva la defensiva. Y viva Solbes, que demonios, que hace falta tenerlos cuadrados para salir con el ojo medio chulo, en campo enemigo y sin ser político del PSOE a enzarzarse con un arribista. Y salir ganando en seriedad.
jueves, 21 de febrero de 2008
Desde el otro lado de la barrera
Como todo ya es cachondeo puro y duro, la última vuelta de tuerca del partido de la oposición consiste en acusar al PSOE de crispar toda la legislatura. Más allá, incluso: Rajoy ha acusado a Zapatero de haber sido el instigador de los tristes sucesos que han acompañado a Maria San Gil, Dolores Nadal (si nunca la han llamado Dolors, solo en estas elecciones...) y Rosa Díez, por eso de la "tensión".
La metedura de pata de ZP no lo es tanto. Una de las funciones de los partidos políticos, por lo que reciben subvenciones del Estado, es "movilizar el electorado". Tal cual. Y para eso tiene que haber tensión, confrontación. Dentro de unos límites democráticos. No poniendo la zancadilla en el Constitucional, sacando los obispos a la calle y proclamando la ruptura de España, país que en los últimos 200 años ha tenido cinco guerras civiles (en la Guerra de Independencia, las tres carlistas y la Civil), por mucho que al mismo tiempo proclaman su unidad y que es "la civilización más antigua de Europa".
La gente que ha abucheado y zarandeado a las tres políticas (detalle no menor el del sexo) se distrubía en sitios variopintos de España: Galicia, Barcelona y Madrid, respectivamente. ¿Cúal es el elemento común? La universidad. En la universidad pervive, y en cierta forma se alienta, ese tipo de colectivos al borde la marginalidad, antisistema y que piensan que el profesor es un "opresor" porque está encima de la tarima. Ha sido así siempre, y viendo como está Berkeley, seguirá siendo así. A los cuarenta son conservadores y, en el caso de los antiguos maoístas Pilar del Castillo, Josep Piqué, Jiménez Losantos o Pío Moa, ideólogos y militantes del PP. Ha sido así siempre y lo seguirá siendo, por mucho que avancemos en la democracia y en la convivencia, los extremos se tocan.
Ubiquen la foto en Andoain, 2003. Josu Jon Imaz, un político con los pies en la tierra, y que por eso en su partido lo han sacado con los pies por delante, acudía en calidad de presidente del PNV a un pleno donde su grupo se unió a la condena en el asesinato de un policía. Votó condenando la brutal acción terrorista hasta un miembro de Batasuna, pasando por todos los otros grupos municipales, como es normal. ¿Y que le gritaban esas señoritas de la foto a Imaz? Según las crónicas, "cobardes", "chivatos", "moción de censura, ya" y -atención, redoble de tambores- "asesinos". De izquierda a derecha, sin que esto tenga implicación ideológica, vemos a Gotzone Mora, que creo que ahora da charlas por Trujillo, Grado y Molina de Aragón sobre lo mal que está España; Rosa Díez, con peinado de mujer de Jack Kirby; y, desgañitándose, la licenciada en Filología Bíblica Trilingüe María San Gil.
Ahí estaban, al otro lado de la barrera. El ambiente no era universitario, donde ya les digo que tiene cierta explicación lo de gritar, patalear, y despues "irse a fumar unos porritos tío, la revolución ya está cerca". Por la edad, las hormonas y por la permisividad. No, no. Son mujeres hechas y derechas (más de los segundo que de lo primero), con San Gil alzándose para que se la oiga mejor. Seguro que estaba gritando cosas como "más democracia y menos politiqueo". Ay, San Gil. En las elecciones vascas de 2006 se preciputó y perdió, por arte de magia, 130.000 votos. Esa cifra de votos, en el contexto de un electorado reducido como el vasco, es como perder 4 litros de sangre. ¿Dimitió? No ¿Salió reforzada? Sí. Cosas del PP.
Su líder Mariano, con el que empezaba este post, le ofreció el puesto de número dos por Madrid. Lo rechazó. Ahora Mariano dice que la zarandean y la insultan porque ZP propicia ese ambiente. Miren esa foto, de 2003, cuando San Gil tenía 130.000 votos más y sus compañeros gobernaban en España y verán, como canta Presuntos Implicados (el nombre del grupo no es casual),
Ahhhh, como hemos cambiado
Que lejos ha quedado
Aquella crispación
La metedura de pata de ZP no lo es tanto. Una de las funciones de los partidos políticos, por lo que reciben subvenciones del Estado, es "movilizar el electorado". Tal cual. Y para eso tiene que haber tensión, confrontación. Dentro de unos límites democráticos. No poniendo la zancadilla en el Constitucional, sacando los obispos a la calle y proclamando la ruptura de España, país que en los últimos 200 años ha tenido cinco guerras civiles (en la Guerra de Independencia, las tres carlistas y la Civil), por mucho que al mismo tiempo proclaman su unidad y que es "la civilización más antigua de Europa".
La gente que ha abucheado y zarandeado a las tres políticas (detalle no menor el del sexo) se distrubía en sitios variopintos de España: Galicia, Barcelona y Madrid, respectivamente. ¿Cúal es el elemento común? La universidad. En la universidad pervive, y en cierta forma se alienta, ese tipo de colectivos al borde la marginalidad, antisistema y que piensan que el profesor es un "opresor" porque está encima de la tarima. Ha sido así siempre, y viendo como está Berkeley, seguirá siendo así. A los cuarenta son conservadores y, en el caso de los antiguos maoístas Pilar del Castillo, Josep Piqué, Jiménez Losantos o Pío Moa, ideólogos y militantes del PP. Ha sido así siempre y lo seguirá siendo, por mucho que avancemos en la democracia y en la convivencia, los extremos se tocan.
Ubiquen la foto en Andoain, 2003. Josu Jon Imaz, un político con los pies en la tierra, y que por eso en su partido lo han sacado con los pies por delante, acudía en calidad de presidente del PNV a un pleno donde su grupo se unió a la condena en el asesinato de un policía. Votó condenando la brutal acción terrorista hasta un miembro de Batasuna, pasando por todos los otros grupos municipales, como es normal. ¿Y que le gritaban esas señoritas de la foto a Imaz? Según las crónicas, "cobardes", "chivatos", "moción de censura, ya" y -atención, redoble de tambores- "asesinos". De izquierda a derecha, sin que esto tenga implicación ideológica, vemos a Gotzone Mora, que creo que ahora da charlas por Trujillo, Grado y Molina de Aragón sobre lo mal que está España; Rosa Díez, con peinado de mujer de Jack Kirby; y, desgañitándose, la licenciada en Filología Bíblica Trilingüe María San Gil.
Ahí estaban, al otro lado de la barrera. El ambiente no era universitario, donde ya les digo que tiene cierta explicación lo de gritar, patalear, y despues "irse a fumar unos porritos tío, la revolución ya está cerca". Por la edad, las hormonas y por la permisividad. No, no. Son mujeres hechas y derechas (más de los segundo que de lo primero), con San Gil alzándose para que se la oiga mejor. Seguro que estaba gritando cosas como "más democracia y menos politiqueo". Ay, San Gil. En las elecciones vascas de 2006 se preciputó y perdió, por arte de magia, 130.000 votos. Esa cifra de votos, en el contexto de un electorado reducido como el vasco, es como perder 4 litros de sangre. ¿Dimitió? No ¿Salió reforzada? Sí. Cosas del PP.
Su líder Mariano, con el que empezaba este post, le ofreció el puesto de número dos por Madrid. Lo rechazó. Ahora Mariano dice que la zarandean y la insultan porque ZP propicia ese ambiente. Miren esa foto, de 2003, cuando San Gil tenía 130.000 votos más y sus compañeros gobernaban en España y verán, como canta Presuntos Implicados (el nombre del grupo no es casual),
Ahhhh, como hemos cambiado
Que lejos ha quedado
Aquella crispación
martes, 19 de febrero de 2008
El PP hace una propuesta razonable
Hasta ayer, el PP estaba realizando una precampaña que se podría calificar de anti-. Lo que no eran iniciativas del contricante ampliadas (si uno promete x puestos de trabajo, el PP prometía x+1, y así con las plazas de guardería, el inglés, los kms. de AVE y todo lo que fuese computable numéricamente) eran otro tipo de iniativas de motu propio, como el bastante infeliz programa de integración. Sin embargo, ayer se abrió un horizonte de expectativa, por utilizar ese lenguaje de la Escuela de Chicago que los dirigentes del Partido Popular conocen de lectura, pero no han asimilado.
La noticia la publica hoy El País, y es una filtración interesada del programa político del PP: ellos si apuestan por la energía nuclear. De momento, España cuenta con ocho centrales nucleares de las nueve que llegó a tener. En 2002 se cerró Zorita, una central con forma de platillo volante, la huella más destacada de su diseño de los años 50. Anteriormente le había pasado algo parecido a Vandellós II, pero esta vez fue por el incendio que sufrió, el incidente nuclear más grave en Europa Occidental. Para 2009 está previsto el cierre de Garoña, al culminar sus 40 años de vida útil estipulada, pero que podría tirar muchos más. El PSOE ha dicho que ese es el futuro de las nucleares en España: a los 40 años se jubilan.
Es un grave error. La energía nuclear, una vez instalada, solo produce grandes beneficios. Sus mayores problemas son la elevada inversión inicial que requiere, en torno a los 4.000 millones de euros actuales. Eso sí, una vez running, una moderna central produce 1.000 MW y sin depender de ningún factor ambiental más que el correcto suministro de agua de refrigeración. Eso es algo de lo que no pueden presumir ni los molinos de viento (¡Gigantes! ¡Son gigantes, amigo Sancho!), ni las placas solares, ni la muy fantasiosa energía maremotriz. Es la gran trampa de las renovables, que están subvencionadas al 30%.
Una de las grandes pesadillas económicas que legó el franquismo a la joven España democrática fue el demencial programa nuclear. No es que el muy ágrafo general de El Ferrol, o más bien los tecnócratas que le asesoraban, quisiese disponer de la bomba nuclear, aunque algo de eso había. No les bastó con inundar España de astilleros inservibles, altos hornos y fábricas de artesanía que hubo que cerrar en los años ochenta, es que pretendían plantar ¡29 centrales nucleares!. Tal cual. Algunas llegaron a estar muy cerca de implantarse, como Lemoniz en la bocana de la ría de Bilbao (2.300 millones de euros constantes invertidos), y tenían una distribución geográfica pintoresca: la de Xove en Lugo, para alimentar la fábrica de Inespal (el aluminio y la electrólisis es lo que tiene) o la de Cabo Cope en Murcia.
La fortísima inversión inicial requerida llevó a las eléctricas españolas al punto de la quiebra, y los bancos que financiaban a una situación no muy lejana. Aún así, en España el 25% de la energía eléctrica que se consume tiene origen nuclear. No está mal, pero muy lejos del 80% francés. Ahora es cuando hay que meter la propaganda ecologista: lo de los residuos, lo de Chernobil y que las nucleares son feas. A lo primero, el mejor argumento es decir que, mientras los ecologistas confían en el desarrollo de tecnologías que mejoren las muy ineficientes renovables, niegan esa misma capacidad de evolución a la gestión de residuos nucleares. Así de talibán es el pensamiento ecologista, que en muchos momentos bordea el integrismo más puro, cuando no la hipocresía. Les explico: Italia, ese país que tiene que servir de referente en lo que no se hace, cerró sus tres centrales nucleares tras un referendum popular en 1987. En teoría, no tienen energía nuclear. En la práctica, importan un buen montón de megavatios de Francia, que la produce nuclearmente. Cosas de Italia. Cosas de los ecologistas.
En cuanto a Chernobil, fue un accidente en el contexto de la Guerra Fría. Hace un par de años la comisión de la ONU quitó mucho hierro al asunto, porque todo se dramatizó en ese contexto de Rambo III y el Gran Satán. Ahí está que los otros dos grupos de Chernobil siguieron funcionando 15 años más, sin ningún problema. O que Kiev, que está a 50 kms., no se vió afectado por los caprichos del viento, que tuvo a bien llevar la nube tóxica a las marismas de Pripet, en Bielorrusia, un territorio desolado y muy poco poblado. Y lo mismo con Three Mille Island o el accidente de Japón en 1999, los otros de la triada de gravísimos. Menos lobos. En cuanto a que las nucleares son feas (cambien el adjetivo por malas, perversas, satánicas) es una tontería. Es la energía eléctrica más barata de producir, sólo arroja a la atmósfera vapor de agua, no produce gasto ecológico en el trasiego de camiones o barcos llenos de carbón (bastan unas cuantas varillas de uranio, el desplazamiento de un buque grande en toda su vida) y en un país avanzado y moderno como España su instalación y mantenimiento no tienen porque causar ningún problema. Bravo a la propuesta del PP, y ánimo a que fomenten la instalación de nuevas plantas.
La noticia la publica hoy El País, y es una filtración interesada del programa político del PP: ellos si apuestan por la energía nuclear. De momento, España cuenta con ocho centrales nucleares de las nueve que llegó a tener. En 2002 se cerró Zorita, una central con forma de platillo volante, la huella más destacada de su diseño de los años 50. Anteriormente le había pasado algo parecido a Vandellós II, pero esta vez fue por el incendio que sufrió, el incidente nuclear más grave en Europa Occidental. Para 2009 está previsto el cierre de Garoña, al culminar sus 40 años de vida útil estipulada, pero que podría tirar muchos más. El PSOE ha dicho que ese es el futuro de las nucleares en España: a los 40 años se jubilan.
Es un grave error. La energía nuclear, una vez instalada, solo produce grandes beneficios. Sus mayores problemas son la elevada inversión inicial que requiere, en torno a los 4.000 millones de euros actuales. Eso sí, una vez running, una moderna central produce 1.000 MW y sin depender de ningún factor ambiental más que el correcto suministro de agua de refrigeración. Eso es algo de lo que no pueden presumir ni los molinos de viento (¡Gigantes! ¡Son gigantes, amigo Sancho!), ni las placas solares, ni la muy fantasiosa energía maremotriz. Es la gran trampa de las renovables, que están subvencionadas al 30%.
Una de las grandes pesadillas económicas que legó el franquismo a la joven España democrática fue el demencial programa nuclear. No es que el muy ágrafo general de El Ferrol, o más bien los tecnócratas que le asesoraban, quisiese disponer de la bomba nuclear, aunque algo de eso había. No les bastó con inundar España de astilleros inservibles, altos hornos y fábricas de artesanía que hubo que cerrar en los años ochenta, es que pretendían plantar ¡29 centrales nucleares!. Tal cual. Algunas llegaron a estar muy cerca de implantarse, como Lemoniz en la bocana de la ría de Bilbao (2.300 millones de euros constantes invertidos), y tenían una distribución geográfica pintoresca: la de Xove en Lugo, para alimentar la fábrica de Inespal (el aluminio y la electrólisis es lo que tiene) o la de Cabo Cope en Murcia.
La fortísima inversión inicial requerida llevó a las eléctricas españolas al punto de la quiebra, y los bancos que financiaban a una situación no muy lejana. Aún así, en España el 25% de la energía eléctrica que se consume tiene origen nuclear. No está mal, pero muy lejos del 80% francés. Ahora es cuando hay que meter la propaganda ecologista: lo de los residuos, lo de Chernobil y que las nucleares son feas. A lo primero, el mejor argumento es decir que, mientras los ecologistas confían en el desarrollo de tecnologías que mejoren las muy ineficientes renovables, niegan esa misma capacidad de evolución a la gestión de residuos nucleares. Así de talibán es el pensamiento ecologista, que en muchos momentos bordea el integrismo más puro, cuando no la hipocresía. Les explico: Italia, ese país que tiene que servir de referente en lo que no se hace, cerró sus tres centrales nucleares tras un referendum popular en 1987. En teoría, no tienen energía nuclear. En la práctica, importan un buen montón de megavatios de Francia, que la produce nuclearmente. Cosas de Italia. Cosas de los ecologistas.
En cuanto a Chernobil, fue un accidente en el contexto de la Guerra Fría. Hace un par de años la comisión de la ONU quitó mucho hierro al asunto, porque todo se dramatizó en ese contexto de Rambo III y el Gran Satán. Ahí está que los otros dos grupos de Chernobil siguieron funcionando 15 años más, sin ningún problema. O que Kiev, que está a 50 kms., no se vió afectado por los caprichos del viento, que tuvo a bien llevar la nube tóxica a las marismas de Pripet, en Bielorrusia, un territorio desolado y muy poco poblado. Y lo mismo con Three Mille Island o el accidente de Japón en 1999, los otros de la triada de gravísimos. Menos lobos. En cuanto a que las nucleares son feas (cambien el adjetivo por malas, perversas, satánicas) es una tontería. Es la energía eléctrica más barata de producir, sólo arroja a la atmósfera vapor de agua, no produce gasto ecológico en el trasiego de camiones o barcos llenos de carbón (bastan unas cuantas varillas de uranio, el desplazamiento de un buque grande en toda su vida) y en un país avanzado y moderno como España su instalación y mantenimiento no tienen porque causar ningún problema. Bravo a la propuesta del PP, y ánimo a que fomenten la instalación de nuevas plantas.
jueves, 14 de febrero de 2008
Crisis al 3´8%
La noticia del día no es la nueva subasta de bienes públicos (nuestros impuestos) que ofrecerán los dos partidos con opciones de gobernar. Algo de eso habrá, seguro, aunque tras prometer puestos de trabajo, dinero en cuentas, menos tasas y una porción de la Luna, ya queda poco por trocear. No, no: la noticia del día es que la economía española creció al 3,8% durante el año 2007. La temida crisis ya está aquí.
El partido en la oposición, que se presenta como un buen gestor económico ("han vivido de las rentas que les dejamos") esta centrándo su campaña sobre el miedo, como buen partido de derechas. Miedo a lo extraño, miedo al futuro, miedo a la crisis, miedo a que nos gobiernen unos que no sean ellos. ¿El eje central? La economía y, en menor medida, la inmigración y la delincuencia, si viene mezclado mucho mejor. Así, no es extraño que lleven bombardeando los últimos meses -porque durante la legislatura el fuego artillero ha sido la ETA y el 11-M, además del nacionalismo disgregador- con una terrible crisis económica, para la que hace falta un "decreto brutal" o, en palabras del bardo Pizarro, "vamos cuesta abajo y sin frenos".
Bien, pues la economía española creció durante los últimos 12 meses computables un 3´8%, que es un 1´1% más que la media europea y sólo un 0´1% menos de lo que creció en 2006. Esos son los datos. Es cierto que en el último trimestre hay una desaleración -lógica, por otra parte- y otros indicadores son pésimos, como el aumento del paro (que sin embargo sigue en niveles históricamente bajos, y ojo a lo de históricamente en un país como España, mano de obra de Europa y parte de América) y la inflacción, que corre desbocada. A eso se aferran los agoreros, los que quieren crear una crisis inducida en base a minar la confianza del consumidor. Ya lo dijo Botín hace unos días, cuando presentó sus 9.000 millones de beneficios: "seguimos encantados de dar crédito". Y sólo se pide crédito cuando se tiene confianza.
El PP haría una política más inteligente si, en vez de cuestionar un crecimiento que es a todas luces evidentes, cuestionase el modelo de crecimiento. Pero no puede. Está tan encadenado como el PSOE. La combinación de ladrillo, sol y sangría es el motor del diferencial español respecto a los países de su entorno. Hasta el 2´8% se llega por lo diversificadísimo de nuestra economía, una labor de generaciones y no de ningún partido político en concreto. El 1% adicional, que es una constante de los últimos años, es lo que debería escamar. Se basa en sectores con poco valor añadido, favorecidos desde las propias administraciones públicas. Y en eso son iguales tanto el PP como el PSOE. Ninguno plantea un modelo de crecimiento alternativo, como parecen ver todos sus votantes. Tampoco es tan fácil.
La Unión Europea es una economía integrada que tiende a la especialización de sus regiones. Igual que en EE.UU el automóvil está en Detroit, los seguros en Chicago y el turismo en California y Florida, en la Europa integrada el corazón financiero está en Londres (que no es zona euro), existen bioregiones especializadas en la biotecnológia y, a España, por sus características climáticas y geográficas, le ha caído -y tampoco lo ha evitado- el papel de ser la California de Europa. Sólo hace falta ver la cantidad de foráneos que han adquirido vivienda en la costa mediterránea, que computa como inversión extranjera directa. Ya es un poco tarde para dar marcha atrás, y si está sería muy conveniente. Así las cosas, sería ya el colmo del paroximo ver como España es el primer país que tira piedras contra sus propios factores de producción. No me imagino a Italia tirando piedras contra su moda porque favorece estereotipos de belleza, a Alemania contra sus potentes coches porque a partir de cierta velocidad son ataudes ambulantes o a Francia contra la cria de ocas en cautividad que nos da el paté. Esto es lo que hay, amigos. Crecimiento a tope, y nulas posibilidades de bajarse en marcha. Pero crecimiento, al fin y al cabo.
El partido en la oposición, que se presenta como un buen gestor económico ("han vivido de las rentas que les dejamos") esta centrándo su campaña sobre el miedo, como buen partido de derechas. Miedo a lo extraño, miedo al futuro, miedo a la crisis, miedo a que nos gobiernen unos que no sean ellos. ¿El eje central? La economía y, en menor medida, la inmigración y la delincuencia, si viene mezclado mucho mejor. Así, no es extraño que lleven bombardeando los últimos meses -porque durante la legislatura el fuego artillero ha sido la ETA y el 11-M, además del nacionalismo disgregador- con una terrible crisis económica, para la que hace falta un "decreto brutal" o, en palabras del bardo Pizarro, "vamos cuesta abajo y sin frenos".
Bien, pues la economía española creció durante los últimos 12 meses computables un 3´8%, que es un 1´1% más que la media europea y sólo un 0´1% menos de lo que creció en 2006. Esos son los datos. Es cierto que en el último trimestre hay una desaleración -lógica, por otra parte- y otros indicadores son pésimos, como el aumento del paro (que sin embargo sigue en niveles históricamente bajos, y ojo a lo de históricamente en un país como España, mano de obra de Europa y parte de América) y la inflacción, que corre desbocada. A eso se aferran los agoreros, los que quieren crear una crisis inducida en base a minar la confianza del consumidor. Ya lo dijo Botín hace unos días, cuando presentó sus 9.000 millones de beneficios: "seguimos encantados de dar crédito". Y sólo se pide crédito cuando se tiene confianza.
El PP haría una política más inteligente si, en vez de cuestionar un crecimiento que es a todas luces evidentes, cuestionase el modelo de crecimiento. Pero no puede. Está tan encadenado como el PSOE. La combinación de ladrillo, sol y sangría es el motor del diferencial español respecto a los países de su entorno. Hasta el 2´8% se llega por lo diversificadísimo de nuestra economía, una labor de generaciones y no de ningún partido político en concreto. El 1% adicional, que es una constante de los últimos años, es lo que debería escamar. Se basa en sectores con poco valor añadido, favorecidos desde las propias administraciones públicas. Y en eso son iguales tanto el PP como el PSOE. Ninguno plantea un modelo de crecimiento alternativo, como parecen ver todos sus votantes. Tampoco es tan fácil.
La Unión Europea es una economía integrada que tiende a la especialización de sus regiones. Igual que en EE.UU el automóvil está en Detroit, los seguros en Chicago y el turismo en California y Florida, en la Europa integrada el corazón financiero está en Londres (que no es zona euro), existen bioregiones especializadas en la biotecnológia y, a España, por sus características climáticas y geográficas, le ha caído -y tampoco lo ha evitado- el papel de ser la California de Europa. Sólo hace falta ver la cantidad de foráneos que han adquirido vivienda en la costa mediterránea, que computa como inversión extranjera directa. Ya es un poco tarde para dar marcha atrás, y si está sería muy conveniente. Así las cosas, sería ya el colmo del paroximo ver como España es el primer país que tira piedras contra sus propios factores de producción. No me imagino a Italia tirando piedras contra su moda porque favorece estereotipos de belleza, a Alemania contra sus potentes coches porque a partir de cierta velocidad son ataudes ambulantes o a Francia contra la cria de ocas en cautividad que nos da el paté. Esto es lo que hay, amigos. Crecimiento a tope, y nulas posibilidades de bajarse en marcha. Pero crecimiento, al fin y al cabo.
viernes, 8 de febrero de 2008
Manteca colorá
En el PP siempre ha gustado la figura del frontman. El que se brega, el que está siempre atento a enzarzarse, el bocazas, el tonto útil. No es que sea exclusiva del partido, vista la presencia de (P)e(P)e Blanco-White en el PSOE, pero si que es una constancia. Hace años, cuando todavía no habían gobernado, Luis Ramallo alcanzó cotas nunca superadas. Acabó enfangado en lo de Gescartera, con aquella inolvidable imagen de Rato negándole el saludo. Después vinieron Miguel Ángel Rodríguez, Pujalte y ahora Arias Cañete.
Este político, que fue Ministro de Agricultura con Aznar ("la ley sale por mis cojones", fue su aportación más decisiva), es actualmente el responsable económico del PP. Si, parece mentira. Con Juan Costa haciendo el programa y Pizarro como Ministro de Economía in pectore, su autoridad es más bien testimonial. Hace una semanas reclamó un "decreto brutal" para afrontar la ralentización de la economía, lo que refleja unos tics muy marcados: lo de que todo se resuelve a decretazo; y lo de brutal.
En su condición de frontman, ayer le tocó secundar el llamamiento del día anterior de su líder. Porque lo de Rajoy no fue una propuesta: fue un llamamiento. Un contrato de ciudadanía, sin ninguna explicación ni concreción. Arias Cañete, con su gracejo habitual, bajó a nivel de la calle lo que el gallego quiso decir pero finalmente no dijo, porque así le viene de nacimiento. No voy a reproducir lo dicho por el hombre que, en la imagen, lleva papeles pero probablemente no los vaya a leer. Es simplemente lo que piensa una gran mayoría de españoles, y sin mucha distinción política. Así de duro, así de simple.
Claro, pero otra cosa es que un responsable político baje al nivel de añorar los boquerones (faltó una referencia al anisakis) y la manteca colorá. Y eso fue lo más suave, porque la apelación a la mamografía es algo de muy mal gusto. Casi tanto como decir que en España las hacen gratis y en "15 minutos". Hace unos días empezaba este blog y repetí en varias ocasiones que el PP era un partido no racista, a diferencia de sus homólogos europeos. Lo sigo manteniendo, pero la tentanción de canalizar electoralmente un cierto descontento social -muy numeroso en votos- es muy poderosa. Por si acaso, la SER y todas la huestes antiPP, pero especialmente la SER, ya tenían desenfundada la palabra "xenófobo".
El problema del PP es que resiste muy mal la comparación con su acción gubernamental. Si tienen algún problema con que España albergue a 5 millones de inmigrantes (el 10% de la población), que hubiesen tomado medidas cuando estaban en el Gobierno, que fue cuando se produjo la primera ola de inmigración. A tenor de lo dicho por Arias Cañete, quieren mano de obra cualificada, limpia y aseada, pero sin derechos. No les faltan modelos: los españoles que emigraron a Europa en los años 60 y 70 fueron en calidad de "trabajadores invitados": se tenían que sacar su sanidad privada y su plan de pensiones privado. Y algo de eso hubo en la Ley de Extranjería aprobada por Aznar, que es la vigente: prohibir el derecho a la huelga o la manifestación, algo que acaba de tumbar el Tribunal Supremo.
Así, de esta manera tan grotesca, por este personaje de serie Z de la política española, se ha planteado el debate de la inmigración. Hasta entonces, había un auténtico pacto de silencio entre las grandes fuerzas. Ni siquiera era tema de debate: estaban ahí, pero eran invisibles. Bienvenido sea que los responsables políticos pongan sobre el tapete estas cosas, que atañen a todos los ámbitos del quehacer diario. Pero no en estos términos. El PP afianza así la confianza de sus votantes, siempre fieles, pero al mismo tiempo moviliza a esa izquierda perezosa, la que cuando vota al PSOE lo hace tapándose la nariz, como mal menor: vamos, la que le dió la victoria de 2004. Esa izquierda siempre ha visto tics xenófobos en el PP, más para afianzarse en sus propias creencias que porque propiamente los hubiese. Ahora les han dado la razón, porque como es un debate que nunca se ha encauzado ni planteado en sus términos correctos, cualquier declaración es susceptible de ser tildada con ese término griego tan conocido por todos. Ojalá fuese tan conocido su antónimo, la filoxenia.
Este político, que fue Ministro de Agricultura con Aznar ("la ley sale por mis cojones", fue su aportación más decisiva), es actualmente el responsable económico del PP. Si, parece mentira. Con Juan Costa haciendo el programa y Pizarro como Ministro de Economía in pectore, su autoridad es más bien testimonial. Hace una semanas reclamó un "decreto brutal" para afrontar la ralentización de la economía, lo que refleja unos tics muy marcados: lo de que todo se resuelve a decretazo; y lo de brutal.
En su condición de frontman, ayer le tocó secundar el llamamiento del día anterior de su líder. Porque lo de Rajoy no fue una propuesta: fue un llamamiento. Un contrato de ciudadanía, sin ninguna explicación ni concreción. Arias Cañete, con su gracejo habitual, bajó a nivel de la calle lo que el gallego quiso decir pero finalmente no dijo, porque así le viene de nacimiento. No voy a reproducir lo dicho por el hombre que, en la imagen, lleva papeles pero probablemente no los vaya a leer. Es simplemente lo que piensa una gran mayoría de españoles, y sin mucha distinción política. Así de duro, así de simple.
Claro, pero otra cosa es que un responsable político baje al nivel de añorar los boquerones (faltó una referencia al anisakis) y la manteca colorá. Y eso fue lo más suave, porque la apelación a la mamografía es algo de muy mal gusto. Casi tanto como decir que en España las hacen gratis y en "15 minutos". Hace unos días empezaba este blog y repetí en varias ocasiones que el PP era un partido no racista, a diferencia de sus homólogos europeos. Lo sigo manteniendo, pero la tentanción de canalizar electoralmente un cierto descontento social -muy numeroso en votos- es muy poderosa. Por si acaso, la SER y todas la huestes antiPP, pero especialmente la SER, ya tenían desenfundada la palabra "xenófobo".
El problema del PP es que resiste muy mal la comparación con su acción gubernamental. Si tienen algún problema con que España albergue a 5 millones de inmigrantes (el 10% de la población), que hubiesen tomado medidas cuando estaban en el Gobierno, que fue cuando se produjo la primera ola de inmigración. A tenor de lo dicho por Arias Cañete, quieren mano de obra cualificada, limpia y aseada, pero sin derechos. No les faltan modelos: los españoles que emigraron a Europa en los años 60 y 70 fueron en calidad de "trabajadores invitados": se tenían que sacar su sanidad privada y su plan de pensiones privado. Y algo de eso hubo en la Ley de Extranjería aprobada por Aznar, que es la vigente: prohibir el derecho a la huelga o la manifestación, algo que acaba de tumbar el Tribunal Supremo.
Así, de esta manera tan grotesca, por este personaje de serie Z de la política española, se ha planteado el debate de la inmigración. Hasta entonces, había un auténtico pacto de silencio entre las grandes fuerzas. Ni siquiera era tema de debate: estaban ahí, pero eran invisibles. Bienvenido sea que los responsables políticos pongan sobre el tapete estas cosas, que atañen a todos los ámbitos del quehacer diario. Pero no en estos términos. El PP afianza así la confianza de sus votantes, siempre fieles, pero al mismo tiempo moviliza a esa izquierda perezosa, la que cuando vota al PSOE lo hace tapándose la nariz, como mal menor: vamos, la que le dió la victoria de 2004. Esa izquierda siempre ha visto tics xenófobos en el PP, más para afianzarse en sus propias creencias que porque propiamente los hubiese. Ahora les han dado la razón, porque como es un debate que nunca se ha encauzado ni planteado en sus términos correctos, cualquier declaración es susceptible de ser tildada con ese término griego tan conocido por todos. Ojalá fuese tan conocido su antónimo, la filoxenia.
jueves, 7 de febrero de 2008
La extraña relación del PP con la televisión
Hace unos días los informativos de Cuatro pudieron acompañar a Mariano Rajoy durante todo un día de precampaña electoral. La pieza resultante no salió del guión: se levanta pronto, se queja del frío, va a Valladolid en coche con "su chófer de siempre" y, ojito, allí se va a entrevistar a la televisión local. No la autonómica: la local. Al parecer, lo está haciendo en todos y cada uno de los desplazamientos.
Las televisiones locales no deberían existir ya. El apagón analógico debería habernos librado de esa lacra, pero ya se sabe que la implantanción de la TDT y la distribución de licencias no está yendo como debería. La estrategia de la gente que asesora a Rajoy no es muy original: es la misma que recomendó Karl Rove a George Bush en 2004. Ir a los medios locales minoritarios, para captar esos nichos de electores que reciben esos estímulos. Y Bush iba incluso a la radio pública de EE.UU, objeto de crueles sátiras en más de un episodio de Los Simpsons por su cutrerío, lo paleto de sus oyentes y una pregunta malvada por natureleza: "Ah, ¿pero todavía existe?".
Piensen en la gente de su entorno que ve regularmente las teles locales, con su mezcla de folcklorismo, noticias del barrio ("nuevo punto verde en la glorieta de Los Conquistadores") y caciquismo del alcalde de turno, que unta bien la emisora con fondos públicos. Son bien raros. Probablemente apolíticos o poco movilizados. Bien, pues Rajoy está consiguiendo hacerles llegar su mensaje. Eso es muy positivo: en democracia, cuanta más gente vote, mejor. Miren por ejemplo Chávez, que basa gran parte de su músculo electoral en haber extendido el voto a regiones y sectores de la población que antes ni siquiera conocían a los candidatos. Además, conviene no olvidarlo, el pueblo es soberano.
Por supuesto, el PSOE no sigue esa estrategia. Prefieren sus discursos maximalistas, sus promesas hechas en mítines y llenar de cuñas las radios mayoritarias, además de presentar ¡13! carteles electorales distintos, sobre fondo negro. Bueno, ellos sabrán. También recurren a asesores extranjeros, como los que han confeccionado su programa. Perfecto para los que creen en la mano conspiradora de la masonería internacional, como ese loco demente de De la Cierva. El día 9 de marzo veremos quien ha calado más en el electorado, pero mucho ojo a la estrategia del equipo de Rajoy, muy encomiable en todos los aspectos. Solo hace falta ver con que devoción le atienden en los medios locales, honrados -no es coña el término- con tan alta presencia. Literalmente, se desviven. Y pasan dos días seguidos hablando del acontecimiento.
Al mismo tiempo que el PP practica esa política mediática de acudir a pequeños medios, está dando largas sobre el prometido debate televisivo, que además tenía que ser por partida doble. Es la más pura tradición de la derecha española con la televisión: si no la controlo, no es fiable. Sólo así se explica la cabezonería en negarse a que uno de los debates se produzca en TVE, organismo público que pagamos entre todos los españoles. Incluída su deuda de 6.600 millones de euros, el mismo coste de la T4 de Barajas. Los argumentos del equipo de Rajoy son de los más peregrinos: en A3 porque tiene los informativos líderes (¿de qué? ¿de dar la metereología en EE.UU? Sigan la pista: no falla ni un día) y T5 porque es la televisión más vista. Y así, dando largas, lo más probable hoy por hoy es que no haya debate televisivo entre los dos candidatos de los únicos partidos con opciones de gobernar.
A fe de ser ciertos, en España sólo ha habido dos debates televisivos, y fueron para las mismas elecciones, las de 1993. En uno dijeron que ganó Aznar (muy discutible), en otro González pasó como una apisonadora por encima del hombre tranquilo de Quintanilla de Onésimo (esa era la estrategia de los asesores del PP por entonces, copiada del quiet man clintoniano de 1992). Es exagerado decir que ganó las elecciones por aquel brillantísimo debate, pero lo cierto es que para 1996 la gente del PP, que en teoría tenían que enfrentarse a un agotado presidente con 14 años en el cargo y toda la erosión que conlleva, la opción fue clarísima: nada de un cara a cara. Y Felipe dijo, tras la derrota por 300.000 votos, "nos ha faltado una semana más o un debate". Más claro, agua.
En los ocho años de aznarato (Tusell, en brillante definición) la opción del debate ni se contempló, dada la cerrazón del cuarto presidente de la democracia. Entrevistas con cuestionario previo, como las que le hacía Buruaga, muchas, pero un cara a cara, jamás. Fue perder el PP el poder el 14-M de 2004 y volver el ansia del debate. ¡Qué cosas más curiosas!. Para las europeas de mayo de 2004 volvieron los debates a televisión. Fue en Antena 3, Borrell contra Mayor Oreja, y el futuro presidente del Parlamento Europeo pasó por encima de Sandokán, únicamente capaz de hablar de su monotema, ese que le obsesiona, le nubla el juicio y le canea la barba. Arbitro de la contienda, la periodista semisubnormal Gloria Lomana, jefa de informativos de tu pantalla amiga. Ya nadie se acuerda de aquel momento, y es normal: viendo la calidad de las tres piezas del escenario, mejor correr un tupido velo.
Sin embargo, ese debate adquiere una significación especial a la luz de lo revelado en el recientísimo libro Si yo fuera presidente, dedicado a Rajoy. En contra de lo que pudiera indicar el título, no es un cuento infantil. Es un relato periodístico, bastante elegiático, del político de Pontevedra. Su relevancia viene porque confirma un rumor de aquella época: que Aznar estuvo a punto de presentarse como cabeza de lista al Parlamento Europeo en esas elecciones. Para vindicarse por un derrota que consideraba como suya (y con razón: se votó contra el aznarismo) y para tener inmunidad parlamentaria ante la seria amenaza de ser acusado de crímenes contra la humanidad en una de esas querellas circenses del colectivo No a la Guerra (y no a la Razón, también). Ahora bien, de haberlo hecho ¿Aznar se hubiese prestado a un debate televisivo?
Es probable que no. Como Rajoy. La extraña relación del PP con la televisión. O me quieres (adulas, lames los pies, abrillantes la gabardina) o no te quiero. Estoy mejor yendo a TeleAlcarria o PonferradaTV que ante el medio de comunicación de masas preferido para informarse por la inmensa mayoría del electorado. Y el caso es que probablemente tengan razón.
Las televisiones locales no deberían existir ya. El apagón analógico debería habernos librado de esa lacra, pero ya se sabe que la implantanción de la TDT y la distribución de licencias no está yendo como debería. La estrategia de la gente que asesora a Rajoy no es muy original: es la misma que recomendó Karl Rove a George Bush en 2004. Ir a los medios locales minoritarios, para captar esos nichos de electores que reciben esos estímulos. Y Bush iba incluso a la radio pública de EE.UU, objeto de crueles sátiras en más de un episodio de Los Simpsons por su cutrerío, lo paleto de sus oyentes y una pregunta malvada por natureleza: "Ah, ¿pero todavía existe?".
Piensen en la gente de su entorno que ve regularmente las teles locales, con su mezcla de folcklorismo, noticias del barrio ("nuevo punto verde en la glorieta de Los Conquistadores") y caciquismo del alcalde de turno, que unta bien la emisora con fondos públicos. Son bien raros. Probablemente apolíticos o poco movilizados. Bien, pues Rajoy está consiguiendo hacerles llegar su mensaje. Eso es muy positivo: en democracia, cuanta más gente vote, mejor. Miren por ejemplo Chávez, que basa gran parte de su músculo electoral en haber extendido el voto a regiones y sectores de la población que antes ni siquiera conocían a los candidatos. Además, conviene no olvidarlo, el pueblo es soberano.
Por supuesto, el PSOE no sigue esa estrategia. Prefieren sus discursos maximalistas, sus promesas hechas en mítines y llenar de cuñas las radios mayoritarias, además de presentar ¡13! carteles electorales distintos, sobre fondo negro. Bueno, ellos sabrán. También recurren a asesores extranjeros, como los que han confeccionado su programa. Perfecto para los que creen en la mano conspiradora de la masonería internacional, como ese loco demente de De la Cierva. El día 9 de marzo veremos quien ha calado más en el electorado, pero mucho ojo a la estrategia del equipo de Rajoy, muy encomiable en todos los aspectos. Solo hace falta ver con que devoción le atienden en los medios locales, honrados -no es coña el término- con tan alta presencia. Literalmente, se desviven. Y pasan dos días seguidos hablando del acontecimiento.
Al mismo tiempo que el PP practica esa política mediática de acudir a pequeños medios, está dando largas sobre el prometido debate televisivo, que además tenía que ser por partida doble. Es la más pura tradición de la derecha española con la televisión: si no la controlo, no es fiable. Sólo así se explica la cabezonería en negarse a que uno de los debates se produzca en TVE, organismo público que pagamos entre todos los españoles. Incluída su deuda de 6.600 millones de euros, el mismo coste de la T4 de Barajas. Los argumentos del equipo de Rajoy son de los más peregrinos: en A3 porque tiene los informativos líderes (¿de qué? ¿de dar la metereología en EE.UU? Sigan la pista: no falla ni un día) y T5 porque es la televisión más vista. Y así, dando largas, lo más probable hoy por hoy es que no haya debate televisivo entre los dos candidatos de los únicos partidos con opciones de gobernar.
A fe de ser ciertos, en España sólo ha habido dos debates televisivos, y fueron para las mismas elecciones, las de 1993. En uno dijeron que ganó Aznar (muy discutible), en otro González pasó como una apisonadora por encima del hombre tranquilo de Quintanilla de Onésimo (esa era la estrategia de los asesores del PP por entonces, copiada del quiet man clintoniano de 1992). Es exagerado decir que ganó las elecciones por aquel brillantísimo debate, pero lo cierto es que para 1996 la gente del PP, que en teoría tenían que enfrentarse a un agotado presidente con 14 años en el cargo y toda la erosión que conlleva, la opción fue clarísima: nada de un cara a cara. Y Felipe dijo, tras la derrota por 300.000 votos, "nos ha faltado una semana más o un debate". Más claro, agua.
En los ocho años de aznarato (Tusell, en brillante definición) la opción del debate ni se contempló, dada la cerrazón del cuarto presidente de la democracia. Entrevistas con cuestionario previo, como las que le hacía Buruaga, muchas, pero un cara a cara, jamás. Fue perder el PP el poder el 14-M de 2004 y volver el ansia del debate. ¡Qué cosas más curiosas!. Para las europeas de mayo de 2004 volvieron los debates a televisión. Fue en Antena 3, Borrell contra Mayor Oreja, y el futuro presidente del Parlamento Europeo pasó por encima de Sandokán, únicamente capaz de hablar de su monotema, ese que le obsesiona, le nubla el juicio y le canea la barba. Arbitro de la contienda, la periodista semisubnormal Gloria Lomana, jefa de informativos de tu pantalla amiga. Ya nadie se acuerda de aquel momento, y es normal: viendo la calidad de las tres piezas del escenario, mejor correr un tupido velo.
Sin embargo, ese debate adquiere una significación especial a la luz de lo revelado en el recientísimo libro Si yo fuera presidente, dedicado a Rajoy. En contra de lo que pudiera indicar el título, no es un cuento infantil. Es un relato periodístico, bastante elegiático, del político de Pontevedra. Su relevancia viene porque confirma un rumor de aquella época: que Aznar estuvo a punto de presentarse como cabeza de lista al Parlamento Europeo en esas elecciones. Para vindicarse por un derrota que consideraba como suya (y con razón: se votó contra el aznarismo) y para tener inmunidad parlamentaria ante la seria amenaza de ser acusado de crímenes contra la humanidad en una de esas querellas circenses del colectivo No a la Guerra (y no a la Razón, también). Ahora bien, de haberlo hecho ¿Aznar se hubiese prestado a un debate televisivo?
Es probable que no. Como Rajoy. La extraña relación del PP con la televisión. O me quieres (adulas, lames los pies, abrillantes la gabardina) o no te quiero. Estoy mejor yendo a TeleAlcarria o PonferradaTV que ante el medio de comunicación de masas preferido para informarse por la inmensa mayoría del electorado. Y el caso es que probablemente tengan razón.
viernes, 1 de febrero de 2008
"Tarzán y su puta madre buscan piso en Alcobendas"
Hay que hacer honor al nombre del blog. La auténtica Política Menor, cuando hay unas generales en lontananza, hay que buscarla a nivel regional. Esos sí que no hablan de macroeconomía o la guerra de Burundi, sólo de su cargo y lo que van a hacer notar el peso de su autonomía en Madrid.
Pues hete aquí que buscando información sobre los ocho alcaldes que van a ir en las listas del PP al Congreso -no Gallardón, como es bien sabido-, encuentro en la prensa regional asturiana la figura de Gabino de Lorenzo, el regidor de Oviedo desde tiempos inmemoriales. Digamos, por entendernos, que es un Pizarro pasado por varios culines de sidra. Muy dado al exhabrupto -en las pasadas municipales salió disfrazado y borracho imitando un tren-, he encontrado esta inolvidable pieza en el diario gijonés El Comercio.
De Lorenzo sacará su escaño en Madrid. Va de número uno del PP por Asturias, y el partido de Mariano Rajoy sacará un mínimo de 4 diputados en una circunscripción electoral que cuenta con 8. Vamos, que en abril será probable que se le empiece a llamar "Tarzán" (en el segundo 38" del vídeo). Como en el título del post. Como en el grupo musical que recomienda. ¡Qué pena que no se acordase de Kojón Prieto, Semen-Up o Coche Bomba! ¡Que pena de madres!
***
Esta triste noticia hará que Acebes desaparezca de la campaña durante unos días. Compruébenlo ustedes mismos.
***
Populismo se queda corto para estos espectáculos. Como nunca bajan por esos sitios, ni ellos ni sus contrincantes, acaban comprando ¡cerezas en enero!. Y al día siguiente hablando de la ecología, la producción propia y ¡que bonito es el valle del Jerte! Insisto una y otra vez: Pizarro es carne de blog. Diaria.
El estómago le da un vuelco cuando entra en el Metro. Por eso regurgita tan bien el hueso de la cereza al final del vídeo. Qué personaje. Qué política.
Pues hete aquí que buscando información sobre los ocho alcaldes que van a ir en las listas del PP al Congreso -no Gallardón, como es bien sabido-, encuentro en la prensa regional asturiana la figura de Gabino de Lorenzo, el regidor de Oviedo desde tiempos inmemoriales. Digamos, por entendernos, que es un Pizarro pasado por varios culines de sidra. Muy dado al exhabrupto -en las pasadas municipales salió disfrazado y borracho imitando un tren-, he encontrado esta inolvidable pieza en el diario gijonés El Comercio.
De Lorenzo sacará su escaño en Madrid. Va de número uno del PP por Asturias, y el partido de Mariano Rajoy sacará un mínimo de 4 diputados en una circunscripción electoral que cuenta con 8. Vamos, que en abril será probable que se le empiece a llamar "Tarzán" (en el segundo 38" del vídeo). Como en el título del post. Como en el grupo musical que recomienda. ¡Qué pena que no se acordase de Kojón Prieto, Semen-Up o Coche Bomba! ¡Que pena de madres!
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Esta triste noticia hará que Acebes desaparezca de la campaña durante unos días. Compruébenlo ustedes mismos.
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Populismo se queda corto para estos espectáculos. Como nunca bajan por esos sitios, ni ellos ni sus contrincantes, acaban comprando ¡cerezas en enero!. Y al día siguiente hablando de la ecología, la producción propia y ¡que bonito es el valle del Jerte! Insisto una y otra vez: Pizarro es carne de blog. Diaria.
El estómago le da un vuelco cuando entra en el Metro. Por eso regurgita tan bien el hueso de la cereza al final del vídeo. Qué personaje. Qué política.