lunes, 11 de enero de 2021

Retrato de un país después de una borrasca

Una imagen cada vez más rara: un profesor en un aula llena

Uno de los lugares comunes con los que se le llena la boca a los políticos y a la plebe es que la educación es el futuro, que hay que cuidar la enseñanza desde los primeros balbuceos (¡gratuidad y obligatoriedad del tramo 0-3! ¡libros gratis! ¡becas!), la generación mejor formada y demás gilipolleces que conocen perfectamente. 

Después viene la realidad con toda su crudeza, la de un país ultramontano y en gran parte cavernícola en todos estos aspectos. Y en los demás, si me fuerzan. El temporal Filomena ha sido el vector necesario para mostrar este carácter indómito y racial del país que nos ha tocado vivir, porque cualquier excusa es buena para aplicar el auténtico lugar común de nuestro país: no dar un palo al agua. 

El temporal ha venido fuerte, y no es el motivo de este post. Fuerte, pero no deja de ser un asunto de nieve y hielo, frío en una sociedad aclimatada al veraneo 24/7/365, al laissez-faire entendido como no toques los cojones, a la erosión total de la autoridad no sustentada por una pistola, y al "total, a mí que más me da". 

La Comunidad de Madrid, la región que quiere ser España y que quepa toda España dentro suyo, acaba de anunciar la suspensión de las clases hasta el próximo dia 18 de enero, nueve días después del temporal de nieve totalmente extraordinario que se ha abatido sobre la zona. Nueve días, con sus días y sus noches heladoras. Las razones esgrimidas, más allá de los dos días -hoy uno, mañana el siguiente- anunciado cuando la región amaneció completamente blanca, son de los más variopintas y vagas. 

  • Necesidad de revisar "daños estructurales" -la nevada ha sido de 30 centímetros, no de un metro- en los colegios, como si lo sufrido no hubiese sido una cosa esperable, y sí un terremoto de esos que deja centros educativos tambaleándose, una inundación con todo lleno de barro, o un incendio pavoroso con olor a humo. 
  • "Arreglar desperfectos": ramas caídas y demás, porque dentro de los recintos no ha pasado nada, salvo que hubiesen dejado las ventanas abiertas durante todo el cierre vacacional de Navidad. Se da la circunstancia de que muchos colegios publicos tienen la figura del conserje -a veces con vivienda dentro del recinto-, que a estas horas estará quejándose de la "falta de medios" -un clásico perenne- y viendo la tele, porque entre sus funciones estatutarias no está apalear montones de nieve. 
  • "Garantizar una vuelta segura a las aulas" ¡Cómo no! ¡La seguridad! Pavorosas imágenes de niños resbalando entre el hielo perpetuo propio de una banquisa ártica adornan los pensamientos de los políticos al mando y de los nidos de víboras y frustaciones vitales que son las AMPAs

En la forma y en el fondo, les valdría cualquier excusa. La actual generación escolarizada ya ha perdido cuatro meses de educación presencial por culpa del Covid-19, y fue ayer mismo. Ahora mismo, con esta decisión, volverá a pasar un mes entero sin pisar un colegio. En el arco de un año, habrá pasado en educación presencial únicamente 15 semanas de 52 posibles, una indecencia para un país que sigue vendiendo eso de la educación es el futuro, y bla-bla-bla. 

La decisión se veía venir, no obstante. Como todas las que incidan en la vagancia y desidia general de la sociedad, de la generación de padres que va en chándal de lunes a domingo -y se queda de chismorreo en la puerta después de dejar o recoger a sus vástagos-, y del esfuerzo individual de cada uno. 

En otros países, una vez que se han despejado las carreteras, lo primero que se despeja es los accesos al colegio. En Madrid, tres días después de la Gran Nevada, las entradas a los colegios siguen blancas: nadie ha considerado que sea una infraestructura crítica. Nadie ha organizado quedadas ciudadanas para limpiar colectivamente los accesos, porque eso lo debería hacer el Estado, a pesar de que los medios de propaganda dicen sottovoce que está desbordado y no tiene medios. Nadie considera que pasar un mes entero sin escolarizar -y la semana de la vuelta será "de repaso", porque nadie se puede quedar atrás- es igual de grave que un hospital sin plena viabilidad, o una carretera importante impracticable. 

Por supuesto, quienes opinamos así somos minoría. En contra están los que se escudan en las bajas temperaturas, en el Covid-19 (ya ven que incidencia mínima ha tenido en el primer trimestre en los centros educativos) y, especialmente, en la laxitud con la que se toman todos estos asuntos. "El niño mejor en casa", "a esta edad lo mejor es divertirse", "aprenden mucho con la tablet" y "lo importante es la seguridad".  Lo fácil es cerrar los colegios. Lo fácil, y lo vulgar.

Es el mundo que nos ha tocado vivir. Con circunstancias sobrevenidas y de las que no existe recuerdo reciente -una pandemia, un temporal de época-, pero siempre con las mismas soluciones: los niños en casa, el ya se verá -apuesto lo que quieran que hasta el viernes no despejan las entradas a los colegios, y hará más el deshielo natural que las palas de operarios- y a quejarnos de seguir a la cola de Europa en tantas cosas. Han pasado 12 años desde el reparto gratuito de ordenadores en algunas comunidades autónomas, una medida electoralista que teóricamente iba a sacar, aunque solo fuese por efecto probabilistico, un Bill Gates, y lo que han salido son youtubers. Esperen a ver lo que sale dentro de 12 años de la generación que se ha tirado un año escasamente escolarizada. Es fácil de adivinar. También los hayes y quejas de los que estén en el Poder, mientras piden "pizarras inteligentes" y "más recursos", cuando sencillamente falta lo más básico: voluntad de enseñar, y voluntad de aprender.

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"La pensión media de jubilación en #MafiAsturias es de 1408 euros".  Cobran más los jubilados que los trabajadores, los jóvenes y bastante autónomos. Un sistema perfectamente sostenible. 

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¡Hombre! ¡La cerveza! No podía faltar en un proyecto de este estilo. Tanto quieren cambiar el mundo, que siguen con los mismos vicios de siempre. 

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Así funciona España, y Galicia en particular. 13 años después de la entrada en funcionamiento de la inútil planta de LNG de Reganosa hacen la declaración de impacto ambiental. Por supuesto, sale positiva. Como para no.