Vivimos tiempos de nueva política. Antes las renuncias y los abandonos se producían tras los descalabros. Los electorales, porque en la cultura política española ni Dios dimite cuando hay descalabros en la gestión. El único, Antonio Aparicio -¿alguien se acuerda de él?- , y eso que Roldán le llegaba como herencia. Aunque se dice que Gallardón esperará a comunicar su decisión hasta después del 9-M, todos los medios, sin distinción de color, se hacen eco de la noticia. No creo que todos se equivoquen. Habrá que darles credibilidad, y eso que el protagonista todavía no se ha pronunciado.
Cuando lo haga, tampoco se espera una salida del tiesto. Si por algo se ha caracterizado siempre es por su obediencia supina. "Haré lo que me diga mi líder". Y así fue incubando una carrera larguísima dentro del partido. Antes decía "haré lo que me diga mi partido", pero el aznarismo dejó como secuela que el principal partido de la oposición se rija por criterios no recogidos en los estatutos, ni decisiones tomadas en los congresos. Es el ordeno y mando. Y toda una vida esperando para recibir ese puntapié.
Gallardón ya ocupó puestos de responsabilidad. En 1993, por ejemplo, salió con los ojos llorosos y apuntando entre líneas a un complot para justificar una derrota electoral que daban por segura. Era la cabeza visible de los jóvenes y, de haber ganado esas elecciones, su carrera hubiese sido muy distanta. En 1995 ganó la presidencia de la Comunidad de Madrid, cargo en el que permaneció hasta 2003, cuando salió elegido alcalde de la capital de España. 13 años ocupando puestos regionales, ocho de los cuales su partido estuvo en el poder a nivel nacional. Y siempre esperando su oportunidad. Disciplinado. Obediente.
El traje madrileño le quedaba estrecho, incluso con la altísima proyección que otorga la responsabilidad, superior en muchos casos a la de un ministro (¿alguien sabe quien es la Ministra de Agricultura y Pesca?). Hace unos meses empezó a decir que quería ir en la candidatura para las generales de 2008. Revuelo con su amiga Espe. Ya en 2004, en el congreso del desagravio, fue el único líder de su partido que quiso admitir que "algún error habremos cometido". Le recibió el silencio de la platea. La ultraderecha no racista que va camino de ser hegemónica en el PP nunca se lo perdonó. También su amistad con PRISA, esa gorgona mediática. De ahí que hoy, desde LD, se jalee la decisión. La noticia, si finalmente se acaba produciendo, no es para alegrar a nadie.
Y hay muchas posibilidades de que así pase. Gallardón ha cumplido todos los pasos obedientemente. Estas eran sus elecciones. Que nadie sueñe con que, si el PP se descalabra en estas elecciones -cosa harto improbable-, el quede reforzado. Quizás si, pero sin poder. Al no ser congresista, no podrá erigirse en líder porque no podrá hablar en la Cámara. En estas circunstancias, lo mejor es pirarse. Total, como casi todos los políticos del PP, es funcionario en excedencia. Aunque a lo mejor va a echar en falta su posible condición de aforado si siguen adelante las investigaciones malaya y guateque. Veremos.
Sí, la verdad es que es quizá el único político de la derecha sensato y realmente brillante, debería crearse su propio partido un poquitín más de centro. Más de uno le seguiría
ResponderEliminarPor cierto, habrá que estar atento a otro personaje que a lo mejor trata de esconderse de futuras querellas amparándose en la condición de aforado; ni más ni menos que nuestro querido alcalde de la Cañada, Luis Partida. Según me contaron, se va a presentar al Senado para conseguirlo.
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/espana/Anticorrupcion/querella/ex/jefe/Urbanismo/Esperanza/Aguirre/elpepuespmad/20071001elpepunac_8/Tes