Ya les decía que no hay derrota dulce. Los mejores alumnos del PP -aquí los tienen en actitud escolar, compatible con el pataleo- se van a dedicar a la vida privada, después de mucho tiempo volcados en la vida pública. El primero que lo anunció fue Zaplana, que aprovechó el peor momento y el peor lugar para anunciar su fichaje por Telefónica; y una semana después Acebes, el que celebraba los debates "ganados por Rajoy" con similes futbolísticos de "hemos ganado 2-0" y cosas así.
De tanto que le gusta el fútbol, le ha metido otro gol a Rajoy. Anuncia que no se presentará a la reelección como Secretario General del PP y deja aún más aislado al gallego, y encima se encarga de remachar que se va porque le da la gana, sin anunciar a dónde. Eso son compañeros, hombre. Comprometidos con el partido, en las victorias y en las derrotas. En la alegría y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe. Pero la culpa no es de Zaplana y Acebes, los Zipi y Zape de la política española, sino de Rajoy.
Esta calamidad de político auspició y acogió bajo sus alas a dos políticos autoinmolados en el 11-M, con la credibilidad perdida para siempre. Durante cuatro años les dejó hacer todo lo que quisieron. Perdió las elecciones -a Zaplana ya lo habían silenciado convenientemente, Acebes algo parecido- y encima tienen que escuchar que dan mala imagen, mientras su líder sigue impasible como el Gran Timonel. Yo aquí no voy a repasar las calamidades que han logrado el portavoz parlamentario del PP y el secretario general, sólo me gustaría indicar un hecho que es muy importante: lo que hicieron lo hicieron bajo las órdenes de Rajoy.
No creo que la sociedad en su conjunto pierda a dos políticos de gran valía. Es más, la pérdida de protagonismo de Zaplana y Acebes, que se produce cuatro años más tarde de lo que hubiese sido natural, es muy positiva para la política española. Y lo es porque, y esta es una Ley de Hierro de la democracia española, con 50 años estás quemado para la política de alto nivel. Adolfo Suárez, Felipe González, Aznar y Zapatero dejaron o dejarán sus funciones a la cincuentena joven. En España no existe una gerontocracia como en Italia, y eso es una cosa de la que tenemos que felicitarnos todos los ciudadanos, independientemente del partido de los amores. Empero, todavía hay una anomalía: el gallego de la barba quiere ser candidato a la presidencia en 2012, cuando contará con 56 años. Esperemos que se siga manteniendo ese Ley de Hierro, la misma que ha centrifugado fuera de la política a Acebes y Zaplana.