Hasta ayer, el PP estaba realizando una precampaña que se podría calificar de anti-. Lo que no eran iniciativas del contricante ampliadas (si uno promete x puestos de trabajo, el PP prometía x+1, y así con las plazas de guardería, el inglés, los kms. de AVE y todo lo que fuese computable numéricamente) eran otro tipo de iniativas de motu propio, como el bastante infeliz programa de integración. Sin embargo, ayer se abrió un horizonte de expectativa, por utilizar ese lenguaje de la Escuela de Chicago que los dirigentes del Partido Popular conocen de lectura, pero no han asimilado.
La noticia la publica hoy El País, y es una filtración interesada del programa político del PP: ellos si apuestan por la energía nuclear. De momento, España cuenta con ocho centrales nucleares de las nueve que llegó a tener. En 2002 se cerró Zorita, una central con forma de platillo volante, la huella más destacada de su diseño de los años 50. Anteriormente le había pasado algo parecido a Vandellós II, pero esta vez fue por el incendio que sufrió, el incidente nuclear más grave en Europa Occidental. Para 2009 está previsto el cierre de Garoña, al culminar sus 40 años de vida útil estipulada, pero que podría tirar muchos más. El PSOE ha dicho que ese es el futuro de las nucleares en España: a los 40 años se jubilan.
Es un grave error. La energía nuclear, una vez instalada, solo produce grandes beneficios. Sus mayores problemas son la elevada inversión inicial que requiere, en torno a los 4.000 millones de euros actuales. Eso sí, una vez running, una moderna central produce 1.000 MW y sin depender de ningún factor ambiental más que el correcto suministro de agua de refrigeración. Eso es algo de lo que no pueden presumir ni los molinos de viento (¡Gigantes! ¡Son gigantes, amigo Sancho!), ni las placas solares, ni la muy fantasiosa energía maremotriz. Es la gran trampa de las renovables, que están subvencionadas al 30%.
Una de las grandes pesadillas económicas que legó el franquismo a la joven España democrática fue el demencial programa nuclear. No es que el muy ágrafo general de El Ferrol, o más bien los tecnócratas que le asesoraban, quisiese disponer de la bomba nuclear, aunque algo de eso había. No les bastó con inundar España de astilleros inservibles, altos hornos y fábricas de artesanía que hubo que cerrar en los años ochenta, es que pretendían plantar ¡29 centrales nucleares!. Tal cual. Algunas llegaron a estar muy cerca de implantarse, como Lemoniz en la bocana de la ría de Bilbao (2.300 millones de euros constantes invertidos), y tenían una distribución geográfica pintoresca: la de Xove en Lugo, para alimentar la fábrica de Inespal (el aluminio y la electrólisis es lo que tiene) o la de Cabo Cope en Murcia.
La fortísima inversión inicial requerida llevó a las eléctricas españolas al punto de la quiebra, y los bancos que financiaban a una situación no muy lejana. Aún así, en España el 25% de la energía eléctrica que se consume tiene origen nuclear. No está mal, pero muy lejos del 80% francés. Ahora es cuando hay que meter la propaganda ecologista: lo de los residuos, lo de Chernobil y que las nucleares son feas. A lo primero, el mejor argumento es decir que, mientras los ecologistas confían en el desarrollo de tecnologías que mejoren las muy ineficientes renovables, niegan esa misma capacidad de evolución a la gestión de residuos nucleares. Así de talibán es el pensamiento ecologista, que en muchos momentos bordea el integrismo más puro, cuando no la hipocresía. Les explico: Italia, ese país que tiene que servir de referente en lo que no se hace, cerró sus tres centrales nucleares tras un referendum popular en 1987. En teoría, no tienen energía nuclear. En la práctica, importan un buen montón de megavatios de Francia, que la produce nuclearmente. Cosas de Italia. Cosas de los ecologistas.
En cuanto a Chernobil, fue un accidente en el contexto de la Guerra Fría. Hace un par de años la comisión de la ONU quitó mucho hierro al asunto, porque todo se dramatizó en ese contexto de Rambo III y el Gran Satán. Ahí está que los otros dos grupos de Chernobil siguieron funcionando 15 años más, sin ningún problema. O que Kiev, que está a 50 kms., no se vió afectado por los caprichos del viento, que tuvo a bien llevar la nube tóxica a las marismas de Pripet, en Bielorrusia, un territorio desolado y muy poco poblado. Y lo mismo con Three Mille Island o el accidente de Japón en 1999, los otros de la triada de gravísimos. Menos lobos. En cuanto a que las nucleares son feas (cambien el adjetivo por malas, perversas, satánicas) es una tontería. Es la energía eléctrica más barata de producir, sólo arroja a la atmósfera vapor de agua, no produce gasto ecológico en el trasiego de camiones o barcos llenos de carbón (bastan unas cuantas varillas de uranio, el desplazamiento de un buque grande en toda su vida) y en un país avanzado y moderno como España su instalación y mantenimiento no tienen porque causar ningún problema. Bravo a la propuesta del PP, y ánimo a que fomenten la instalación de nuevas plantas.
Tengo entendido que el Gobierno está buscando emplazamiento para un macrocementerio de resíduos radioactivos procedentes de todas las centrales nucleares españolas.
ResponderEliminar... Seguro que no tendrías ningún inconveniente en que lo instalaran debajo de tu casa...
Quién sabe, quizá conseguirías prestaciones como las de valv.piti o Don Desmayos...
Vaya, uno de espíritu NIMBY (búscalo en google). Qué típico y previsible. España tiene bastantes "siberias" donde dejar los residuos de manera seguro, y a muchos municipios no les vendría mal la inversión. Lástima que sean instrumentalizados por los ecologistas.
ResponderEliminarArgumento de "debajo de tu casa": prescindible
Argumento de los ciclistas: que esto es la vida real, no tebeos de superhéroes donde una araña te da superpoderes o una explosión de rayos gamma en el Increíble Hulk.
1. Si la energía nuclear es tan segura y la gestión de resíduos tan ecológica, ¿por qué proponer una "siberia" para dejarlos de manera segura? Teoóricamente, daría igual dejarlos en el centro de una ciudad de varios millones de habitantes, aprovechando una de las obras faraónicas a las que son tan aficionados los alcaldes. Así, se matarían dos pájaros (como mínimo) de un tiro. Los demás sufrirían mutaciones.
ResponderEliminar2. El argumento de "debajo de tu casa" no es prescindible, ya que me acusas de "nimbismo". Tú no quieres el cementerio debajo de tu casa. Yo no lo quiero en ningún sitio, ni en Siberia ni en la Puerta del Sol. ¿Quién tiene un espíritu más Nimby?
3. Hay estudios sobre los efectos de la energía nuclear en las localidades que están alrededor de las centrales nuclerares y de los cementerios de resíduos. Los resultados son demoledores, y no estoy hablando de China, Rusia o países del Este. Estoy hablando de Estados Unidos o Gran Bretaña...
Lo de esperar a que la ciencia resuelva algún día el problema de los residuos no me parece muy realista.
ResponderEliminarBueno, aquí no hay que olvidar que unos de los padres del ecologismo profundo, James Lovelock (Gaia), defendió recientemente el uso de las centrales nucleares por las mismas razones que expone Sergio. A parte de las excentricidades de este hombre, lo cierto es que defendía esta idea como la menos mala para un mundo con altas cotas de consumo energético. Creo que el gran problema de los ecologistas es que a veces no son lo suficientemente consecuentes con los criterios de sustentabilidad, como tampoco lo son las versiones más liberales del ecologismo (lo digo por ti, Sergio). Ambos se centran en un debate sin salida posible. Hay que ser consecuente con los criterios de vida que elegimos: si queremos mantener el ritmo actual de consumo, habrá que replantearse la aversión atómica, porque la panacea de las renovables está por ver; no sólo por la insuficiente energía necesaria que aportan (no sé el dato, pero alrededor de un 10% tirando por lo MUY alto?), si no también por las imprevisibles consecuencias (el bioetanol y las tortillas mexicanas). El ecologismo, como tal, no pretende un cambio de conciencia en las políticas públicas, sino un verdadera revolución en los modelos sociales actuales (sobre todo reducciones demográficas, de consumo, etc.). Creo que el debate va mucho más allá de lo malo y de lo bueno, porque no cabe hablar de esta dualidad sin tener en cuenta criterios de sustentabilidad, que requiere una mayor implicación personal.
ResponderEliminarSi creemos en las energías renovables, estoy de acuerdo en que también tenemos que creer en que algún día la ciencia resuelva el problema de los residuos. Por otra parte, estos son comparativamente pocos en función de todos los beneficios que aporta.
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros largos y comentados argumentos. Cesar:
ResponderEliminar1)Ni tan blanco ni tan negro
2)Lo mismo. España tiene grandes extensiones subpobladas (de hecho, la montaña de Guadalajara es la zona de Europa occidental con menos habitantes por km cuadrado) y no hace falta recurrir a la puerta del Sol. Aunque bueno, considerando que Aguirre habita por ahí...
3)¿Se diferencian mucho esos resultados de los que viven al lado de una térmica? ¿Y de una planta química? No sé, pregunto.
Ddaa: ¿y por qué es realista pensar en la energía maremotriz o geotérmica? ¿Por qué 30 años después de la primera revolución solar que trajo las calculadores ídem seguimos básicamente igual?
Krompowsky: usted si que sabe, lástima que patine en eso de ponerme la cartilla de liberal. Totalmente de acuerdo en que la mejor energía es la que no se consume, a lo que se reduce su complicado argumento. Otra cosa es que los ciudadanos, los que votan, quieran reducir su consumo energético, la base de la sociedad.
Anónimo: pues sí, son pocos en volumen y tamaño.
Por eso digo que el debate bueno/malo es absurdo dentro de estas cotas de consumo. Habrá que envainarse las reivindicaciones ecologistas, pero también habrá que ser realistas y admitir que hay un problema y que hay q buscarle solución. Lo de la etiqueta "liberal" no es mala (peor sería neoliberal). Es más bien contrario a las visiones utópicas de los ecologistas profundos. Teoría liberal+teoría verde (más o menos).
ResponderEliminarCreo que el ser humano se está empezando a dar cuenta de que la ciencia no es Dios, y que, muy probablemente, cuando se acabe el petróleo (esa fuente de energía tan barata y rentable, pero no renovable) el sistema de vida actual (en los países llamados ricos y de rebote en los no ricos) deberá cambiar, ya sea de manera medianamente planificada (decrecimiento voluntario) o de manera impuesta por la "naturaleza económica"...
ResponderEliminarEs normal que cuando naces en un sistema, no lo cuestiones, al menos de manera profunda, pero creo que más allá de buscar alternativas al petróleo, deberíamos buscar alternativas a nuestro modo de vida... Pero bueno, supongo que Sergio, pensará que soy otro ecologista hipócrita...