Diario de la peste (II): Madrid era una fiesta

El 4 de julio de 1898 hacía mucho calor en Madrid, por entonces un poblachón manchego que apenas había iniciado su ensanche. Por la tarde había programado un gran festejo taurino -no se había inventado el cinematógrafo, y los toros era el gran entretenimiento junto a la zarzuela- en la plaza de toros de Goya, donde ahora está la soviética Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.

Esa mañana llegaron a Madrid los primeros cables telegrafiados sobre el hundimiento de la escuadra del Almirante Cervera en la bahía de Santiago de Cuba, barcos enviados en una aventura quijotesca para defender ante la voluntad de EE.UU la soberanía de España sobre la perla de las Antillas. La escuadra americana había hecho un ejercicio de tiro al pato contra una flota que había partido orgullosa de España y que jamás volvió, cancelando para siempre cuatro siglos de presencia política en América. El fin del Imperio.

¿Y saben que pasó en Madrid? No se suspendió el festejo taurino que, según las crónicas de la época, tuvo un lleno hasta la bandera de espectadores que jalearon a sus ídolos, sin menoscabo alguno en vítores. Y así los días sucesivos. Madrid era una fiesta. Siempre lo ha sido. Incluso muchos años después, cuando era una ciudad desarrollista fea y gris, se inventaron lo de La Movida -como término para definir la fiesta, exportado a otros idiomas- porque era lo único que tenía que ofrecer una ciudad. La fiesta. La marcha. El gentío. Ese Rastro abarrotado siempre. Las calles populosas. Los juernes.

Ayer fue el primer día de aplicación de las graves medidas impuestas por la extensión del Covid-19. Coincidió, por esas puñeteras casualidades de la vida, con uno de los 11 de marzo más calurosos de los últimos años, 25º grados. Desoyendo cualquier praxis de sentido común con un epidemia vírica campando a sus anchas por la ciudad, los madrileños fueron al asalto de parques, pistas deportivas, carriles-bici y cualquier área de esparcimiento. Por supuesto, la terrazas (terracitas, en el idioma local) estaban desplegadas y sirviendo cañitas y botellines.

No hubo ningún llamamiento de las autoridades competentes -regionales y nacionales- para no convertir los parques en un Hyde Park improvisado (¡si quieren tener hasta una noria como la de Londres!) o unas Tullerías. Había muchísima más gente de la normal en un miércoles laborable, reflejo palpable de cómo la ciudadanía ha interpretado las medidas de teletrabajo o de alejar a las personas de edad avanzada, que estaban al cuidado de sus nietos. En barrios de residencias universitarias como Arguelles, los que no habían vuelto a sus lugares de origen llenaban las barras de degustación, la nueva moda para sortear las licencias de hostelería. Bien pegaditos en la barra improvisada de estos nuevos colmados. Piel con piel.

Muchos de los contagiados que acudirán a urgencias la próxima semana, tras el periodo de incubación del Covid-19, se habrán infectado ayer, cuando el nivel de alerta y difusión del virus ya era alto. Da igual. Madrid es una fiesta, y siempre lo va a ser. Se prohiben los vuelos directos con Italia a nivel nacional, y Barajas sigue recibiendo y enviando aviones llenos de gente, gente que para llegar al aeropuerto ha usado un taxi, el metro  o el vehículo particular de un familiar. Se escandalizan incluso porque desde Valencia se pida la interrupción del servicio de AVE entre ambas ciudades, porque allí saben perfectamente que va a haber avalancha de madrileños aunque no haya Fallas: ya tenían el billete comprado, y a mí nadie me va a decir lo que tengo que hacer.

Aunque hoy si que se está notando la bajada del ímpetu callejero madriñita, dan temperaturas parecidas para toda la semana. La mayor parte de la gente cree que no se va infectar,y probablemente tengan razón. Creen que la analogía con Lombardía no es válida, cuando es todavía peor: allí el poblamiento es disperso, aquí es mucho más hacinado. Es todo como ir viendo lo que a suceder y nadie con autoridad intentando impedirlo. ¿Qué autoridad, si hoy mismo en Mallorca ha desembarcado un crucero procedente de Italia con 3000 pasajeros a bordo?
¡Y porque Madrid no tiene mar, pero todo se andará!
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"La mejor Sanidad Pública del mundo", un tópico con el que se llena la boca a los desgraciados de siempre. La sanidad de los médicos pagados 1800 euros al mes, la del tráfico de sangre y plasma con destino Grifols, la de la compra-venta de órganos por vía del monopolio que los incauta, y la de esto.

Es necesario poner estas cosas ahora que muchos se están llenando la boca con la eficacia de la sanidad española y su "fortaleza".
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Un día alguien debería contar la historia de PharmaMar, el timo gallego a base de algas, y cúan llegan a ser de carroñeros con su gaseosa llamada medicamento.
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Boiron, el fabricante de agua con sacáridos que se vende bajo la denominación genérica de "homeopatía", despide a cientos de trabajadores en Francia, el país europeo donde más había arraigado esa locura en los años setenta.
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Los publirreportajes de propaganda que insertan los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en los medios de comunicación provocan la risa. En esta pieza sobre unos policías narcotraficantes se afirma sin rubor que los investigadores "lograron ir un paso por delante con una técnica de investigación de nuevo cuño". ¿Y cual era? "Instalaron micrófonos ocultos en los coches de dos de los sospechosos".

Así, con un par de narices.

Lo mejor viene al final del artículo, cuando con la misma desfachatez del propagandista a sueldo del Ministerio del Interior -seguro que su madre presume de tener un hijo periodista, cuando realmente es un mamporrero- se dice que la "técnica de investigación de nuevo cuño" era básicamente que los narcotraficantes fueron delatados por un arrepentido.