domingo, 29 de julio de 2012

Cosas que no se creen (V)

"Cualquiera que haya vivido en España y en otros países sabe que, en comparación con bastantes de nuestros vecinos, los españoles trabajan y trabajan razonablemente bien".

Así empieza Enric González su quinto aldabonazado, tirando de recursos -ha sido corresponsal de El País en muchas de las capitales de el mundo, adquiriendo un envidiable conocimiento de la realidad social de los países, todo lo contrario al corresponsal-bonsai que no sale de su piso- y apelando a un fantasmagórico lector.

Fantasmagórico porque no son tantos los españoles que hayan vivido fuera de España, y los que lo han hecho no leen Jotdown, porque son emigrantes o hijos de emigrantes económicos de los sesenta y setenta. Los otros, los que leen Jotdown, han vivido fuera de España (Erasmus), pero no creo que hayan trabajado. Si en España falta una cultura de trabajo, ni les digo cuando se sale fuera siendo español.

Sin embargo, para González es suficiente para apelar a nuestro conocimiento: no estamos tan mal en comparación con nuestros vecinos. Dado que España sólo limita con tres países de entidad (dejemos a Gibraltar y Andorra para otro día), es de suponer que se refiere a Francia y otros países europeos, y no a Portugal o Marruecos, donde se trabaja si se puede. Como aquí.

Si esa es la comparación, yo creo que en España se trabaja menos que en Europa. Y no me hace falta apelar a alguno de mis escasos lectores.

Trabajamos poco

Las estadísticas dicen que los 12+2 días libres que tienen los españoles son equiparables a los de otros países europeos; incluso dicen que trabajamos algunas horas más. Sin embargo, esos datos casan muy mal con nuestra bajísima tasa de productividad, que más bien parece indicar que, aunque pasamos el mismo tiempo en nuestro puesto de trabajo -incluso más, insisto- que nuestros colegas europeos, ese tiempo no se traduce en una actividad que genere riqueza para el conjunto de la sociedad.

Así lo indica esta información -con interesante tabla añexa- de 2010 y datos de 2007, justo antes del inicio de la Crisis. Desde entonces, las cosas han empeorado muchísimo más: ante la imposibilidad de incrementar la productividad, se ha optado por la otra vía posible en un escenario como el actual, que no es otra que ajustar salarios.

La tabla parece dar la razón a González, con eso de que trabajamos mucho, pero como casi siempre la pregunta no es ¿cuanto? sino ¿como?. Mucho y mal parece la respuesta, a tenor de los datos. Por supuesto, al periodista catalán se le ocurre la respuesta para este desatino muy español: es porque no tenemos buenos jefes. O sindicatos. O patronal.

Dado que los españoles trabajan "razonablemente bien", la respuesta al paripé de trabajar muchas horas pero no productivas es "Otra cosa es la organización del trabajo", pero sin concretar de quien es la responsabilidad: si de la legislación laboral franquista y sobreprotectora, o de los citados anteriormente. Alguien tiene la culpa, pero no el trabajador, que trabaja "razonablemente bien".

Eso es populismo o demagogia, o las dos cosas. Echar siempre balones fuera, un discurso que se viene repitiendo desde que comenzó la crisis: la culpa de nuestro males la tienen los "especuladores", los políticos ladrones o, como dice Enric González durante varios pasajes de su artículo, los "extranjeros", pero no en forma de marroquies o ecuatorianos, sino los pérfidos europeos, que trabajando menos y mejor, vienen aquí reclamando el dinero que nos han prestado mientras nosotros trabajabamos más y peor.

Yo no creo que en España se trabaje "razonablemente bien". Trabaja el que puede, pero no es participe de que en su empresa o trabajo vaya bien o mal, porque no hay ningún incentivo, algo a lo que se mete a continuación: "También es otra cosa lo poco que se incentiva el trabajo: a la sombra de un tentativo Estado del Bienestar se ha formado una espesa maleza disuasoria de subsidios e impuestos, y la llamada “cultura del pelotazo” (recuerden aquello que dijo Carlos Solchaga, ministro socialista, sobre lo fácil que era hacerse rico en España) ha hecho pensar que trabajar es de tontos."

Ahí ya estoy más de acuerdo: en España falta una cultura del trabajo y del esfuerzo, igual que falta una cultura en general -tema ya tratado con anterioridad-, pero eso es culpa de los trabajadores, los primeros que desincentivan al compañero, y no los jefes o poderes ocultos que Enric González no precisa, como por otra parte no hace nunca.

Está muy bien, en aras de aglutinar masas, eso de achacar todos los males a los demás, y dejando la figura del trabajador como "razonablemente bien" en la función que nos ocupa, la de trabajar, pero la realidad no es así. En España los puestos más intensivos de trabajo los han ocupado inmigrantes porque los españoles no los querían, a pesar de que algunos estaban fabulosamente retribuidos.

La cultura del pelotazo no es de Solchaga ("ministro socialista", ojo al recado populista que deja como si la cosa no fuese con el) ni de los ochenta, está radicada en el ser español, es la cultura de jugar a la lotería para dar con el pleno y tirarse la vida a la bartola, sin dar ni palo. Los rentistas (¿qué porcentaje del boom inmobiliario fue por gente que compraba varias casas a crédito para vivir del alquiler?), esa otra figura española tan productiva y galdosiana.

Pero ahí está la cantinela populista, la enésima de Enric González en su desahogo: es mentira que en España trabajemos poco. Yo creo que se trabaja poco y mal, y no es por culpa de agentes externos, es por culpa de los propios trabajadores.

Grado de acuerdo con el artículo: 20%


jueves, 26 de julio de 2012

Cosas que no se creen (IV)

Nuestros jóvenes están muy bien preparados


"Pues no. Los jóvenes españoles están, en general, muy bien titulados, pero los bien preparados son, en porcentaje, pocos más de los de siempre. La masificación universitaria y la falta de empleo han generado una insólita proliferación de posgraduados sin expectativas y una fatigosa abundancia de idiotas con máster. Faltan técnicos medios, falta espíritu emprendedor y faltan oportunidades"

Poco que objetar a este impecable comentario, con visos de convertirse en frase recurrente en lo que tiene de contraposición entre preparados/titulados. Si acaso, abundar más -dentro de un tratamiento superficial a un problema nuclear de la sociedad española- en lo expuesto.

En otros países a los que nos intentabamos parecer, un currículum profesional pone la titulación y, a continuación, las cosas que se saben hacer; en un currículum español, se pone las titulaciones, los títulos y los titulillos, como si la mera posesión de estos ya otorgase las capacidades. Es una diferencia significativa, que abunda en diferencias insalvables.

"Los bien preparados" son una minoría, y lo son en gran medida porque se han formado al margen del itinerario oficial impuesto por el plan de estudios o las tendencias sociales: un caso muy típico de un titulado universitario era dejar los idiomas para después de la licenciatura o el grado, que al parecer era muy difícil compatibilizar ambos. Así, además, se puede vivir del cuento del estudio un poco más, hasta donde aguanten las posibilidades económicas de la familia.

Y no les digo ya las habilidades informáticas, ausentes de cualquier plan de estudios, no vaya a ser que los docentes tuviesen que reciclarse y aprender nuevas cosas, con lo que habían luchado para obtener la plaza fija. Así quedaba la cosa: sin informática y sin idiomas, ¿qué tenían los nuevos universitarios, que salen a hornadas de decenas de miles cada año, para ofrecer en el mundo laboral?

Su título, que al parecer tenía asociado inmediatamente un puesto de trabajo. De ahí la titulitis privilegiada sobre las auténticas capacidades de cada uno: acumular y acumular títulos pensando que detrás del siguiente vendrá el ansiado puesto de trabajo, que tendrá que ser fijo, bien remunerado, con viajes y dietas, y conociendo gente interesante.

El mercado supo responder a esta demanda de títulos. No el mercado laboral, claro, sino el mercado académico, que existe y cómo: con la última reforma universitaria, las licenciaturas pasaron a ser grados (de cinco a cuatro años en la mayoría de los casos), más un máster estipulado con total libertad, que en teoría debería dar la "especialización".

Bueno, pues el catálogo de máster oficiales se ha disparado a una cifra en torno a ¡2.600!, donde pueden imaginar que, en aras de diferenciarse nominalmente -en contenidos no, porque en el 95% son una mera repetición de los contenidos del grado-, ha abundado la imaginación creativa. "Máster en desplazamiento forzado" o "Máster en Artes del Espectáculo Vivo" (¿el circo?) son algunos ejemplos, pero pueden encontrar infinidad de ellos.

Además, está el incontrovertible hecho de que al menos un 30% de los alumnos de enseñanza obligatoria abandonan la misma sin haber conseguido el título, y mira que es fácil porque se puede pasar curso hasta con tres asignaturas repetidas. Para solucionar estas cosas, a Zapatero no se le ocurrió mejor cosa que mejorar los índices españoles dando títulos a quien demostrase experiencia en el sector.

Porque el problema de la educación en España no afecta sólo a la producción de buenos profesionales, sino también a la de simplemente profesionales: será por eso que la emisora más escuchada (la SER) tiene siempre muchas cuñas ocupadas con propaganda de la academia CCC, que ofrece títulos para gente sin título, o profesiones.

Nuestros jóvenes no están muy bien preparados, y esto va a seguir así. Ahora que se va a suprimir la selectividad para volver a introducir la reválida (gobierna la derecha, ¿se acuerdan?) y que después cada universidad estipule sus pruebas de acceso (esto creará, por fin, universidades de primera y segunda categoría, incluso tercera), está bien recordar un dato para los más optimistas.

En la Selectividad, el 90% de los alumnos saca una nota en inglés inferior a la nota media de la prueba. Y eso que la prueba es bien facilita, porque jamás se ha implementado una prueba oral. Mejor no les hablo de las matemáticas.

Grado de acuerdo con el artículo: 100%
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Leyendo esta espeluznante noticia, no me cabe ninguna duda que los políticos son unos ladrones y los principales causantes, junto a los banqueros, de la actual situación.

Cosas que no se creen (III)

"El problema de la mano de obra creado para el proyecto Expo es espectacular (...) en la Sevilla de 1990 no es posible contratar los servicios de un encofrador o un yesero por menos de trescientas mil pesetas, bastante más del doble de lo que gana un titulado universitario en la Administración Pública"
Francisco Gallardo, Guerra en el Sur, Tibidabo, 1990, pág. 61

La cita viene de uno de esos libros de inmediatez política (instant books), género al que soy muy aficionado, más que nada porque se encuentran en las librerías de saldo a precios ridículos. Muchas veces, con el poso del tiempo, encuentras testimonios muy valiosos, pero hay que dejar que reposen.

Hubo un milagro económico

Enric González reduce el desarrollo económico experimentado por España en las últimas décadas a una solución que, por simplista, sólo puede conseguir una dilatadísima difusión entre quincemistas (neologismo: reclamo la autoría), amas de casa y recién llegados a los asuntos económicos: "un proceso de convergencia y unión monetaria con el resto de Europa, por el cual los tipos de interés quedaron por debajo de la inflación real y España se inundó de capital extranjero".

No voy a entrar mucho en el asunto, simplemente planteo la cuestión. ¿Qué es lo que pretende el autor de esta frase, que hubiese una convergencia con países mucho más ricos sin que subiesen los precios? ¿Disfrutar de los servicios y prestaciones de los países más desarrollados del mundo pero con fiscalidades mucho más bajas, y precios de los servicios aún más bajos, cuando no regalados?.

Vean la secuencia maquiavélica: convergencia>tipos de interés por debajo de la inflación real>abordaje del capital extranjero, que por propia definición es pérfido, de ahí lo de "extranjero". Note el avispado lector de este blog que es otra nueva andanada contra la CEE o lo "extranjero", a lo mejor es que España iba mejor con la autarquía y comiéndonos el mercurio de Almadén, que al menos es muy nuestro.

Como ya les digo, este tipo de reducción simplista de fenómenos muy complejos -y que han sido muy beneficiosos para la economía del país- tendrá gran arraigo entre la gente que llama a los políticos "ladrones", cree que podrá pagar una hipoteca de 30 años con 1.000 euros de sueldo al mes y aspira a tener dos coches en propiedad, por lo que no les extrañe que lo encuentren en boca del próximo camarero del bar, o de un taxista. Sorprende, y mucho, verlo escrito en alguien tan bien capacitado como Enric González.

"Vendimos ladrillo, deuda y sol, lo cual equivale a plantar cizaña en el césped: las actividades especulativas desplazaron a las productivas" ¿Qué actividades productivas había en la España pre-CEE? Si se refiere a siderurgias, minería, sector del calzado de Elche, astilleros, el mueble valenciano o las conservas gallegas, están mejor donde están, porque no eran muy productivas; eso sí, empleaban a mucha mano de obra.

Si hubo una actividad especulativa sobre todas las demás fue la vivienda en propiedad, adquirida no para vivir en ella, sino para revenderse o como instrumento de ahorro, pensando que nunca podría bajar. Ahí si que desplazó a actividades productivas, pero también hay que preguntarse qué actividades productivas existían en el país.

Contradiciéndose con el postulado de su tercera cosa que no se cree, afirma que si hubo un milagro en España, que "un mal encofrador ganara más que un buen médico". Por eso pongo esa cita del principio: es un fenómeno que se ha experimentado siempre en países donde no se valora el mérito y si la oportunidad, y España destaca especialmente. Vean si no lo de la I+D, o como en muchos contextos sociolaborales la gente se rie si hablas alguna lengua diferente al mostoleño o el cacereño.

Ese supuesto milagro era el coste de oportunidad en sentido laboral: ¿para qué voy a estudiar y tener un cultura y formación, cuando dejando el insti con 16 me meto de albañil con mi padre y me saco el sueldo de un profesor titular de universidad con cuatro trienios? Esto fue así aquí, y lo sigue siendo en gran medida. Sin embargo, tiene difícil regulación, a no ser que el periodista González quiera establecer topes salariales, o igual salario para todos, como en las sociedades cerradas.

El fenómeno hunde sus raíces en el desprecio a la cultura y la formación que ha habido en este país, y no tiene nada que ver con milagros. Es cerril e ibérico: si lees poesía, eres maricón; si vas de viaje a ver edificios y no a Gandía, un rarito; si desprecias la tele y privilegias la lectura, un aburrido. Como creo que es una cosa consustancial al ser español, y que no he visto en otros países que conozco bastante bien y Enric González aún mejor, será que no ha querido abordar el tema.

Creo que es un gran problema de España, pero Enric González prefiere centrarse en lo suyo. El "gran problema de España" es que "carece de una economía realmente productiva y capaz de competir en el mundo, y por eso no crece, y por eso padece un desempleo endémico". Pues totalmente de acuerdo, pero eso ya estaba así antes del milagro económico o "las mentiras que nos han contado". De ahí viene lo de "milagro", porque nadie se explica el indudable salto adelante dado por nuestra economía en los últimos lustros.

En un batiburrillo de temas y conceptos, González lo acaba mezclando todo. El desempleo endémico -recuerden que en pleno boom había un 8% de población en el paro, 2´2 millones de personas- también se explica, además de por carecer de una economía productiva, a lo bien que se vive con el sistema de protección social, ese que está saltando por los aires porque jamás pidió nada a cambio: sanidad gratis, educación casi gratis (incluyendo el posgrado) para que haya universitarios con 35 años y otro tipo de servicios dados a la generalidad, perfectos para vivir sin trabajar.

Que explique el fenómeno de los temporeros andaluces, o por qué todo el mundo es tan feliz en Cádiz con un 40% de paro incluso en los mejores momentos, o Canarias con un 30% de paro a pesar del maná del turismo, Asturias despoblada e hipersubvencionada...el paro es endémico en España, pero no lo es por las características de su economía (que tuvo que importar 5 millones de extranjeros en su fase expansiva), sino por la falta de una auténtica cultura del trabajo, igual que falta una cultura en general, o al menos el respeto al que la tiene, muchas veces de manera autodidacta. Con estos mimbres, calificar de "milagro" la expansión de la economía es la mejor definición: no hay nada mejor.

Grado de acuerdo con el artículo: 10%
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Todas las grandes partidas de gasto se han ajustado por la crisis, salvo una: las pensiones. Y es la más grande. Esto se debe al caladero de votos que supone este amplio colectivo de población española. Como la situación es insostenible (en junio el gasto en pensiones subió otro 4´4%), parece que ya hay nueva reforma a la vista, a sumar a esa de hace año y medio donde se quitó de un plumazo una media de un 20% de la futura pensión a cobrar si el sistema aguanta.

Lean qué poético es todo: "aplicación del factor de sostenibilidad de las pensiones, que consiste en establecer un mecanismo que ajuste automáticamente el gasto del sistema al incremento del mismo que se derive del aumento de la esperanza de vida. Es decir, que si aumenta la esperanza de vida y no hay más cotizantes para compensar el mayor gasto, se ajustará la cuantía de la pensión. Esto puede hacerse por varios métodos: uno de los que se maneja es sustituir la revalorización en función del IPC por otro índice que combine la esperanza de vida con otros indicadores. También, se pretende adelantar la aplicación del retraso en la edad legal de jubilación a los 67 años, es decir, acelerar los periodos transitorios de la anterior reforma".

Ya saben cómo va la demografía española, y cómo va a ir. A ver si ahora alguien tiene las narices de rebatir que el sistema de pensiones es un sistema piramidal que no tiene nada que envidiar al de Ponzi, Madoff o AFINSA.
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El conocido caso de la ciudad-fantasma construida en China. Hay muchas más, como en España, pero sólo nos quedamos con el icono.

miércoles, 25 de julio de 2012

Cosas que no se creen (II)

El siguiente aldabonazo en el decálogo de mentiras muy difundidas propuesto por Enric González es muy sencillo:

España entró en la modernidad

"Ni de broma". Vale, pues no bromearemos, aunque el autor si lo hace, con una juxtaposición bastante paradójica: cita los rascacielos, "infraestructuras de lujo" y el "consumo de tecnología importada" (¿?) que se asientan, al parecer, sobre "un sistema judicial antiguo e ineficaz, una inexplicable incapacidad para invertir colectivamente en investigación y desarrollo y un montaje fiscal tan yeyé que todo lo hace al revés"

Vamos, el balance de una república bananera, de ahí que hable de obras arquitéctonicas/infraestructuras, y después ponga el asunto judicial a un nivel relacionado, la famosa I+D+i y la fiscalidad. Y todo esto dentro de la "modernidad".

En España se han construido rascacielos, entendiendo estos como parte más visible de todo tipo de edificaciones sin uso y gran boato, como mis queridos palacios de congresos. Es cierto, así como el "efecto Guggenheim" de que por el simple hecho de construirlos ya eramos modernos. En cuanto a las infraestructuras "de lujo", supongo que se referirá al AVE, aunque no lo cita. El resto de las infraestructuras no me parecen de lujo, sino en su mayor parte necesarias en un país que carecía de muchas de ellas, incluso las más evidentes.

La palabra "lujo" usada despectivamente lleva a pensar en aeropuertos con decoración de marfil, o simplemente aeropuertos sin uso, pero han costado más las ampliaciones de Barajas y el Prat -muy necesarias- que cualquiera de esos iconos en que los medios de comunicación han convertido el aeropuerto de Castellón o el de Castilla-La Mancha.

La rabieta de Enric González es contra la totalidad, contra la "modernidad". Es indudable, y no creo que nadie razone lo contrario, que España es un país moderno, equiparable a la mayoría de los países de su entorno europeo en esas cosas que tanto escaman al periodista catalán. Se han cometido excesos -especialmente la red de AVE, por su carísimo mantenimiento-, pero creo que el tema infraestructuras será lo más perdurable de todo estos años de derroche, porque al menos quedan hechas, cosa que no se puede hablar de otras fuentes de dispendio.

En cuanto a "tecnología importada", ¿a qué se refiere? ¿Sabe acaso González lo que cuesta desarrollar una tecnología a partir de cero? Probablemente sí, pero quédense de nuevo contra el ataque contra el extranjero -de donde se importa-, que se une al anterior contra la CEE. Pondré un ejemplo muy clarificador de desarrollar una tecnología "nacional" contra una "importada".

Cuando Álvarez-Cascos sacó el concurso de la megaexpansión del AVE a finales de los noventa, repartió la  licitación entre una empresa consolidada en la tecnología y otra española como TALGO que no tenía ni puta idea de lo que hablaba. Hubo que hacer todo desde cero, y encima con un pliego de condiciones que estipulaba trenes a ¡350 km/h! cuando ninguno en el mundo circulaba a esa velocidad.

El coste fue altísimo, pero nuestro. Ahora, en teoría, exportamos ese AVE a Arabia Saudí y dicen que, quizás, a Rusia. No creo que ni aunque se pudiese exportar a EE.UU compensase el enorme gasto de dinero público -transferido a una empresa privada- que supuso ese ardor guerrero de "tecnología nacional" frente a la "importada". Además, si algo lo hacen mejor fuera, ¿por qué intentar fabricarlo aquí? Creo que Enric González conocerá a Adam Smith, aunque quedan dudas después de este arrebato de "Made in Spain".

Lo del sistema judicial "antiguo y ineficaz" no se cómo cogerlo, la verdad. Es cierto, pero como parece que todo gira en torno a la economía...¿Puede ser que sugiera que con una justicia "moderna y eficaz" estos desmanes no hubiesen sucedido? Será que todo forma parte de una idea de "modernidad" muy de los ochenta, la época de Enric González.

Las palabras mágicas de "investigación y desarrollo" no pueden faltar en estos manifiestos flagelantes sobre nuestro destino nacional. Pobre España que, pariendo con dolor y cada mucho tiempo, genios científicos, los tiene que enviar fuera para que triunfen. Es una "inexplicable incapacidad", aunque digo yo que viendo que se produce generación tras generación, debería ser posible explicarlo.

Como González ya ha hablado de "tecnología importada", debería saber que el famoso I+D es en gran parte importado, como corresponde al saber científico. Por qué exportamos tan poco, a pesar de que se han destinado ingentes recursos a este campo -así es, y más considerando el nivel de dónde veníamos- es porque quizás España no sea un país especialmente dotado para la ciencia.

Todo esto se basa en la creencia de que se puede hacer buena investigación y desarrollo en cualquier parte del mundo. Si se asume que el algodón no crece en Suecia, y que las grosellas no se dan en Nigeria, ¿por qué es tan difícil entender que, generación tras generación, no se den las condiciones para el salto en I+D que se propugna para España? Yo creo sinceramente que es por miedo a conocer la respuesta, o afrontar la realidad, con lo que eso supone.

Aquí se apuesta por la inmediatez, y esas apuestas estratégicas no se ven en uno, dos o tres quinquenios. Y qué decir de la clase empresarial, que cuando ven un título de Doctor piensan en un competidor que les viene a quitar el puesto. "Incapacidad para invertir colectivamente" en I+D: dado que el Estado si ha invertido, y muchísimo más de lo que debería, en este campo, el resto de "colectivamente" recae en el sector privado, pero González prefiere no hacer distingos y todo cae en el saco común de la demagogia.

Al parecer, nuestro sistema fiscal funciona así ("al revés"): "fomenta el fraude (estimado en 70.000 millones anuales), da vidilla a una robusta economía sumergida y asfixia a los asalariados y a las empresas medianas". Más demagogia: parece que el sistema fiscal esté montado para funcionar así. González, muy buen conocedor de la realidad italiana (donde hasta Berlusconi, que por algo era empresario, instó a defraudar siendo Jefe del Gobierno) se debe haber equivocado de país, porque no se como calificaría el sistema del país mediterráneo, si reserva esos epítetos para el nuestro.

El sistema fiscal español es mejorable, especialmente en resabios del proteccionismo franquista y social, como que si tu tienes dos fuentes de ingresos, eres culpable de trabajar demasiado y te crujen a impuestos. Lo que no fomenta es la productividad, dentro de un sistema acomodaticio donde el Estado te provee de todo: sanidad gratuita, educación gratuita...¿para que voy a trabajar más, para que pague más impuestos? Total, no me van a dar servicios suplementarios....

Como esto sería meterse de lleno en asuntos que soliviantan a las masas con corazón social-demócrata, no nos separemos de este sistema fiscal "que funciona al revés", fomentando el fraude. El que hace fraude es un caradura y las leyes (incluso esas "antiguas e ineficaces") deberían ser más duras y estrictas; como esto no se cambia de un día para otro, toda este gente que entra en soflamas de "¡nos quitan la Sanidad!" y tal, debería empezar por pedir la factura en todos los sitios, porque ya está bien de echar las culpas a instancias más altas cuando para combatir el fraude, que nos afecta a todos, se puede empezar por pequeñas acciones cotidianas y al alcance de todos. Así a lo mejor no nos "asfixiamos".

Grado de acuerdo con el artículo: 70%




martes, 24 de julio de 2012

Cosas que no se creen (I)

Me gusta mucho Enric González como periodista. Escribe de fábula, tiene una cultura poliédrica que mezcla los gustos elitistas con los populares, maneja la ironía de manera muy poco española y todos los elogios que quieran. No me gusta nada que no se pronunciase sobre la muerte del futbolista Andrés Jarque en Coverciano (Italia), un centro de dopaje reconocido por un gran conocedor de Italia como es el periodista catalán, y que probablemente no lo hiciese por su condición de hincha del Espanyol, ese equipo señor. Esto lo digo porque siempre hay tendencia a idolatrar a la gente especialmente dotada -y Enric González lo es sin lugar a dudas-, cuando tiene las mismas flaquezas, hipocresías y debilidades que todos. No las oculta, pero algunas omisiones dicen mucho más que lo que pueda mostrar.

Ahora tiene una pequeña sección en una revista para gentlemans que no publica fotos de señoras desnudas, un gran acierto, además de querer cuidar los contenidos escritos. Con gran presencia en Internet y crecimiento exponencial, la última columna del gran periodista catalán está obteniendo un inusitado éxito en Internet a base de decir obviedades, pero decirlas muy bien: su especialidad.

Como uno tiende a la dispersión, me apoyaré en el pautado decálogo que establece Enric González para intentar insuflar un poco de vida a este pequeño rincón. Estaré de acuerdo muchas veces con lo que dice, y otras no tanto. Ahora que su pequeño manual de uso va a tener tanto éxito y será enarbolado como memorial de agravios por seguidores del 15-M, la CT (Cultura Española) o el simple castellano tendente a la depresión, nunca viene mal.

La transición del franquismo a la democracia fue un éxito

Jo, y eso que el artículo empieza con un "nos creíamos ricos y resulta que somos pobres", pero enlaza con esto. La crisis financiera y económica ha sacado a la luz una crisis institucional gravísima, con gran desafección del electorado respecto a sus representantes. Como todas las estructuras, todo va muy bien mientras fluye el dinero, y cuando se corta ese flujo salen a la luz ineficiencias bien conocidas, pero en las que nadie había reparado. Un ejemplo: los 17 Defensores del Pueblo, uno por cada Comunidad Autónoma.

González coge una gran idea-bandera de la actual crispación, la de que la Transición no fue tan modélica, idea ya desarrollado por Gregorio Morán hace bastantes años. Al parecer, nos conformamos con que no hubiese sangre -y la hubo, aunque menos de la esperada/deseada por algunos- y califica el 23-F de "asonada patética", cuando Milans del Bosch sacó los tanques a las calles de Valencia, entonces y ahora tercera ciudad del país. 

A partir de ahí empieza un batiburrillo de todo mezclado bajo la idea de que la Transición fue "algo superficial", tutelado por la CEE y la OTAN. Vamos, que no lo quiso el pueblo que iba empujando a la clase política a tomar las decisiones y medidas, entendiendo como pueblo al conjunto de la sociedad, desde el golpismo bunkerizado a la extrema izquierda. 

La CEE tuvo influencia en la Transición, claro. ¿Cómo no iba a tenerla en un país que ya había pedido la adhesión con Franco, y que fue rechazado porque estipula un serio compromiso con los valores democráticos? Si España quería entrar en el club, debía tomar una serie de medidas macroeconómicas difícilmente compatibles con esa economía paternalista del franquismo, con un sector público con gigantismo -baste recordar los astilleros- y escasamente competitivo.

Pero ojito al ataque a la CEE. Hasta esto se tambalea en tiempos de crisis. Da miedo pensar lo que hubiese sido de España sin la CEE y su eficiente tutela. En cuanto a la OTAN, González sabe perfectamente que es un instrumento al servicio de EE.UU, país que con el acuerdo de las bases de 1953 ya tenía todo lo que quería de España. Meter a España en la OTAN -por cierto, lo hizo Calvo-Sotelo en su año y medio en el poder- era meramente crematístico. Eso sí, nos tutelaba...¿de quien? ¿de una amenaza exterior? ¿de una improbabilisima deriva comunista? 

También dirigían "los poderes fácticos", los financieros y "en menor medida" los religiosos. Vamos, aquí hay que presentar que el pueblo fue pastoreado, que no tomó decisiones por sí mismo, y que prácticamente en el referéndum para la Reforma Política -el del harakiri de las Cortes Franquistas- esos poderes en las sombras metieron la papeleta en el sobre de los españoles. Como ya les dije antes, este tipo de obviedades son muy del gusto de la actual marabunta o zombie-walk que impera por la ciberesfera, aunque mucho menos en las calles o en las urnas.

Todo se basó en un "pacto de desmemoria". ¿Qué pacto? Esto es un viejo caballo de batalla, muy bien combatido por Santos Juliá. El que quiso recordar, lo hizo, y el que no -que fue la mayoría- no. Se excavaron fosas, se publicaron libros y se habló en el Parlamento con la Ley de Amnistía, todo eso durante la transición. A lo mejor González insinua que fluoraron el agua, a la manera de Dr. Strangelove...

Al parecer, el régimen resultante de todo este tinglado orquestado en las sombras, se basaba en esa desmemoria inducida no se sabe cómo, y también en la "preservación de las estructuras de capital franquistas" (claro, hubiese sido mejor hacer expropiaciones, convertirlo todo en sociedades públicas bajo la tutela del INI), como si la propiedad privada se hubiese puesto en cuestión en algún momento de la Transición. Lamentable.

Además, para completar el panorama, hay "una serie de apaños lamentables", como el "café para todos" autonómico, que es como una cosa muy de moda. No hace mucho otro bardo catalán como Enric Juliana, mucho menos dotado que González, ha dedicado un libro oportunista sobre la crisis (Modesta España) donde la idea central en esta. El libro es lamentable, envejecerá fatal y está pésimamente estructurado (una metáfora con el Caballero del Verde Gabán quijotesco, un capítulo entero a la religión: escribe en La Vanguardia), pero es muy indicativo del debate.

Las CC.AA han sido un intento muy eficaz para solucionar un problema con el que, como decía Ortega, sólo se puede convivir, nunca solucionar, como es el de regiones de España donde hay un marcado sentimiento nacional ajeno al centralista-castellano. Ha sido un intento, porque iban bien mientras había dinero. Eso se ha acabado y de ahí viene el intento del partido centralista y que se arroga de los más rancios valores de la españolidad de acabar con ellas, aprovechando la crisis. 

Esa será una de las salidas-consecuencia de esta crisis sistémica, la crisis de nuestra vida, cuyos horizontes finales, y como en el tiempo de la Transición, hitos de paso, todavía desconocemos por completo. De cómo se afronte, y en qué grado de arrogancia, dependerán muchas otras cosas. El "café para todos" fue un exceso, como todo, pero no era algo perverso en su concepción inicial. En cuanto a los fueros vascos, poco que comentar: por eso es una región modélica. Que pregunte en Cataluña que tal sienta destinar el 10% de tu PIB a financiar cortijos en Extremadura, mineros silicosos en León y estudiantes universitarios de 35 años en Madrid. 

Como coda, al parecer "se sacrificó la justicia en el altar del orden y, encima, se glorificó el resultado". ¿Qué otra justicia hubiese sido posible? ¿Una Transición incontrolada, con tribunales públicos, quemas de centros de poder y asambleas populares? ¿Eso hubiese sido más "justicia"? No tengo que poner "lo siento": prefiero el orden, aún cuando viniese de un régimen tan cavernario como el franquismo, a los monstruos que salen de las situaciones incontroladas. 

En cuanto a "glorificar el resultado", creo sinceramente que una de las cosas que explican esta grave crisis de confianza en las instituciones es no haber consolidado un régimen de ensalzar el proceso de la Transición. Al principio se centró todo en el Rey, después cada CC.AA  hizo lo suyo y se dejó de lado el pueblo, creando una serie de hitos o pasajes al margen de los más evidentes (la Constitución, el 23-F). Así va la cultura democrática: un juntaletras (muy dotado, pero no es más que eso) pare este decálogo enrabietado y muy poco reflexionado, y millones de adeptos lo van a adoptar como la verdad revelada. 

Es corto, es sencillo, da explicaciones fáciles y pone todo patas arriba. Si todo fue tan maquiavélico, tan tutelado y, por lo visto, tan fallido, ¿cómo han sido posibles estos 30 años de prosperidad, abruptamente amputados por una crisis que transciende nuestras fronteras? No será todo por el flujo de dinero. Sin embargo, González adopta el ideario de los resentidos: es más, les da lustre, prestigio y alcance. Yo creo que la Transición del franquismo a la democracia fue un éxito, y los argumentos de los que piensan lo contrario no me convencen. Grado de acuerdo con el artículo: 20%
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El País tiene a sueldo a la bloguera y disidente cubana Yoani Sánchez, igual que otros medios tienen al insufrible Raúl Rivero por los mismos méritos. Los dos son deleznables si no fuese por la historia a la que se enfrentan. Sin embargo, es un ejercicio de hipocresía mayúscula encargar como hace El País a su bloguera un reportaje sobre los nuevos restaurantes en La Habana. Los habrá probado todos. En un país como Cuba, con serios problemas para garantizar el aporte calórico diario a su población. De eso no hablarán, no.